Blackwater y sus
impunes mercenarios
La verdadera historia
del domingo sangriento
en Bagdad
Por
Kim Sengupta
The
Independent, 21/09/07
Rodelu.net, 23/09/07
Traducción de
Gabriela Fonseca
Bagdad.– El domingo
16 de septiembre al menos 28 civiles murieron en un tiroteo que
involucró a la compañía de seguridad estadounidense Blackwater.
Pero ¿qué sucedió realmente?
La erupción del
fuego de artillería fue repentina y feroz, ráfaga tras ráfaga
derribó a hombres, mujeres y niños, e impactó en automóviles que
chocaron y se volcaron cuando sus conductores intentaron,
desesperadamente, escapar. Algunos vehículos se incendiaron al
explotar sus tanques de gasolina. Una madre y su pequeño murieron en
uno de ellos, atrapados por las llamas.
El tiroteo del
domingo, a manos de guardias de la compañía de seguridad privada
estadounidense Blackwater, ha desencadenado una de las disputas más
amargas y públicas entre el gobierno iraquí y sus patrones
estadounidenses, y pone de manifiesto la conducta, con frecuencia
violenta, que ejercen los ejércitos privados occidentales que operan
en Irak desde la invasión de 2003, los cuales permanecen inmunes a
todo juicio y condena.
Los hombres de
seguridad de Blackwater son acusados de perpetrar una matanza
indiscriminada. Hassan Jabar Salman, un abogado, recibió cuatro
disparos en la espalda; en su auto se hallaron otros ocho impactos de
bala.
Sentado y cubierto de
vendajes en el hospital Al Yarmukh, recordó las escenas de horror:
“Vi a una mujer y a unos niños saltar de un auto y arrastrarse por
el camino esquivando los disparos. Pero el fuego no cesaba y muchos de
ellos murieron.
“Miré a un niño
de unos 10 años saltar de un minibús y recibir un tiro en la cabeza.
Su madre salió llorando del vehículo para estar con él y también
murió. La gente estaba aterrada.”
Al final de la
prolongada lluvia de balas, en la plaza Nisoor quedó evidenciada la
carnicería, con cuerpos regados entre restos ardientes. Las
ambulancias trataban de recoger a los heridos, pero eran
obstaculizadas por la multitud que huía.
Según las
autoridades iraquíes, el saldo del incidente era de 28 muertos hasta
este jueves, pero podía aumentar, de acuerdo con los médicos, pues
era improbable que sobrevivieran muchos de los que fueron heridos por
disparos a corta distancia.
Dado que la furia
iraquí no da señas de aplacarse, la administración estadounidense
ha suspendido todo movimiento por tierra de sus funcionarios afuera de
la fortificada Zona Verde.
El gobierno iraquí
ha revocado la licencia de operaciones de Blackwater, pero permanece
empleada por el gobierno estadounidense. La secretaria de Estado,
Condoleezza Rice, ha prometido una investigación “transparente”.
Blackwater y el
Departamento de Estado estadounidense insisten en que los guardias
abrieron fuego en legítima defensa, en respuesta a la explosión de
un artefacto y a que fueron objeto de disparos de francotiradores.
Entre la retahíla de
acusaciones y recriminaciones The Independent ha tratado de
reconstruir los hechos de ese día.
Los reportes que
obtuvimos de miembros del público, del personal de seguridad y de
funcionarios iraquíes, así como nuestra propia investigación, nos
llevan a un escenario notoriamente distinto a la versión
estadounidense.
Sí se oyó un
estallido de bomba, pero fue demasiado lejos como para ser una amenaza
para los guardias de Blackwater y los funcionarios del Departamento de
Estado a los que custodiaban. No encontramos a ningún testigo iraquí
que hablara de disparos de francotiradores.
Testigos señalan que
las primeras víctimas del tiroteo fueron una pareja y su hijo. La
madre y el pequeño tuvieron muertes horribles y sus cuerpos se
fusionaron cuando su auto se incendió.
Según los
testimonios, los contratistas también dispararon contra soldados y
policías iraquíes, y posteriormente pidieron como refuerzo un helicóptero
de su fuerza aérea privada que causó más muertes.
Blackwater desmintió
la mayor parte de esto. En una declaración, la compañía afirmó que
quienes fallecieron eran “insurgentes armados y nuestro personal
actuó de manera legal y apropiada en una zona de guerra, protegiendo
vidas de estadounidenses”.
El día después de
los asesinatos, Mirenbe Natongo, vocera de la embajada estadounidense,
dijo que el equipo de Blackwater había “reaccionado a un coche
bomba”. El encargado de información de la legación, Johann
Shmonsees, enfatizó: “El auto estaba en las cercanías del lugar
donde personal del Departamento de Estado sostendría una reunión, y
ese fue el motivo de la respuesta de Blackwater”.
