Tantura,
Teddy Katz y la Universidad de Haifa
El
colapso de la libertad académica en Israel
Por
Zalman
Amit
Counterpunch / Rebelión, 02/06/05
Traducido
por L.B.
El
22 de abril la asociación de Profesores Universitarios del Reino
Unido votó a favor de iniciar un boicot contra la Universidad israelí
de Haifa. Los partidarios del boicot aludieron al trato que daba esa
universidad a uno de sus miembros, el doctor Ilan Pappe, en la
controversia suscitada en torno a una tesis de maestría redactada por
Teddy Katz sobre los sucesos ocurridos en 1948 en la aldea costera
palestina de Tantura, situada a unas pocas millas al sur de Haifa.
La
decisión del boicot ha desatado una tormenta mediática tanto en
Israel como en el Reino Unido. El debate sigue vivo --oponentes al
boicot han reunido las 25 firmas necesarias para convocar una
conferencia especial de emergencia para debatir de nuevo el boicot.
Esta reunión tendrá lugar el 26 de mayo.
Quiero
dejar claro desde el comienzo que yo mismo me he visto envuelto
tangencialmente en el affair Katz: asistí a las sesiones del tribunal
como parte del público y acabo de finalizar mi traducción al inglés
de la tesis de Katz. Sin embargo, mi interés por los sucesos de
Tantura de 1948 se remonta a mucho antes.
En
el verano de 1954, seis años después de que los israelíes
conquistaran la aldea de Tantura, pasé un verano en el kibutz
Nachsholim, fundado sobre las ruinas de la aldea palestina solamente
un año después de su conquista. A la sazón era yo consejero del
movimiento juvenil Hanoar Ha’oved. Siguiendo la costumbre de
aquellos días según la cual los miembros adolescentes mayores del
movimiento solían pasar los meses de verano trabajando
voluntariamente en un kibbutz, mi grupo de estudiantes de 11º curso
fue enviado a Nachsholim.
Fuimos
recibidos calurosamente y nos instalaron en las antiguas casas que
salpicaban la franja costera de lo que antaño había sido Tantura.
Algunos miembros del kibutz, especialmente los varones solteros no
mucho mayores que los chicos de mi movimiento juvenil, acostumbraban a
pasar la mayor parte de sus tardes con nosotros. Durante una de esas
reuniones, una chica de mi grupo se volvió hacia uno de los miembros
del kibutz y le preguntó por las casas en las que estábamos
hospedados. “¿Qué son estas casas?”, preguntó. “¿Quién vivía
aquí y dónde está esa gente ahora?”.
Se
hizo un breve silencio y luego uno de los miembros mayores del kibutz
cambió de tema diciendo: “No hablemos de eso. Es demasiado
complicado”. En ese instante una luz de alerta se encendió dentro
de mí: “Algo malo ha ocurrido aquí”. Sin embargo, no hice nada
por indagar más. Seguí con mi vida y de hecho acabé olvidando por
completo aquel incidente, aunque persistió la conciencia de que algo
indecoroso había ocurrido allí.
Más
de 40 años más tarde, cuando el asunto Teddy Katz estalló, recordé
inmediatamente aquel incidente ocurrido en Nachsholim/Tantura en el
verano de 1954.
Teddy
Katz, miembro del kibutz Magal y natural de la ciudad de Haifa, había
pensado inicialmente hacer su tesis de maestría sobre los sucesos
acaecidos en Haifa durante la guerra de 1948. Su supervisor, Kais
Firro (y no Ilan Pappe, como muchos parecen creer), le disuadió de
elegir ese tema debido a la relativa abundancia de ese tipo de
material. En su lugar, sugirió a Teddy que se concentrara en el
estudio de alguna de las aldeas situadas al sur de Haifa y que
investigara la suerte que corrieron durante la guerra de 1948.
