Juego peligroso (2): Irán
Incluso un estratega
israelí admite que 'si los iraníes no intentaran construir armas
nucleares, estarían locos', pues EE.UU. aún contempla atacarla
Por
William R. Polk (*)
La Vanguardia, Barcelona,
03/07/05
Traducción de Juan Gabriel López Guix
Los analistas de los
servicios de inteligencia occidentales creen que Irán no posee todavía
armas nucleares, pero que podría conseguirlas pronto. El Gobierno de
Bush ha proclamado que no piensa tolerar que eso suceda. ¿Dispone
Estados Unidos de los medios para obligar a Irán a no dar ese paso?
Al menos en teoría, Estados Unidos podría atacar, arrasar el país y
abortar el programa iraní o podría realizar una incursión aérea
con aviones o misiles contra instalaciones sospechosas. Israel lo hizo
en 1981 contra la instalación nuclear iraquí de Osiraq y ha
amenazado con repetirlo contra Irán. El objetivo sería destruir las
instalaciones y quizá derribar el régimen.
Irán ha aprendido de
la experiencia iraquí, por lo que ha diseminado las instalaciones
relacionadas con sus investigaciones nucleares y, como Corea del Norte
y otros países, ha construido muchas de ellas bajo tierra. Para
atacar esas instalaciones la mejor arma actual es la B61-11, la bomba
revientabúnkeres.Con gran publicidad, Estados Unidos ha vendido a los
israelíes 102 aviones de largo alcance (F-16I) y 500 revientabúnkeres,
que necesitarían para llevar a cabo un ataque de esas características.
¿Funcionan esas bombas? En una prueba realizada en la tundra helada
de Alaska, no lograron penetran a más de 3 metros en el suelo y ni
siquiera pudieron traspasar un fino revestimiento de granito o de
hormigón reforzado. Dado que se cree que al menos los principales
emplazamientos iraníes están a varios centenares de metros bajo
capas de granito, es muy posible que sean inmunes a esa arma tan
publicitada. De modo que, además de bombardear, un atacante tendría
que desplegar sobre el terreno, como mínimo, las fuerzas de comandos
encargadas de hacer volar los túneles. ¿Está dispuesto Estados
Unidos a realizar semejante ataque o a alentar o ayudar a otros para
que lo realicen? La respuesta a ambas preguntas parece ser afirmativa.
No sólo ha proporcionado a Israel las armas, sino que, ante la
pregunta de si Estados Unidos podría pedir a Israel que actuara
contra Irán, el vicepresidente Dick Cheney contestó que "los
israelíes pueden muy bien decidir actuar los primeros".
Por ello, el Gobierno
iraní debe tomar muy en serio esas amenazas. ¿Cómo es probable que
reaccione? Irán tiene un modelo que debe de haber estudiado con mucha
atención, Iraq. Puesto que no habría podido reunir ejército alguno
capaz de hacer frente a los estadounidenses, Saddam pagó el precio
supremo por no tener armas nucleares. Es probable que los iraníes
extraigan dos lecciones de esta experiencia: abstenerse de intentar
conseguir armas nucleares no supone ninguna protección, pero puede
ser vital abstenerse de realizar provocaciones mientras se trabaja en
secreto, deprisa y con tanta seguridad como sea posible para intentar
conseguirlas.
Los rumores, cada vez más
apoyados por los hechos, indican que el enfrentamiento
iranoestadounidense se dirige hacia un clímax. Tildado por el
presidente Bush como parte del eje del mal,Irán es claramente un
objetivo militar. Como hicieron en Iraq, los aviones convencionales y
los aviones teledirigidos estadounidenses han estado sobrevolando el
país mientras equipos de comandos de las fuerzas especiales se han
dedicado a operar sobre el terreno. De modo más preocupante, los iraníes
pueden leer por internet, la Estrategia de defensa nacional de Estados
Unidos de América, que afirma sin ambages (Sección III/B/2) que los
estadounidenses están creando bases desde las cuales emplear poder
militar rápidamente y con relativa facilidad. Irán se encuentra
ahora rodeado casi por completo de bases militares estadounidenses en
Qatar, Afganistán, Uzbekistán, Kirguistán y Turquía. El presidente
Bush, la secretaria de Estado Condoleezza Rice y el secretario de
Defensa Donald Rumsfeld han afirmado repetidas veces que "un
ataque estadounidense contra Irán no es inminente, pero la opción
sigue existiendo".
Para contener una
invasión, la única esperanza de Irán es lograr que sea tan costosa
que disuada a EE.UU. Irán tiene cuatro formas de hacerlo. La primera,
en caso de ataque, es desencadenar una guerra de guerrillas. Irán se
ha preparado para ello y ha hecho acopio de los pertrechos adecuados,
desde fusiles de balas perforantes hasta gafas de visión nocturna.
