Yemen I
Quiebras en el
sistema
Por
Sarah Phillips (*)
MERIP 28/07/05 / CSCAweb
10/08/05
Traducción de Natalia Litvina para CSCAweb
"El deterioro de
la economía es sólo uno de los problemas del régimen. Para la mayoría
de los yemeníes la extensión de las explosiones, manifestaciones,
asesinatos y tiroteos presenciada en la primavera y verano de 2005 está
ligada al levantamiento en Sadaa. Y es el signo de que el régimen está
aflojando su presa sobre el país"
El repentino anuncio
del presidente yemení Ali Abdallah Salih, proclamando que se retiraría
en 2006 favoreciendo la entrada de "savia fresca" ha dejado
atónitos al país y a la región. Al dirigir la República Árabe de
Yemen del Norte y al asumir la presidencia de todo el país desde la
unificación en 1990, Salih ha disfrutado del segundo mandato más
largo de todo el mundo árabe, sólo superado por el hombre fuerte de
Libia, Muammar El-Gadafi. Al proliferar las especulaciones sobre si la
postura de Salih es sólo un montaje, y que la "savia
fresca" sea su propio hijo Ahmad o que en realidad sólo intente
volver a ganarse el poder, lo cierto es que Yemen está sumido en una
prolongada crisis económica y de seguridad que ha dejado expuesta la
fragilidad del Estado y ha aumentado las grietas en el sistema político
nacional.
Dos días después de
la declaración del presidente del 17 de julio, el gobierno retiró
una serie de subvenciones al suministro popular de combustible. Los
disturbios consecuentes, que el gobierno aplastó con la intervención
de soldados y tanquetas, produjeron 22 muertos y 375 heridos, de
acuerdo con cifras oficiales. Las cifras no oficiales estiman los
muertos en al menos 39. Estas revueltas pusieron de relieve las
estrecheces económicas de Yemen y las fuertes sospechas en su
sociedad acerca de la descontrolada corrupción del régimen.
Igualmente se produjeron con el telón de fondo de la ya vieja lucha
del gobierno contra los militantes islamistas que una vez fueran
apoyadas por el gobierno- y que ahora vuelven a despertar las dudas
sobre el derecho del régimen de Salih a gobernar Yemen.
Dos asaltos en la
lucha
Desde junio de 2004,
las fuerzas gubernamentales y tribales pagadas por el gobierno han
mantenido una lucha, esporádica pero intensa y sangrienta contra un
grupo que se hace llamar Juventud Creyente, cuyos integrantes se
estiman entre 1000 y 3000, antiguos seguidores del clérigo zaydí
Hussein al-Huzi, antiguo miembro del parlamento por parte del partido
zaydí Hizb al-Haqq (1993-1997). El zaydismo es una forma de islam shií
que es mayoritaria en las tierras altas de Yemen del Norte.
Mientras que el
gobierno ha intentado minimizar el conflicto Salih lo declaró
"prácticamente resuelto" a mediados de abril de 2005-
varios medios e informes de testigos aseguran que ha seguido muriendo
gente en cantidades significativas por lo menos hasta mediados de
mayo. Aunque no es posible obtener estadísticas concretas, el
gobierno consideraba en mayo que el número de soldados y civiles caídos
en los dos puntos álgidos del conflicto había sido de 525, con unos
2708 heridos. La cantidad real sería todavía mucho más alta, y no
incluye el número de rebeldes muertos. Amnistía Internacional
informa que objetivos civiles han sido atacados por "fuerzas de
seguridad, empleando armamento pesado, incluyendo helicópteros con
ametralladoras". Se ha destruido un gran número de casas durante
el conflicto, algunas intencionadamente, y otras como resultado de
disparos indiscriminados.
El primer asalto de los
combates se centró en Sadaa, donde Al-Huzi y sus seguidores fueron
capaces de mantener a raya a las tropas del gobierno desde sus
refugios en las montañas, causando numerosas bajas. Se realizaron
arrestos en masas en la provincia, y Amnestía Internacional informaba
que un número desconocido de supuestos seguidores de Al-Huzi
permanecen detenidos e incomunicados por el gobierno. Hussein al-Huzi
resultó muerto en los combates de septiembre de 2004. Las tensiones
se relajaron durante los seis meses siguientes a la muerte de Al-Huzi,
si bien el liderazgo de la Juventud Creyente ha pasado a su anciano
padre, Badr al-Din.
