Iraq
y Vietnam: similitudes y diferencias
Por
Alberto
Cruz
Rebelión, 04/02/04
El
aniversario de la guerra de ocupación de Iraq está próximo y es el
momento de que el movimiento de solidaridad adecue sus análisis a la
realidad. Si en un primer momento eran válidas -y necesarias- las
discusiones sobre la violación del Derecho Internacional Público que había
supuesto la invasión anglo-estadounidense y sus acólitos menores, como
el Gobierno español, a pesar de la crisis de efectividad del mismo el
insistir ahora en ella sería no sólo inútil sino un ejercicio de
escapismo producto de un rigorismo jurídico que oculta la gravedad de la
situación. Y es inaceptable, como se plantea desde algunos sectores de la
izquierda política y desde amplios espectros del movimiento
antiglobalización (1) el reclamar un papel más activo de la ONU
reconociendo, siquiera implícitamente, la validez de la Resolución 1511
(2) que no es otra cosa que la legitimación internacional de la ocupación
y un intento de legitimidad del Consejo de Gobierno iraquí nombrado por
los ocupantes (al que se menciona seis veces en esa resolución), a quien
ahora se otorga carta formal de naturaleza y representatividad al ser
recibidos sus componentes en la sede de la ONU por su Secretario General,
Kofi Annan.
Con este importante gesto, nadie puede argumentar que la
actitud sumisa de la ONU con respecto a los EEUU fue cosa del pasado y que
está promoviendo una transición hacia un régimen democrático puesto
que está, de hecho, ayudando a consolidar el control estadounidense del
país ocupado en los aspectos políticos, económicos y militares. Kofi
Annan, el Secretario General de la ONU más sumiso a las decisiones de los
EEUU en toda la historia del organismo multinacional, no ha jugado nunca
un papel imparcial ni durante la guerra, ni antes ni tampoco después. No
hay que olvidar que mantuvo un silencio cómplice con las ilegales
"zonas de exclusión aérea" bajo las que se bombardeó Iraq
durante más de 12 años en el norte y en el sur, que sólo mostró críticas
muy tibias frente a los abrumadores datos que proporcionaban sus
subalternos en Bagdad al frente del programa "Petróleo por
Alimentos" -dos de los cuales terminaron dimitiendo para no ser cómplices
del genocidio que sufría la población iraquí-, que durante la guerra
mantuvo un silencio cómplice que ha afectado a todo su prestigio y gestión
y que con la aprobación de resoluciones como la 1483 y la 1511, por
ejemplo, ha evitado cualquier calificación o valoración de la guerra
reconociendo sin reproches el poder del ocupante.
Si
durante la guerra se insistió en el hecho de los crímenes y matanzas
cometidos por las fuerzas anglo-estadounidenses contra la población
civil, y que continúan en la actualidad, ahora no es más que un lamento
sin fuerza movilizadora alguna pese a la pretensión de bienintencionados
juristas de llevar a sus responsables ante las instancias judiciales
internacionales (3), lógicamente tan afectadas o más que la propia ONU
por su tremenda inoperancia durante la guerra y viciadas en su mismo
origen al surgir de una instancia multinacional que amparó y sostuvo un
embargo genocida contra Iraq durante más de 12 años y que provocó la
muerte de un millón largo de iraquíes, más de la mitad de ellos niños
según las propias cifras proporcionadas por la FAO o la OMS, por citar sólo
las propias instituciones dependientes de Naciones Unidas.
Pero
ahora la situación es otra, y lo que debe primar por encima de todo es el
apoyo sin reservas a la resistencia iraquí, por encima de cualquier otra
consideración y aún siendo conscientes de que no está clara la
composición ideológico-política de ella y cuáles son sus objetivos más
allá de expulsar a los invasores de su país. La izquierda todavía no es
capaz de asumir que la lucha de los patriotas iraquíes es por la
dignidad, soberanía y autodeterminación de los pueblos y en ella es legítimo
utilizar cualquier instrumento, incluyendo la lucha armada. Hay que huir
de un falso pacifismo y reconocer -especialmente quienes se aferran al
derecho internacional o a la legalidad de la ONU- que dicha resistencia a
la ocupación es legítima según está recogido en la Convención de
Ginebra y en sus Protocolos I y II. Los golpes que está propinando la
resistencia iraquí no son letales, pero sí devastadores para la
estrategia imperialista de control de la zona y, en ese sentido, si bien
no se puede decir que la resistencia está ganando sí es correcto decir
que está empatando el partido, por utilizar un símil deportivo en medio
de la tragedia. Sin embargo, nadie debe caer en el triunfalismo ni
confundir los deseos con la realidad.
