Hombres
y mujeres de acero
Durante
y después de la Tercera Conferencia del Cairo contra la Globalización,
el Imperialismo y el Sionismo
Por
Luke Stobart (*), 18/04/05
Aturem
la Guerra
Artículo
enviado por el autor a SoB Internacional
"¿Nos
hemos equivocado de lugar?" Es una pregunta natural bajo estas
circunstancias. Hemos llegado al punto de encuentro de la manifestación,
pero aquí no hay nadie. Nadie, es decir, salvo unos mil
antidisturbios con palos largos de madera, y grupos de secretas no tan
secretas, y sus jefes que parecen parodiar a Pinochet con sus medallas
y gafas de sol. Estos amables señores nos contestan la pregunta,
trasladándonos a empujones a la Plaza Central. Allí cada camino,
cada pared está adornado de filas de otros antidisturbios, todos
vestidos de negro como sus colegas... Y ¿el motivo de nuestra
protesta? Protestar por las detenciones de la gente que protestaba
contra las detenciones de otra gente protestando por la detención de
dos pueblos enteros! (con asesinado y tortura añadidos). ¡Un
momento! ¿He salido de mi vida y he entrado en una película de
ciencia ficción negra? No, bienvenido al Egipto de Hosni Mubarak y a
las leyes de emergencia vigentes en este país desde hace 25 años
Hay
que reconocer que no hay mucha policía trabajando hoy -5 mil contra
500 manifestantes-; ¡Egipto tiene un millón de antidisturbios! (en
una población de 70 millones). ¡Esto es creación de empleo!
Estos
hechos ocurrieron justo después de acabar la Tercera Conferencia del
Cairo contra la Globalización, el Imperialismo y el Sionismo, en la
cual yo había participado, y da una idea de la realidad de la
dictadura que controla el país, a pesar de estar escondida. No te
dejes engañar por las elecciones tramposas que se están planeando;
Mubarak pretende pasar el poder a su hijo Gamal; y su régimen prohíbe
los sindicatos independientes, las organizaciones de mujeres y los
partidos de izquierdas.
Este
régimen de terror, aliado de Washington, era el telón de fondo de la
Conferencia, acontecimiento que tuvo lugar los días 24 al 27 de
marzo.
También
lo era la ocupación americana y sionista en la región, hechos que
han generado rabia y luchas por todo el mundo árabe (la intifada, la
resistencia iraquí, las manifestaciones en solidaridad con estos
movimientos desde Marruecos hasta Jordania...).
Todas
estas luchas estaban representadas en la Conferencia -entre las y los
participantes figuraban activistas palestinos organizados contra el
muro apartheid de Sharon y en los campos de refugiados y un
representante del dirigente rebelde chiíta Moqtada al-Sadr- hecho que
la dio un carácter combativo.
Este
carácter fue reforzado por las intervenciones de representantes de
los movimientos antiguerra de muchos países no árabes, participantes
que inspiraron desde la ceremonia de apertura -en la que asistieron
unas mil personas, la mayoría egipcias- hasta el final. Entre ellos,
George Galloway, el diputado expulsado del partido laborista de Tony
Blair por su oposición a la guerra, explicó que, unos días antes,
150 mil personas se habían manifestado en Londres contra la ocupación
de Irak; y activistas griegos, canadienses y escoceses nos animaron a
participar en la próxima gran protesta internacional con motivo de la
reunión del G8 en Escocia este julio.
La
Conferencia destacaba por sus raíces locales y el papel que está
jugando en forjar un nuevo movimiento de oposición al régimen de
Mubarak. Las dificultades que este movimiento tiene son evidentes,
tomando como ejemplo la propia historia del encuentro:
El
Estado quería prohibir la Primera Conferencia y los participantes
optaron por no manifestarse; en la Segunda, sólo un activista se
atrevió criticar a Mubarak y fue detenido inmediatamente. Este año
ha sido diferente y, a pesar de la presencia de muchos miembros de las
fuerzas del orden, el encuentro se convirtió en un tribunal de
denuncia del régimen. El último día se llevó a cabo una
concentración en la puerta de la sede de la Conferencia (el edificio
del sindicato de periodistas), en que todos y todas gritábamos "¡abajo
Bush, Blair y Mubarak!".
