EEUU-Medio Oriente:
Entre la
democratización y la desintegración
Análisis de Jim Lobe
Inter
Press Service (IPS), 07/03/05
Washington.
Envalentonados por la fructífera presión internacional para que
Siria retire sus tropas de Líbano, neoconservadores de Estados Unidos
urgen al presidente George W. Bush a aprovechar el momento y promover
”cambios de régimen” en Damasco y Teherán.
Pero pese a su propio
discurso misionario, Bush parece inclinado a esperar hasta que se
asiente el polvo y, para frustración de los neoconservadores y otros
unilateralistas, cuidar de no alejarse demasiado de sus aliados
europeos, con los que trata de enmendar relaciones después de la
crisis provocada por la invasión estadounidense de Iraq, en marzo de
2003.
La relativa precaución
del gobierno refleja la influencia de los llamados ”realistas” políticos,
quienes temen que los últimos acontecimientos en Medio Oriente
provoquen un nuevo ciclo de desestabilización o algo peor, en lugar
de conducir a la democratización.
Los ”realistas”
prefieren la acción multilateral y dan prioridad al fortalecimiento
de las alianzas tradicionales de Washington, en especial la Organización
del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En cambio, los
neoconservadores son hostiles a los procesos multilaterales en general
y a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en particular. Sus
postulados sobre política exterior rechazan el pragmatismo y formulan
los conflictos en términos morales.
La mayoría son judíos
de derecha, muy vinculados con el conservador partido Likud,
gobernante en Israel. Son políticos, analistas y académicos
belicistas, y abogan por que la política antiterrorista de Washington
apunte contra todos los grupos y países que consideran amenazas para
los intereses israelíes.
Los realistas
advierten que, aun si los últimos acontecimientos representan en
verdad el equivalente en Medio Oriente de la caída del muro de Berlín,
como afirman los proponentes de la ”agenda democrática” de Bush,
la democratización conllevaría riesgos considerables, como el acceso
al poder de grupos fundamentalistas de toda la región.
Pero la preocupación
de Bush también refleja la nueva determinación de su gobierno de
coordinar acciones más estrechamente con aliados tradicionales de
Washington, en particular tras la gira del presidente por Europa, el
mes pasado.
”En las reuniones
con Bush, los líderes europeos le dieron el siguiente mensaje: 'Si no
trabaja con nosotros, no tendremos éxito, nuestras iniciativas
fracasarán, y usted quedará aislado nuevamente'”, comentó
Geoffrey Kemp, director de programas para Medio Oriente del Centro
Nixon, un gabinete de expertos con sede en Washington.
”Veo a una
administración más cautelosa, trabajando junto a sus aliados más
que nunca antes”, agregó Kemp, quien integró el Consejo de
Seguridad Nacional bajo la presidencia de Ronald Reagan (1981-1989).
Como prueba de esa
actitud, Kemp y otros especialistas destacan la decisión de Bush,
tras la gira por Europa, de reexaminar la política de Washington
hacia las actuales negociaciones sobre el programa nuclear iraní
entre Alemania, Francia y Gran Bretaña (UE-3) e Irán.
Antes del viaje,
incluso la secretaria de Estado (canciller) Condoleeza Rice,
considerada la más ”atlanticista” de los máximos asesores de
Bush, había insistido en que Washington no estaba preparado para
ofrecer incentivos económicos u otros a Irán, como parte de un
posible paquete que incluiría el compromiso de Teherán de renunciar
a la búsqueda de armas nucleares.
Pero ahora, Bush
parece dispuesto a realizar algunas de las concesiones que los
europeos esperaban, para disgusto de neoconservadores y otros
”halcones” concentrados en la oficina del vicepresidente Dick
Cheney y alrededor del secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Estos halcones no
creen que sea el momento de ”apaciguar” o ”comprometer” a
adversarios, mucho menos en Teherán y Damasco.
Desde que comenzaron
las manifestaciones antisirias en Beirut, tras el asesinato a mediados
de febrero del ex primer ministro Rafiq Hariri, los neoconservadores
se han encargado de reivindicar en sus medios de prensa sus
predicciones de que las elecciones democráticas en Iraq repercutirían
en toda la región, alentando a fuerzas democráticas a enfrentar a
sus opresores.
”¿Quiénes son los
'inocentones' ahora? ¿Los que soñaban con extender la democracia a
los árabes o los que negaban que eso pudiera ocurrir”, preguntó el
columnista Max Boot en el diario Los Angeles Times.
A favor de su
argumento, Boot citó las recientes elecciones en Iraq y Palestina,
los comicios municipales en Arabia Saudita, los últimos hechos en Líbano
y el inesperado anuncio del presidente egipcio Hosni Mubarak, a fines
de febrero, de que permitirá elecciones presidenciales
multipartidarias el próximo otoño boreal.
”Nos encontramos en
los albores de un momento glorioso y revolucionario en Medio
Oriente”, celebró otro connotado neoconservador, Charles
Krauthammer, en una columna publicada el viernes en The Washington
Post bajo el título ”El camino a Damasco”.
”Este momento tiene
su origen en la invasión de Iraq, el derrocamiento de Saddam Hussein
y las imágenes televisadas de ocho millones de iraquíes votando en
elecciones libres”, afirmó.
Krauthammer exhortó
al gobierno a exigir una retirada completa de Siria de Líbano, y
predijo que ese repliegue debilitará fatalmente al presidente sirio
Bashar al Assad, quien ”es el sucesor de Saddam Hussein como el
villano de la región”.
Siria comenzó a
retirarse de Líbano este lunes.
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