Irán
¿Nueva
guerra colonial en Medio Oriente?
Por
Claudio Testa
Socialismo
o Barbarie, periódico, 26/01/06
Mientras la matanza en Iraq no tiene miras de
acabar, el imperialismo parece estar gestando un nuevo genocidio. Se
ha iniciado contra Irán una campaña parecida a la que precedió la
invasión de Iraq. Recitando el libreto escrito en Washington, los
domesticados medios occidentales comienzan a vomitar las mismas
falsedades. Hasta el pretexto es similar. Antes fueron las
(inexistentes) “armas de destrucción masiva” que Saddam estaba a
punto de arrojar contra Occidente. Ahora se bate el parche con las
“bombas atómicas” de Irán... que irían a llover sobre los países
“democráticos” de un momento a otro.
Los
casos de Iraq e Irán presenta también otro elemento común de
decisiva importancia: ambos tienen inmensas reservas de petróleo (e
Irán también de gas), en momentos en que el crudo amenaza dar otro
salto después de haber sobrepasado el pico histórico de 60 dólares
el barril. Y en el horizonte se dibujan problemas aún más graves: la
posibilidad a mediano plazo de una inédita crisis mundial de la energía.
En este contexto, es lógico que Bush y sus reconciliados compinches
de Europa sientan una creciente ansiedad por “liberar” al pueblo
de Irán de la “tiranía”... y de su petróleo, como han hecho con
Iraq.
La
“bomba atómica” de Irán no existe, y no se entiende además
porqué el gobierno iraní empezaría a usarla, si lograse fabricarla.
Sería un suicidio nacional. Si de verdad el régimen iraní se ha
propuesto tener armas atómicas, la explicación es simple: Bush, al
iniciar su presidencia, comenzó a amenazar por igual a Iraq y a Corea
de Norte. A Iraq, que no tenía armas atómicas, lo invadió. Pero con
Corea del Norte, que logró fabricar bombas atómicas, Bush “se fue
al mazo”. El régimen de Irán parece haber sacado las conclusiones
del caso. La responsabilidad en la extensión del armamento nuclear
es, entonces, del imperialismo yanqui.
Lo
más hipócrita e indignante es que el escándalo por la terrible
“bomba de Irán” lo hacen las potencias imperialistas que acumulan
miles de artefactos nucleares capaces de borrar cien veces del mapa al
género humano. Les hace coro la pútrida Organización de las
Naciones Unidas (ONU) y su inefable secretario Kofi Annan, jefe de la
pandilla internacional que se hizo multimillonaria robando los fondos
del programa “Petróleo por alimentos”, presuntamente destinado a
paliar el hambre en Iraq antes de la invasión.
Efectivamente,
la ONU viene jugando un papel fundamental en las provocaciones
imperialistas contra Irán, en primer lugar mediante el Organismo
Internacional de Energía Atómica (OIEA). El rol de la OIEA y sus
“inspectores” pinta de cuerpo entero la farsa del “derecho
internacional”, los “organismos internacionales” y la propia
ONU. Desde hace décadas, Israel ha acumulado un arsenal nuclear
calculado en 400 bombas, sin que a ningún inspector de la OIEA ni a
Kofi Annan se les haya ocurrido husmear por allí. Pero cuando Irán
decide poner en marcha una planta procesadora de uranio (que además,
en principio, funciona para fines pacíficos, para proveer combustible
a sus reactores nucleares), entonces se descarga la “condena
internacional”.
Amenazas
imperialistas, pero en una situación distinta
Son
notorias, entonces, las semejanzas con las “campañas” mediáticas
y diplomáticas que precedieron a la guerra de Iraq. Sin embargo, al
mismo tiempo, hay que subrayar que la situación política mundial y
de los EEUU son hoy bien diferentes.
Bush
se lanzó en marzo del 2003 a la aventura de invadir Iraq cuando venía
con el apoyo por los atentados del 11 de septiembre de 2001 y después
de que la invasión de Afganistán había sido un paseo triunfal. Hoy
la posición del gobierno Bush en particular y del imperialismo yanqui
en general es notoriamente más endeble.
