Es poco probable que
USA ataque a Irán
Los 130.000 rehenes
de Bush
Por
Andrew Cockburn (*)
CounterPunch / Rebelión,
04/02/06
Traducido por Germán Leyens (**)
Jimmy Carter obsequió
a Irán 52 rehenes. George Bush lo ha hecho mucho mejor, enviando
130.000 usamericanos a través del océano como garantías de buena
conducta de su gobierno hacia la República Islámica. La semana
pasada, Teherán nos recordó que puede hacer la vida aún más difícil
a las fuerzas usamericanas en Iraq cuando recibió a Moqtada al Sadr
para una visita de alto relieve, en la cual se comprometió
amablemente a que su milicia, el ejército Mahdi, tomará represalias
por cualquier ataque usamericano contra Irán. Su portavoz citó sus
declaraciones ante sus anfitriones: “Si algún Estado islámico,
especialmente la República Islámica de Irán, es atacado, el Ejército
Mahdi combatirá dentro y fuera de Iraq.”
Hay que tomar en serio
esta advertencia. El Jaish al Mahdi, la milicia de al Sadr, ha
emergido como una fuerza formidable desde su formación en 2003. Hace
quince meses, en noviembre de 2004, cuando estaba menos entrenada y
equipada que en la actualidad, ese ejército resistió durante tres
semanas un ataque decidido de los Marines de USA en Najaf.
Pero los intereses y la
influencia iraníes en Iraq no se limitan de ninguna manera al clérigo
radical chií y a sus combatientes. SCIRI, el principal partido en la
dominante coalición chií que triunfó en las elecciones iraquíes,
fue después de todo originalmente fundada y fomentada en Irán. Su
primer líder fue el ayatolá Mahmood Hashemi–Shahroodi, que es
actualmente jefe del poder judicial iraní. El brazo militar de SCIRI,
el Ejército Badr, combatió del lado iraní en la guerra Irán–Iraq,
y fue considerado durante mucho tiempo como el instrumento directo de
la inteligencia iraní, Además, la inteligencia iraní puede contar
con elementos como Abu Mehdi al–Mohandis––"el
ingeniero"–– residente en Najaf con responsabilidades
dirigentes en la milicia de Sadr en esa localidad.
En el norte, dentro y
alrededor del enclave kurdo, fuentes fiables aseguran que la
inteligencia iraní ha estado suministrando un cierto apoyo a
insurgentes suníes, incluyendo al grupo islámico suní militante
Ansar al Islam. Por cierto, la docena de altos comandantes de la
Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC, por sus siglas en inglés]
muertos en un accidente aéreo hace dos semanas, entre ellos
posiblemente Mohammed Sulaimani, el principal oficial de los Guardias
involucrado en los asuntos iraquíes, iban a Oroumieh en el noroeste
de Irán, la principal base para las operaciones iraníes en el norte
de Iraq.
Podría parecer
inesperado que iraníes chiíes apoyen a grupos con una agenda
anti–chií militante, pero el mismo régimen brindó refugio durante
muchos años al líder fundamentalista suní afgano Gulbeddin
Hekmatyar, a pesar de una profunda antipatía mutua.
Además, el poder en Irán
es difuso. Iraq es una presa inmensa, y el control de ese factor,
ofrecido a Irán de modo tan amable por George Bush cuando derrocó a
Sadam Husein, es inevitablemente motivo de controversia entre
poderosas facciones dentro del régimen. Es posible que los
comandantes de la Guardia tengan una agenda diferente de
“Etalaat”, los servicios de inteligencia, o la oficina del Líder
Supremo Khamanei, para no hablar del presidente Amahdinejad. Entre
otros imperativos, esos diversos feudos tienen intereses financieros
en juego en Iraq. Muchos de los comandantes de la IRGC, por ejemplo,
son "Moawedun," lo que quiere decir que son de ascendencia
iraní pero nacidos en Iraq, que tienen intereses en propiedades en
Iraq.
Después de la invasión
de USA, la voz más influyente en la política iraní hacia Iraq fue
la del presidente Hashemi Rafsanjani, que optó por una cooperación
limitada con los ocupantes. A pesar de rumores alarmistas que
circularon en Bagdad de que “un millón de iraníes han infiltrado
Iraq con falsas tarjetas de identidad iraquíes,” la mayoría de los
iraníes a la vista eran peregrinos pacíficos que acudían en masa a
las ciudades santas de Najaf y Karbala. El consenso en Teherán parecía
ser que Iraq debía ser mantenido en lo que los funcionarios llamaban
“un caos controlado,” tanto para mantenerlo débil como para
desalentar una prolongada ocupación usamericana mientras se evitaba
la desintegración generalizada de Iraq hacia la anarquía.
Sin embargo, la derrota
de Rafsanjani por Mahmoud Ahmadinejad en la elección presidencial y
la continua escalada de la confrontación con USA por el programa
nuclear de Irán han cambiado las reglas del juego. La posición de
Ahmadinejad es muy cercana a la de algunos de los dirigentes más
radicales de la IRGC y muestra poca tendencia a ceder ante las
susceptibilidades usamericanas. Su desafío abierto a Occidente por el
tema nuclear, para no mencionar sus observaciones sobre Israel, sólo
han reforzado su posición política en el país, mientras que su
capacidad de jugar la carta iraquí ciertamente dará que pensar a
Washington. Como me dijo recientemente un cercano adjunto a uno de los
líderes de SCIRI, que generalmente es considerado como menos
violentamente radical que el grupo de Moqtada Sadr: “Si Usamérica
ataca a Irán, puede ocurrir cualquier cosa.” ¿Quién necesita un
arma nuclear con un disuasivo semejante a su disposición?
(*)
Andrew Cockburn es co–autor, con Patrick Cockburn, de “Out of the
Ashes: the Resurrection of Saddam Hussein”.
(**)
Miembro del colectivo de traductores de Rebelión y asimismo de
Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística
(transtlaxcala@yahoo.com). Esta traducción es copyleft.
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