Amenazas,
hipocresía y mentiras sobre Irán
Por
Txente Rekondo
Rebelión, 19/01/06
Las
ultimas semanas está aumentando la presión que desde Washington y
algunas capitales europeas se lleva ejerciendo desde hace meses sobre
Irán. A falta, de momento, de bombardeos o ataques militares, esos
actores de la escena internacional están sometiendo al estado iraní
a otro tipo de ofensivas, basadas en un abanico de amenazas, fuertes
dosis de hipocresía y más recientemente adornadas con algunas
mentiras.
El
tono de las amenazas difiere según quién las pronuncia, como también
varía las predicciones que en torno a las mismas se hacen desde
diferentes analistas. Desde las elecciones de junio pasado, que
llevaron a Mahmoud Ahmadinejad a la presidencia de Irán, se continua
haciendo una lectura errónea de la situación de aquel país. Hace
unas semanas, el prestigioso Consejo de Información y Seguridad británico–americano,
que reúne a especialistas, profesores universitarios, analistas y políticos,
puso el dedo en la llaga al afirmar que "los estereotipos sobre
Irán y el islamismo que se difunden en Occidente son un grave
error".
Las
declaraciones del presidente iraní en torno al estado de Israel han
sido la penúltima excusa para que desde los círculos
neoconservadores de Washington y desde los halcones sionistas se ponga
en marcha toda una campaña mediática para preparar a la opinión pública
ante un eventual ataque contra Irán. A ello se le ha sumado más
recientemente la decisión del gobierno iraní de proseguir con su
programa nuclear.
Mientras
que algunas fuentes señalan la posibilidad de que o bien Estados
Unidos o incluso el propio Israel dirijan un ataque militar contra Irán,
la realidad hace predecir importantes obstáculos de cara a
desarrollar la vía armamentística. Las razones son múltiples y
variadas. Un ataque contra Irán debería ser de un calibre
devastador, pues un ataque selectivo contra las instalaciones
nucleares dejaría intacta la capacidad de respuesta de Teherán, y
eso es algo que Israel no quiere ni pensar.
Tampoco
está nada claro que en estos momentos el estado de Israel apueste
claramente por un nuevo frente militar. Algunos analistas israelíes
afirman que a pesar de la retórica contra Irán, la capacidad nuclear
de éste no es el mayor riesgo para Israel. El estado judío posee
armas termonucleares y también tiene la capacidad de lanzar misiles
desde los submarinos.
Hipocresía
Más
allá del rechazo que en algunos gobiernos occidentales crea el
desarrollo nuclear de Irán, persiste el deseo de Estados Unidos y sus
aliados para promover un "cambio de régimen" en aquel país.
Porque suena a hipocresía enarbolar todo un sinfín de argumentos
contra las pretensiones del gobierno iraní, mientras que Bush sigue
desarrollando su capacidad nuclear y la llamada "guerra de las
galaxias", o cuando algunos gobierno europeos retoman el tema de
la energía nuclear como posible alternativa a su dependencia a
fuentes energéticas como el gas y el petróleo.
Esa
política de doble rasero se manifiesta con mayor claridad en los
ataques dialécticos y en las acusaciones dirigidas contra el régimen
iraní, que pretenden ser considerados como pruebas irrefutables para
un apoyo sin fisuras a la política estadounidense. "Rechazar la
legislación internacional, poseer o intentar acceder a armas
nucleares, abuso de derechos humanos" son algunos de esos
calificativos–excusa que utiliza Washington, y que se podrían
aplicar en una u otra medida a países como Pakistán o Israel, pero
que no se hace por el carácter de aliados que éstos juegan en el
apoyo a la política exterior norteamericana.
Las
dosis de hipocresía también acompañan a las reacciones en torno a
las declaraciones del presidente iraní. Mientras que éstas se
tergiversan o se sacan de contexto, ningún medio occidental se hace
eco cuando esas mismas declaraciones provienen de importantes líderes
políticos árabes, algunos incluso ostentan los más altos cargosa de
esos estados. En este sentido, estos dirigentes suelen realizar esas
declaraciones en árabe y son para el consumo interno de sus
respectivas poblaciones, y ese es el motivo para que esos discursos o
comentarios no aparezcan en las agencias de noticias occidentales, ni
que sean repetidos varias veces al día en sus diferentes boletines.
Tampoco
se suele dar mucho bombo a las declaraciones agresivas que desde
Israel se lanzan contra sus vecinos. Hace unas semanas, y previo a las
manifestaciones del presidente iraní sobre el estado de Israel,
importantes oficiales israelíes habían hecho públicos unos
comunicados muy duros, amenazando con un ataque militar contra Irán.
Y mucho menos se señala en esos medios la declaración que en octubre
pasado realizaron los dirigentes iraníes, mostrando su determinación
para cumplir "la carta de Naciones Unidas", así como su
rechazo más expreso a "utilizar la fuerza contra ningún país
extranjero".
Maniobras
Justo
cuando se recibían lecturas positivas de cara a la solución del
affaire nuclear, el propio director general del Organismo
Internacional de la Energía Atómica había manifestado que para
marzo de este año el caso podía estar cerrado satisfactoriamente se
han producido las presiones y amenazas que han desembocado en la nueva
crisis.
Desde
EEUU, sin descartarse el ataque "preventivo", parece que se
busca de momento otro tipo de medidas. En Washington son conscientes
de que impulsar un "cambio de régimen" desde dentro de Irán
en inviable en estos momentos. El llamado campo reformista está
dividido y apenas es visible en las calles de Irán, mientras que las
manifestaciones de las diferentes corrientes ideológicas del país
olvidan sus diferencias y hacen causa común ante la posibilidad de
cualquier ataque extranjero.
Los
aliados occidentales de Bush están apostando por buscar medidas de
presión, y si éstas acaban en la materialización de algún embargo,
conviene rescatar de la historia más reciente el caso de Iraq, pues
en ese estado también el inicio de la política genocida de embargos
acabó en el negro escenario que hoy en día presenciamos.
Para
proseguir con sus intenciones, EEUU deberá sortear la reticencia de
China y Rusia. El gigante asiático tiene importantes acuerdos en
torno al petróleo iraní, mientras que Moscú ha desarrollado
importantes lazos comerciales al tiempo que lograba grandes contratos
militares y nucleares con Teherán. Además no conviene olvidar la
dependencia de Occidente en materia energética, y cualquier
movimiento contra Irán puede recibir como contrapartida importantes
restricciones de petróleo.
Las
maniobras estadounidenses llevan semanas en funcionamiento. Los viajes
de miembros del servicio de inteligencia a Turquía y Pakistán, así
como reuniones con otros países vecinos de Irán señalan la dirección
de las intenciones de Washington. Sin embargo, a la luz de los graves
acontecimientos en Iraq, los aliados del gendarme norteamericano harían
bien en exprimir hasta el ultimo momento todas las vías diplomáticas
para solucionar esta crisis. El gobierno y la población de Irán
apuestan por esa vía, pero la historia del país también nos muestra
que ante cualquier agresión exterior, son capaces de hacer causa común
para rechazar la misma, con lo que no nos debería extrañar que en
función de esa lógica, a cualquier embargo, Irán responda con otra
vuelta de tuerca a la coyuntura internacional.
La
diplomacia debe imponerse a ese mar de maniobras hipócritas, de
amenazas y de mentiras que quieren teñir de negro un nuevo rincón
del planeta, y buscar fórmulas para superar el conflicto en torno a
una mesa.
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