El
régimen mantiene la agenda del presidente dando por supuesta su
reelección
La
campaña no ha sacado de la apatía a un pueblo que ya sabe que
Mubarak seguirá siendo presidente
Congresistas
de EE. UU. han asegurado que la ausencia de observadores
internacionales no perjudicará el escrutinio
Por
Tomás Alcoverro
Enviado
especial a El Cairo
La
Vanguardia, 07/09/05
La
mitad de los 33 millones de electores potenciales que hoy tienen
derecho de votar por uno de los diez candidatos a la presidencia de la
República Árabe de Egipto nacieron durante los cuatro sucesivos
mandatos del rais Mohamed Hosni Mubarak, al frente del Estado desde
1981. Entre la apatía, el escepticismo y los anhelos de reformas, han
recibido las palabras que durante 18 días pronunciaron los aspirantes
a la presidencia y el propio presidente, formulando promesas y
recorriendo los pueblos de la nación para difundir sus programas.
Aunque nadie tiene la más leve duda del triunfo de Mubarak – cuya
secretaría ya ha anunciado el viaje del presidente francés, Jacques
Chirac, y no ha comentado la información de la Radio de Israel sobre
su probable visita al rancho del primer ministro israelí, Ariel
Sharon, en noviembre– esta jornada podría permitir dejar sueltos a
los egipcios que, durante medio siglo de régimen autoritario y
militar, habían perdido su capacidad de oposición o de impugnación
pública.
Evidentemente,
el primer ministro, Ahmed Nazif, en una conferencia de prensa, ha
calificado este día del escrutinio de "histórico" porque
es la primera vez que se celebran elecciones presidenciales en Egipto
con múltiples candidatos. "Estamos muy orgullosos – dijo– de
este acontecimiento en nuestra nación de cinco mil años de
historia". A la pregunta de por qué el Consejo Electoral había
prohibido el acceso de observadores independientes al interior de los
colegios electorales respondió que su presencia podría
"provocar el caos en sus restringidos recintos, abarrotados por
los delegados de los diez candidatos, además de los jueces y
magistrados egipcios encargados de supervisar la votación. No tenemos
nada que esconder de este escrutinio".
Su
Gobierno ha desechado, por otra parte, las peticiones de recibir
observadores internacionales. En una oportuna declaración,
representantes del Congreso de Estados Unidos – cuya administración
tanto ha presionado para que el régimen emprenda reformas políticas–
han asegurado que su ausencia no perjudicará el desarrollo del
escrutinio.
El
Consejo Nacional de Derechos Humanos, juntamente con otras ONG de esta
incipiente sociedad civil egipcia, muy ventilada en el extranjero, ha
establecido una suerte de sala de operaciones para recibir las
denuncias y quejas de los ciudadanos, de los votantes y de los
candidatos.
La
famosa organización Kifaya – Basta– que ha boicoteado el
escrutinio ha anunciado para hoy una manifestación de protesta nada
menos que en la gran plaza de Tahrir en el centro de El Cairo, ante la
espantosa mole arquitectónica de la Mogama, símbolo de la aplastante
burocracia egipcia. Fue también en esta plaza, condenada a unas obras
de remodelación interminables, orillada por el gran Museo Nacional de
El Cairo, la sede de la ineficaz Liga Árabe y el primer gran hotel
moderno de la capital, donde Ayman Nur pronunció su último miting al
que sólo asistieron unos contados miles de personas.
El
otro candidato de la oposición, Numan Gumaa, del Wafd, apenas movilizó
en su última intervención callejera a un centenar de personas en su
mayoría periodistas y corresponsales extranjeros.
La
actitud de la influyente cofradía de los Hermanos Musulmanes, sin
duda principal grupo de la dividida oposición, es ambigua. Pese a que
instó a sus seguidores a votar no ha precisado a qué candidato. La
cofradía, que rechaza la violencia para conquistar el poder, había
pactado en anteriores elecciones legislativas con el partido Wafd, y
ahora también se ha especulado que ha mantenido contactos con Ayman
Nur, del partido Al Ghad. Pero hay también quien cree que los
Hermanos Musulmanes, que representan una tendencia moderada del
islamismo, negocian con el régimen de Hosni Mubarak un compromiso
para conseguir su reconocimiento legal como partido. La cofradía se
prepara para las próximas elecciones generales de este invierno.
En
Egipto, mientras los partidarios de Mubarak han lanzado las campanas a
vuelo por la convocatoria de estas elecciones, por el debate permitido
durante tres semanas en torno a los asuntos públicos y por las
promesas de reformas, la mayoría silenciosa, apática e incrédula,
se resigna al esperado resultado.
De
todas formas, es indudable que, como ocurrió en Jordania a finales de
los ochenta cuando el rey Hussein convocó unas elecciones
relativamente libres, han sido las presiones internacionales las que
le han forzado a efectuar esta votación en vez de los habituales
referendos anteriores, que se coronaban con un 80% o 90% de votos que
le consagraban como presidente vitalicio.
El
´rais´ gana un quinto mandato en unos comicios marcados por la apatía
del electorado: la participación registrada fue sólo del 23%
Quedan
20.000 presos políticos en las cárceles
Por
Tomás Alcoverro
Enviado
especial a El Cairo
La
Vanguardia, 10/09/05
El
rais Hosni Mubarak ha ganado en esta anunciada victoria con el 88,5%
de los votos las elecciones de su quinto mandato presidencial en la
República Árabe de Egipto y la próxima semana volverá a jurar su
cargo ante una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional. Según
el jefe de la comisión electoral, la participación alcanzó el 23%
de los registrados en el censo.