Salman, por su parte,
afirmó que acababa de dar la vuelta en la plaza Nisoor, detrás del
convoy de Blackwater, cuando comenzó el tiroteo. Recordó: “Había
ocho extranjeros a bordo de cuatro vehículos utilitarios. Escuché
una explosión en la distancia y después de eso los extranjeros
empezaron a gritar y a hacernos señas para que retrocediéramos. Di
la vuelta en mi auto para regresar, y cuando había recorrido unos 30
metros comenzaron los disparos. Mi auto fue impactado por 12 balas y
se volcó. Cuatro me dieron en la espalda y otra en el brazo. ¿Por qué
dispararon? No lo sé. Nadie, repito, nadie les disparó. Los
extranjeros nos dijeron que retrocediéramos y eso hice. No había razón
para disparar”.
Muhammed Hussein,
cuyo hermano pereció en el tiroteo, dijo: “Él iba conduciendo y
vimos el convoy negro delante de nosotros. De pronto mi hermano se
derrumbó sobre el volante. Lo saqué arrastrando del auto y me di
cuenta de que había recibido un balazo en el pecho. Traté de
esconderlo junto a mí de los disparos, pero ya estaba muerto”.
No hubo tiros
Jawad Karim Ali iba
camino al hospital Al Yarmukh para recoger a su tía cuando comenzó
la balacera. El parabrisas de su auto le saltó en la cara a pedazos y
le cortó el rostro.
“Luego recibí dos
disparos en el hombro izquierdo, sentí cómo otra bala me rozó la
cara. Ahora mi tía está fuera del hospital y yo estoy aquí. Se oyó
una explosión a lo lejos, pero no hubo tiros antes de que dispararan
los agentes de seguridad, y simplemente lo siguieron haciendo”.
El domingo sangriento
en Bagdad se ha convertido en una prueba de soberanía entre los
poderes del gobierno iraquí y Estados Unidos. El primer ministro,
Nuri Maliki, declaró: “No vamos a tolerar que se asesine a nuestros
ciudadanos a sangre fría”. Agregó que el tiroteo fue el séptimo
en su tipo en que Blackwater está involucrado.
Blackwater, cuya sede
está en Carolina del Norte, es una de las más grandes beneficiarias
de los lucrativos dividendos de la ocupación, al hacerse del contrato
para proveer seguridad de alto nivel a funcionarios estadounidenses.
Historial
controvertido
Su reputación en
Irak es especialmente controversial. Está el linchamiento de cuatro
empleados de la compañía en 2004, que llevó a una sangrienta
confrontación en Fallujah.
Los cuerpos de los
hombres fueron quemados, arrastrados por las calles y colgados de un
puente.
El personal de
Blackwater es reconocible por su “uniforme”, que consiste en
anteojos oscuros de aviador y un chaleco antibalas usado encima de
sudaderas oscuras, y todos llevan cascos. Los empleados ganan unos 600
dólares al día.
El tiroteo del
domingo ocurrió en el distrito de Mansour, que alguna vez fue una de
las zonas de moda en Bagdad, con calles llenas de tiendas que vendían
mercancía costosa, restaurantes y galerías de arte. En el momento álgido
de las sangrientas disputas entre chiítas y sunitas a principios de
este año era común que en esas mismas calles aparecieran cadáveres
regularmente.
Una muy relativa
seguridad ha retornado a Mansour a raíz del incremento de tropas
estadounidenses y la zona ha sido puesta de ejemplo de cómo esta
estrategia ha reducido la violencia.
Estábamos en Mansour
el domingo cuando escuchamos el estruendo ensordecedor de una explosión
pasado el mediodía. Nubarrones de humo negro salían de un cuartel
semidestruido de la Guardia Nacional, cerca de una mezquita. Cinco o
seis minutos más tarde se escuchó el ruido prolongado de disparos
que provenía del sur.
El capitán de la
policía, Ali Ibrahim, quien estaba de servicio cerca de la plaza
Nisoor, declaró: “Escuchamos el estallido de una bomba, pero no fue
en la plaza. De hecho, la policía estaba tratando de desalojar las vías
para que pasara el convoy de los contratistas, pero éstos se
alteraron y abrieron fuego. Nadie les había disparado”.
Al preguntársele
sobre lo que han declarado testigos, el vocero del gobierno iraquí,
Ali Dabbagh, confirmó: “Los policías de tránsito estaban
intentando abrirles el camino. La plaza estaba muy concurrida y un
automóvil pequeño no se detuvo, se movía muy lentamente. Empezaron
a disparar a ciegas. En el auto había una pareja con niños y los
balearon”.
|