Cuatro
razones para evitar comparaciones mecanicistas
Casi
desde el mismo momento que la resistencia inició sus ataques contra los
ocupantes se comenzó a hacer un paralelismo con la situación de Vietnam.
Pues bien, esa comparación -y aquí hay que reseñar que no se pueden
hacer comparaciones mecanicistas puesto que son dos guerras distintas, y
desarrolladas en dos momentos internacionales totalmente diferentes- puede
ser muy instructiva para el movimiento antiocupación. Es evidente que hay
elementos similares, pero mientras que la guerra de Vietnam se enmarcaba
en la estrategia de contención del comunismo siguiendo la "Doctrina
Kennan" en Iraq la estrategia es la reordenación geoestratégica de
Oriente Medio y el debilitamiento de la Unión Europea como sujeto activo
de las relaciones internacionales al hacerse Estados Unidos con el control
de las riquezas energéticas de la zona y hacer a los europeos
dependientes de ellos en ese sentido. Europa tiene poder económico, podría
tener poder político si realmente estuviese unida, pero tiene su talón
de Aquiles en la falta de riquezas energéticas y su dependencia casi
total de Oriente Medio en ese extremo.
La
resistencia iraquí no cuenta -ni contará en el futuro- con el apoyo de
ningún país, como sí lo tuvo el Frente Nacional de Liberación de
Vietnam. Esta diferencia, esencial, marcará el devenir de la guerra y la
lucha por la liberación de Iraq. Por eso, cuando se habla de que el número
de muertos de los ocupantes estadounidenses supera el de los cuatro
primeros años de la guerra de Vietnam, cuando se dice que los ocupantes
han puesto en marcha una estrategia de acercamiento a la población
similar a la que se desarrolló en Vietnam bajo el nombre de
"Corazones y mentes", o que apenas hay día sin muertos en las
filas invasoras, o que aumenta la desmoralización, las deserciones y los
suicidios en cifras y porcentajes que superan ampliamente a los de
Vietnam, etc., hay que ser muy cautos, situarse en uno y otro contexto y
saber que muchas de estas aseveraciones, con ser ciertas, no se pueden
equiparar a la guerra de Vietnam.
Primero,
porque a pesar de que el número de soldados estadounidenses muertos en
Iraq es superior a lo que se considera el "preámbulo" de la
guerra de Vietnam (1958-1964) no se puede olvidar que la cifra de soldados
estadounidenses en la parte sur del país asiático era muy reducida en
esos años puesto que desde 1958 a 1962 la actividad guerrillera fue
mantenida en un nivel bajo dado que la República Democrática de Vietnam
(el Norte), que amparaba la resistencia del Vietcong (abreviación de
Vietnam Congsan, "Vietnam rojo" en el idioma vietnamita), trató
por todos los medios diplomáticos durante este tiempo de convencer a Saigón
-al régimen de Ngo Dinh Diem, aliado de los Estados Unidos- sobre la
conveniencia de celebrar elecciones libres en todo el país, según
establecían los Acuerdos de Ginebra firmados el 21 de julio de 1954 y que
ofrecían una solución política y diplomática del conflicto
especialmente en dos aspectos: la completa y total desmilitarización del
país y la eliminación de toda presencia exterior en Vietnam. Estas
premisas eran a priori, no a posteriori.
En el caso de Iraq no hay nada
parecido. Ninguna de las resoluciones de la ONU aprobadas después del fin
oficial de la guerra contempla elementos como estos; todo lo contrario:
refuerzan la ocupación, como se ha mencionado antes con el caso de las
resoluciones 1483 y 1511 del Consejo de Seguridad y aceptan sin discusión
el calendario del supuesto "traspaso de poderes" elaborado por
los Estados Unidos.
