Los
intereses de EEUU e Israel en la crisis de Líbano
Destruir
a Hezbollah y a los refugiados palestinos
Por
Alberto Cruz (*)
CSCAweb, 07/03/05
La
presión internacional liderada pos EEUU para que los sirios retiren
sus tropas de Líbano donde entraron a requerimiento de la Liga Árabe
y donde su presencia y retirada está estipulada por los Acuerdos de
Taif, con los que se dio por finalizada la guerra civil que asoló el
país durante 15 años y provocó la muerte de 250.000 personas- ha
tenido ya un primer éxito: Siria ha anunciado que repliega sus tropas
al valle oriental de la Bekaa en una primera fase y, posteriormente, a
su propia frontera. En estos momentos tiene 14.000 soldados en Líbano,
apenas una tercera parte de los que llegó a tener y que ha ido
replegando en cumplimiento de los plazos acordados en los Acuerdos de
Taif. La retirada anunciada ayer por el presidente sirio será gradual
y coordinada y se hace en cumplimiento de la Resolución 1559 del
Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada el 2 de septiembre de 2004,
que exige entre otras cosas- la retirada de las tropas sirias de Líbano.
Pero no sólo. De hecho, la citada resolución lleva por título
"La situación en Oriente Medio".
Uno
de sus párrafos establece lo siguiente: "Profundamente
preocupado por la presencia constante de milicias armadas en
territorio en el Líbano, que impiden al Gobierno libanés ejercer su
plena soberanía sobre todo el territorio libanés" (...)
"Exhorta a que se disuelvan y desarmen todas las milicias
libanesas y no libanesas". Curioso. Al Consejo de Seguridad no le
preocupa la ocupación por Israel de una franja de territorio libanés
conocida como las granjas de la Shebaa, ni la consiguiente presencia
de tropas israelíes en ella; no le preocupa el secuestro de las aguas
de los ríos Hasbani y Wazzani -dos afluentes del río Jordán que
fluye hacia el lago Tiberíades- que no pueden ser utilizadas por Líbano
pese a las carencias acuíferas del sur de Líbano bajo la amenaza
israelí de ataque militar; ni le preocupa la apropiación de los
recursos acuíferos de la zona por Israel. Lo que preocupa a la
desprestigiada organización multinacional, nunca tan claramente al
servicio de los intereses imperialistas como con el mandato de Kofi
Annan, es solamente la presencia de las tropas sirias y el desarme de
las milicias.
Pero
en Líbano sólo queda una milicia: la dependiente de Hezbollah, única
organización que se negó a desmovilizarse tras los acuerdos de paz
(1989) que pusieron fin a la guerra civil en Líbano y que consiguió,
gracias a su lucha armada de liberación nacional, la retirada del ejército
israelí del sur de Líbano en mayo del año 2000, tras 18 años de
ocupación. Israel se retiró de todo el territorio libanés a excepción
de las granjas de la Shebaa, situadas cerca de los Altos del Golán
(territorio sirio ocupado por Israel desde 1967) y muy cerca de las
fuentes de nacimiento de uno de los afluentes del río Jordán. También
queda algún resto de milicia palestina en los campamentos de
refugiados, de ahí la referencia a las milicias "no
libanesas" de la Resolución 1559.
Aquí
merece la pena comentar que la Resolución 1559 tuvo un largo proceso
de elaboración y se conocieron varios borradores. En ellos,
rechazados finalmente hasta llegar a la "resolución de
compromiso" que se aprobó por 9 votos a favor y 6 abstenciones,
se pretendía forzar a Líbano a nacionalizar a los casi 400.000
refugiados palestinos que malviven en los campos de refugiados desde
1948 y hubo contactos entre los EEUU y Hezbollah en ese sentido, en un
reconocimiento del importantísimo papel que juega esta organización
en la vida política interna libanesa. Hezbollah lo rechazó, así
como la pretensión estadounidense de que dejase de apoyar la lucha
del pueblo palestino. Ante esta negativa, los EEUU, que en 1996 había
reconocido a Hezbollah como "fuerza de la resistencia
libanesa" contra la ocupación israelí, intentaron que se
mencionase a Hezbollah por su nombre en la citada Resolución, sin
lograrlo.
