El
“refuerzo” fracasó en Irak
Por
Patrick Cockburn
The Independent / La Jornada, 12/09/07
Traducción de Gabriela Fonseca
A primera vista, el
reporte de Petraeus parece una de las tantas declaraciones espurias
sobre la guerra en Irak que en un momento dado reciben mucha
publicidad, pero que en realidad no afectan el estancamiento que el país
sufre tanto en lo político como en lo militar.
Desafortunadamente el
más reciente esfuerzo propagandístico de la Casa Blanca podría
tener un impacto más maligno que ejercicios anteriores: sostiene que
la victoria es posible, donde sólo han ocurridos fracasos; manipula
cifras y hechos para producir un retrato de Irak que no sólo es
distorsionado, sino falso.
El “refuerzo”, o
el envío de 30 mil nuevos soldados fue anunciado por Bush el 10 de
enero; tenía la intención de recuperar el control sobre Bagdad y
reducir su nivel de violencia. Pero los resultados son más aparentes
que reales. El ministro del Interior en Bagdad dijo que mil 11
personas fallecieron violentamente en Irak en agosto, pero un
funcionario del ministerio reveló a la agencia de noticias
estadunidense McClatchy que la cifra real es de 2 mil 890.
El indicador más
veraz del nivel de violencia es el número de personas que huye de sus
hogares. Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los
Refugiados, el número de ellos se elevó de 50 mil a 60 mil en un
mes, y nadie está regresando.
La sociedad iraquí
se desmorona. Ya no es posible obtener tratamiento médico para muchas
enfermedades porque 75 por ciento de los médicos y farmacéuticos se
ha ido y son parte de los 2.2 millones de iraquíes que huyeron al
extranjero.
El sistema de
racionamiento de alimentos del que dependen para sobrevivir 5 millones
de iraquíes se está viniendo abajo. Dos millones de personas han
dejado de recibir el sustento porque los víveres no pueden ser
distribuidos en zonas peligrosas. El arroz y los frijoles son de mala
calidad, y escasean la harina, el té y la fórmula láctea para bebés.
El desempleo se ubica en 68 por ciento, y sin raciones esto implica
que cada vez más iraquíes viven en el hambre.
No es de extrañar
que los iraquíes creen que lo que ocurre en su país sea algo
diametralmente opuesto a los mitos que la Casa Blanca impone. Una
encuesta de opinión hecha por la televisora estadunidense ABC, la
británica, BBC y la japonesa NHK muestra que 70 por ciento considera
que la seguridad empeoró con el incremento de tropas. Un sólido 57
por ciento cree que los ataques contra las fuerzas de la coalición
son aceptables; 93 por ciento de los sunitas y 50 por ciento de los
chiítas los aprueba.
Otro dato interesante
es que 46 por ciento de los iraquíes cree que una guerra civil a gran
escala será menos probable si Estados Unidos se retira antes de que
el orden sea restaurado, y sólo 35 por ciento considera que es más
probable que el conflicto estalle tras un repliegue estadunidense.
Otras estadísticas
reveladoras muestran las diferencias entre chiítas y sunitas: 30 por
ciento de los chiítas considera que la situación de seguridad en su
barrio ha mejorado en los últimos seis meses y 21 por ciento dice que
ha empeorado. Pero para 56 por ciento de los sunitas la seguridad ha
empeorado y sólo para 7 por ciento ha mejorado. Son cifras que
confirman que los sunitas están siendo repelidos de las poblaciones y
confinados a pequeños enclaves.
Desde 2003, Estados
Unidos nunca ha admitido las consecuencias políticas y militares de
la falta de apoyo hacia la ocupación, que sólo los kurdos han
respaldado abiertamente. La encuesta revela que 79 por ciento de los
sunitas y 59 por ciento de los chiítas dicen no tener confianza
alguna en las fuerzas estadunidenses y británicas.
Esta falta de
respaldo socava las elaboradas tácticas del general Petraeus. Se
supone que Estados Unidos e Inglaterra han estado entrenando a fuerzas
iraquíes durante cuatro años, y no han logrado producir unidades
dispuestas a combatir a su lado. Es un problema de legitimidad y
lealtad.
Al comienzo de las
audiencias en el Congreso, legisladores preguntaron a Nuri Maliki por
qué no se ha podido formar un gobierno de poder compartido. La
respuesta es: porque Maliki fue elegido debido a que la Alianza Unida
Iraquí, la coalición de partidos chiítas, ganó la mayor parte de
los escaños en las elecciones generales de 2005 y formaron gobierno
con la coalición nacionalista kurda. Cerca de 54 por ciento de los
chiítas ahora apoya al gobierno, pero 98 por ciento de los sunitas lo
desaprueba.
Los chiítas saben
que ellos conforman 60 por ciento de la población y sospechan que
Estados Unidos está tratando de robarles el poder que los sunitas,
que son sólo 20 por ciento de la población, les negaron durante
siglos. Están muy preocupados de que Estados Unidos esté creando una
milicia sunita bajo su control ahora que están tratando de volver
contra Al Qaeda a las tribus sunitas de Anbar.
Los líderes chiítas
también han tomado nota de que visitó Anbar, no Bagdad hace unos días
(aunque esto bien puede deberse a que quiso evitar las bombas que
llueven sobre la Zona Verde, cuando hay dignatarios de visita).
Esencialmente, existe estancamiento político y militar que los
refuerzos no cambiaron. La partida de Maliki bajo presiones de Estados
Unidos no produciría más beneficio que el que implicó la salida de
su antecesor, Ibrahim Jaafari. Los supuestos moderados como Iyad
Allawi cuentan con apoyos muy limitados a nivel local, si bien tiene
fuerte respaldo en los estados árabes sunitas.
Todos los que juegan
un papel en esta tragedia estaban presentes al llegar los
“refuerzos” y siguen aquí. Gracias a Estados Unidos, ahora hay más
milicias. Puede que el general Petraeus convenza a alguien diciendo
que la posición de Estados Unidos no ha mejorado, pero de ninguna
manera ha mejorado.
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