Irán en la mira de
la voracidad de Estados Unidos
Por Marcelo Colussi
(*)
Argenpress 03/07/05
El modelo de sociedad
que generó el desarrollo del capitalismo en Estados Unidos de América
es voraz, alta e irresponsablemente voraz. Con una población que
ronda los 300 millones (el 4.8 % de la población planetaria), esta
sociedad consume aproximadamente el 25 % de la producción total del
mundo. La idea que signa la dinámica cultural de toda esta construcción
social es 'consumir'. Todo allí es un desenfrenado consumo,
irracional, absurdo. El éxito, la felicidad, el bien supremo es el
consumo.
Su hambre de energía
es igualmente insaciable; su principal fuente energética es el petróleo.
Presentado reservas propias muy escasas y camino a su agotamiento, el
país consume una cuarta parte del petróleo que actualmente se extrae
en todo el planeta. En estos momentos Estados Unidos importa el 53 %
de sus necesidades en este rubro esperándose que la cifra aumente al
68 % en el 2025, lo que significará elevar el consumo de crudo
importado al doble del actual. En tal sentido la administración
republicana hoy en el poder no ha tenido reparos en calificar esta
dependencia de 'amenaza a la seguridad nacional'. 'Si seguimos el
curso actual, de aquí a 20 años Estados Unidos importará casi dos
de cada tres barriles de petróleo, y dependerá cada vez más de
potencias extranjeras que no siempre toman en cuenta los intereses
estadounidenses', declaró muy campante el presidente Bush.
El petróleo es crucial
para su economía por ser la fuente del 40 % de su abastecimiento
energético además de proporcionar la casi totalidad del combustible
del transporte del país. Juega, igualmente, un papel vital en la
seguridad nacional, en tanto que es el propulsor de las formaciones de
tanques, aviones, helicópteros y embarcaciones, columna vertebral de
la maquinaria de guerra estadounidense. Dicho en otros términos: el
papel hegemónico desempeñado por Estados Unidos en el mundo del
siglo XXI como potencia económica y militar, en muy buena medida está
en dependencia del petróleo. Petróleo que cada vez se le hace más
escaso, que no tiene.
Como para que no queden
dudas al respecto, en septiembre del 2000 y en el marco de la
ulraconservadora Fundación 'Proyecto para el Nuevo Siglo Americano'
(Project for the New American Century) -think tank que llevó al
partido republicano al poder y es su fuente inspiradora-, algunos ideólogos
como Dick Cheney (actual vicepresidente) o Donald Rumsfeld (hoy
secretario de Defensa) decían sin ambages: 'Hoy el objetivo es
asegurar y expandir las zonas democráticas; evitar la aparición de
un nuevo poder competidor y preservar un favorable equilibrio de poder
en Europa, Oriente Medio y en la región productora de petróleo
circundante. Ahora Estados Unidos no tiene ningún rival global. La
estrategia de Estados Unidos debe centrarse en la preservación y
extensión de su ventajosa posición en el futuro'.
De forma manifiesta,
sin la más mínima vergüenza, los halcones que manejan los destinos
de la Casa Blanca -representantes, por cierto, de una oligarquía
fastuosa pero también, digámoslo claramente, de una población que
no está dispuesta a perder sus actuales niveles de hiper consumo-
tienen como prioridad nacional seguir manteniendo el papel de super
potencia del país, 'su ventajosa posición' en el concierto
internacional. Si aparecen 'potencias extranjeras que no toman en
cuenta los intereses estadounidenses' -y más aún en lo concerniente
al oro negro, corazón último del confort de esta sociedad- se
constituyen de inmediato en enemigos.
En la República Islámica
de Irán (la vieja y legendaria Persia), uno de los principales
productores mundiales de crudo en la actualidad, con reservas probadas
de un 11.4 % de la disponibilidad total que lo convierte en la segunda
reserva petrolera planetaria por detrás de Venezuela, acaban de
realizarse elecciones. Luego de la primera vuelta electoral,
Washington daba por descontado que el ganador sería el clérigo
moderado Ali Akbar Hashemi Rafsanjani.
Es sintomático que ni
bien se conoció el nombre del presidente electo, el hasta ahora
alcalde de Teherán Mahmoud Ahmadinejad, un desconocido en la arena
política internacional, la maquinaria mediática estadounidense y en
alguna medida la europea, pusieran el grito en el cielo. Donald
Rumsfeld declaró ante Fox News: 'No sé mucho sobre él... pero sé
que no es amigo de la democracia'. Se habló de fraude electoral, y
los epítetos descalificadores no se hicieron esperar:
'fundamentalista islámico', 'ultraconservador', 'proceso de
talibanización en ciernes'. Se dijo, incluso, que el candidato
ganador formó parte de la histórica toma de la Embajada de Estados
Unidos en Teherán en el año 1979, en plena Revolución Islámica.