Así
pues, en 1998 Katz presentó ante la universidad de Haifa una tesis de
maestría que analizaba la suerte que corrieron varias aldeas
palestinas, en particular Ein Razal, Um el Zeinat y Tantura. La tesis
fue aprobada y recibió una calificación del 97%, la más alta nota
recibida por una tesis de la que yo haya oído hablar. En 1999 Teddy
Katz recibió el título de MA (en investigación) por la universidad
de Haifa.
A
la hora de recoger datos para su investigación Katz recurrió
ampliamente al uso de testimonios orales como una de las principales
fuentes de su metodología. Entrevistó a más de un centenar de
israelíes y palestinos que se encontraban en aquellas aldeas o que
tuvieron algún vínculo con ellas durante la guerra de 1948.
A
partir de los datos recogidos Katz concluyó que durante la conquista
de Tantura por parte de las fuerzas judías israelíes a finales de
mayo de 1948 un gran número de personas --probablemente hasta 225--
habían sido asesinadas. Katz calculó que cerca de 20 personas habían
muerto durante los combates por Tantura y que el resto, tanto civiles
como combatientes capturados, fueron muertos después de que la aldea
se hubo rendido y tras haber sido desarmados (puesto que muchos creen
que Katz concluyó en su tesis que en Tantura se perpetró una
masacre, es importante subrayar que la palabra “masacre” no aparecía
en absoluto en su tesis).
A
fines de enero del 2000 Teddy Katz fue entrevistado por Amir Gilat, un
periodista de Ma’ariv, diario israelí de gran tirada donde
posteriormente se publicó un largo artículo en el que se resumían
los hallazgos contenidos en la tesis de Katz. Es en este artículo de
Ma’ariv donde aparece por primera vez la afirmación de que en
Tantura se perpetró una masacre.
Poco
tiempo después de la publicación del artículo de Ma’ariv un grupo
de veteranos de la Brigada “Alexandroni”, la unidad militar que
atacó y conquistó Tantura, interpuso una denuncia por calumnias
contra Katz. Los veteranos estaban representados por Giora Erdinast,
abogado nieto de uno de los veteranos y de quien se dice que ha
actuado como representante de su causa sin cobrar honorarios. El
representante de Teddy Katz fue Avigdor Feldman, un conocido abogado
israelí que trabaja en el campo de la defensa de los derechos
humanos.
La
vista comenzó en diciembre del 2000. Las acusaciones contra Katz se
centraban en la afirmación de que su tesis contenía citas erróneas
y que existían discrepancias entre algunos de los testimonios orales
grabados y el texto de la transcripción contenida en la tesis. Se
descubrieron entre seis y nueve discrepancias de ese tipo. Por
ejemplo, en uno de los casos Katz citaba a un veterano de la brigada
Alexandroni utilizando la palabra “nazis”, mientras que, en
realidad el testigo había utilizado la voz “alemanes”. En otro
caso, Katz informaba que un testigo palestino “vio” un incidente
mientras que, en realidad, el palestino dijo que había “oído” el
incidente (para ser justos con Katz, conviene hacer constar aquí que
algunas de las cintas eran apenas audibles y que en algunos casos los
vocablos que utilizaban los informantes palestinos eran formas
dialectales apenas comprensibles propias del la variante del árabe
palestino hablado en la región. Si tenemos en cuenta este factor, la
mayoría de las “discrepancias” se asemejan de hecho más a
interpretaciones razonables).
Es
importante observar que cerca de dos meses antes del inicio del
juicio, Katz, que soportaba una fuerte presión financiera derivada de
los gastos del juicio, recibió una donación de 8000 dólares
procedentes de fuentes palestinas. Esta cantidad le fue entregada a
Katz por Faisal Husseini, a la sazón representante en Jerusalén de
la Autoridad Palestina. En aquel momento Katz estaba obligado a
depositar inmediatamente 30.000 shekels para que el caso pudiera
continuar y la necesidad de fondos adicionales se había hecho
especialmente apremiante después de que una velada organizada en el
progresista Club Tzavta de Tel Aviv para recoger fondos no lograra
reunir la suma necesaria.
