Medio Oriente

 

Después de Iraq, ¿viene Siria?

Evidentemente, el gobierno yanqui piensa que la mejor manera de salir de sus problemas en Iraq es huyendo hacia delante, lo que se expresa concretamente en las presiones que está ejerciendo, por un lado, contra Irán, y por el otro, contra Siria. El sospechosamente oportuno asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri el 14 de febrero, que sin prueba alguna fue atribuido al régimen de Siria, ha servido de pretexto para redoblar la intervención imperialista, secundada también allí por Israel. El siguiente artículo de Bassem Chit, un socialista revolucionario del Líbano, explica esta crisis que puede desembocar en otra intervención militar imperialista en Medio Oriente. (SoB)

“Rechazamos a los falsos amigos de la libertad del Líbano”

Por Bassem Chit, Grupo Socialista Internacional, Líbano
Socialist Worker, Londres, 28/02/05

Reproducido por
Socialismo o Barbarie, periódico, 18/03/05
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raducción de M.Yunes

El funeral tras el asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri mostró a cientos de miles tomando las calles en una demostración de fuerza de la oposición libanesa. Era vox populi que el asesinato había sido organizado por Siria, y cunde la furia en el Líbano contra la presencia siria.

EEUU usa el crimen para debilitar al régimen sirio: retiraron a su embajador y endurecieron el discurso. Además, hay creciente tensión por la resolución 1559 de la ONU, que llama a un retiro inmediato de las tropas sirias del Líbano. Siria no quiere dejar el Líbano porque perdería una carta considerable en el proceso de paz en Medio Oriente.

Hay también un millón de trabajadores sirios en el Líbano, sobre todo no calificados, con empleos de bajos salarios. Sus ingresos representan una forma de dar un rodeo a las sanciones económicas a Siria puestas en marcha por EEUU. Una porción importante de la economía siria depende de su permanencia en el Líbano.

El régimen sirio está cada vez más aislado en la región y desconcertado, y ahora tiene a EEUU en la frontera oriental (Iraq) y a Israel en el oeste. La situación puede detonar serios problemas para el régimen del Baath.

En el Líbano, la coalición pro siria de gobierno tampoco las tiene todas consigo. Ni el actual primer ministro Omar Karami ni el presidente Emile Lahoud han ofrecido una versión de lo que sucedió. La muerte de Hariri implica un debilitamiento del gobierno y un fortalecimiento de la oposición, sobre todo dado que ésta ha apelado a los sentimientos populares haciendo de Hariri un mártir. La oposición alienta la broca contra el régimen sirio y la canaliza en su propio beneficio.

División

Se está formando una clara división, cada vez más grave, en la clase dominante libanesa. La oposición ha hecho oídos sordos al llamado del gobierno a la discusión y a una reconciliación general.

En la política libanesa, Hariri representaba el centro; defendía las políticas neoliberales y las privatizaciones. Era un personaje clave de la economía libanesa; era dueño del 10%  de las acciones de Solidere, la firma propietario del centro de desarrollo urbano de la capital Beirut. Simbolizaba asimismo la bienvenida a las inversiones extranjeras en el país, especialmente de los estados árabes del Golfo.

La oposición libanesa está compuesta de un amplio rango de organizaciones y coaliciones. En los últimos años ha surgido el Movimiento Libre Patriótico, liderado por Michel Aoun. Se trata de nacionalistas libaneses neoliberales, cuya política puede resumirse en la consigna “Líbano para los libaneses”. Llaman a un retiro completo de las tropas sirias del Líbano y a la expulsión de los trabajadores sirios.

Otra parte de la oposición es Qornet Shehwan, que agrupa a una serie de partidos cristianos. Llamaban a mejorar las relaciones sirio-libanesas, pero adoptaron un tono más beligerante en los últimos meses, sobre todo después de la aprobación de la resolución 1559 de la ONU.

El Partido Socialista Progresista, encabezado por el druso musulmán Walid Jumblat, es otro elemento de la oposición. Jumblat dio un giro recientemente hacia la confrontación total con el gobierno y con Siria. Esto llevó a que la Izquierda Democrática –versión libanesa de la socialdemocracia europea– se uniera a la oposición. Antes de su muerte, Hariri también se estaba inclinando cada vez más hacia la oposición, aunque a la vez intentaba ocupar el centro.

En conjunto, la oposición libanesa constituye un frente sólido, y se teme que el gobierno recurra a la violencia contra ella. La oposición declaró que se limitará a los métodos democráticos, pero la mayoría de los dirigentes de la oposición –como muchos miembros del gobierno– fueron “señores de la guerra”, y pueden aprovechar la situación para empujaren el sentido de un enfrentamiento más violento.

