El
verdadero blanco de los bombardeos estadounidenses
Red
Voltaire, 20/01/06
Los días
8 y 13 de enero de 2006, Estados Unidos bombardeó a su aliado
paquistaní con el pretexto de tratar de eliminar al «número 2 de Al
Qaeda», Al Zawahiri. Importantes manifestaciones de protesta han
tenido lugar desde entonces en Pakistán contra esas acciones que
forman parte en realidad de la represión étnica que Estados Unidos
aplica en ese país para mantener el control de la dictadura del
general Musharraf sobre la zona de Baluchistán, rica en gas natural.
La prensa atlantista trata de esconder la realidad retomando la fábula
de Al Qaeda.
Las
agencias de prensa atlantistas reportan abundantemente la situación
que prevalece en Pakistán. Las confusas explicaciones de dirigentes
estadounidenses y paquistaníes tratan sin embargo de enmascarar, so
pretexto de la búsqueda de los dirigentes de Al Qaeda, la realización
de importantes operaciones conjuntas de limpieza étnica en una región
rica en gas natural. La dictadura militar sonríe ante las cámaras.
Cuando
era solamente jefe del Estado Mayor, el general Pervez Musharraf
fomentó los incidentes con la India dando lugar a la guerra de Kargil
(Cachemira). Pero, ante la resistencia del ejército indio y las
presiones de la comunidad internacional, el entonces primer ministro,
Nawaz Sharif, estimó que lo mejor era ordenar la retirada. Se produjo
en aquel momento un enfrentamiento entre militares y civiles y la
revocación de Musharraf, que se encontraba de viaje en el extranjero.
El general, que había previsto la situación, volvió
subrepticiamente, el 12 de octubre de 1999, y logró apoderarse del
poder sin derramamiento de sangre.
El
entonces presidente Clinton condenó discretamente el golpe de Estado,
en nombre de la democracia, pero el general Anthony C. Zinni,
comandante en jefe del Central Command, apoyaba sin reservas a los
golpistas. Todo el mundo se hizo de la vista gorda. El general
Musharraf estuvo durante algunos meses al margen de la comunidad
internacional, hasta agosto de 2001, momento de la ruptura de las
negociaciones entre Estados Unidos y el seudo emirato de los talibanes
sobre la construcción del oleoducto que debía conectar el Mar Caspio
al Océano Índico [1]. Musharraf ofreció entonces la ayuda de su
servicio secreto (ISI) para derrocar a los talibanes que el propio ISI
había entrenado anteriormente y puesto al frente del supuesto
emirato. Siguieron más tarde los atentados del 11 de septiembre, la
designación de los talibanes como responsables de éstos y la
proclamación de Pervez Musharraf como pilar de la guerra contra el
terrorismo.
El
general Musharraf ejerce simultáneamente las funciones de Jefe de
Estado y de jefe del Estado Mayor paquistaní, aunque en realidad las
comparte con el embajador Ryan C. Crocker [2]. Ambos supervisan la
explotación del cultivo de la amapola en Afganistán y el
financiamiento, por esa vía, de las operaciones secretas de la CIA
[3].
La
dictadura no parece disponer del apoyo necesario por parte de la
población. Se mantiene sobre todo manipulando hábilmente las
divergencias existentes entre islamistas y laicos en el seno de la
oposición, y gracias al apoyo de Estados Unidos.
Pakistán
está organizado según un sistema federal. Se divide en cuatro
provincias: Sind, Punjab, Baluchistán y Frontera del Noroeste. Además
de la disputa concerniente a Cachemira, reclama dos territorios más.
Las provincias de Baluchistán y Frontera del Noroeste incluyen zonas
tribales que gozan de cierta autonomía. En los últimos años se
desarrolló un poderoso movimiento regionalista entre la población
baluche. Esta exige el cese de su exclusión del desarrollo económico
y denuncia que prácticamente no hay miembros de esa etnia entre los
72 más altos funcionarios de la región. El descontento se manifestó
primeramente mediante un satyagraha al estilo de Gandhi, dando lugar a
acciones no violentas de ocupación pacífica de edificios públicos.
La represión fue sangrienta a partir del descubrimiento de gas
natural en la región. En una segunda etapa, se creó un Ejército de
Liberación de Baluchistán (BLA) al que la juventud se unió
masivamente. El ejército paquistaní, cuya sólida tradición
represiva está avalada por el recuerdo de la masacre de que fueron
objeto la élite y la juventud bengalíes en 1971, decidió erradicar
la oposición. Se unieron a él las fuerzas estadounidenses ya que el
famoso oleoducto que debe conectar el Mar Caspio con el Océano Índico
pasando par Afganistán debe pasar también por la región de
Baluchistán. Las operaciones de limpieza étnica son presentadas a la
comunidad internacional como acciones vinculadas a la guerra contra el
terrorismo. Es por ello que los medios atlantistas de difusión nos
inundan de propaganda en la que presentan la zona tribal de Baluchistán
como la “retaguardia” de Al Qaeda, buscando obtener así un efecto
de indiferencia por parte de la opinión pública internacional.
