Líbano y el precio
del petróleo
Por
William Engdahl (*)
Current
Concerns / CSCAweb, 04/05/05
Traducción de
Natalia Litvina
El
reciente aumento del precio del barril de petróleo, por encima de los
53 dólares en el NYMEX (New York Mercantile Exchange), tiene mucho más
que ver con los eventos que se desarrollan en Oriente Medio especialmente
en Líbano- que con las bajas temperaturas o los niveles semanales de
refinamiento de crudo en EEUU. La administración de Washington ha
demostrado claramente que es ella quien se encuentra tras el dramático
cambio en Líbano, en tanto preludio de lo que va a ocurrir en Siria.
Lo que parece claro para muchas compañías petroleras, incluyendo las
japonesas y chinas, es que las presiones de Washington sobre Siria por
motivo del asesinato de al-Hariri están más relacionadas con el
avance estratégico de EEUU en Oriente Medio -el denominado plan para
el Gran Oriente Medio- que con el compromiso de Washington por la
justicia y la soberanía de Líbano.
El
asesinato del líder libanés al-Hariri, un billonario sunní cercano
a los saudíes, se considera bajo dos ópticas distintas en todo el
mundo, especialmente en Oriente Medio. La primera es la del interés
de Israel en eliminar la organización de Hezbolá en Siria y Líbano.
La segunda es la del interés de EEUU en hacer avanzar su programa
quinquenal de guerra y de cambio de regímenes en la zona para
establecer un control directo y firme sobre su petróleo.
El
asesinato fue uno de los más sofisticados nunca habidos, según todos
los informes. Por supuesto la inteligencia siria podría haber sido
capaz de realizarlo pero ¿por qué? ¿Porque al-Hariri había
realizado diversas peticiones para la retirada de las tropas sirias?
Según Aljazeera, "El asesinato de al-Hariri supuso un serio revés
para Hezbollah, quien perdió así a un fuerte aliado en la figura del
masacrado multimillonario. "Al-Hariri estaba realizando contactos
con sus amigos europeos para evitar que Hezbolá fuera incluída en la
lista de organizaciones terroristas, tal y como quería Israel",
declaraba Nasrulah, líder de Hezbolá, apoyado por Siria e Irán.
Parece que Hezbolá no está detrás del asunto.
Si
volvemos al informe que el think tank de Douglas Feith y
Richard Perle realizara para el gobierno israelí del Likud de Bibi
Netanyahu, titulado "Una ruptura abierta", encontramos que
los arquitectos del Pentágono de la guerra de Iraq ya veían a Iraq
como el primer protagonista de una serie de cambios de régimen en
Oriente Medio, y que el próximo objetivo sería Siria y sus lazos con
Líbano. Las siguientes notas están extraídas de ese informe:
En
el subcapítulo "Asegurando la frontera Norte"...
1.8.
Siria desafía a Israel en territorio libanés.
2.9
Israel debería considerar a Hezbolá, Siria e Irán como los
principales agentes de agresión en suelo libanés.
3.10 Golpear objetivos militares sirios en Líbano, y si esto fuera
insuficiente, atacar objetivos selectos en la propia Siria.
4.11
Dada la naturaleza del régimen de Damasco, resulta natural y moral
que Israel abandone el lema "paz comprensiva" y actúe para
contener a Siria, rechazando los acuerdos de "paz por
territorios" relativos a los Altos del Golán.
En
el subcapítulo "Hacia una estrategia tradicional del equilibrio
de poder"...
1.12
Israel puede modificar su entorno estratégico, en cooperación con
Turquía y Jordania, debilitando, conteniendo, e incluso haciendo
retroceder a Siria.
2.14
Este esfuerzo se puede centrar en apartar del poder en Iraq a Saddam
Hussein un importante objetivo estratégico en sí mismo- como medio
de despojar a Siria de sus tradicionales ambiciones en la región.
3.14
Damasco teme que un "eje natural" con Israel en un lado, el
centro de Iraq y Turquía en el otro, y Jordania en el centro pudiera
ahogar a Siria y hacer que se cortara toda relación con la península
saudí. Para Siria, esto sería el preludio de su retirada total del
mapa de Oriente Medio.