La
aventura de Iraq desembocó en una guerra de guerrillas contra el
odiado ocupante en la que EEUU se ha demostrado incapaz de vencer,
aunque todavía no ha sufrido una debacle como la de Vietnam. El apoyo
popular a Bush se ha venido abajo en su país. Y en el mundo el
imperialismo yanqui enfrenta una “crisis de hegemonía”, un
creciente cuestionamiento a su dominación. Lo que está sucediendo en
América latina es parte de eso.
Estados Unidos no está más fuerte, sino mucho más débil que
cuando entró triunfalmente a Bagdad hace tres años. Hoy el principal
debate de la política estadounidense es cómo ir retirándose de Iraq
sin que eso luzca como una humillante derrota, parecida a la Vietnam
en 1975. El historiador Immanuel Wallerstein sintetiza bien el estado
actual del gobierno norteamericano: en el 2005 se ha producido un
“colapso de la autoridad de Bush”, que está como en un
“deslizamiento de lodo” que “en política son situaciones en las
cuales, no importa lo que uno haga, siempre pierde”.
¿Las
amenazas de una nueva guerra colonial de Medio Oriente, esta vez
contra Iraq, son entonces un mero “bluff”, como los acostumbrados
en el póquer?
En
principio, todo parece indicar que Estados Unidos no está como para
pensar en nuevas aventuras militares y menos en Medio Oriente, donde
sigue recibiendo una buena paliza. Sin embargo, no hay seguridad de
que un gobierno como el de Bush se mueva con esquemas
“racionales”. La misma ocupación de Iraq fue una aventura en el
fondo delirante, de la que en su momento todos los analistas serios,
de izquierda o derecha, predijeron con rara unanimidad su fracaso.
Por
otra parte, la política no es un juego de ajedrez con reglas y
movimientos “racionales”. El gobierno de Bush podría elucubrar
que una nueva aventura militar, si logra hacer creíble la
“inminente amenaza atómica” de Irán, uniría otra vez tras de sí
a la mayoría de la opinión pública, y le permitiría salir del
pantano en que se está hundiendo. No sería tampoco la primera vez
que un gobierno pretende resolver sus problemas interiores mediante
una guerra en el exterior.
Entonces,
la notoria debilidad de la administración Bush no es de por sí una
garantía de que la pandilla de criminales
de Washington no piense en salir de la crisis huyendo “hacia
adelante”.
¿Huir
hacia adelante con una guerra nuclear “limitada”?
Esto
tiene que ver con el “tipo de guerra” contra Irán que se está
discutiendo abiertamente en los círculos imperialistas... y no sólo
en Washington, sino también en los gobiernos de Europa occidental,
como el de Francia, que de “crítico” de Bush ha pasado a dar un
apoyo condicionado a sus aventuras coloniales.
Dada
la desastrosa experiencia de Iraq, es muy difícil que el imperialismo
yanqui, incluso con el sostén de sus viejos y nuevos socios europeos,
pueda proponerse en Irán la invasión y ocupación del país. Aunque
venciese al ejército regular iraní en una guerra “convencional”
y lograse ocupar la totalidad del territorio, eso sólo marcaría el
comienzo de una guerra popular de guerrillas de dimensiones aún
mayores a la actual de Iraq.
Asimismo
significaría un salto en el desarrollo de la misma resistencia iraquí.
Es que el imperialismo yanqui ha venido aprovechando y exacerbando con
cierto éxito las divisiones sectario-religiosas (chiítas y sunnitas)
y étnicas (árabes y kurdos) que existían en Iraq. Aunque con eso no
ha logrado derrotar a la resistencia ni menos aún montar un sólido régimen
títere, esas divisiones han debilitado el combate antiimperialista.
Pero,
para eso, el imperialismo yanqui ha pagado un alto precio: el de dar
un espacio de poder considerable a los aparatos religiosos y políticos
del chiísmo, la mayoría de ellos estrechamente relacionados con el régimen
teocrático de Teherán.
