La investigación sobre
el asesinato de Hariri es sólo el pretexto para la próxima
intervención militar contra Siria
Asesinatos en Líbano;
oleoductos en Haifa
Por
Mike Whitney
Information Clearing House, 26/10/05
CSCAweb, 04/11/05
Traducción de Natalia Litvina para CSCAweb
"Pocos de
quienes se hayan dedicado a investigar el asesinato de Hariri tienen
pocas dudas sobre los motivos reales que hay tras el informe Mehlis.
La investigación sobre Hariri es sólo el pretexto para la próxima
intervención militar contra Siria (...). Negar que ahora mismo EEUU
está librando la guerra de Israel es mostrar una falta de visión que
raya la ceguera".
Nadie sabe quien mató
al antiguo Primer Ministro Rafik Al–Hariri. Sin embargo, sí sabemos
que el principal testigo citado en el informe de NNUU, Zuhair Mohamed
Said Saddiq "ha sido condenado por fraude y estafa entre otros
delitos" (Der Spiegel) lo que proyecta muchas dudas sobre la
credibilidad de su testimonio.
No hay problema, la
administración Bush ya ha empleado anteriormente a declarados
estafadores para argumentar su postura a favor de la guerra, sobre
todo en el caso de Iraq, donde las denuncias específicas de Ahmed
Chalabi aparecieron continuamente en la página frontal del New York
Times, creando un ambiente favorable para la invasión. Aún así, la
fiabilidad de Saddiq es todavía mas incierta que la de Chalabi.
"Fuentes en la ONU afirman innegablemente que Saddiq ha mentido
" y que ha recibido dinero por su testimonio. "Según
declaraciones hechas por su hermano, Saddiq le llamó desde París el
pasado verano y le dijo :'¡Soy millonario!'" (Der Spiegel).
No hay duda; mentir
puede ser una fructífera opción cuando sirve a los principales
objetivos de la política de exteriores de EEUU e Israel.
Nada de esto sugiere
que la inteligencia siria no estuviera envuelta en el asesinato. Podría
muy bien haberlo estado. Simplemente demuestra que el informe del
fiscal Detlev Mehlis no es conclusivo y podría haber sido el
resultado de la coerción estadounidense. Como poco, el informe encaja
fácilmente con las metas establecidas de la administración Bush para
el cambio de régimen en Damasco y redibujar el mapa de Oriente Medio.
Si Mehlis hubiera sido
realmente riguroso a la hora de averiguar quiénes son los verdaderos
asesinos, en lugar de lanzar una vendetta política para los EEUU, se
habría dedicado de manera más enérgica a destapar los detalles
relacionados con la furgoneta blanca Mitshubishi que portaba los
explosivos. La historia y orígenes de esta furgoneta, robada el 14 de
octubre de 2004 en Japón, resultan críticos para la investigación,
tal y como el periodista Robert Parry indica en su reciente artículo
"El peligrosamente incompleto informe Hariri". Pero en
realidad, pocos de quienes se hayan dedicado a investigar el asesinato
de Hariri tienen pocas dudas sobre los motivos reales que hay tras el
informe Mehlis. La investigación sobre Hariri es sólo el pretexto
para la próxima intervención militar contra Siria.
De hecho, la prensa
occidental ya está cargando las tintas, repitiendo la retórica dañina
que sale de la Casa Blanca y sus acólitos en el departamento de
Estado. El embajador John Bolton, el "sombrerero loco" de la
administración Bush en NNUU, ha amenazado repetidas veces a Siria con
una acción decidida aunque los datos todavía no están claros.
"Ahora es el
verdadero momento de confesarse para el gobierno de Siria",
advertía Bolton. "No mas obstrucciones, no mas respuestas a
medias. Queremos una cooperación sólida y la queremos
inmediatamente".
Como muchos
sospechaban, el explosivo Bolton fue enviado a la ONU para allanar el
camino a la guerra con Siria e Irán. Sus ataques sin fundamento
contra Damasco no han hecho nada para desmentir esta conclusión.
Los fans del
malintencionado "periódico de los registros" (The New York
Times) estarán encantados de ver que la silla de Judith Miller en el
rotativo ha sido ocupada por su protegido e igualmente competente
Warren Hoge. Hoge ya ha producido cuatro artículos de primera plana
sobre el caso Hariri, acudiendo a la misma demagogia, alegaciones
insustanciales e hirientes insinuaciones que su mentora Miller. En
esencia, el NY Times ya ha condenado al pobre presidente sirio Bashar
Al–Assad presentando las pruebas no comprobadas de una forma que
excluya cualquier otro sospechoso y repitiendo la palabra
"sanciones" siete veces en un solo artículo. El retiro
temprano de Judy Miller no ha mitigado la tendencia del NY Times a
repetir historias ficticias en primera plana. Predeciblemente, ninguna
mención al débil testimonio de Saddiq ha aparecido en ninguno de los
principales periódicos estadounidenses.
¿Les es familiar?
Así, ¿Cuál es el
plan de acción?. ¿Pueden los señores de la guerra de Washington
estar considerando otra invasión sólo para derrocar a quien Paul
Craig Roberts calificó como un "oftalmólogo de suaves
maneras"?
Las verdaderas razones
para el cambio de régimen en Siria no tienen tanto que ver con el
asesinato de Hariri y sí con el petróleo e Israel. El 20 de abril de
2004, un artículo en el Observer de Gran Bretaña, "Israel busca
un oleducto para el petróleo iraquí", clarificaba este punto.