En
el caso de Vietnam no fue hasta 1962 (informe del senador Mike Mansfield
el 3 de enero de 1966 sobre la presencia de los EEUU en la parte sur del
país asiático) cuando se produjo un aumento considerable de las tropas
estadounidenses hasta alcanzar el número de 11.200, considerados en el
informe "consejeros militares y personal de servicios" en su
inmensa mayoría. No se puede olvidar que la cantidad de soldados de los
EEUU que ocupan ahora Iraq, sobre los 130.000, no se alcanzó en Vietnam
hasta 1965. Según el informe del senador Mansfield, además de ese número
de estadounidenses había en Vietnam 21.000 soldados de Corea del Sur
(cifra similar a la de británicos que hoy ocupan Iraq), 1.200 soldados
australianos (casi el mismo número de soldados españoles) y 450
militares neozelandeses. De hecho, no fue hasta el mes de enero de ese año
de 1965 cuando el Departamento de Defensa de los EEUU realizó el primer
recuento estadístico sobre sus tropas en la parte sur del país asiático
dando como cifras oficiales 356 muertos, 1.546 heridos, 19 desaparecidos y
10 prisioneros desde que el 8 de julio de 1959 muriesen los primeros
marines tras el primer ataque directo contra los estadounidenses en la
base militar de Bien Hoa, al noroeste de Saigón, por unidades
guerrilleras del Vietcong.
Para
Estados Unidos, y hasta 1965, lo que sucedía en Vietnam era una
"guerra especial", denominada así por la participación en la
misma de tropas especiales que en un primer momento no entraban
directamente en combate sino que se limitaban a dirigir a las tropas del régimen
títere y anticomunista de Vietnam del Sur. La guerra se desencadenó con
carácter permanente en agosto de 1964, a raíz del "incidente"
del Golfo de Tonkin, y a partir de ahí comenzaron a llegar las tropas
estadounidenses de forma masiva, hasta situar a 541.000 soldados sobre el
terreno en el momento más álgido de la guerra: después de la ofensiva
del Tet en 1968. En el caso de Iraq, se está muy lejos de llegar a esta
situación, a pesar de los importantes golpes que la resistencia está
proporcionando a los ocupantes. El porcentaje de muertos estadounidenses
en Iraq es apenas del 0'5% del total de efectivos desplegados y aún no se
ha producido el Tet iraquí, cuando la cifra de muertos estadounidenses
era de 400 a la semana hasta hacer un total de 17.000 a lo largo de ese año
de 1968.
Segundo,
porque aunque la resistencia iraquí no deja de crecer y de extenderse está
muy fragmentada políticamente pese a tener el objetivo común de expulsar
a los Estados Unidos y al resto de países ocupantes de Iraq. A pesar de
las proclamaciones que se realizan sobre la inminencia de la proclamación
de un Frente de la Resistencia (4) con un carácter abiertamente democrático,
el tiempo corre en su contra dada la aceleración de los trámites que están
realizando los ocupantes, con el apoyo y consentimiento de la ONU y países
vecinos como Irán, para legitimar la autoridad instaurada por los
agresores anglo-estadounidenses en un remedo de lo que sería el régimen
survietnamita de Diem. Pero la diferencia es que en Vietnam la ONU no
amparaba la intervención estadounidense, que se llevó a cabo en virtud
de acuerdos bilaterales con el régimen títere de Diem (la firma de un
acuerdo de amistad y cooperación entre los dos países en 1961) y con el
apoyo de los países de la SEATO (Tratado de Defensa de Asia Suroriental,
firmado por EEUU, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Filipinas y
que viene a ser como una especie de OTAN del Sureste de Asia), y en Iraq sí,
como lo demuestra la aprobación de las varias veces citadas -y lo son por
su importancia- resoluciones del Consejo de Seguridad 1483, que asume las
decisiones de los EE.UU. para gestionar los asuntos de Iraq y reconoce sin
reproches el poder de las potencias ocupantes, y 1511, que no establece un
plazo para la devolución de la soberanía a Iraq (lo que sí establecía
el Acuerdo de Ginebra en el caso de Vietnam) y abroga por una fuerza
multinacional bajo mando unificado, es decir, de los Estados Unidos. Además,
hay que reseñar la apuesta que el capitalismo global ha hecho por la
ocupación de Iraq (el tema estrella del Foro de Davos, donde se ha vuelto
a otorgar carta de naturaleza al Consejo de Gobierno impuesto por EEUU) y
su ingente riqueza petrolífera.
En
el caso de Vietnam la unificación de las fuerzas nacionalistas
vietnamitas se produjo a finales de 1960 con la denominación de Frente
Nacional de Liberación -en el que se agruparon una veintena de partidos y
grupos religiosos- y un año después habían constituido las Fuerzas
Armadas de Liberación Nacional. La dirección político-militar era única,
combinando perfectamente los tres frentes de lucha: político, militar y
diplomático. En el caso iraquí, aunque se constituyese el Frente de
Resistencia nacería tarde, débil en el aspecto político, con una
presencia nula en el aspecto diplomático y con unas importantes carencias
que podrían convertirse en su talón de Aquiles: la no participación en
el mismo de shiíes y de kurdos.