La
Conferencia se ha constituido sobre una base local amplia que une a
los tres grupos significantes de la oposición: los socialistas
radicales, los nacionalistas árabes (Nasseristas) y los islamistas
(los Hermanos Musulmanes). Esto garantiza una Conferencia plural y
viva, y no libre de fricciones. A la vez, me sorprendió positivamente
el alto grado de acuerdo sobre los temas centrales en el movimiento
del mundo árabe, hecho que se refleja en el eslogan muy explicito de
la Conferencia: "Con la resistencia en Palestina y Irak. Contra
la Globalización, el Imperialismo y el Sionismo".
La
necesidad de la participación de los islamistas en este tipo de
actividad -algo que no siempre se ve con buenos ojos en la izquierda
europea - quedó patente cuando varios activistas muy jóvenes de los
HH.MM. denunciaron que habían sido expulsado de sus estudios por las
fuerzas de seguridad que operan en los campus universitarios.
Los
foros y los talleres no se limitaban a las denuncias del imperialismo.
Hubo charlas muy originales sobre la estrategia imperial de los EE.UU.
y la ideología sionista detrás del Estado de Israel, y talleres
sobre como apoyar a la resistencia en Palestina e Irak. En uno de
estos, el médico iraquí Dr. Salam Ismael describió su llegada a la
ciudad de Faluja después del asalto norteamericano sobre esta ciudad,
cuando encontró perros comiendo cadáveres en las calles.
Una
de las sesiones más emotivas fue el foro de 'trabajadores y
campesinos contra la globalización', en que hablaron representantes
de luchas diversas. Los campesinos del pueblo de Sarandu explicaron
como se les han confiscado sus tierras ¡gracias a una nueva Ley que
revierte una reforma agraria de hace 50 años! Cuando los habitantes
de este pueblo y otro protestaban, ¡detuvieron al pueblo entero!
Mucha gente fue torturada y una mujer mayor murió después de una
interrogación. Luego, durante los días de la Conferencia, 100
islamistas fueron detenidos por mostrar su solidaridad con las
victimas.
También
habló un portavoz de un grupo de trabajadores sobre la ocupación de
una fábrica que su colectivo había realizado en protesta por el uso
de material peligroso (amianto) en ésta.
Hubo
momentos emocionantes fuera de las reuniones también. Se me acercó
Dr. Salam Ismael porque había oído que venía de Barcelona, y me
saludó energéticamente. "Por todo Irak la gente está orgulloso
del pueblo español", me dijo, en referencia a la caída de Aznar
y la retirada de las tropas. Este pequeño encuentro me reveló el
gran abasto de la victoria ganado por el movimiento en el Estado español.
En
el Cairo conocí gente de acero luchando bajo las condiciones más
adversas, mujeres y hombres cuya fuerza era inspiradora y cuyo
optimismo, contagioso. Nunca olvidaré los ojos de Khamil Kahlil, un
hombre que ha pasado mucho tiempo en la cárcel debido a su actividad
política. Antes de escuchar la traducción de sus palabras, ya me habían
convencido de que "¡ganaremos!". "El régimen está en
su punto más débil", añadió.
Se
podía ver de dónde venía esta afirmación en la protesta unos días
más tarde. Mientras los jefes policiales daban ordenes, sentados en
la sombra bebiendo té, sus 'subordinados' aguantaban, rectos, bajo el
sol infernal del mediodía y sin agua. Con tantos salarios policiales
por pagar (los policías en este país están muy mal pagados), ya se
han producido grandes huelgas en el sector. Y cuando cantábamos
contra Mubarak y contra la injusticia ¡no eran pocos los
antidisturbios que cantaban con nosotros!
(*)
Luke Stobart, activista de Aturem la Guerra, Catalunya, y coordinador
del libro Resistencias a la Guerra Global (Ediciones de la Tempestad,
2003)
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