IRAQ-EEUU:
Sin
salida
Por
Jim Lobe
Inter
Press Service (IPS), 11/09/07
Washington.- Luego de
dos días de comparecencia de dos altos funcionarios del gobierno de
Estados Unidos en Iraq ante el Congreso legislativo, la perspectiva de
una retirada sustancial de tropas con George W. Bush como presidente
son más remotas que nunca.
El propio Bush se
dirigirá a los televidentes estadounidenses este jueves para apoyar
la recomendación del general David Petraeus, el comandante de las
fuerzas de este país en Iraq: el regreso de unos 30.000 soldados, 20
por ciento del total, para agosto de 2008.
Eso dejaría en el
terreno a unos 135.000 uniformados, más o menos lo mismo antes de
iniciada en febrero la estrategia "surge" (embate),
que implicó elevar la presencia militar en el frente iraquí.
Por lo tanto, la
salida de Estados Unidos de la aventura bélica más costosa y
sangrienta desde la guerra de Vietnam quedará a cargo del sucesor de
Bush, que asumirá el 20 de enero de 2009.
El opositor Partido
Demócrata advierte que la reducción propuesta no se acerca ni
siquiera a lo necesario, en particular luego de que Petraeus y el
embajador estadounidense en Iraq, Ryan Crocker, no lograron
identificar ningún avance serio en los objetivos establecidos para la
estrategia "surge".
"¿Estamos más
cerca de un acuerdo político duradero en Iraq hoy de lo que estábamos
cuando el "surge" comenzó hace ocho meses? Y, si
continuamos con el "surge" otros seis meses, ¿los chiitas,
los sunitas y los kurdos dejarán de matarse unos a otros y comenzarán
a gobernar juntos?", preguntó el senador Joseph Biden, que
presidió la sesión de este martes de la Comisión de Relaciones
Exteriores.
"La respuesta a
las dos preguntas es no", se contestó, en la misma instancia en
que Crocker y Petraeus presentaban su testimonio en el recinto del
Senado.
Algunos legisladores
del gobernante Partido Republicano parecieron de acuerdo con Biden,
incluidos dos de los más fervientes defensores de la invasión a Iraq
en 2003: el representante James Walsh y la senadora Elizabeth Dole,
quienes aseguraron haber cambiado de idea.
"El continuo
fracaso del gobierno de Nouri al-Maliki en la búsqueda de la
reconciliación, y el hecho de que la actual fuerza estadounidense no
es sostenible hasta la próxima primavera (boreal) me obliga a
apoyar" las propuestas demócratas de cambiar el carácter de las
tropas en Iraq, dijo Dole.
Pero aun con unos
cuantos republicanos acercándose a sus posiciones, los demócratas no
parecen capaces de alcanzar los dos tercios de legisladores necesarios
para levantar el veto de Bush a cualquier legislación que pretenda
obligarlo a cambiar la misión militar en Iraq.
Así lo reconoció el
propio Biden: "A menos que obtengamos 67 votos para levantar el
veto, nada podemos hacer para poner fin a esta guerra." Según
analistas, los 50 senadores demócratas serían afortunados si
pudieran acercarse apenas a esa cifra.
De todos modos,
alcanzar el umbral de los 60 votos sería un duro golpe político para
Bush, aunque la mayoría de los observadores coinciden en que el
presidente no está todavía dispuesto a ceder y aún cree que puede
triunfar en Iraq.
Según versiones
periodísticas, Bush dijo la semana pasada al viceprimer ministro
australiano, Mark Vaile, en Sydney: "Estamos pateando traseros en
Iraq."
Petraeus citó estadísticas
que muestran una gran caída de la violencia religiosa en Bagdad,
principal objetivo de la estrategia "surge", tanto el
general como el embajador Crocker debieron admitir que los avances en
el frente político --como la reconciliación nacional-- eran
diminutos.
El comandante también
reconoció que el desalojo de Al Qaeda en Iraq de la provincia Al
Anbar había sido un logro de milicias tribales sunitas, que actuaron
espontáneamente y sin que eso tuviera relación con el
"surge".
Crocker y Petraeus,
así como funcionarios del gobierno y sus simpatizantes, consideraron
que el progreso en Al Anbar era una parte fundamental de una
estrategia hacia la reconciliación nacional, por la cual insurgentes
sunitas se habían vuelto aliados de fuerzas estadounidenses e incluso
del gobierno de Maliki, dominado por los chiitas.
Pero expertos y
legisladores consideran que, una vez que derroten por completo a Al
Qaeda en Iraq, las milicias podrían volver sus fusiles contra el
gobierno y las tropas estadounidenses.
"Si la
estrategia no logra algún tipo de reconciliación, sólo habrá
echado combustible a una guerra civil mucho más violenta", dijo
el director del Centro de Seguridad Internacional y Políticas de
Defensa de la Rand Corporation, James Dobbins.
En el Congreso,
Petraeus recomendó la retirada de 2.000 infantes de marina para fines
de este mes y la de otros 4.000 antes de fin de año. Otros 24.000
deberán retornar entre enero y julio próximos.
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