Tanto
el régimen iraní como sus allegados en Iraq han jugado un papel tan
traidor como infame frente a la ocupación estadounidense. A pesar de
los enfrentamientos que mantiene desde hace décadas con EEUU, la
burocracia político-religiosa de Teherán ha alentado a sus
correligionarios de Iraq a no apoyar la resistencia y a colaborar y
participar en el régimen títere. Incluso todo un sector, ligado
desde su origen al régimen iraní, actúa como “escuadrones de la
muerte” asesinando y aterrorizando a los sectores populares que
sostienen la resistencia. Se trata de la notoria Brigada Badr, que reúne
unos 5.000 facinerosos dedicados a cometer asesinatos, violaciones y
saqueos, y aterrorizar a la población sunnita y a los chiítas
adversarios de la ocupación. El interrogante es qué va a pasar con
todo esto si Estados Unidos retribuye con una guerra los servicios que
le ha prestado en Iraq el régimen de Teherán.
Estados
Unidos, metido en el atolladero de Iraq, no puede pensar en invadir y
ocupar también Irán. Pero ya se ha pensado la solución a este
“inconveniente”: un bombardeo atómico “limitado” contra Irán.
¡Aunque parezca tan increíble como aterrador, esto es lo que se está
discutiendo en la dirigencia imperialista... y no sólo en Estados
Unidos!.
Los
“democráticos” estados europeos toman la posta
Hace
pocos días el ex “pacifista” Chirac, presidente de Francia, fue a
los medios para amenazar con arrojar bombas atómicas contra los países
que apoyen al “terrorismo internacional”. Estas declaraciones
tuvieron una importante repercusión mundial. Es que si bien Chirac no
daba nombres, era evidente que Irán es el primer candidato a ser
“atomizado” por el pequeño Bush de los Champs Elysées.
Digamos
de paso que esta anécdota refleja un cambio táctico en las
relaciones interimperialistas. En el 2003, Francia y Alemania
aparecieron como antiyanquis, “pacifistas” y “opositoras” a la
invasión de Iraq. Pero a lo que se oponían estos “defensores del
derecho internacional” no era a la guerra colonial, sino al proyecto
“hegemonista” y “unilateralista” de Bush, que dejaba de lado a
sus socios-rivales, los dos principales imperialismos continentales:
Francia y Alemania. Su exigencia de hacer pasar todo por el carril de
la ONU y su “Consejo de Seguridad” implica que EEUU no puede hacer
nada sin la aprobación de Francia y Alemania (como también de Rusia
y China).
El
debilitamiento provocado por su fracaso en Iraq, obligó a un giro táctico
de Washington: Bush ha regresado, de hecho y parcialmente, al
“multilateralismo” relativo de Clinton. Trata de negociar y
acordar todo lo que puede con Alemania y Francia, y de hacer bendecir
sus aventuras coloniales con el óleo santo de la ONU. Y esto viene
funcionando. La ONU ha “legalizado” las ocupaciones de Iraq y
Afganistán, y varios gobiernos europeos que eran “críticos”, hoy
están contribuyendo al esfuerzo de guerra del imperialismo yanqui. Así,
Francia y Alemania están entrenando tropas del ejército títere de
Bagdad, y Zapatero envía regimientos españoles a Afganistán... lo
que deja disponibles más soldados norteamericanos para Iraq. Anotemos
al margen que esto termina con otra fábula del “progresismo”
latinoamericano: el supuesto carácter “democrático” y “no
imperialista” de las potencias europeas.
La
oposición franco-alemana a la guerra de Iraq no significa la ruptura
de la profunda asociación económica y política que mantienen los
tres centros del imperialismo, EEUU, Europa y Japón. De la misma
manera, ahora los actuales acuerdos no implican tampoco la liquidación
de la no menos profunda rivalidad interimperialista. Así, Zapatero,
al mismo tiempo que envía tropas a Afganistán, contesta con un
rotundo no a la pretensión de Washington de que no venda armas a Chávez.
