Entrevista
a Hisham Bustani, escritor y activista jordano
"Jordania
está sirviendo de plataforma para lanzar los productos israelíes al
mundo árabe"
Por
Eva Máñez, Valencia
Diagonal,
10/11/05
Hisham Bustani es miembro, entre otras organizaciones,
del Comité Coordinador de la Alianza Popular Árabe de la
Resistencia, del Comité Anti-normalización de la Unión de
Asociaciones Profesionales y del Alto Comité Ejecutivo para la
Protección de la Tierra y la Confrontación de la Normalización en
Jordania. Bustani ha pasado por las cárceles de su país debido a sus
artículos. Profundamente crítico con el papel de las ONG y
comprometido con la lucha de liberación árabe, dio una conferencia
en Valencia dentro de una gira de actividades organizadas por el Comité
de Solidaridad con la Causa Árabe.
Diagonal: En una carta abierta al movimiento
antiglobalización occidental usted criticaba a los colectivos de
solidaridad la falta de perspectiva en la manera de plantear el
conflicto árabe-israelí. ¿Podría explicarnos cómo se entiende
desde la izquierda árabe esa lucha global contra el imperialismo en
relación a la cuestión palestina?
Hisham
Bustani: Se ha intentado minimizar el conflicto árabeisraelí para
reducirlo a la cuestión de la creación del Estado palestino, cuando
el problema es mucho más amplio en el sentido de que Israel ha sido
creado en el mundo árabe para jugar un rol y este rol lo seguirá
manteniendo aunque existiera un Estado palestino. En esencia la lucha
es entre un proyecto de liberación árabe y un proyecto de sumisión
imperialista del mundo árabe a través de Israel. Por tanto ese mundo
árabe no puede ser libre, ni independiente, ni democrático mientras
exista ese proyecto de Israel. El problema de Palestina no es el de la
tierra ocupada en 1967, viene de mucho antes. Viene de los años '20
cuando comenzó la emigración sionista europea a Palestina. Y eso no
hay que olvidarlo, Israel está montado sobre tierra árabe y fue
creada injustamente. Hago un repaso de la historia reciente de la zona
y países como Siria, Líbano, Jordania e Iraq, son países nuevos que
no existían hasta hace poco. Era un solo país y la presencia de
Israel ha precipitado la creación de esas naciones, cuando lo más
natural hubiera sido un acercamiento entre ellos. Pero la presencia de
Israel y el proyecto imperialista en la zona impide que estos países
puedan acercarse unos a otros. La presencia misma de Israel causa
inestabilidad en los países limítrofes.
Y
eso es perjudicial no sólo para la paz de la zona, sino que es
perjudicial para la paz mundial.
Tanto
la presencia de Israel y su presión en los países limítrofes, como
la presencia militar norteamericana en Iraq van a precipitar que esas
tensiones vayan a profundizarse más.
D.: Cada vez hay una mayor presencia militar
estadounidense en Jordania, al tiempo que se están creando grandes
polígonos industriales de empresas israelíes.
H.B.:
Ambos hechos, la presencia norteamericana y la fortaleza militar de
Israel, están precipitando que los países que no tienen recursos
económicos estén cayendo en manos de Israel. Por ejemplo: sólo
entran en EE UU sin aranceles los productos jordanos fabricados con un
mínimo de un 8% de fabricación israelí; un producto 100% jordano
paga aranceles. Por tanto Israel es parte del proyecto de EE UU en la
zona. Además en esos polígonos hay una masa de gente que está
trabajando y que depende exclusivamente de la voluntad de Israel. Lo más
peligroso del tema no son sólo los polígonos industriales, sino que
Jordania está sirviendo de plataforma para lanzar los productos
israelíes a terceros países que no tienen relaciones diplomáticas
con ellos.
Es
decir, un producto israelí fabricado en Israel entra en Jordania
convertido en producto jordano y es enviado desde allí a países árabes,
como los países del Golfo.