A principios de 2005,
Badr al-Din fue invitado por Salih a la capital, Sanaa, para discutir
un acuerdo permanente que incluyera la liberación de prisioneros y
compensaciones económicas para las vidas y propiedades perdidas en la
lucha. El gobierno esperaba obtener la seguridad de que la rebelión
no renacería. Badr al-Din permaneció en Sanaa por dos meses. Los
resultados de las charlas varían según las fuentes. El gobierno
aseguraba haberle otorgado inmunidad, mientras que al-Huzi declaraba
que el gobierno renegó de sus promesas al respecto de la liberación
de prisioneros y el cese de perseguir a sospechosos de simpatizar con
el levantamiento.
Dos meses después de
que Al-Huzi retornara a Sadaa, una comisaría de policía y un vehículo
militar fueron atacados en la zona. Serios combates se entablaron,
extendiéndose a otras ciudades, incluyendo las calles de la capital
Sanaa. Si bien se había dado una calma relativa desde mediados de
mayo, y las negociaciones continuaban incluyendo la posibilidad de su
rendición, lo cierto es que Badr al-Din al-Huzi está al tope de sus
fuerzas, aparentemente. Otro de sus hijos, Abd El-Malik , aseguraba el
6 de julio en las páginas del semanario yemení Al-Wasat que los
militantes restantes deberían "permanecer en las montañas"
hasta que los prisioneros fueran liberados.
Origen confuso
Los orígenes de la
rebelión de Al-Huzi permanecen confusos. Los combates estallaron en
Sadaa en verano de 2004, poco después de que en el sermón televisado
del viernes apareciera una pancarta al fondo con el lema "Muerte
a Estados Unidos, Muerte a Israel". La pancarta era un claro,
aunque no único desafío al régimen, cuya cooperación con la lucha
anti-terrorista de EEUU era más del dominio público que lo deseado
por el régimen. Pero, si bien Hussein al-Huzi tenía un largo
historial de duras declaraciones contra la política de EEUU en
Oriente Medio, no está claro que fuera la relación de Yemen con los
EEUU la que precipitara esta revuelta. Badr al-Din , en la edición
del 9 de mayo de Al-Wasat, declaraba que su hijo había actuado por la
necesidad de "proteger el Islam".
El régimen argumenta
que la Juventud Creyente llama al restablecimiento del Imamato Zaydi,
que gobernó Yemen durante más de 1000 años (con breves
interrupciones), hasta 1962. En calidad de "sayyid" el que
asegura ser descendiente del profeta Muhammad a través de su hija Fátima
y el marido de ésta, Ali - Al-Huzi podría, en teoría, ser elegido
para ser Imam. De acuerdo con otra acusación que circula, Al-Huzi ya
se habría proclamado Imam el mismo. Tanto los Huzi como el partido
Hizb-al Haqq (Partido de la Verdad, N de la Tr)niegan ambas
incendiarias acusaciones.
La resurrección del
Imamato es una idea rechazada por la mayoría sunní de Yemen, y por
muchas tribus zaydíes, y que está en contradicción con la meta de
la revolución de 1962: debilitar el poder de la edad de oro de los
sayyidíes sobre los otros zaydíes que no eran miembros de la élite
religiosa. En tanto que antiguo oficial militar secular y zaydí
tribal no sayyid, el Presidente Salih personificaba esa meta. En 1990,
los líderes religiosos zaydíes, incluyendo figuras que hoy día
participan en los dos partidos políticos zaydíes de Yemen,
mantuvieron una conferencia en Sanaa, donde se declaró que el jefe
del Estado no tenía por qué ser descendiente del Profeta, acordando
que "el justo y fuerte" debería gobernar Yemen. La
declaración, por supuesto, fue emitida bajo las presiones de Salih.