El
mejor reflejo de este cambio táctico es el “frente único” que se
ha configurado contra Irán. Al revés de la división que precedió a
la invasión de Iraq, hoy no sólo existe una coalición EEUU-Europa
contra Irán, sino que incluso algunos gobernantes europeos “se
pasan de rosca” en comparación con el alicaído Bush. Chirac es un
buen ejemplo. Por otra parte, la cruzada anti-Irán sintoniza bien con
la campaña “islamofóbica” que alientan los gobiernos y las
burguesías europeas y en particular de Francia.
El
papel de Israel
En
este complicado tablero geopolítico, Israel aparece como el candidato
a asestar el “primer golpe” (quizás nuclear) contra Irán. Hay un
antecedente: en junio de 1981, Israel bombardeó el reactor nuclear
Osirak en Iraq. Ahora el gobierno de Israel ofrece sus servicios para
una operación similar, pero que significaría esta vez el inicio de
una conflagración de mayores dimensiones.
Esta
siniestra “candidatura” no sólo es postulada abiertamente por
parte del mismo gobierno de Israel. Al mismo tiempo, los sectores
afines dentro de EEUU (el llamado lobby sionista), de gran influencia
en las filas neoconservadoras y en la administración Bush, vienen
desde hace tiempo haciendo una furiosa campaña pro guerra contra Irán.
Este
tema ha dividido las opiniones en el establishment político y militar
norteamericano. Aunque en general parece haber consenso en incrementar
las presiones contra Irán –en una primera etapa recurriendo al
Consejo de Seguridad de la ONU para que vote “sanciones”–, no
hay acuerdo sobre hasta dónde llegar.
Según
diversos analistas, además del previsible desacuerdo de la mayoría
de la opinión pública existe una fuerte oposición en sectores del
Pentágono, del Departamento de Estado, de miembros del Congreso y, lógicamente,
en la mayoría de los comandantes militares activos y retirados que
están sirviendo o han servido en Iraq. Es que una aventura de ese
tipo podría iniciar en Medio Oriente una “reacción en cadena”,
cuya primera manifestación sería el paso a la lucha armada de
amplios sectores del chiísmo iraquí.[1]
Es
necesario poner otra vez en las calles al movimiento mundial contra la
guerra imperialista
Por
supuesto, en todas estas amenazas hay también una parte de
“bluff” del imperialismo para forzar a Irán a doblegarse. Incluso
los más acérrimos partidarios de las negociaciones y acuerdos con
Teherán postulan la necesidad de esgrimir públicamente el garrote
–inclusive el garrote nuclear– para obligar a un acuerdo.
Pero
estas consideraciones no deben hacernos minimizar el peligro. Estas
cosas tienen su propia dinámica, que muchas veces ha ido más allá y
escapado del control de los “aprendices de brujo” que las
iniciaban. Como decíamos al principio, sería una conclusión
unilateral y mecánica creer que la crisis de la administración Bush
excluye la posibilidad de una nueva guerra (¡que esta vez podría ser
nuclear!) En todo caso, no podemos confiar en la “sensatez” del
grupo de criminales de guerra que gobierna EEUU... y menos de sus bárbaros
socios de Israel.
Esto
implica una urgente necesidad política: poner nuevamente en marcha el
movimiento contra la guerra, especialmente en Estados Unidos y Europa.
En muchos de esos países han comenzado ya a prepararse marchas para
el 18 y 19 de marzo. Es precisamente en ese mes que Israel y EEUU
amenazan con desatar un ataque contra Irán.
¡Volvamos
a poner de pie en todo el mundo un gran movimiento contra la guerra
imperialista!
Nota:
1.-
Para un análisis más detallado, ver de James Petras, “La próxima
conflagración en Oriente Próximo”, y de Mike Whitney, “¿Cuenta
regresiva a la guerra con Irán?”, publicados en la edición del
22-1-06 de www.socialismo-o-barbarie.org
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