El
hecho de que Katz recibiera fondos de manos palestinas se conoció
solamente a finales del año 2002, a raíz de la captura de documentos
realizada por los israelíes en el infame raid policial y
“conquista” de la Orient House, el cuartel general palestino en
Jerusalén Este (el raid fue dirigido por Uzi Landau, el militante
derechista miembro del Likud que ocupaba entonces el cargo de Ministro
de Seguridad Interna). Irónicamente, esta revelación salió a la luz
aproximadamente un mes antes de que Katz entregara la versión
revisada de su tesis, una revisión que, como veremos más adelante,
fue motivada por la decisión de la universidad de Haifa de suspender
su título después del juicio.
Pero
volvamos al proceso.
El
propio Katz fue el primer y único testigo que declaró ante el
tribunal. Al final de la segunda jornada del proceso ocurrió algo
realmente chocante: Katz aceptó llegar a un acuerdo fuera de la sala
y firmó una “disculpa” admitiendo que lo que ocurrió en Tantura
no fue una “masacre” –esta palabra sí aparecía en la disculpa
y parece que negarla fue el único propósito que se perseguía. La
ironía consiste en que la verdadera cuestión, es decir, saber si
tras la rendición de la aldea los ocupantes asesinaron a civiles y a
combatientes desarmados, no se mencionaba. Aparentemente, lo único
que los veteranos deseaban era una disculpa por la utilización de la
palabra “masacre”, una palabra que, recordémoslo de nuevo, no
aparecía en ningún lugar en la tesis de Katz.
El
documento se firmó entrada la noche (cerca de las 11:45), en una
reunión a la que asistían uno de los abogados no litigadores de Katz,
Amatzia Atlas, quien es además prima de Katz. El abogado de Katz,
Avigdor Feldman, no estaba presente y no tenía conocimiento de este
acto.
Según
Katz, los remordimientos por lo que acababa de hacer comenzaron a
asaltarle en el mismo momento en que se alejaba en taxi del lugar de
la reunión. En aquel preciso instante hizo partícipe de sus
resquemores a Atlas. Aparentemente, Atlas convenció a Katz de que lo
“consultase con la almohada” y que esperara a ver cómo se sentía
a la mañana siguiente. Asimismo, según Katz, un abogado de la
universidad de Haifa presente durante la firma del acuerdo dijo a la
mujer de Katz (que también había estado presente en el acto):
“Dile que firme y que continúe sus estudios para obtener el
doctorado”.
Es
importante reseñar que, según Katz, en el lapso de tiempo de
aproximadamente 12 horas que median entre la firma del acuerdo y el
reinicio de la vista judicial, solamente habló con dos personas más:
un amigo íntimo y Adam Keller, el portavoz de Gush Shalom.
Al
comienzo de la sesión del tribunal a la mañana siguiente la
magistrada de la sala Drora Pilpel anunció que el caso estaba
cerrado, lo que provocó el silencio atónito del numeroso público
presente en la sala, ignorante de lo que había ocurrido la noche
anterior. La magistrada explicó que se había firmado un acuerdo
fuera de la sala y que, tras examinarlo, el tribunal lo había
aprobado.
En
ese momento, el abogado Feldman se levantó y le dijo a la juez que
Katz deseaba hacer una declaración. Tras la autorización de la
magistrada Katz explicó al tribunal que había firmado el acuerdo en
un momento de debilidad del que ahora se arrepentía profundamente.
Además, sentía que no sería capaz de vivir de acuerdo con su decisión
puesto que no representaba lo que realmente pensaba sobre su trabajo.
Rogó al tribunal que le permitiera retractarse de su “disculpa” y
que pudiera seguir defendiéndose contra la denuncia por calumnias.