Existe cierta ambigüedad
acerca de la negativa de los Huzi sobre sus aspiraciones a recuperar
el Imamato. Badr al-Din decía en la edición de Al-Wasat de 9 de
marzo que, a efectos prácticos, el Imamato era el sistema de gobierno
"más preferible" para Yemen si se presentara el "auténtico
y legitimo" imam. "Cualquier creyente justo" podría
gobernar el país si no apareciera el imam. Cuando se le preguntó si
consideraba a Salih un gobernante legítimo, Badr Al-Din prefirió no
responder, diciéndole al entrevistador: "no me ponga en una
situación difícil". Es esta extendida oposición al régimen,
antes que la cuestión del Imamato, la que encuentra eco en los
desencantados yemeníes.
Una compleja red de
alianzas
La persistente lucha en
Sadaa ha provocado que notables autoridades shiíes de Iraq e Irán
formulen acusaciones sobre la campaña que el gobierno de un país
mayoritariamente sunní haya podido lanzar sobre la minoría shií. En
mayo, el gran Ayatolá Hussein Ali Montazeri de Irán afirmaba:
"no es aceptable que los shiíes sean perseguidos por su fe en un
país que se define como islámico". El mismo mes, la contraparte
de Montazeri en Nayaf, Ali al-Sistani, acusaba al gobierno de Yemen de
atizar "una especie de guerra" contra la población zaydí.
A pesar de que los propios Huzi han hablado de divisiones sectarias,
calificar el conflicto como de enfrentamiento sunní-shií es
malinterpretar la cuestión.
Un poco de historia
para clarificar la cuestión. Antes de 1990, la república de Yemen
estaba dividida en dos Estados, la República Árabe de Yemen (o Yemen
del Norte) y la República Popular Democrática de Yemen (o Yemen del
Sur). El sur de Yemen y su principal ciudad, Aden, habían formado
parte del Imperio Británico desde 1839. Poco después de que los británicos
se retiraran en 1967, el Estado se declaró marxista. La gran mayoría
de los sunníes de Yemen siguen la moderada escuela Shafí de
jurisprudencia. Aunque existía una pequeña mayoría sunní en el
antiguo norte, los dirigentes habían sido siempre de la secta zaydí.
Desde 1962, tan sólo ha habido un presidente sunní (1967-1974). En
la república unificada de hoy, los zaydíes suponen entre el 20 y el
25% de la población, pero continúan dominando el sistema político
del país, con el caso de Salih como paradigma.
El Sheij Abdallah bin
Hussein al-Ahmar es otro prominente zaydi no sayyid que tuvo un papel
clave en el derrocamiento del Imamato zaydi y el establecimiento de la
República Árabe de Yemen. Como preeminente líder tribal de Yemen,
portavoz del parlamento y líder del Islah, el principal partido de la
oposición, se le considera la segunda persona más poderosa del país.
A pesar de ser zaydí, el partido que encabeza está inspirado en la
misma doctrina religiosa que practican los Hermanos Musulmanes. Los
zaydíes republicanos como Salih y Ahmar se apoyaron en los musulmanes
sunníes, particularmente en los HHMM, para contrarrestar las amenazas
del antiguo sur marxista.
Junto a los líderes
religiosos, las tribus norteñas zaydíes han formado, desde la
revolución de 1962 contra el Imamato y el final de la subsecuente
guerra civil en 1970, la otra principal base de apoyo de los gobiernos
del norte. Poco después de que los egipcios se retiraran de la guerra
de 1967, las tribus del norte comenzaron a consolidar su posición en
el ejército y a extender su influencia política, consiguiendo un
poder si precedentes. La confederación norteña de tribus (y en
particular la confederación Hashid) lucharon por el régimen de Salih
contra el sur antes de la unificación y en el breve espacio de la
guerra civil de 1994. Las divisiones en la política nacional yemení
no son en si divisiones de naturaleza religiosa o sectaria, si no que
están basadas en una compleja estructura de alianzas tribales,
sociales, religiosas y políticas.