En
2001, la fuerzas armadas estadounidenses utilizaron bases militares
situadas en territorio paquistaní para apoyar a los señores de la
droga contra el seudo emirato de los talibanes y poner a la cabeza del
poder en Kabul a un ciudadano estadounidense, Hamid Karzai. Estados
Unidos esperó sin embargo hasta el terremoto del 8 de octubre de 2005
para desplegar sus soldados en territorio paquistaní. So pretexto de
una ayuda humanitaria tan mediatizada como lenta, las fuerzas
estadounidenses se desplegaron en la región de Cachemira y en la
provincia Frontera del Noroeste. Cuentan con el apoyo de la OTAN que
movilizó su Unidad E–3. Esta unidad de la OTAN, que comprende 3
Boeing 707 transformados en aviones de carga y utilizados para el
transporte de ayuda humanitaria, se compone esencialmente de 17
aviones de vigilancia AWACS encargados de supervisar la represión en
Baluchistán. Las operaciones son dirigidas desde Alemania por el
SHAPE (cuartel general del Alto Comando de las fuerzas aliadas en
Europa) y desde Estados Unidos por el Central Command.
El
1ro de diciembre de 2005, los ejércitos de Pakistán y Estados Unidos
emprendieron una operación con vistas a eliminar los Sadars de las
tribus Marri, Bugtis y Mengal. Se basan para ello en la Ley contra las
tribus criminales, que no es más que la versión moderna de la
Reglamentación del crimen en las fronteras que editó el Imperio Británico
en el siglo XIX. Aunque los combates parecen haber sido sangrientos,
no existen testimonios confiables ya que el ejército paquistaní no
vacila en disparar contra los observadores enviados por la Comisión
paquistaní de Derechos Humanos.
El
1ro de diciembre, un avión no tripulado de la CIA atacó la aldea de
Haisori, en el norte de la zona tribal, dejando por lo menos cinco
muertos. Durante su viaje del 3 de diciembre a Kuwait, el general
Musharraf aseguró en conferencia de prensa que estaba «casi seguro»
de que el ataque había permitido la eliminación de un dirigente de
Al Qaeda, el egipcio Abu Hamza Rabia. El 7 de enero de 2006, fuertes
enfrentamientos se produjeron no lejos del mismo lugar, en el puesto
fronterizo de Mir Ali, entre el Ejército de Liberación de Baluchistán
(BLA) y fuerzas paquistaníes. En los choques murieron 24 rebeldes y
17 soldados. En un intento por rescatar soldados capturados por el
BLA, las fuerzas estadounidenses organizaron una operación con
unidades aerotransportadas que dio lugar a nuevos bombardeos, con
saldo de ocho muertos y 19 heridos. Después de este incidente, el
gobierno paquistaní presentó una firme protesta a la Coalición. El
vocero del ministerio paquistaní de Relaciones Exteriores declaró
que Estados Unidos desmentía toda responsabilidad y que se había
abierto una investigación para determinar lo sucedido. Estas cínicas
declaraciones oficiales hacen pensar que el choque de Mir Ali se
produjo en realidad entre el BLA y miembros de las fuerzas especiales
estadounidenses que portaban uniformes paquistaníes y que el estado
mayor paquistaní ya no controla la situación.
Un
nuevo bombardeo tuvo lugar el 13 de enero de 2006. Cuatro aviones no
tripulados Predator atacaron en dos ocasiones la aldea de Damadola, en
la zona tribal, dejando 18 muertos, entre ellos 11 niños, y seis
heridos. Al principio, el mayor general Shaukat Sultan, vocero del
gobierno, fue incapaz de explicar lo sucedido a la prensa y descartó
toda posibilidad de que se tratara de una intervención militar
estadounidense. Pero rápidamente se supo que se trataba,
efectivamente, de un bombardeo realizado por los Predator de la CIA.
El gobierno se atrincheró entonces en una nueva versión según la
cual la Coalición habría recibido informes sobre la presencia en la
aldea, durante la Fiesta del Carnero, del segundo hombre de Al Qaeda,
Ayman Al Zawahri, y habría tratado entonces de eliminarlo, aunque sin
éxito.
A
pesar del bombardeo contra su propia población cometido por una
potencia extranjera, el presidente Musharraf no parece tener la menor
intención de expulsar a su amigo el embajador Crocker o de acudir a
la Corte Internacional de La Haya. Lo más que ha hecho ha sido emitir
una carta formal de desaprobación. La secretaria de Estado
estadounidense, Condoleezza Rice, no ha confirmado ni desmentido la
participación de su país en el ataque aéreo, limitándose a
comentar la reacción oficial paquistaní al afirmar que Washington
coopera plenamente con Islamabad en la guerra contra el terrorismo y
que respondería a la carta.
El
domingo 15 de enero, importantes manifestaciones tuvieron lugar en
todas las grandes ciudades de Pakistán en protesta contra la agresión
extranjera. La oposición subraya que no vale la pena ser aliado de
Estados Unidos si ese país no vacila en bombardear a sus propios
aliados, denuncia la próxima visita de George Bush padre como enviado
especial de la ONU para la ayuda a las víctimas del terremoto y exige
la renuncia del «traidor» Musharraf. Hasta el partido Muttahida
Qaumi Movement (MQM), defensor de la dictadura militar, participó en
las protestas.
Notas:
[1]
Ver «L’Effroyable imposture», por Thierry Meyssan, Ed. Carnot, 2002,
pp. 132–138.
[2]
El embajador Crocker es un conocido de nuestros lectores orientales.
Desempeñó un papel central en la operación «Paz en Galilea», en
la masacre de Sabra y Shatila y el sitio de Beirut, en 1982.
[3]
«Le Pakistan exploite le pavot afghan», Voltaire, 19 de abril de
2005.
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