Son
extractos de un documento de 1996 llamado "Estudio de Grupo sobre
una Nueva Estrategía Israelí para el 2000", redactado para el
gobierno israelí por un grupo privado productor de opinión, el
Instituto de Estudios Políticos y Estrategia Avanzada, situado entre
Washington y Jerusalén. Este documento es especialmente destacable en
sí mismo, puesto que constituye una guía política elaborada por
miembros del actual gobierno norteamericano para el gobierno israelí
de entonces.
Resulta
útil encontrar en el referido texto cierta reminiscencia del antiguo
Secretario del Tesoro de la administración Bush, despedido por Cheney
y Bush por no formar parte del "equipo jugador" a fondo,
Paul O'Neill. O'Neill recuerda la primera reunión, en 2001 del
gabinete de Bush: "La nueva política de Bush era un programa muy
agresivo para cualquier presidente, pero especialmente para cualquiera
que previamente hubiera manifestado poco interés en asuntos
exteriores. 'Vamos a corregir los desequilibrios de la anterior
administración sobre el conflicto en Oriente Medio', dijo Bush a su
recién estrenado equipo de Seguridad Nacional en la Sala de Juntas el
30 de enero de 2001; 'vamos a inclinarlo hacia Israel ¿alguno de los
presentes se ha reunido alguna vez con Ariel Sharon?'. Sólo Colin
Powell levantó la mano".
O'Neill
añade que "Bush iba a darle la vuelta a la política de Clinton,
que estaba destinada a llegar a una conclusión pacífica del
sangriento conflicto entre Israel y los palestinos. No habría más
interferencias de EEUU; quería dejar a Sharon resolver la disputa
como mejor le pareciera, sin prestar atención a la situación de los
palestinos. El cambio de política fue exactamente tal y como lo
recomendaba Perle en el informe 'Una ruptura abierta'".
"Colin
Powell, secretario de Estado hasta hace poco, estaba sorprendido. La
idea de que un problema tan complejo, en el que América se había
comprometido tan a fondo durante tanto tiempo, podía simplemente ser
apartado de un manotazo, no tenía ningún sentido. Temiendo un ataque
israelí, enseguida mostró sus objeciones. Destacó que una retirada
de los EEUU significaría un despliegue de Sharon y del ejército
israelí" afirma O'Neill, quien había sido elegido por Bush
pocas horas antes para el cargo de secretario del Tesoro y que fue
invitado a aquella reunión. "Powell le dijo a Bush que las
consecuencias serían horribles, especialmente para los palestinos.
Pero Bush se limitó a encogerse de hombros: 'A veces una exhibición
de fuerza por una de las partes puede clarificar las cosas' afirmó.
Powell parecía asustado", asegura O'Neill.
De
acuerdo con el relato de O'Neill sobre aquella reunión, Rice, ahora
secretaria de Estado, estaba totalmente de acuerdo con los
planteamiendos de Perle y Feith sobre el cambio de régimen y la
guerra preventiva en Oriente Medio: "Condolezza Rice condujo el
debate. Pero en vez de mencionar nada sobre amenazas a los EEUU o
sobre armas de destrucción masiva, se centró exclusivamente en que
Iraq podría ser la clave para volver a dar forma a toda la región.
Las palabras empleadas parecían estar completamente tomadas del
informe "Una ruptura abierta", que exhibía el más bien
imperial subtítulo "Una nueva estrategia para la seguridad del
dominio". Así que podríamos decir que la señora Rice está más
que detrás del programa belicista de "Una ruptura abierta",
por lo menos desde 2001.
¿Metas
globales?
Si
nos encontráramos en el caso de que Israel está utilizando los
sucesos tras la muerte de al-Hariri para llegar a una segunda fase de
la transformación de Oriente Medio, Teherán está más que al
corriente de ello. En el diario Teheran Times del 2 de marzo se
lee: "La dimisón del (primer ministro libanés) Karami, el
surgimiento de grupos antigubernamentales, y la intervención de los
EEUU y otros países occidentales en los asuntos internos de Siria y Líbano
son algunos de los eventos del pasado mes, en particular desde el
asesinato del antiguo primer minitros Rafiq al-Hariri el pasado
febrero".