El
abogado de los veteranos de la brigada Alexandroni solicitó al
tribunal que rechazara la demanda de Katz y, tras varias horas de
deliberaciones, la juez Pilpel anunció su decisión de no permitir a
Katz dar marcha atrás en el acuerdo que había firmado. Subrayó enfáticamente
que su decisión obedecía exclusivamente a su convicción de que un
contrato entre partes debe ser respetado. Enfatizó que su decisión
no tenía nada que ver con el contenido, precisión o veracidad de la
demanda por calumnias. Katz apeló al Tribunal Supremo quien, a su
vez, mantuvo la decisión de la juez del tribunal de primera instancia
alegando exactamente las mismas razones.
Como
parte del acuerdo firmado, Katz fue obligado a publicar una
“disculpa” en la prensa. Katz se negó a hacerlo puesto que
semejante acto no reflejaría fielmente sus sentimientos verdaderos
acerca del caso. El abogado de los veteranos publicó entonces la
“disculpa” por sí mismo y procedió a embargar el automóvil de
Katz para pagar los gastos de publicación. Katz pagó la factura de
publicación para evitar el embargo de su vehículo.
Se
ha escrito mucho acerca de las razones que provocaron el
“derrumbe” de Katz y lo indujeron a firmar una “disculpa” en
la que obviamente no creía. En este contexto, debemos notar que la
presión de la demanda por calumnias resultó seriamente perjudicial
para la salud de Katz. Sufrió un ataque leve y su estado general de
salud y emocional decayó. Varios miembros de su familia, incluida su
esposa, sus hijos y su prima, la abogada Amatzia Atlas, lo presionaron
para que aceptara un acuerdo, pues realmente temían por su vida.
Tras
la conclusión del juicio, la universidad de Haifa nombró a un comité
de cuatro para que “revisaran” la tesis de Katz. Las
deliberaciones que condujeron a tal nombramiento no están claras. La
universidad nunca ha explicado cuáles fueron las reglas
procedimentales que aplicó para volver a revisar el status de una
tesis ya aprobada que había obtenido una calificación del 97%.
El
comité informó que había descubierto algunos errores graves. Por
ejemplo, decía que la tesis “fracasó en la fase de presentación
al juicio del lector del material en bruto, tanto en lo relativo a su
organización según criterios estrictos de clasificación y de crítica,
cuanto en lo relativo a aparentes casos de negligencia con respecto al
testimonio de los entrevistados”. Se suscitó un encendido debate
entre los miembros del comité sobre si las “distorsiones de Katz”
obedecían a motivos políticos y eran deliberadas.
Merece
la pena repetir que, que yo sepa, la universidad nunca aportó la
justificación legal y procedimental de estos actos a la luz de
ninguna normativa preexistente. Este hecho reviste especial relevancia
puesto que está claro que la tesis de Katz no fue “revisada” en
respuesta a una queja académica interna, o sobre la base de información
de carácter académico aportada formalmente ante la facultad por un
cuerpo académico cualificado y autorizado, o como resultado de una
queja formulada por una persona que hubiera formulado su protesta tras
escrutinio académico de la tesis. Por el contrario, parece ser que la
evaluación de la tesis se reabrió basándose en cierta impugnación
surgida de un procedimiento judicial abortado y que la acción no
siguió las pautas formales y establecidas de procedimiento académico.
A
causa del informe emitido por este comité, la universidad de Haifa
anuló el título de Katz (se produjeron incluso requerimientos a
bibliotecas para que hicieran desaparecer la tesis de sus estanterías)
y se le ofreció la oportunidad de revisar su tesis y volverla a
presentar. Katz aceptó la ”oferta” y revisó de forma
significativa su tesis tanto aumentando considerablemente el número
de personas entrevistadas como introduciendo grandes cambios en el
estilo y estructura de la tesis. A fin de evitar la posibilidad de críticas
por eventuales discrepancias entre los testimonios orales y su reflejo
en la tesis, Katz incluyó en ésta un gran número de transcripciones
literales. Naturalmente, ello provocó un considerable aumento del
volumen de la tesis (la extensión total final del original hebreo
alcanzaba casi las 600 páginas mientras que la traducción inglesa
sobrepasaba las 800). También hizo que el resultado final fuera un
documento más bien pesado y tedioso. Irónicamente, este intento de
prevenir toda crítica produjo a su vez más críticas sobre la
calidad del texto y de la escritura.