"Ataque wahabbí"
A nivel local, sin
embargo, las divisiones sectarias podrían tener algo que ver con la
rebelión Huzi. La provincia de Sadaa es parte del área tribal zaydí
que se ha considerado tradicionalmente el núcleo del régimen yemení
. Después de la revolución de 1962 , Sadaa permaneció leal al los
"realista" pro-Imamato hasta 1970. En realidad, la región
no estuvo bajo control del Estado hasta finales de la década y
principios de la siguiente, en el momento en que se produjo la
introducción de los llamados "institutos científicos",
escuelas religiosas que propagaban las ideas del Islam puritano sunní
propio de la vecina Arabia Saudí. Los institutos científicos eran
escuelas del Estado controladas de manera informal por los Hermanos
Musulmanes y financiadas por Arabia Saudí. Estos modernos institutos
"wahabbíes" competían con las viejas escuelas parroquiales
zaydíes, así como con las escuelas estatales públicas, pero no
sustituyeron a ninguna. Sin embargo, el número de escuelas zaydíes
disminuyó al sentirse los jóvenes de las familias zaydíes más atraídos
por el énfasis que institutos científicos hacían sobre la igualdad
de todos los musulmanes, en oposición al status especial que pedían
los sayyids.
La subida a la
popularidad de Hussein Al-Huzi fue un producto directo del estilo de
Salih: jugar con los extremos para combatir el centro. Tras favorecer
los inicios del wahabbismo en los 80 contra los sayyid, de los cuales
algunos guardaban simpatías pro-Imamato, Salih apoyó a Al-Huzi a lo
largo de los 90 en un intento de poner fuera de juego el creciente
poder del wahabbismo, tal y como se desarrollaba en los institutos
científicos y en algunas mezquitas de Sadaa. Salih adoptó esta
estrategia como parte de un acto de equilibrilo contra la influencia
saudí (y al mismo tiempo para controlar el poder del otro puntal del
régimen, hombre fuerte del ejército y simpatizante wahabbí Ali
Muhsin). Después de la guerra civil de 1994, Salih apoyó el
establecimiento de una milicia zaydí bajo el mando de Al-Huzi, quien
también recuperó el sistema de escuelas parroquiales en el noroeste
del país. Estas escuelas están siendo cerradas ahora mismo por el régimen
bajo la acusación de estar extendiendo la intolerancia. Si bien, en
algunos casos, esto es cierto, lo cierto es que las escuelas zaydíes
están siendo perseguidas mucho más que los igualmente intolerantes
institutos científicos.
Durante los combates
recientes, Badr al-Din al-Huzi acusó al gobierno de atizar las
tensiones sectarias contra la élite religiosa zaydí, declarando a
Al-Wasat que la "enemistad" de los sunníes puritanos
"hacia nosotros es todo lo fuerte que podría ser". Su hijo
Abd el-Malik fue más allá, diciendo que el gobernador de Sadaa ha
"continuado el ataque wahabbí" sobre el zaydismo,
reemplazando a los dirigentes de la oración en las mezquitas zaydíes,
y tolerando las declaraciones de algunos wahabbíes que afirmaban que
los zaydíes no son musulmanes en absoluto.
Badr al-Din apuntó
otra línea de ataque ideológico del régimen cuando se le preguntó
en la entrevista en Al-Wasat acerca de su opinión de la democracia
que proporciona la constitución de Yemen. Mientras que el régimen no
se adhiera a la constitución de manera consistente, la idea de que
Yemen sigue en el centro de una transición a la democracia deriva en
la de que el régimen carece de una considerable parte de legitimidad.
Badr al-Din simplemente contestó: "estamos por la justicia y no
sabemos más."
Infortunios económicos
A pesar de las
acusaciones de querer restaurar el Imamato, y a pesar de su posible
hostilidad a la democracia, el movimiento Huzi ha pulsado a fondo en
ciertos segmentos de la sociedad, mas allá de sus propios miembros,
simplemente porque se enfrenta a un régimen considerado corrupto e
irresponsable.
Yemen es uno de los países
más pobres del mundo árabe. El Banco Mundial estima que alrededor
del 40% de la población vive en la pobreza. Esta condición fue
exacerbada por la decisión del gobierno del 19 de julio, tomada de
acuerdo con el paquete de "reformas" recomendado por el
Fondo Monetario Internacional en 1995, por el cual se retiraba el
subsidio sobre el combustible diésel y productos derivados del
combustible. En una noche, el precio de la gasolina prácticamente se
duplicó, mientras que el diésel creció en un 150%. Muchos pozos agrícolas
de Yemen utilizan este combustible para bombear el agua, y antes de la
retirada del subsidio, se vendía al 50% del precio del mercado
internacional. Al estar tan relacionada la producción agraria y
ganadera con la irrigación, los precios de una gran parte de los
productos de primera necesidad oscilarán según el precio del diésel.