Fuera
de los polígonos dedicados exclusivamente a la industria israelí no
existen estas industrias. De hecho fuera de los polígonos se creó
una que fue boicoteada tanto por los trabajadores como por los
consumidores jordanos y que quebró.
Hay
una conciencia popular en Jordania que hay que agradecer y por ello
estamos intentado enfocar nuestra lucha en la información.
D.: Los medios de comunicación occidentales intentan
mostrarnos las luchas árabes siempre dentro del marco del Islam pero
usted habla de boicots a productos israelíes, antiimperialismo y
sindicalismo. ¿Existe una resistencia laica? ¿Hay colaboración
entre los grupos de izquierda y los islamistas?
H.B.:
Que toda la resistencia sea islámica está lejos de la verdad. En
Jordania hay un abanico de fuerzas políticas que pasa desde los
marxistas leninistas al nacionalismo más radical. Hay islamistas,
panarabistas, todo tipo de sindicatos, etc. Los mass media sólo
quieren que se vea a los islamistas. El Islam y los islamistas forman
parte de la sociedad jordana y por tanto ellos tienen algo que decir,
forman parte de ese abanico amplio de organizaciones organizaciones
políticas y participan muy activamente. Ellos están en pie de
igualdad con el resto de organizaciones.
D.: Davos da a Jordania un papel prominente en el nuevo
escenario de Oriente Medio, con la celebración anual del Foro Económico
del Mar Muerto. ¿Cómo se valora esta situación desde la sociedad
civil?
H.B.:
Por un lado está la Jordania de Davos, aunque la Jordania popular no
asume todo esto. Lo que sucede es que en Jordania el poder de siempre
ha sabido cómo tratar con las organizaciones sociales. La represión
jordana es una represión que podríamos llamar suave, en el sentido
de que sabe penetrar en esas organizaciones y desmantelarlas; sabe
hacer presiones, sabe reprimir sin derramar sangre. No es un régimen
sanguinario, en apariencia no es un régimen represor, pero el poder
se articula para impedir que las organizaciones civiles se puedan
organizar.
Ahora
mismo en el Parlamento jordano hay una ley aprobada, todavía sin
firmar por el rey, que prohíbe a los sindicados tratar asuntos políticos
y obliga a estos a segregarse por oficios profesionales, con lo cual
no pueden ejercer presión política. La ley todavía no es activa
gracias a la presión popular y los sindicatos.
Hay
dos decretos-ley de 2002 que, de aplicarse, muchos líderes sindicales
irían a prisión. Lo que sucede es que no se aplica, pero la ley
sigue ahí como una espada de Damocles. Cuando les interese la aplicarán.
Ya hay juicios dictados contra personas de las asociaciones civiles y
de los sindicatos.
Gente
que ya ha sido juzgada y condenada a penas de cárcel. Sólo que nadie
ha ido a buscarlos porque saben que ir a detenerles es crear
conflicto, y dejarlos libres es impedir que vayan a más en sus
actividades.
D.: Poco antes de Davos, la ONU dictó la resolución
1559 a petición de EE UU y Francia, que exigía la retirada de Siria
del Líbano y el desarme de Hezbolá y de las milicias palestinas de
los campos de refugiados. ¿Esto va a dar paso a una nueva injerencia
extranjera?
H.B.:
EE UU, cuando ve que una zona se le resiste, o emplea la fuerza
militar ocupante -como Iraq- o bien acude a la ONU y consigue que el
Consejo de Seguridad saque unas resoluciones que le favorezcan.
Nosotros
y el mundo árabe estamos totalmente en contra de que se desmantele
Hezbolá, que se desmantelen tanto las resistencias palestinas como
cualquier otra.
Otra
modalidad sería la de las revoluciones de las repúblicas ex soviéticas,
revolución naranja y demás.
A
nosotros nos toca la modalidad de la fuerza ocupante o el Consejo de
Seguridad. La única medida para EE UU son los intereses
norteamericanos e israelíes; ni es la democracia, ni es la paz de los
pueblos.
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