El Observer revela que
Washington y Tel Aviv están ultimando los detalles para un oleoducto
que atravesará Siria y "creará una fuente inagotable y fácilmente
accesible de crudo iraquí barato para los EEUU, garantizado por
aliados fiables al margen de Arabia Saudí". El oleoducto
"transformará el poder económico en la región, trayendo
beneficios al nuevo Iraq dominado por EEUU, aislando a Siria y
resolviendo la crisis energética de Israel, todo de una sola
vez".
Esta es la
idea–fuerza que conduce la confrontación con Siria. Ahora mismo,
Bashar Al–Assad se niega a normalizar relaciones con Israel mientras
Israel no devuelva el territorio que tomó en los Altos del Golán
durante la guerra del 67. Los halcones israelíes no tienen intención
de devolver la tierra y en vez de eso están planeando quitar de en
medio a Assad.
Es de todos sabido que
la inteligencia israelí (Mossad) ya está operando en Mosul, donde el
referido oleoducto tendrá comienzo, y ha desarrollado buenas
relaciones con los kurdos en la zona. El único obstáculo que resta
es el actual régimen sirio, quien ya está en los puntos de mira de
Israel y EEUU.
En un principio, el
oleoducto era un sueño del Ministro israelí de Obras Públicas,
Joseph Paritzky, quien dijo que tal iniciativa "rebajaría drásticamente
la factura energética de Israel –probablemente en más de un 25
%– ya que el país es actualmente dependiente de caras importaciones
desde Rusia".
El Observer publicaba
las declaraciones de un oficial de la CIA, quien afirmaba que:
"salvaguardar el suministro energético de Israel y de EEUU era
un antiguo sueño de un poderoso sector de la gente que ahora gestiona
esta administración y la guerra de Iraq". El oleoducto de Haifa
era algo que existía de antes, fue resucitado como un sueño, y ahora
es un proyecto viable, aunque implica mucho trabajo por hacer".
James Atkins, antiguo
embajador de EEUU en la región y un crítico del plan del oleoducto,
aseguraba: "Ahora existe un nuevo orden mundial. Esto es lo que
parecería si barriéramos a Siria. Y esto es así sólo para mostrar
que para los EEUU y sus aliados todo está relacionado con el petróleo."
[1]
¿"Barrer a
Siria del mapa"?, vaya un lenguaje viniendo de un diplomático.
Atkins
no bromea. Washington y Tel Aviv están profundamente dedicados
a derribar el gobierno de Al–Assad. Mucha de la gente que está
relacionada con la –aún en marcha– investigación Fitzgerald (Wurmser,
Libby,Perle, Feith, Hannah, Wolfowitz) firmaron un documento
subrayando el programa neoconservador en Oriente Medio para el primer
ministro Benjamin Netanyahu en 1996. El informe: "Una ruptura
clara; una Nueva Estrategia para asegurar el Dominio", estaba
orientado por las mismas políticas que ahora mismo son ejecutadas por
la administración Bush. La estrategia llama a "responder" a
las amenazas regionales contra Israel, a ayudar a derrocar a Saddam
Hussein, y a golpear "objetivos militares sirios en Líbano".
Negar que ahora mismo EEUU está librando la guerra de Israel es
mostrar una falta de visión que raya la ceguera.
El nombre del documento
Wurmser–Feith–Perle ya lo dice todo. "Una ruptura
limpia" resume el mensaje de que Israel debería dejar de
devolver tierra a cambio de paz con los palestinos (en referencia a
Oslo). "Asegurar el Dominio" , sin embargo resulta
igualmente llamativo en tanto articula los auténticos objetivos de
sus autores: reestablecer el antiguo reino de Israel; un reino que
indudablemente implicará el apartheid propio de Cisjordania y
justicia al estilo Guantánamo para mil millones de musulmanes de la
región. El cambio de régimen en Siria es un paso crucial para
alcanzar esta meta.
Siria no representa
amenaza alguna a la seguridad nacional de EEUU. No tiene perro que
ladre en esta pelea. La amenaza real es la de que aquellos que se
mueven con total libertad en los círculos de la política exterior,
usando al ejército de EEUU para servir a sus propios objetivos de
controlar el petróleo de Oriente Medio y asegurar un imaginario
imperio israelí. Ninguno de ellos es de interés nacional, y ambos
han comprometido gravamente el futuro de EEUU.
Nota
del autor:
1.-
James Atkins fue embajador de EEUU en Arabia Saudí antes de que fuera
despedido tras una serie de conflictos con el entonces secretario de
Estado Henry Kissinger, padre de la visión de bombear crudo iraquí a
Occidente. En 1975, Kissinger firmó lo que conformó la base para el
proyecto de Haifa: un Memorando de Entendimiento en el que EEUU
garantizaría el suministro y las reservas israelíes de petróleo en
tiempos de crisis. El plan fue apoyado por el actual Secretario de
Defensa Donald Rumsfeld, e iba a ser realizado por la compañía
Bechtel. Tal memorando ha sido cuidadosamente revisado cada cinco años,
con una serie de cláusulas añadidas por las que EEUU mantiene una
reserva estratégica de petróleo para Israel, incluso si esto implica
carencias propios, con un coste de 3.000 millones de dólares en 2002
para los contribuyentes norteamericanos" (The Observer).
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