En los días siguientes a la retirada del subsidio, los precios de los
productos parecen haber aumentado en un 20% . El 26 de julio, Salih
redujo ligeramente el precio del combustible en un esfuerzo por
rebajar las críticas al gobierno en el periodo posterior al 20-21 de
julio.
Corren rumores de que
un mayor aumento de los precios está por venir, tras la retirada del
subsidio. Pero el régimen no ha emprendido ninguna campaña para
desmentirlos, quizá porque no desee llamar la atención en absoluto
en relación a los precios del diésel. De acuerdo con un
ex-parlamentario del dirigente Congreso General Popular (CGP) .
oficiales de alto rango del régimen introdujeron grandes cantidades
de diesel subvencionado desde los puertos sureños de Yemen al cuerno
de África, transfiriendo al menos un 20 o 30% del dinero público
usado para pagar este subsidio a sus propios bolsillos. No se puede
obtener una evidencia concreta del alcance de este contrabando, pero
el rápido aumento de las importaciones de diesel en Yemen es
indicativo de la circunstancia.
Aunque Yemen cuenta con
sus propios y pequeños campos de petróleo, el 70% del diésel
consumido cada año es importado. Mientras la suma de otros bienes
importados permaneció equilibradamente constante entre 1998 y 2003,
las importaciones de "petróleo y derivados del petróleo"
(la gran mayoría de ello, diésel) saltaron del 6,44% en 1998 al
14,86% en 2003. El hecho de que el resto de categorías de
importaciones (incluyendo el equipamiento que precisa de diésel, como
generadores de electricidad y vehículos de transporte) decreciera en
realidad en ese periodo, combinado con el hecho de que Yemen no
dispone de una reserva estratégica militar o civil, hace que el
contrabando sea la única explicación al incremento, o al menos de
una gran parte del mismo. En cualquier caso, gran parte del público
yemení está convencido de que el régimen está haciendo contrabando
de diésel. Nasser Arman, miembro de Islah, preguntó meses antes de
que se retirara el subsidio: "¿Cuando va a admitir el gobierno
que los subsidios sobre los derivados del petróleo van a parar a los
bolsillos de los contrabandistas?¿Por qué no abre ninguna auditoria
sobre ellos?".
Confusión
El deterioro de la
economía es sólo uno de los problemas del régimen. Para la mayoría
de los yemeníes la extensión de las explosiones, manifestaciones,
asesinatos y tiroteos presenciada en la primavera y verano de 2005 está
ligada al levantamiento en Sadaa. Y es el signo de que el régimen está
aflojando su presa sobre el país.
A mediados de marzo
hubo dos días de huelgas y manifestaciones en todo el país, debido a
la introducción de un impuesto de ventas que articuló la rabia sobre
la incapacidad del gobierno para responder a la pobreza creciente. El
cierre de las embajadas de EEUU y Reino Unido por unos días a
principios de abril coincidía con informes recibidos sobre distintos
ataques contra instalaciones o personal del gobierno. El 29 de marzo,
se lanzaba una granada de mano sobre guardias de seguridad uniformados
a las puertas de la ciudad vieja (Bab al-Yemen) en Sanaa. Hubo
informes sin confirmar sobre otro ataque con granada de mano contra el
ministerio de Defensa el 5 de abril, seguido de un segundo ataque en
Bab al-Yemen y otro en la plaza central de la ciudad, el Tahrir.El 25
de abril hubo un intento de asesinato contra un oficial militar cuando
atravesaba la oficina de aduanas en un vehículo del ministerio de
Defensa. El asesino en potencia, que las autoridades muestran como
miembro de la Juventud Creyente, arrojó una granada al vehículo,
pero cayó inmediatamente abatido por disparos. Los tiroteos
intermitentes entre las fuerzas gubernamentales y supuestos
simpatizantes de Al-Huzi, en Sanaa y mas allá, y el vuelo rasante
casi cotidiano de aviones de caza acumulan el nerviosismo general.