A
finales del año 2000 Katz presentó su tesis revisada en la
Universidad de Haifa.
En
una decisión sin precedentes, la universidad de Haifa designó a un
comité examinador anónimo compuesto por cinco individuos. A pesar
del supuesto anonimato de este comité, la identidad de algunos o de
todos sus miembros pronto comenzó a circular en el ciberespacio –el
origen de la(s) filtración(es) se ignora. El hecho de que los nombres
de los miembros del comité circularan libremente dejó claro que el
supuesto “secreto” de las deliberaciones no existía. Simultáneamente,
se hizo evidente que algunos miembros del comité no estaban en
condiciones de alegar objetividad o falta de prejuicios.
La
opinión que la tesis revisada de Katz mereció a los cinco miembros
del comité fue altamente divergente. Dos miembros le concedieron una
nota muy aceptable de 85 y de 83. Dos la condenaron (calificándola
con cerca de 40). El quinto miembro del comité le dio una nota de 74.
Entonces la universidad de Haifa adoptó una medida tan insólita como
la anterior: hizo una media de las calificaciones otorgadas por los
miembros del comité. El resultado de este dudoso procedimiento estadístico
fue una nota que rondaba el 70%, es decir, un 1% menos del nivel
necesario para obtener el aprobado en una tesis de maestría en la
universidad de Haifa.
Basándose
en los resultados de este procedimiento tan extremadamente inusual y
dudoso, la universidad de Haifa rechazó la tesis de Katz y le negó
el título de MA (Master of Arts) en investigación que le habría
correspondido si su tesis hubiera sido aceptada. No obstante, dado que
Katz había cumplido todos los requisitos y tareas inherentes al
curso, la universidad de Haifa no tuvo más remedio que concederle (a
regañadientes, presumo) un título de MA “no investigativo”.
Finalmente,
reviste cierto interés saber que, entre otros, dos escritores seniors
especializados en el período de la guerra de 1948 han concluido
posteriormente que la tesis de Katz sobre los sucesos de Tantura no
carece de mérito. Tom Segev concluyó su artículo sobre dicha cuestión
afirmando que aunque Katz puede haber cometido algún error como
historiador, los acontecimientos que describió probablemente
sucedieron. Benny Morris decidió que un número significativo de
habitantes de Tantura fueron muertos tras la rendición del lugar y
concluyó que no tenían armas o habían sido desarmados cuando los
mataron.
La
opinión de Morris es especialmente interesante puesto que objeta
metodológicamente la admisibilidad de la evidencia histórica oral
(cuando le pidieron que ayudara a Katz se negó porque Katz se había
basado en testimonios orales). En una entrevista concedida al
Jerusalem Post, Morris argüía que, aunque no está seguro de que lo
que ocurrió en Tantura, hubiera sido verdaderamente una masacre, tenía
ahora la certeza de que los soldados habían perpetrado en Tantura
atrocidades, violaciones y asesinatos.
Por
lo que yo sé, a pesar de que varios académicos de la universidad de
Haifa me manifestaron su malestar por el trato que la universidad dio
a Katz, el único que lo defendió públicamente fue Ilan Pappe.
(*)
Zalman Amit creció en Israel, emigró al Canadá y ahora divide su
tiempo entre ambos países. Profesor emérito del Centro de Estudios
de Neurobiología del Comportamiento de la Universidad Concordia de
Montreal, ha solicitado ser incluido en la lista negra de académicos
del Campus Watch.
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