Condoleezza-ayatolás,
alianza antinacionalista
Por
Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 12/10/05
Washington. La
secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice,
y el líder de la Revolución Islámica de Irán, ayatolá Alí
Jamenei, parecen haber forjado una peculiar alianza para aplacar la
influencia nacionalista en sus respectivos países.
Rice, por ejemplo, se
ha dedicado a contener a los nacionalistas más agresivos, que
condicionan su apoyo al gobierno de George W. Bush a una política
agresiva contra Irán y Siria.
Pero en los últimos 10
días, el Departamento de Estado (cancillería) puso en funcionamiento
el primer plan para abrir un tenue vínculo con Irán desde 2003, y se
opuso a propuestas de ataque militar contra Siria para debilitar y tal
vez deponer al ya acorralado presidente Bashar al-Assad.
La estrategia de
acercamiento con Irán incluye la instalación de una pequeña
"sección de intereses" en Teherán, similar a la única
representación de Estados Unidos en Cuba.
La medida coincide con
la sugerencia por parte del primer ministro de Gran Bretaña, Tony
Blair, de que Irán estuvo detrás de una serie de atentados de
milicias chiitas en el sur de Iraq en que murieron media docena de
soldados británicos este año. El propio Bush acusó a Irán y a
Siria de "aliados de conveniencia" de la red terrorista Al
Qaeda y del "islamismo radical".
En ambos casos, el
papel desempeñado por Rice molestó a los halcones de derecha, en
particular en los neoconservadores de línea dura, que ya habían
rechazado sus declaraciones sobre la necesidad de nuevos compromisos
del gobierno israelí tras el repliegue de Gaza.
Sus últimas actitudes
dejan en evidencia que el "idealismo práctico" reivindicado
por la secretaria de Estado no es muy diferente del
"realismo" esgrimido por su antecesor, Colin Powell.
También emergen
ciertas similitudes entre el realismo de Rice y el del líder
religioso supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, quien la semana
pasada reforzó la autoridad del Consejo de Conveniencia y de su
presidente, el ex mandatario Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, para
supervisar al gobierno, en particular en cuestiones de política
exterior.
La derivación el mes
pasado del estudio del programa nuclear iraní de la Agencia
Internacional de Energía Atómica (AIEA) al Consejo de Seguridad por
supuestas violaciones a acuerdos internacionales en la materia fue
vista, tanto por los mullás como por el mercado de valores de Teherán,
como un retroceso internacional.
"Los gerentes del
sector nuclear deberían saber que necesitamos diplomacia, no eslóganes",
dijo Rafsanjani, derrotado en junio por Ahmedinejad en las elecciones
presidenciales. "Debemos usar toda nuestra capacidad con
paciencia y sabiduría, sin provocaciones y eslóganes que den
pretextos a los enemigos."
Estas declaraciones
resultan muy similares al mantra de Rice al frente del Departamento de
Estado: "Ahora es tiempo de diplomacia."
Y Rice, en contraste
con Powell, parece haber tenido éxito en convencer a Bush de que
pusiera en práctica una diplomacia seria –sin dejar de lado la retórica
y las amenazas militares– respecto de los dos miembros del "eje
del mal", Irán y Corea del Norte.
En primer lugar,
persuadió a su jefe de apoyar la posición negociadora de Gran Bretaña,
Francia y Alemania hacia un acuerdo que ofreciera a Irán incentivos
económicos y políticos para que renunciara a enriquecer uranio, lo
que le permitiría fabricar armas nucleares.
En segundo término, el
negociador estadounidense en las negociaciones por la desnuclearización
de la península coreana, el subsecretario de Estado para Asuntos Asiáticos
Christopher Hill, fue facultado con gran flexibilidad para sus
contactos directos con Corea del Norte, algo que Powell nunca logró.
Estos avances tienden a
confirmar que Rice y su equipo –que incluye a pesos pesados como
Robert Zoellick, Nicholas Burns y Philip Zelikow– están en una
posición mucho más fuerte que los halcones del gobierno de Bush.
La académica
neoconservadora Danielle Pletka, del American Enterprise Institute, se
quejó la semana pasada de que "la revolución de Bush perdió
energía", y que si bien se mantiene su "retórica", ésta
"no resuena hasta el Departamento de Estado".
Pero tales posiciones
se debilitan por la permanencia de 150.000 soldados estadounidenses en
Iraq a un costo de 6.000 millones de dólares mensuales, la mengua de
la coalición internacional que apoyó la invasión al país del Golfo
y del apoyo popular a esa operación en virtual, estado de colapso.
Por otra parte, tampoco
ayuda el éxodo de los ideólogos clave del Departamento (ministerio)
de Defensa –como el hoy presidente del Banco Mundial y ex
subsecretario (viceministro) Paul Wolfowitz y el cesado subsecretario
de Políticas Douglas Feith–, ni el deterioro del vínculo entre
William Kristol, editor del semanario Weekly Standard, y el secretario
Donald Rumsfeld.
Y no menos importante
es el vínculo personal entre Rice y Bush, con el que Powell no podía
ni siquiera soñar.
Pero esto no significa
que los belicistas hayan sido derrotados. Tanto en lo que refiere a
Siria como a Irán, como lo demostró el amenazante tono del discurso
de Bush la semana pasada, los halcones, en particular los
neoconservadores, presionan por tomar acciones más fuertes.
Durante varios meses,
Kristol, entre otras personalidades del campo neoconservador, han
propuesto incursiones a través de la frontera, por aire o por tierra,
rumbo a blancos en Siria, sobre todo lugares donde supuestamente se
refugian o entrenan combatientes que pretenden dirigirse a Iraq.
La cúpula del gobierno
discutió esa posibilidad a fines del mes pasado, según aseguró la
agencia de noticias de la cadena de periódicos Knight-Ridder. Pero
fue Rice, quien en público critica con dureza a Siria, la que presentó
argumentos contra la idea.
La secretaria de Estado
propuso esperar los resultados, previstos para el 25 de este mes, de
una investigación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU)
sobre el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri.
Si el régimen sirio
resultara inculpado, según Rice, caería por su propio peso.
La retórica del
gobierno de Bush en torno de Irán también se ha endurecido, con las
acusaciones de que el régimen islámico ha brindado en Iraq a sus
aliados chiitas y a los insurgentes sunitas armamento especial.
Los neoconservadores,
que mantienen su poder en el Pentágono y en general en la burocracia
de la seguridad nacional –incluidas oficinas del Departamento de
Estado y la misión estadounidense en la ONU– fueron los más
extravertidos en sus diatribas contra Teherán.
Pero Rice está, al
parecer, comprometida en una estrategia de palo y zanahoria para Irán,
que incluiría "un tranquilo acercamiento a representantes de
Jamenei", según el diario The Wall Street Journal.
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