Tras la muerte de Hariri, la oposición también toca las fibras de un profundo racismo en la sociedad libanesa contra los trabajadores sirios, y esperar utilizar esa vena para ganar votos en las elecciones venideras.

Intervención

En los últimos días ha habido al menos dos ataques anónimos contra trabajadores sirios, y el sentir racista se expresa en las calles. Hay una sensación de que el gobierno o la oposición podrían recurrir en algún momento al conflicto armado, lo que llevaría al país a otra guerra civil.

Walid Jumblatt dijo que todos los tabúes han desaparecido, que todo es posible. Incluso llamó a una intervención occidental para gobernar el Líbano. La oposición reclama el apoyo de EEUU y Europa. Si hubiera guerra civil, nadie se sorprendería de ver tropas estadounidenses o europeas en el país.

La oposición claramente ha elegido ser el nuevo aliado de EEUU en el Líbano, y ha girado rápidamente desde el pedido de recomponer relaciones con Siria al apoyo a la resolución 1559 de la ONU. Pero mientras la oposición acusa claramente a Siria por el asesinato de Hariri, EEUU y Francia se han cuidado de decirlo de manera tan directa. La situación se va a ir aclarando en las próximas semanas y después de las elecciones, que están próximas.

Para la izquierda libanesa, es importante no quedar atrapado en el berenjenal político causado por la división en la clase dominante, sino construir una política alternativa. Estamos empeñados en construir un movimiento que se plante contra la clase dominante, que está llevando al país hacia otra guerra civil. Al mismo tiempo, rechazamos el control del régimen sirio sobre el Líbano. Y rechazamos firmemente todo intento de EEUU o Europa de comenzar una guerra contra Siria.


Siria, Líbano y el imperialismo

Socialismo o Barbarie, periódico, 18/03/05

Medio Oriente siempre ha sido un región codiciada por las potencias imperiales. En la primera mitad del siglo XX, Francia e Inglaterra se repartieron la región de la siguiente manera: Siria (que incluía por entonces a lo que hoy es el Líbano) para los franceses, Palestina, Iraq y el nuevo reino de Jordania para los británicos. Francia creó el Líbano, manejando las fronteras de manera que hubiera una mayoría de cristianos maronitas, sus mejores aliados. Al fin de la II Guerra Mundial, una rebelión popular expulsó a los franceses. Siria y Líbano quedaron como estados independientes.

En Siria gobernó el partido Baath, mientras que en Líbano se construyó un delicado equilibrio que estipulaba que el presidente debía ser cristiano maronita y el primer ministro debía ser musulmán. En 1958, Siria y Egipto se unieron bajo la presidencia del nacionalista Gamal Abdel Nasser, pero el experimento terminó en 1961.

En 1975 hubo un levantamiento en el Líbano contra el gobierno pro occidental, con participación de los refugiados palestinos. Siria invadió el Líbano con la anuencia de EEUU e Israel. Tras el aplastamiento de la izquierda, la derecha libanesa se alió a Israel, que invadió el Líbano entre 1978 y 1982. Fue entonces que tuvo lugar la masacre de refugiados palestinos en Sabra y Chatila. La guerra civil terminó recién en 1989 con un acuerdo que incluía un retiro gradual de las tropas sirias, pero Siria siguió jugando un papel dominante en la política libanesa. El asesinado ex premier Hariri hizo excelentes negocios con Siria en este período, bajo el paraguas del Tratado de Hermandad y Cooperación entre Siria y Líbano (1991).

En Líbano, el Hezbollah (Partido de Dios) organizó a la minoría chiíta e impulsó la resistencia armada contra Israel. Su éxito más resonante fue derrotar militarmente a Israel en mayo de 2000, forzando el retiro de la ocupación sionista del sur del Líbano. Siria ha tenido una relación contradictoria con el Hezbollah y con el grupo islámico palestino Hamas. Aunque formalmente los apoya y ha cobijado dirigentes de ambas agrupaciones, en ocasiones ha intentado limitar sus actividades.

Aunque el régimen sirio ha cometido todo tipo de brutalidades y crímenes, no es eso lo que objeta EEUU, sino su rechazo al acuerdo de paz con Israel y el no haberse unido a la intervención yanqui en Iraq. Es por eso que Bush lo ha señalado como posible blanco de su cruzada “democrática”y “antiterrorista” en Medio Oriente.

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