Los 150.000 miembros de la Guardia Revolucionaria serían la punta de
lanza de la resistencia guerrillera. Mostraron una devoción fanática
a su país durante la guerra de Irán-Iraq y con toda seguridad volverían
a mostrarla. Irán es un país extenso y tiene varias veces la población
de Iraq; por lo que podría librar -y casi con toda seguridad lo haría-
una guerra de guerrillas prolongada. Aunque el establishment religioso
no goza de las simpatías de muchos, los iraníes son firmes
nacionalistas. Y saldrán a la calle para recibir con flores en la
mano a los soldados extranjeros tanto como lo hicieron los iraquíes
en el 2003 y los cubanos en la invasión de la bahía de Cochinos en
1961.
La segunda baza de Irán
es la improbabilidad de que una nueva guerra sea popular en EE.UU. El
país sigue atrapado en las arenas movedizas iraquíes, donde no le
van las cosas muy bien, y también le falta conseguir la victoria en
Afganistán. Las bajas van subiendo. Según las encuestas de opinión
pública, en junio del 2005 más de la mitad de la población
estadounidense (59 por ciento) se oponía ya al papel de EE.UU. en
Iraq. En consecuencia, no es probable que los estadounidenses apoyen
otra guerra de guerrillas.
La tercera baza es que,
a diferencia de la remota y aislada Corea del Norte, Irán tiene
amigos extranjeros y aliados. El chiísmo es una parte vital del islam
y tiene millones de partidarios fuera de Irán. El petróleo de Arabia
Saudí se produce en gran medida en la provincia oriental chií. Los
chiíes constituyen una gran porción de las poblaciones de los
estados del Golfo, Pakistán e incluso Turquía. En Líbano, el grupo
político más poderoso es el chií Hezbollah. Y, desde luego, Iraq
tiene ahora un Gobierno dirigido por los chiíes, muchos de cuyos
dirigentes pasaron gran parte de su vida en Irán y cuyas milicias están
entrenadas por los iraníes. Incluso el dirigente kurdo Jalal Talabani,
un musulmán suní, posee lazos muy estrechos con Irán. Un ataque
estadounidense contra Irán empujaría a los chiíes iraquíes hacia
lo que hasta ahora es una resistencia mayoritariamente suní; eso
contribuiría a la unión de suníes y chiíes más que cualquier
esfuerzo que pudiera realizarse en su nombre. Casi con seguridad que
ello acabaría por ampliar en grandísima medida, aunque no fuera de
forma inmediata, las fuerzas que los estadounidenses consideran
terroristas;y no sólo en Iraq, sino en todo el mundo musulmán. Además,
como han demostrado, los chiíes suelen ser luchadores mucho más
decididos que cualquier otro grupo, incluidos los seguidores de Osama
Bin Laden.
La cuarta baza de Irán
es que, a diferencia de Corea del Norte, es un importante socio
comercial de países y compañías multinacionales en gran parte de
Europa y Asia. Muchos de ellos están tan deseosos de hacer negocios
con Irán que han desobedecido las sanciones impuestas por EE.UU. y
han buscado llegar a un acuerdo pacífico de Irán a través de las
Naciones Unidas y la Unión Europea. Antes, durante y después del
derrocamiento del sha esta baza resultó ser de gran importancia para
Irán.Y continuará siéndolo.
Son poderosos elementos
disuasorios, pero llevado por la ideología, los cálculos equivocados
o la decisión de detener la proliferación de las armas nucleares a
cualquier precio, EE.UU. podría atacar de todos modos. No puede
utilizar el recurso que ha utilizado con éxito en otras partes en el
pasado, garantizar la soberanía de la nación, puesto que es el
propio EE.UU. al que los iraníes perciben como la amenaza. Por ello
los iraníes han concluido, según creo, que no estarán seguros a
menos que consigan armas nucleares. Eso es, en el fondo, lo que han
hecho todas las demás potencias nucleares (EE.UU., Unión Soviética,
Gran Bretaña, Francia, China, Israel, India, Pakistán y ahora Corea
del Norte). Incluso sus enemigos admiten, como comentó un estratega
israelí, que "si los iraníes no intentaran construir armas
nucleares, estarían locos".
El reto al que se
enfrentan los iraníes es cómo ganar tiempo para lograrlo. La mejor
manera es lo que están haciendo, afirmar que el programa iraní está
destinado únicamente a la producción de energía, que es pacífico y
legal de acuerdo con el tratado de no proliferación nuclear, y
mostrarse abierto a la negociación. Como afirmó un miembro del
Consejo de Seguridad Nacional de Irán, "Irán se muestra al
ciento por ciento flexible, abierto, dispuesto a negociar, a transigir
en cualquier mecanismo, pero no a una cesión". Al negociar con
la Unión Europea, buscan abrir una brecha entre EE.UU. y otras
potencias. Hasta ahora, al menos, parece que lo están consiguiendo.
(*) William R. Polk es
uno de los directores de la Fundación W. P. Carey. En 1961, el
presidente Kennedy lo nombró miembro del Consejo de Planificación de
Políticas del Departamento de Estado de Estados Unidos. En 1965, se
convirtió en catedrático de Historia en la Universidad de Chicago y
creó su Centro de Estudios de Oriente Medio. Entre sus numerosos libros se cuentan: “The United States and the Arab
World” y “The elusive peace: the Middle East in the twentieth
century”.
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