Hasta
aquí la historia de la Resolución 1559, en la que se apoyan ahora
quienes aprovechan el asesinato de Hariri para presionar a Siria a que
abandone Líbano. Un atentado sospechoso puesto que a quien menos podía
beneficiar su muerte era, precisamente, a Siria y realizado a escasas
semanas de la realización de elecciones, en mayo, en el país del
cedro. Un atentado realizado cuando Siria había ofrecido a Israel la
reapertura de las negociaciones sobre el Golán ocupado desde 1967.
No
cabe duda alguna de que Israel y los EEUU son los principales
beneficiarios de ese asesinato. Ambos pueden lograr que Emile Lahoud
abandone la presidencia y colocar en su lugar a un títere anti-sirio
que sirva como cabeza de puente en una operación estratégica a más
largo plazo: el derrocamiento del régimen de Bashar Al Asad en Siria
y completar de esta forma la reordenación geoestratégica de Oriente
Medio puesta en marcha con la invasión de Iraq. La reciente visita
conciliatoria de Bush a Europa no resulta gratuita en este sentido
Francia también ha sido potencia colonial en Oriente Medio, y las élites
maronitas de Líbano sus tradicionales recursos clientelares en el país;
la resolución 1599 impulsada al alimón con EEUU ofrece pistas
esclarecedoras al respecto. Israel está aprovechando la ocasión para
asegurarse la anexión definitiva de los Altos del Golán y buscar un
tratado de paz con Líbano en que plantearía el desarme de la milicia
de Hezbollah y se cancelaría el derecho al retorno de los refugiados
palestinos. Esto no resulta incompatible con la vieja idea sionista de
convertir a Líbano en un estado excluyente y confesional, "para
los cristianos" de Oriente Medio, lo cual es totalmente plausible
en un hipotético retorno neocolonial de Francia a la zona.
El
factor Hezbollah
Hezbollah
es una fuerza político-militar que tiene 14 diputados en el
parlamento libanés, controla cientos de administraciones locales
(especialmente en el sur del país) y es la principal referencia política
de los 1,37 millones de shiíes que viven en Líbano (el 40% de una
población que está cercana a los 3,8 millones de habitantes), con
una red asistencial que abarca a importantes sectores de la población.
Su principal dirigente, Hassan Nasrala, ha invitado al resto de
organizaciones políticas libanesas a un diálogo nacional en el que
se tengan en cuenta tanto la historia pasada de Líbano, en referencia
a la guerra civil, como la situación presente.
Hasta
el momento, los cristiano-maronitas no han aceptado la oferta,
prefiriendo tensar la cuerda de la presión hacia Siria dirigiéndose,
incluso, a Israel (como recogía la agencia Europa Press en un
despacho fechado el pasado día 4) para que les apoye. No han mostrado
el sentido de responsabilidad que sería deseable, ni siquiera los suníes
que ahora lloran a Hariri. Sólo los drusos de Jumblat han dicho que
hay que tener presente a Hezbollah puesto que es "un socio
importante" a la hora de abordar el proceso político del país.
Pero eso es claramente insuficiente puesto que los shiíes no van a
repetir la historia y no van a estar dispuestos a perder el papel que
tienen ahora en el país puesto que recuerdan muy bien las
discriminaciones, miserias y marginalización a que se les sometía
durante la etapa en que los cristiano-maronitas ostentaban todas las
esferas del poder. No eran ellos solos, sino también los franceses y
los suníes ricos que apoyaron a Hariri.
Ni
la eliminación de Hezbollah del tablero político va a ser fácil ni
el desarme de su aguerrida milicia posible, aunque ya hay amenazas de
intervención militar directa en Líbano con esta finalidad:
Condolezza Rice y Michel Barnier (ministro de Asuntos Exteriores francés)
anunciaron que estaban estudiando una serie de medidas para
"estabilizar" Líbano, entre las que destacaba el envío de
fuerzas militares multinacionales para "organizar y
controlar" las elecciones de mayo. Pero la pretensión
imperialista está ahí, así como la desaparición de la resistencia
palestina, es decir, la pretensión de que se renuncie a cualquier
plan nacional y de desarrollo socio-político autónomo. Y Hezbollah,
que por encima de cualquier otra consideración debe ser considerado
como un movimiento de liberación nacional, seguirá siendo una de las
pocas fuerzas disuasivas contra la agresión de Israel a Líbano.
(*)
Alberto Cruz es miembro del CSCA (Comité de Solidaridad con la Causa
Árabe), España.
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