57
años de la 'Gran Nakba' (desastre) de los palestinos
Nuestro
desastre fue la creación de Israel
Por
Mahmoud Darwix (*)
The Guardian / CSCAweb, 18/05/05
Traducción
de Natalia Litvina
Hoy
es nuestro día de recuerdo. No necesitamos mirar lo que ocurrió ayer
para recordar la cronología de crímenes perpetrados. El presente es
un vivo recordatorio de la catástrofe, la Nakba, los trágicos
eventos que perduran todavía.
No
es necesario que nos recuerden la continuidad de la tragedia humana
que nos ha atormentado durante los últimos 53 años. Seguimos siendo
definidos por los elementos de aquella tragedia, aquí y ahora. Todavía
resistimos la expresión de sus efectos, aquí y ahora, en el suelo de
nuestra tierra natal, nuestra única tierra natal. ¿Cómo podemos
olvidar lo que le ocurrió a esta patria nuestra, esta patria que
sigue perdiendo a sus hijos en la catástrofe?
No
podemos olvidar, porque nuestra memoria colectiva e individual sigue
siendo fértil y capaz de recordar nuestro triste pasado, cuya
cronología es la de una tierra y un pueblo, una cronología de
tragedia y heroísmo, la cronología de un cuento relatado en gotas de
sangre, en conflicto abierto con lo que nos dicen que somos y que
debemos aspirar a ser.
Si
los hacedores israelíes de esta Nakba, esta catástrofe, declaran
sobre este día de recuerdo que la guerra del 48 aún no ha acabado,
simplemente dejan al descubierto el espejismo de una paz que ha sido
tejida durante la pasada década, por la que decían poner fin al
conflicto a través de la fragmentación de la tierra. Simplemente han
dejado claro la imposibilidad de integrar el proyecto sionista y la
paz, cuando el objetivo real de su programa y su proyecto sigue siendo
aniquilar la identidad y el pueblo palestino.
La
percepción palestina de esta guerra se encuentra en su situación de
desarraigo masivo. Se encuentra en la conversión de sus personas en
refugiados, dentro y fuera de su propia tierra. Se encuentra en el
intento de expulsarles del ser, del espacio, del tiempo, después de
la usurpación de sus hogares y de su historia, después de su
transformación, pasando de ser una entidad definida en el tiempo y el
espacio a ser un fantasmal excedente de exigencias, exiliados del ser.
Pero
los hacedores de la Nakba, de la catástrofe, no pudieron romper la
voluntad del pueblo palestino ni erradicar su identidad nacional, mas
allá de la diáspora, de la masacre, de la pretensión de hacer del
espejismo una realidad, mas allá de la creación de una historia
falseada. En las pasadas cinco décadas han fracasado a la hora de
empujarnos fuera de nosotros mismos o enviarnos a un estado de amnésica
demencia.
Han
fracasado al intentar disminuir la presencia palestina de la
conciencia mundial, bien creando mitos, bien creando un inmunidad
moral que da a las víctimas de ayer el derecho de producir sus
propias víctimas hoy. Un verdugo no puede justificarse a sí mismo
vistiendo la más sagrada de las indumentarias.
Hoy
el recuerdo de la Nakba acude por medio de las dificultades sufridas
por los palestinos al defender su esencia humana y su dignidad, su
derecho natural a la libertad y a la autodeterminación en una parte
de su patria histórica, después de hacer concesiones mas allá de
las esperadas por la legislación internacional para llegar a una paz
realmente posible.
Cuando
la hora del reconocimiento se hizo mas cercana, la concepción israelí
sobre la paz se mostró tal cual: volver a la ocupación bajo una
apariencia distinta, bajo condiciones previas mas favorables y menos
costosas a la potencia ocupante.
La
Intifada
La
Intifada, ayer, hoy y mañana, es una expresión natural y legítima
de la resistencia a la esclavitud que trajo una ocupación, la cual
practica las peores formas de discriminación racial; una ocupación
que intenta, bajo la apariencia de un proceso de paz fradulento,
expulsar a los palestinos de sus tierras y posesiones, y aislarlos en
bantustanes demográficamente aislados, rodeados por asentamientos y
carreteras, mientras se les ofrece una suculenta zanahoria (a cambio
de estar de acuerdo en "poner fin a las exigencias y la
lucha" ); la zanahoria de poner el nombre de su propio Estado a
las espaciosas prisiones en las que han sido auténtica y
completamente encarcelados.
La
Intifada no representa un ruptura con la idea de la paz, pero intenta
salvaguardar esta idea de un horrible laberinto racista, y reunirla
con sus verdaderos padres, la justicia y la libertad, ni mas ni menos.
Intenta reunir la paz con sus padres legítimos a través de la
resistencia a la continuidad del proyecto colonialista israelí en
Gaza y Cisjordania bajo la apariencia de un proceso de paz, que el
gobierno israelí ha vaciado de todo significado y sustancia.
Nuestras
manos ensangrentadas todavía son capaces de ofrecer la seca rama de
olivo, salvada de los restos de árboles que la Ocupación ha
destrozado, siempre y cuando los israelíes maduren y reconozcan
nuestros legítimos derechos nacionales, tal y como están definidos
por la ley internacional, al frente de ellos está el derecho al
retorno, la retirada total de los territorios palestinos ocupados en
1967, y el derecho a la autodeterminación en un Estado soberano cuya
capital sea Jerusalén. No puede haber paz bajo ocupación militar. No
puede haber paz entre amo y esclavo.
La
comunidad internacional no puede seguir cerrando los ojos frente a lo
que está ocurriendo hoy en la tierra de Palestina, como hizo en el año
de la Nakba. La ocupación israelí continúa con la destrucción de
la sociedad palestina, y por ello la asedia. Continúa matando y
asesinando, con cada medida de fuerza que estime oportuna, usando su
armamento contra un pueblo aislado que defiende lo que queda de su
existencia e identidad amenazadas, defendiendo lo que resta de sus
demolidos hogares, defendiendo los restos de sus cultivos.
El
interés de los paises de todo el mundo, y de sus pueblos, en el
enfrentamiento que hoy se desarrolla en Palestina, y su apoyo al
pueblo palestino -un pueblo que se ve privado de una vida normal y
ordinaria- es una prueba de catadura moral que revelará hasta qué
punto los valores de justicia, libertad e igualdad tienen
credibilidad.
(*)
Mahmoud Darwix es, probablemente, el poeta palestino vivo más
importante, y uno de los mas destacados en todo el mundo árabe. Fue
miembro del Comité Ejecutivo de la OLP.
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