Afganistán
Elecciones
con libertad dudosa
Por
Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 16/09/05
Washington.
Aunque se espera que las elecciones parlamentarias de este domingo en
Afganistán se desarrollen en relativa tranquilidad, el grado de
libertad que entrañen es puesto en duda por muchos observadores.
La
postulación de varios notorios señores de la guerra y sus amigos, así
como la cada vez más agresiva insurgencia del movimiento extremista
islámico Talibán (que controló buena parte del país entre 1996 y
2001), encabezan una lista de preocupaciones sobre los comicios y su
efectividad para conducir al país a un régimen más democrático.
Se
teme que los resultados electores no sólo legitimen el poder de los
señores de la guerra y de líderes de las milicias armadas, sino
también aumenten las tensiones entre etnias y facciones en este país
que lleva décadas de conflictos internos e invasiones, y que fue
atacado y ocupado por Estados Unidos en octubre de 2001.
Existe
una creciente división entre el gobierno de Hamid Karzai, respaldado
por Estados Unidos, que ha hecho grandes esfuerzos para ganarse el
respaldo de la etnia pashtún (patán) a la que pertenece, y las
fuerzas tayikas y uzbekas que ayudaron a expulsar al Talibán del
poder hace casi cuatro años.
También
preocupa que los políticos occidentales, especialmente los de Estados
Unidos, consideren que estos comicios son señal de éxito y empiecen
a reducir su asistencia al que sigue siendo uno de los países más
pobres del mundo.
Este
peligro parece creciente, debido a la reciente propuesta
estadounidense de reducir en 20 por ciento la presencia de sus casi
20.000 efectivos, y a las dificultades de último momento para
asegurar las contribuciones necesarias para pagar los costos de los
comicios, de casi 160 millones de dólares.
"Es
absolutamente imperativo que estas elecciones sean vistas como el
inicio de la democratización, no el final", escribieron Joanna
Nathan y Mark Schneider, del International Crisis Group, en el periódico
The Washington Times el viernes. "Afganistán todavía está en
una etapa peligrosamente frágil", agregaron.
Las
elecciones de este domingo, en las que unos 6.000 candidatos (casi 600
de ellos mujeres) se disputarán los escaños de la Asamblea Nacional
y los consejos provinciales, configuran un escenario importante en la
transición hacia un gobierno con muchas de las instituciones de un
Estado democrático.
Con
más de 12 millones de personas oficialmente habilitadas para votar,
los preparativos técnicos resultaron exitosos, según un informe
publicado esta semana por la organización no gubernamental Human
Rights Watch (HRW). Kabul y otras ciudades fueron empapeladas con
afiches electorales.
A
pesar de estos logros, del evidente entusiasmo de los candidatos y de
que la abundancia de votantes, "un subyacente clima de
miedo" ha afectado la campaña electoral, con amenazas y ataques
del Talibán y otros grupos insurgentes, la postulación de presuntos
criminales de guerra y violadores de derechos humanos, según la
descripción de HRW.
"El
pueblo afgano está evidentemente ansioso de participar en elecciones
que lo ayudarán a apartarse del régimen de las armas", dijo Sam
Zarifi, subdirector de la división asiática de HRW, que ha viajado
frecuentemente a Afganistán desde 2001.
"Pero
está desilusionado de que el gobierno y sus socios internacionales no
hayan hecho más para evitar que los señores de la guerra y quienes
violaron los derechos humanos dominen la escena política en Afganistán",
agregó.
Incluso
se estableció una Comisión de Quejas Electorales, integrada por
representantes internacionales y afganos, para vetar y proscribir
candidatos, si se demostraba que tenían vínculos con las milicias,
con crímenes o con el tráfico humanos de opio, que ha florecido
desde el fin del régimen Talibán.
La
Comisión proscribió a 32 postulantes, pero HRW, el International
Crisis Group y medios de comunicación extranjeros han informado que
en las papeletas quedaron 10 veces ese cantidad de candidatos con
antecedentes similares.