A
diferencia de los anteriores mandatos surgidos de referendos
institucionales, en los que siempre alcanzaba alrededor del 97% de los
sufragios emitidos, Mubarak ha consentido esta vez competir con nueve
candidatos que pudieron presentarse a la elección gracias a una
enmienda constitucional aprobada el pasado mes de marzo. Esta permitía
participar en los comicios a los jefes de los partidos políticos con
un respaldo de 250 firmas de representantes de las asambleas, tanto
del Parlamento como de los consejos regionales.
El
candidato Ayman Nur, del partido El Ghad, obtuvo un 7,6% de los
sufragios y Numa Gumaa, del histórico partido Wafd, que combatió el
dominio colonial británico, un 2,8%. El resto, las migajas.
La
influyente cofradía de los Hermanos Musulmanes, primera fuerza de la
oposición al régimen, no boicoteó las elecciones como los grupos
izquierdistas y naseristas o los activistas del movimiento Kifaya,
pero tampoco dio directrices claras a sus numerosos seguidores para
pronunciarse en favor de uno u otro candidato.
La
baja tasa de participación y la amplitud de la victoria han sido más
significativas que otras veces. Mubarak fue presionado por Estados
Unidos, aconsejado por los jóvenes lobos de su partido – sobre todo
su hijo Gamal– y ha tenido que actuar como si fuese un simple
candidato, aunque contaba con todos los recursos del Estado, para
adaptar su régimen a las nuevas circunstancias internacionales
impuestas.
Durante
tres semanas los egipcios han podido criticar a su Gobierno, han
exigido cambios y han gozado de una inusitada libertad de expresión.
Si la oposición ha denunciado fraudes e irregularidades en los
comicios, hay estos días en El Cairo la ilusión de que ha comenzado
un debate político irreversible y que el régimen ya no puede dar
marcha atrás.
El
13 de octubre de 1981 escribía en mi crónica desde El Cairo:
"Millones de electores, cumpliendo las indicaciones de la
propaganda oficial, han votado por el único candidato designado por
el Parlamento después de haber sido propuesto por el Partido Nacional
Democrático, el partido de Sadat, el todopoderoso partido del régimen.
Mubarak ya fue nombrado secretario general de esta organización además
de primer ministro y de comandante en jefe del ejército".
En
aquel apresurado referéndum obtuvo el98% de los sufragios, cuando aún
era muy reciente el sepelio celebrado casi a escondidas de Sadat, a
diferencia del entierro en loor de multitud de su predecesor, Gama
Abdel Nasser. La propaganda oficial en aquel 1981 le presentaba como
el héroe de la guerra de octubre de 1973, en la que el ejército
egipcio atravesó el canal de Suez.
Con
Mubarak llegaron al poder los hombres de 1973, los que ya sin Nasser
hicieron la guerra y abrazaron la paz. Aquel referéndum de 1981 se
apresuró porque tras el asesinato de Sadat por el comandante
Islambuli, que no le perdonó su traición de haber firmado la paz con
el Estado de los judíos, se produjeron graves incidentes armados en
Asiut entre militantes islamistas y fuerzas de seguridad.
En
este casi cuarto de siglo de gobierno autoritario por no decir
dictatorial en el que han nacido la mitad de los habitantes de la
poblacion egipcia que fueron a votar, Mubarak ha tenido, sobre todo,
que enfrentarse a las organizaciones radicales islamistas. Estas
formaciones desencadenaron, en los noventa, una campaña de terror
contra agentes de la autoridad del Estado – encarnado por el
presidente, al que trataban despectivamente de Faraón–,miembros de
la minoría cristiana y extranjeros a fin de ahuyentar el turismo, una
de las principales fuentes de ingresos de esta populosa y pobre nación.
A
fuerza de una brutal represión – aún quedan 20.000 prisioneros políticos
en las cárceles– Mubarak ha impuesto un ambiente de seguridad,
reventado sin embargo de vez en cuando por violentos atentados, y ha
hecho todo lo que estaba en su mano para garantizar la estabilidad de
este régimen, apoyado a fondo por EE. UU., que le concede una de sus
mayores ayudas financieras a un país extranjero.
En
un Oriente Medio cada vez más turbulento y desnortado, Mubarak supo
romper paulatinamente el ostracismo al que le habían condenado los
gobiernos árabes tras la firma por Anuar El Sadat de la paz con
Israel. Ahora, este general ha entreabierto la puerta a los
partidarios de reformas políticas en el país.
Ya
se especula sobre cómo será el día siguiente de esta victoria de
Mubarak. ¿Atenuará el régimen su autoritarismo?, ¿pondrá freno a
las torturas y violaciones de derechos humanos, tantas veces
denunciadas y tantas veces también divulgadas con sordina? Cuál será
el futuro de esta oposición que ha dado vibrante fe de vida? Y por
encima de todo, ¿se abrogará la ley del estado de excepción,
promulgada tras aquel asesinato de 1981, cuando comenzó su primer
mandato presidencial, que ha reprimido hasta ahora las libertades públicas?
Felicitaciones
de Ariel Sharon
El
primer ministro israelí, Ariel Sharon, telefoneó ayer a Hosni
Mubarak para felicitarle por su victoria electoral y para agradecerle
el papel positivo de Egipto en el plan de desconexión de Gaza. En
particular, Sharon se refería al trabajo realizado por Egipto en el
paso fronterizo de Rafiah y la carretera que por él paso, llamada
ruta Filadelfi. – Efe
Nur
cree que los comicios son nulos
Ayman
Nur, rival de Mubarak y segundo en las elecciones tras el longevo rais,
obtuvo un 7,3% de los votos, Ayer, nada más saber los resultados,
consideró que éstos eran "incorrectos" y las elecciones
"nulas". Respecto a su actividad política a partir de
ahora, Nur convocó una rueda de prensa para hoy en la que desgranaría
sus planes de futuro.
|