¿Venganza
nuclear–petrolera de los ayatolas contra Bush?
Por
Alfredo Jalife–Rahme
La
Jornada, México, 29/06/05
Cero
y van tres: la aplicación teológica del "eje del mal" por
Baby Bush, quien resultó un tsunami geopolítico para su país, se
desmorona en los tres frentes que abrió. El ejército de EEUU está a
punto de ser expulsado a patadas de Irak, primer integrante del sicótico
eje de la teogonía bushiana, mientras el septuagenario Donald
Rumsfeld provoca compasión al haber admitido que negocia en "lo
oscurito" con los "insurgentes" (sic) (Al Jazeera,
26/6/05). Hasta acabó en el hospital el vice Dick Cheney para ser
revisado de su cardiopatía (Huffington Post; 24/6/05). China salió
al rescate de EEUU para ocultar que Norcorea, integrante de la bélica
trilogía bushiana, humilló a la rupestre diplomacia estadounidense. Y
ahora la teocracia chiíta, tercer integrante de la fobia bushiana,
coloca en la presidencia al jomeinista Ahmadinejad, lo cual ha
empujado el precio del "oro negro" a las cumbres borrascosas
debido a la "preocupación que el nuevo presidente de Irán podría
limitar las inversiones extranjeras en la industria petrolera" (Bloomberg;
27 junio 05). Un aserto absurdo cuando EEUU impuso en forma unilateral
su boicot a Irán.
El
presidente jomeinista dijo "favorecer las empresas domésticas
para desarrollar las reservas de petróleo, las segundas del
mundo". Es notorio que una declaración de tales alcances no se
formula en la ebullición de una "victoria inesperada", si
es que no fue diseñada con antelación por el supremo líder
espiritual de la teocracia chiíta iraní, Ali Jamenei, el verdadero
triunfador que relega a las calendas del olvido las
"reformas" de Jatami y la ilusa tercera vía de Rafsanjani.
En tiempos de conflagración, la geopolítica marca los tiempos
electorales, y no al revés.
Tres
temas fueron explotados exitosamente por el jomeinista "pragmático"
(sic), como lo catalogan ciertos medios: el lamentable estado de la
economía (inflación de 15 por ciento y desempleo de 11 por ciento),
el rechazo a la privatización del petróleo y la mansedumbre de los
negociadores iraníes sobre su proyecto nuclear.
Deborah
White, economista de Société Generale SA, con sede en París,
conjetura que quizá la producción petrolera de Irán (a los que
agregó México, Venezuela y Rusia) haya alcanzado su "pico"
y "haya iniciado su declinación, lo cual favorece la producción
doméstica", en detrimento de las trasnacionales.
En
lo que va de junio, el "oro negro" ha ganado 17 por ciento a
despecho de la ridícula fauna neoliberal apátrida de México que se
ha equivocado todas las veces que ha podido: desde Téllez Kuenzler,
pasando por Calderón Hinojosa (y eso que sólo duró unas semanas en
la Secretaría de Energía antes de ser defenestrado), hasta Fox y el
malhadado subsecretario de Hacienda, el cordobista Hurtado López. En
Irán, como en México, el petróleo forma parte del imaginario
colectivo: en 1951, como el general Lázaro Cárdenas, Muhamed
Mossadegh nacionalizó el "oro negro" por lo que fue
depuesto por la CIA que instaló a su marioneta, el Sha, quien dos años
más tarde "abrió" de par en par las puertas a las
trasnacionales anglosajonas. La revolución jomeinista de 1979 (otro
operativo de recambio de la CIA y Kissinger, según Zaki Yamani,
entonces ministro de petróleo saudita) renacionalizó el petróleo
que alcanzó cifras récord, lo cual era el objetivo de las
trasnacionales anglosajonas para financiar sus recientes megafusiones.
Interesante: el año 2005 se parece mucho a 1979, como toda la década
de los 70 se asemeja a la actual en geopolítica, economía, finanzas,
petróleo y oro (además: Irak es peor que Vietnam).
Ambrose
Evans–Pritchard de The Daily Telegraph (27/6/05), vinculado con los
sharonistas israelíes y los neoconservadores straussianos, afirma que
las turbulencias geopolíticas en Irán, Rusia y Arabia Saudita (le
faltó agregar Nigeria y, quizá, hasta Chiapas) "po–drían
incrementar pronto (¡sic!) el precio del crudo a 100 dólares el
barril".
¿Qué
pasará con la ley de 2002 de Jatami para impulsar la inversión foránea,
coincidentemente en vísperas de la invasión ilegal anglosajona a
Irak que favoreció más que a nadie a Irán? ¿Qué sucederá con las
inversiones de la tramposa trasnacional Shell que participa, por
encima del boicot unilateral bushiano, en un proyecto con la empresa
estatal iraní en los yacimientos de Soroush y Nowruz?
Queda
clara la identidad de los actores que el supremo líder espiritual
Jamenei maneja exquisitamente en su tablero de ajedrez (un invento
persa): el "reformador" Jatami para la etapa de acercamiento
con la Unión Europea, el "negociador" Rafsanjani tras las
bambalinas de Ginebra (con EEUU, Gran Bretaña e Israel) y el
jomeinista Ahmedinejad para la férrea etapa de negociación nuclear.