"Los
últimos desarrollos parecen ser el preludio de cambios que los EEUU y
otros países occidentales esperan implementar como parte de la
iniciativa del Gran Oriente Medio. El asesinato de Hariri está todavía
envuelto en la ambigüedad y todavía no se ha identificado a los
agentes detrás del crimen, pero distintos partidos y grupos libaneses
está explotando este suceso, lo que no ayudará a Beirut a resolver
sus problemas. El asesinato de Hariri ha dado a Israel y EEUU un
pretexto para señalar como objetivos a partidos politicos libaneses,
especialmente Hezbolá. También se centran en profundizar las
diferencias en la escena política libanesa. Israel, los EEUU y otros
países occidentales están interviniendo en los asuntos internos de Líbano,
para aislar así a Siria y cortar el vínculo entre Teherán, Damasco
y Beirut. Desde que EEUU, Israel y la Unión Europea creen que la
causa palestina va a la baja con la elección de Mahmoud Abbas al
frente de la Autoridad Palestina, se dedican a presionar a Siria, con
el objetivo de destruir al movimiento de resistencia palestino y a
Hezbolá, los dos principales grupos antisionistas".
Todo
esto sugiere que la nueva administración de Washington está todavía
más consolidada alrededor de la agenda estratégica de los halcones
neoconservadores del Pentagono y de la Oficina del vicepresidente
Cheney, y que ahora cuentan también con la CIA y aparentemente con
todo el Departamento de Estado. El hecho de que la Francia de Chirac
haya apoyado de manera oportunista la petición de Bush para un cambio
inmediato de régimen en Líbano y una retirada de las tropas sirias
del país sugiere que a Francia se le han ofrecido algunas migajas,
quizás que recupere algo de su antigua influencia en Líbano. De
cualquier modo, los acontecimientos en torno a Damasco y Washington
desde el atentado parecen indicar que el programa a largo plazo para
el cambio diseñado por Perle, Wolfowitz y compañía está dando un
paso decisivo hacia la transformación de Oriente Medio. El hecho de
que la Hoja de Ruta sea tan abiertamente un documento del Likud israelí
para el cambio está en sintonía regional.
En
un informe del 27 de febrero elaborado por Reuters, citando
documentos diplomáticos de EEUU, se dice que "En su intento de
que Irán no desarrolle la capacidad de fabricar armas nucleares, los
EEUU están dispuestos, sólo hasta junio, a compartir documentos
diplomáticos con sus aliados europeos, para arrinconar a Teherán,
antes de que los EEUU busquen promover sanciones desde NNUU".
El
antiguo inspector de armamento de la UNSCOM, el republicano y
ex-marine Scott Ritter, declaraba recientemente en una conferencia en
Washington que Bush había "aprobado" la decisión de
bombardear Irán en junio. Asegura que el periodista Seymour Hersh dará
detalles sobre esto en un artículo que aparecerá en el diario New
Yorker. Tal ataque sería de un gran riesgo, y podría
desestabilizar todo el sudoeste asiático, deshaciendo por completo
las recientes mejoras en las relaciones transatlánticas.
Quizá
los cálculos de EEUU sean los siguientes: a pesar del romance de fin
de semana que recientemente compartieron Bush y algunos presidentes
europeos, especialmente Chirac, el proyecto de los halcones del Pentágono
está en marcha. Europa protestará y la OTAN se resentirá. El equipo
de Bush preferirá arriesgarse a ello. Convencerán a Francia con un
gran papel en Siria y Líbano, antiguos territorios de administración
francesa tras la primera guerra mundial y los acuerdos Sykes-Picot. Si
el ataque sobre Irán conduce de alguna forma a un cambio de régimen,
los EEUU se repartirán los restos, tal y como ocurrió en Iraq con la
leal Gran Bretaña.
Todo
esto sugiere que los precios mundiales del petróleo serán cada vez más
volátiles, haciendo que China, dependiente del petróleo, y otros países
intenten usar el arma de la presión sobre el dólar para contener a
Washington. La OPEC ya mencionó la posibilidad de que el precio del
barril alcance los 80 dólares en los próximos dos años.
La
reciente declaración de Corea del Sur para intentar disminuir su
dependencia de la reserva del dólar en beneficio de la diversificación,
seguida pocos días depués por una negativa, es indicativo de la
potencial bofetada que los principales bancos de Asia podrían
propinar al actual dominio financiero de EEUU. Se trata de un entorno
altamente inestable para el dólar y el petróleo. Washington no
parece darse cuenta de ello.
(*)
William Engdahl es autor del libro “Un siglo de guerra: las políticas
petrolíferas angloamericanas y el nuevo orden mundial”,
recientemente publicado por Pluto Press Ltd, Londres.
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