La
cumbre israelo-palestina
El
fiasco de Sharm el Seij
Por
Dr. Musa Shihadeh (*)
Traducción para CSCAweb de Natalia Litvina, 16/02/05
Nadie contuvo el
aliento a la espera de las declaraciones finales a emitir desde la
cumbre del 8 de febrero en Sharm el Seij, puesto que todo el mundo, a
excepción de los participantes, era perfectamente consciente de la
modestia de las expectativas.
La cobertura del
evento no ha reflejado sus pobres resultados, cuando se calificaba a
la cumbre como un éxito sin precedentes y un punto y aparte en el
proceso de paz. El resultado ha sido el "histórico" alto el
fuego declarado conjuntamente por israelíes y palestinos, y el
regreso de los embajadores egipcio y jordano a Israel.
En lo que respecta al
alto el fuego, éste ya tuvo lugar diez días antes de la cumbre como
resultado de la reunión mantenida entre el señor Dahlan,
representante palestino, y el jefe de la seguridad israelí, Shaoul
Mofaz. Así que en realidad el único resultado de la cumbre ha sido
el regreso de los embajadores. Ambos países (Jordania y Egipto) podrían
haber logrado tal fin, por supuesto, utilizando sus propios canales
secretos, sin necesidad de una cumbre de liderazgos a cuatro bandas.
La proclamación por
parte de los participantes y los media, de que con la cumbre
comienza una era hacia la paz, bordea el esperpento cuando constatamos
que no se discutió ninguna de las cuestiones básicas que enfrentan a
los beligerantes, ni tampoco han sido mencionadas en la declaración
final. No se habló del Derecho al Retorno, las fronteras finales, los
asentamientos o Jerusalén, y no se hizo promesa alguna de discutir
siquiera a corto plazo estos importantes asuntos.
Lo que ha tenido lugar
ha sido un intento de reforzar en la zona la erosionada imagen del
presidente Bush, debilitada por sus fracasos en Palestina e Iraq.
Estando presionado interna y externamente para cumplir sus promesas
electorales sobre estos dos frentes, ha conseguido anotarse un tanto
al concertar esta cumbre, y al mismo tiempo pidiendo el retorno de los
embajadores jordano y egipcio, tal y como solicitaba Israel. Jordania
y Egipto prometían hacer volver a sus embajadores cuando Israel se
retirara de los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania, algo que
no ha tenido lugar. Consciente del previsibles fracaso de la cumbre,
la secretaria de Estado Condolezza Rice declaraba que EEUU no sería
responsable de su resultado, y que ni siquiera asistiría a la
conferencia, ni formaría parte de esta parodia. Parodia que se
asimila a dos jugadores de ajedrez que se enfrentan por control
remoto, para no mostrar al público quien está jugando realmente ni
mostrar su rostro en caso de fracaso.
El juego peligroso del
señor Abbas
El peligroso juego en
el que participa el señor Mahomoud Abbas, aceptando el alto el fuego,
no se debe al cese de las hostilidades, sino que se propone utilizarlo
para desmantelar las diferentes facciones palestinas en combate,
tirando así a la basura israelí el futuro de su pueblo, y colocando
el destino de todos los objetivos nacionales palestinos bajo el juicio
de la confianza israelí. Todo ello porque -como ha declarado más de
una vez- desea comprobar las intenciones israelíes; como si no
contase ya con la experiencia de cientos de promesas israelíes que
fueron rotas en el pasado.
Mas aún, el señor
Abbas ha aceptado detener la Intifada y la resistencia, eliminando así
todas sus opciones en caso de que Israel incumpla sus promesas. La
prudencia debería empujar al señor Abbas a seguir con las
negociaciones al mismo tiempo que apoya la resistencia hasta que la
paz prevalezca. Su postura significa que ha optado por acabar con sus
otras opciones en el caso de que Israel rompa sus promesas y acuerdos.
El señor Silvan Shalom, ministro israelí de Exteriores, no escondió
los objetivos finales de Israel al declarar que el alto el fuego no
sería suficiente y que las facciones armadas palestinas deberían ser
desmanteladas e incorporadas a instancias civiles. Con esta demanda,
el señor Shalom se asegura de que la resistencia desaparezca incluso
ante las previsibles violaciones por parte israelí de los acuerdos
binacionales.
Todas estas
operaciones no servirán para disuadir al pueblo palestino de que deje
de sostener sus armas hasta que todas sus aspiraciones nacionales sean
completamente satisfechas. Toda conspiración contra este pueblo
heroico fracasó en el pasado y no hay razones para creer que este último
complot socave la resolución de los palestinos para lograr sus
objetivos nacionales de liberación e independencia.
(*)
Musa Sihadeh es colaborador habitual de la revista Kanaan on Line.
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