El
nuevo presidente, de 49 años de edad (21 años menor a Rafsanjani, lo
cual enmarca la segunda generación del jomeinismo), proveniente de la
cultura del esfuerzo (hijo de un herrero y de los desheredados de la
Tierra) y de formación científica, ha apostado su futuro para
convertir a Irán en una potencia nuclear, bajo la encubierta de
producir "electricidad" (sic), cuando dispone del misil
Shehab–3, de 2 mil kilómetros de alcance: anatema para EEUU que
acusa a la teocracia chiíta de construir bombas atómicas y de
apadrinar el terrorismo. Por desgracia, Baby Bush no predica con el
ejemplo y por razones de "seguridad nacional" (¿militarización
del espacio?) "reanuda la producción de plutonio", el
cancerígeno pulmonar "isótopo 238", a un costo anual de
mil 500 millones de dólares (NYT; 27/6/05), mientras exige al nuevo
presidente jomeinista cesar su proyecto nuclear.
Bajo
la tácita aprobación de EEUU, tres vecinos de Irán poseen armas
nucleares: Israel, Pakistán e India. ¿Por qué, entonces, Irán es
discriminado? Irán ha recurrido a la asesoría rusa para la
construcción de sus plantas nucleares. ¿Como será recibido en Moscú
el bombardeo unilateral por EEUU y/o Israel de las plantas nucleares
iraníes? No es tan sencillo. Pravda (24/6/05) considera que
Ahmedinejad, favorable a la "modernización económica",
emprenderá una política antiestadounidense que "Rusia tendrá
que tomar en cuenta", es decir, en el escenario iraní ganan
Rusia, China e India, y pierde la dupla anglosajona (Israel es otro
asunto y hay que reconocer que maneja muy bien la "carta chiíta":
remember el Irán–Contras).
Es
nuestra hipótesis que los estupendos estrategas iraníes, con la
colocación de Ahmadinejad en la presidencia, han puesto la ecuación
sobre la mesa: posesión de bombas nucleares a cambio de
"abrir" su sector gasero (más importante que el petrolero).
En esta hipotética jugada de negociación multidimensional participarían
en forma abierta y encubierta (no hay que olvidar que la escenografía
es medio–oriental, donde no cabe el simplismo del pensamiento
lineal): Rusia, la Unión Europea, EEUU e Israel (y un poco a la
distancia, nada remota, Egipto y Arabia Saudita).
La
venganza de los fósiles (¡sic!) vivientes, una diatriba anglosajona
de la columna bajo el seudónimo de Spengler de Asia Times (28/6/05),
fustiga a la "sociedad tradicional de pobres rurales (sic) de Irán
y Palestina, subsidiados (sic), los primeros por el petróleo, y los
segundos por la ONU". ¡Cañón! A su juicio, "el apoyo
masivo al alcalde conservador ultraislámico (sic) de Teherán no debió
haber tomado a nadie por sorpresa, como sucedió en EEUU y Gran Bretaña",
los cuales, por cierto, no salen de su estupefacción: les prometieron
a Rafsanjani y les colocan de última hora al dogmático "pragmático"
(sic) Ahmadinejad, en un clásico juego de perfidia chiíta. Spengler
no se mide y en forma primitiva considera que el "Islam es la
venganza de la sociedad tribal (sic) sobre los imperios cosmopolitas
(sic)" como Occidente (sic). Los anglosajones están dolidos y lo
único rescatable de la diatriba de Spengler: "El triunfo de
Ahmadinejad deja a la política estadounidense en una posición
insostenible", cuando se encuentra a punto de retirarse de Irak
para beneficio de Irán. Lo peor: realiza una apología por la tiranía
regional: "más abre el Medio Oriente su proceso político a la
voluntad de la gente, y lo peor (sic) serán las cosas para
Washington". Se infiere el cataclismo que provocó en los centros
de la globalización financiera feudal el retorno del jomeinismo,
ahora con doble máscara científica y pragmática. En Irán también
leen periódicos y están al tanto de que la aventura anglosajona en
Irak y Afganistán (dos de sus fronteras) hace agua, mientras en
Norcorea la "diplomacia" bélica de Baby Bush ha sido
humillada. Si negocia Irán con EEUU, lo hará desde una posición de
mayor fuerza. Ese es el mensaje de la teocracia chiíta a la teocracia
petrolera texana.
Cabe
la posibilidad de un ataque de EEUU y/o Israel contra la planta
nuclear de Busheher que alienta la propaganda de los neoconservadores
straussianos. Al respecto, Scot Ritter, anterior jefe de inspectores
de armas nucleares de EEUU, afirma que la "guerra contra Irán ya
empezó" en forma encubierta (Al Jazeera, 20/6/05).
Preocupa
el dogma del jomeinista científico y pragmático sobre el
"establecimiento de un nuevo orden islámico", que por
necesidad tendría que ser chiíta y que llevaría a la guerra civil
contra el sunnismo, como sucede en Irak y puede acontecer en la
periferia del golfo Pérsico y en Líbano, lo cual en su conjunto cae
como anillo al dedo a las trasnacionales anglosajonas y al
"choque de civilizaciones" del racista Huntington para
avanzar su agenda balcanizadora y así mejor controlar los energéticos
de la región. ¿La tramposa "democratización" que desea
imponer Baby Bush en Medio Oriente, para colocar a sus marionetas (a
sus "nuevos Sha"), está llevando a consecuencias contrarias
a sus objetivos enunciados con las victorias en las urnas del
fundamentalismo islámico: Hezbolá en Líbano–Sur, Hamas en Gaza, y
el jomeinismo en Irán? ¿No será, acaso, lo que buscan los dos
fundamentalismos (el cristiano del rancho de Crawford y el hebreo) que
gobiernan en EEUU y en Israel para justificarse y avalar lo que viene?
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