Llamativo, ¿verdad?
¿Un nuevo Hugo Chávez?
Es prematuro aún abrir
escenarios sobre el futuro desempeño de Mahmoud Ahmadinejad en la
presidencia. Pero sus primeras declaraciones una vez electo, en todo
caso lejos de un llamado a la pretendida ortodoxia islámica e
intolerancia fundamentalista adelantadas por la prensa occidental, se
encaminaron a la moderación. Lo cual demuestra, seguramente, que hay
allí ya un montaje mediático desde las cadenas occidentales para
preparar un terreno, para ir creando opinión: ¿un nuevo Bin Laden?
No es esto lo que se ha dicho explícitamente, pero la manipulación
semántica no puede hacer pensar menos que en ello. 'La guerra llegó
a nuestras orillas el 11 de septiembre de 2001. Los terroristas que
nos atacaron, y a los que nos enfrentamos ahora, asesinan en nombre de
una ideología totalitaria que odia la libertad y rechaza la
tolerancia, y que trata de implantar la tiranía y la opresión' acaba
de declarar el presidente George Bush ante 750 militares de alto rango
refiriéndose al contexto iraquí. No estaba hablando de Irán, pero sí
de los 'fundamentalistas'.
Seguramente Washington
esperaba un nuevo presidente dócil a sus designios, en la línea de
lo que viene sucediendo (¿casualmente?) en algunas de las ex repúblicas
soviéticas: Georgia, Ucrania, Kirguiztán. Las señales de alarma que
puede haber encendido la elección de Ahmadinejad entre los halcones
republicanos pueden ser similares, salvando las distancias, a las que
despierta Hugo Chávez en Venezuela con la Revolución Bolivariana.
Por lo pronto, el alcalde de Teherán ganó el proceso eleccionario
con el voto de los sectores más pobres de la sociedad iraní. Y para
priorizarlos con políticas específicas, dijo, será su futuro
gobierno.
Por otro lado, sus
primeras declaraciones en materia petrolera se dirigen a priorizar las
empresas nacionales por sobre las extranjeras y a fomentar una política
de transparencia, aludiendo así al clan Rafsanjani, el esperado
ganador para la Casa Blanca, sobre el que pesan denuncias de corrupción
y enriquecimiento ilícito en el manejo de este recurso (de hecho, un
hijo del candidato ejerció un poder discrecional dentro del
Ministerio de Petróleo dando lugar a una probada malversación en
provecho familiar).
En términos de política
externa el mandatario electo, si bien no se promulgó desafiante como
lo hiciera años atrás el fundador de la Revolución Islámica, el
Ayatollah Ruhollah Khomeini, expresó claramente que Irán no se
doblegará ante las demandas imperiales de Washington.
Por último, el
programa atómico mantenido hasta ahora por los ulemas iraníes, ha
sido materia de cautela por parte de las políticas que implementa el
gobierno de Estados Unidos. Si todavía no ha atacado militarmente a
esta fenomenal reserva de petróleo que es Irán, en parte se debe a
la capacidad nuclear de Teherán. Al respecto, el electo Ahmadinejad
no ha dado señales (¿por qué habría de darlas?) de retroceder en
lo avanzado por su país estos años.
En conclusión: si bien
no hay demasiados elementos para poder precisar qué sucederá en el
futuro inmediato en la República Islámica de Irán, la llegada de
una propuesta que no se doblega ante Washington, como mínimo, debe
ser bien recibida. La historia dirá si efectivamente estamos ante un
reaccionario fundamentalista, un retrógrado teocrático, o si la
elección popular no se equivocó. En la lógica guevarista (en términos
políticos, claro está, no militares) de 'crear dos, tres, muchos
Vietnam' para enfrentar la supremacía insolente de Estados Unidos
como potencia unipolar, bienvenida sea toda opción antiimperialista.
(*) Marcelo Colussi.
Psicólogo y licenciado en filosofía. Italo-argentino, desde hace 15
años vive y trabaja en el ámbito de los derechos humanos en Centroamérica.
Ensayista y escritor, ha publicado en el campo de las ciencias
sociales y en la narrativa.
|
|