En la tensión
existente, la rebelión de Al-Huzi significa muchas cosas para mucha
gente. Algunos yemeníes resoplan ante la aseveración del presidente
Salih de que el levantamiento de Sadaa es un "conspiración
extranjera". Podrían citar el hecho de que el famoso predicador
zaydí Yahya Hussein al-Dailami fue sentenciado a muerte a finales de
mayo, tras haber sido culpado de apoyar la rebelión. El periódico
"El Observador de Yemen", gubernamental, informaba que Al-Dailami
era culpable de "haber establecido contactos con el Estado de Irán
con el objetivo de dañar la posición diplomática y política de
Yemen". El informe recogía las declaraciones del jurado, que
aseguraban que Al-Dulaymi "había viajado a Irán y establecido
contactos con el Estado iraní, buscando apoyos para una revolución
islámica en Yemen". Algunos yemeníes creen la otra acusación
del presidente Salih, según la cual grupos de oposición internos, en
concreto los dos partidos zaydíes, la Unión de Fuerzas Populares (UFP)
y el Hizb al-Haqq, están apoyando a Al-Huzi en un intento de
desestabilizar al régimen. Otros lo ven como el potencial desenlace
del delicado balance de intereses tribales y religiosos que ha sido la
fuente de poder del régimen durante tanto tiempo.
La confusión que rodea
las causas y efectos del levantamiento se debe al apagón mediático
impuesto por el gobierno sobre el asunto de Sadaa. Al menos dos
periodistas extranjeros que intentaron entrar en la zona han sido
encarcelados por un breve periodo de tiempo, y se les prohíbe a las
organizaciones internacionales la entrada en el área. Los periodistas
locales han tenido poco éxito mas. La desinformación abunda tanto en
los medios oficiales como en los independientes. Algunos intentan
ofrecer informaciones exactas, otros se basan en suposiciones y
rumores, y otros se dedican simplemente a intercambiar insultos. El
Yemen Times, independiente, publicaba recientemente un artículo
calificando a un periodista extranjero que escribía sobre los hechos
de Sadaa como "el pupilo dócil de (..) un mono retrasado
mental" (en referencia al líder de la UFP).
Mientras tanto, el régimen
acosa a los miembros de la UFP y de Hizb al-Haqq; recientemente
asaltaba las oficinas de la UFP, arrestando a varios líderes, bajo la
acusación de incitar al derrocamiento del gobierno. Ambos partidos
son bastante pequeños, y la UFP es simplemente un puñado de
intelectuales. Uno de los líderes de la UFP argumenta que la razón
real para los ataques sobre su partido es la percepción del
presidente sobre sus intentos de consolidar la democracia en el país.
Si bien esta es una sugerencia cuestionable, sí que es indicativo del
estado de una oposición que mantiene la esperanza de que, a pesar de
que todo indica lo contrario, su deseo de democracia está teniendo un
impacto sobre el régimen, y por consiguiente, sobre el futuro de
Yemen.
Al hilo de los
disturbios del 20 y 21 de julio, la oposición ha tenido mucho cuidado
de condenar tanto al gobierno como a los desperfectos ocasionados por
los manifestantes. En una declaración oficial, una coalición de seis
partidos de la oposición, incluyendo el Islah y el partido gobernante
del antiguo Yemen del Sur, el Partido Socialista de Yemen, afirman que
el gobierno tiene la responsabilidad del caos resultante tras la
retirada del subsidio. Destacando el papel habitual de la oposición
solicitando la reactivación de la reforma, la declaración establece
que los partidos "suspenderán todo diálogo sobre reformas políticas
hasta que estas medidas se revisen y hasta que se aplique un proceso
de reforma apropiado".
En la atmósfera de
confusión que prevalece en Yemen, la acusación implícita de los Al-Huzi
de que el gobierno es ilegítimo ha hecho de su rebelión un símbolo
de los problemas generales del país, y ha conseguido que la base de
apoyo del régimen disminuya. Mientras que muchos yemeníes
(incluyendo la comunidad zaydí) consideran que los puntos de vista de
la Juventud Creyente son extremos, su habilidad para reclutar e
inspirar simpatías es un testimonio de la creciente impopularidad del
gobierno.
(*) Sarah Phillips
cursa doctorado en Ciencias Políticas en el Departamento de Estudios
Árabes e Islámicos de la Universidad Nacional Australiana en
Canberra.
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