"No
somos un tribunal penal o ni un cuerpo de transición", dijo al
diario Los Angeles Times el presidente canadiense de la Comisión,
Grant Kippen.
Entre
los mencionados, según HRW, hay un grupo de comandantes y ex
oficiales que estuvieron implicados en crímenes de guerra y contra la
humanidad, especialmente durante la batalla por Kabul que destruyó la
mayor parte de la ciudad a comienzos de los años 90.
La
lista incluye a Abdul Rabb al–Rasul Sayyaf (un aliado de Karzai
cuyas fuerzas han sido acusadas de haber masacrado a cientos de
integrantes de la etnia hazara en Kabul), el ex presidente Burhanuddin
Rabbani, el mulá Taj Mohammad, Younis Qanooni (un líder tayiko que
resultó segundo en las elecciones presidenciales del año pasado y se
espera que lidere a la oposición), Haji Almas y el mulá Ezatullah.
Además,
según el informe de HRW "Afganistán en vísperas de elecciones
parlamentarias y provinciales", Sayed Mohammad Gulabzoi, quien se
postula como legislador por la provincia sudoriental de Khost, fue
jefe de la brutal afgana durante la ocupación soviética
(1979–1989), mientras varios ex jerarcas y comandantes del Talibán
también están en las listas.
En
las provincias y en áreas más remotas, la intimidación y el miedo
son más fuertes, algunos candidatos ni siquiera pueden viajar o hacer
campaña en sus propias circunscripciones electorales.
Las
mujeres candidatas han enfrentado problemas especiales en áreas
rurales debido al conservadurismo dominante en esas regiones
controladas por las milicias locales y los señores de la guerra, según
HRW y otros observadores.
Dada
la predominancia de los señores de la guerra en la mayor parte de las
zonas rurales, HRW llamó urgentemente a revocar una previsión de la
ley electoral, conocida como "la cláusula del asesinato",
que permite a los candidatos perdedores ocupar los escaños de los
ganadores que fallezcan o renuncien.
"Lo
último que Afganistán necesita es que quienes pierdan maten a los
ganadores para ocupar sus lugares", dijo Zarifi.
Un
renaciente Talibán y sus aliados, como Gulbuddin Hekmatyar, se suman
a las preocupaciones por los comicios, particularmente en las áreas
de los pashtunes, aunque funcionarios de Estados Unidos insisten en
que no están en condiciones de desbaratarlos.
No
obstante, ataques insurgentes se han intensificado, particularmente
contra objetivos electorales y policías, entre ellos los asesinatos
de seis candidatos. El miércoles, la postulante Hawa Alam Nuristani,
quien trabaja como presentadora en la televisión y la radio
estatales, fue herida en un ataque, y dos de sus colaboradores fueron
secuestrados, aunque nadie se ha declarado responsable.
Este
año, fuerzas de Estados Unidos han sufrido sus mayores pérdidas en
Afganistán desde la campaña de 2001 para derrocar al Talibán.
Más
de 70 estadounidenses han muerto desde enero, aunque casi la mitad
fallecieron en dos accidentes de helicóptero.
Funcionarios
en Washington insisten en que la elevada mortandad se debió a una
campaña contrainsurgente más agresiva, diseñada precisamente para
evitar que el Talibán atente contra el proceso electoral.
Sin
embargo, algunos observadores también lo atribuyen al creciente
reclutamiento de combatientes en Pakistán y en partes de Afganistán
en las que el gobierno de Karzai no ha logrado ninguna mejora de las
condiciones económicas y sociales.
Esto
vuelve más necesario el compromiso de Occidente en Afganistán luego
de las elecciones, según Nathan y Schneider, del International Crisis
Group.
"Más
de tres años y medio después de la caída del Talibán, el creciente
descontento en las calles de Afganistán es palpable",
escribieron.
"Si
se permite que Afganistán vuelva silenciosamente a ser un Estado
fracasado porque la comunidad internacional mira para otro lado, ese
sentimiento de descontento se vuelva la exportación más importante
del país", agregaron.
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