En
el primer caso, la estrategia que mantienen los shiíes, en su mayoría
seguidores del ayatollah Ali As-Sistani, es por el momento tolerar la
invasión y ocupación de su país teniendo prohibido a sus militantes
incorporarse a las acciones de resistencia. En los últimos días hemos
asistido a un incremento de la presión, con importantes movilizaciones de
masas, para que se celebren elecciones en Iraq de manera inmediata pero
serían en todo caso elecciones bajo la ocupación por lo que los shiíes
se convierten, de hecho y de derecho, en sostenedores de la misma. La última
decisión de este sector, poner fin a las manifestaciones mientras esté
en el país la delegación de la ONU que va a evaluar la situación de
Iraq y ver si es posible la celebración de esas elecciones antes de lo
que propugna el calendario diseñado por los EEUU, viene a demostrar que,
de facto, este sector shií avala la ocupación dado que en ningún
momento ha exigido la retirada de los ocupantes, o de las tropas
extranjeras si éstas pasasen a depender de la ONU antes de la celebración
de esas elecciones. ¿Qué haría entonces ese Frente de la Resistencia
que estaría a punto de ser creado? La pregunta no tiene una fácil
respuesta, puesto que los principales elementos metodológicos anunciados
(5) no hablan de esta hipótesis y sólo mencionan de forma expresa el
rechazo y combate contra cualquier autoridad "instaurada por los
ocupantes", con mención clara al Consejo de Gobierno pero sin
referirse a otra posibilidad, como una tutela de la ONU en virtud de las
resoluciones aprobadas o las que se puedan aprobar en el futuro. Si
volvemos a Vietnam, y salvando las distancias, el papel jugado allí por
los budistas en contra de la intervención estadounidense está muy lejos
de ser jugado por los shiíes en Iraq.
En
el segundo caso, los kurdos están colaborando de forma directa con los
ocupantes en todos los sectores: dirección, militancia y población. Así
hay que interpretar lo sucedido y los atentados contra las sedes de la UPK
y de la UDK cometidos el domingo pasado. Por lo tanto, se están sentando
las bases para una guerra civil en Iraq. Los Estados Unidos, entonces,
tendrían la coartada perfecta para continuar interviniendo ya no como
fuerza ocupante, y combatiendo, en el país al igual que lo hicieron en
Vietnam en defensa de sus intereses geoestratégicos y económicos.
Tercero,
porque ese Frente de Resistencia iraquí tiene que dar muestra, de forma
inmediata, de su vitalidad política, no sólo militar, con una serie de
actuaciones que den prueba palpable de su arraigo y para ello debería
contar con apoyo desde el exterior. En el caso del FNL vietnamita no fue
difícil por la existencia de la República Democrática de Vietnam (del
Norte) y del rápido reconocimiento que tuvo como movimiento de liberación
nacional por parte de países como China, Cuba y varios de los entonces
llamados del "socialismo real" del Este de Europa. Incluso fue
reconocido por el gobierno revolucionario argelino. Esta faceta no la podrá
conseguir el Frente de Resistencia iraquí porque la correlación de
fuerzas en estos momentos es otra y ni siquiera sería percibido como un
movimiento de liberación nacional por su único aliado: la opinión pública.
Sólo
si la presión popular en el mundo en defensa de la autodeterminación del
pueblo iraquí es similar, o mayor, a la alcanzada con las movilizaciones
contra la guerra durante los meses de febrero y marzo de 2003 podría
provocar un cambio en los gobiernos que se opusieron en su momento a la
guerra. Para ello hay que comenzar a decir una verdad de Perogrullo: con
una gran parte del comercio e industria en manos de las multinacionales
estadounidenses, con la totalidad del nuevo Ejército que se está creando
mantenido por las potencias ocupantes (o extranjeras) el Iraq
supuestamente libre y soberano difícilmente podrá ser definido como un
país independiente. Esta es una de las primeras tareas del movimiento de
solidaridad a la hora de reivindicar su apoyo a la resistencia, a la
soberanía e independencia de Iraq. Hay que especificar de qué se está
hablando, qué autodeterminación se está defendiendo y hasta dónde se
está dispuesto a llegar en el apoyo a la resistencia iraquí. Por
ejemplo: cuando se produjeron los atentados contra la ONU y contra la Cruz
Roja, todo el mundo se aprestó a desmarcarse de los mismos cuando tenían,
ambos, unos objetivos políticos claramente definidos, como muy bien ha señalado
el escritor paquistaní Tariq Ali. En este caso, y volviendo a la
comparación con Vietnam, habría que recordar acciones como la voladura
del restaurante My Cahn, repleto de marines y trabajadores civiles
estadounidenses o al servicio de los mismos y que provocó una convulsión
en los EEUU, hasta entonces poco preocupados por lo que ocurría con los
despectivamente llamados "congos". Y reivindicar el apoyo a la
resistencia iraquí consiste, entre otras cosas en pedir la retirada
inmediata de las tropas de ocupación y sabotear el plan imperialista de
fortalecer un Consejo de Gobierno Transitorio que nace de la ocupación y
no de la voluntad del pueblo iraquí. Como decían las organizaciones árabes
reunidas en El Cairo los días 13 y 14 de diciembre de 2003 bajo los lemas
"Con la resistencia palestina e iraquí-Contra la globalización
capitalista y la hegemonía de los EEUU", es importante que no se
reconozca este Consejo que sería el calco del gobierno títere de Diem en
Vietnam.
Está
claro que hoy el mundo no es como hace cuarenta años. Entonces existían
dos superpotencias y ambas ejercían su influencia de forma directa en sus
respectivas zonas. En el caso asiático, la URSS y China apoyaban políticamente
al FNL y militarmente a la República Democrática de Vietnam. El país se
convertía así en un escenario de la rivalidad interbloques, de la
rivalidad política y económica de dos sistemas claramente diferenciados.
Además, la presión que ejercían los movimientos de liberación de todo
el mundo, la solidaridad y simpatía con el FNL de los países que habían
accedido a su independencia después de una dura lucha anticolonial (y que
llevó a la celebración de la Conferencia Afro-Asiática en El Cairo en
1958, donde se apostó de forma abierta por la aplicación del Acuerdo de
Ginebra y se pidió el fin de la intervención imperialista en el sur de
Asia) y la realidad que suponía Vietnam del Norte facilitaron mucho las
cosas para el triunfo final del Vietcong.
Cuarto,
porque el movimiento contra la guerra de Vietnam deseaba al triunfo del
pueblo vietnamita sobre el imperialismo estadounidense mientras que no
ocurre lo mismo con el movimiento contra la guerra de Iraq, más molesto
con las mentiras con las que se justificó la guerra que con la ocupación
en sí. Además, Vietnam tenía la aureola de un pueblo luchador y
resistente, capaz de infringir derrotas humillantes al Ejército francés
en Dien Bien Phu o a los estadounidenses en Hué. Iraq es visto sólo como
una gran mentira y se hacen ruegos por una pronta "pacificación"
y retirada de las tropas ocupantes sin tener en cuenta que la victoria de
la resistencia iraquí, así sea política en vez de militar, supondrá un
freno de incalculables consecuencias a la estrategia imperialista en
Oriente Medio y ayudará, a nadie le quepa dura, al pueblo palestino a
conseguir sus derechos nacionales.
Por
lo tanto, si se quiere ayudar de verdad a estos dos pueblos que hoy ven
sus territorios ocupados, nada mejor que dejar a un lado cuestiones
secundarias y centrarse en lo principal: el apoyo a la resistencia iraquí
por encima de cualquier otra consideración. Incluso, desear su triunfo.
Ese es el deber de cualquier persona que se considere antiimperialista.
Notas:
(1)
Ver el informe sobre la reunión del Foro Social Europeo celebrado del 12
al 16 de noviembre de 2003 en París en http://www.nodo50.org/csca.
(2)
Diez premisas para la reconstrucción de Irak con justicia. Foro Social de
Madrid, 27 de octubre de 2003. http://www.forosocialmadrid.org/conferenciadonantes.
(3)
El 20 de enero se presentó ante el Tribunal Penal Internacional un
informe de ocho juristas internacionales, a iniciativa de la organización
británica Peacerights, sobre los ataques contra la población civil de
Iraq durante la guerra y la responsabilidad que en los mismos tuvo el
primer ministro británico Tony Blair.
(4)
Hacia la proclamación del Frente de Resistencia. CSCAweb del 22 de
diciembre de 2003.
(5)
Ibid.
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