Irán

 

Hipocresías en el discurso nuclear

Con ustedes: el exclusivo “club atómico”

Por Juan C. Alfaro
Redacción de Agencia Periodística del Mercosur (APM), 02/02/06

Conozca al selecto grupo de naciones que se arrogan el derecho “legítimo” a la posesión de armamento nuclear. Casualmente, coinciden en ser los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.

En el tablero político mundial, como en tantos otros lugares, existen distintos clubes selectivos que están conformados por una pequeña cantidad de miembros, los cuales piensan que solo ellos son los únicos responsables y con derecho a contar con ciertos beneficios vetados para el resto del común de la gente.

Ese es el caso del “club atómico”, conformado por solo cinco países, Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia, que cuentan dentro sus arsenales militares con gran cantidad de ojivas nucleares, y casualmente todos ellos son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU), quienes tienen el don de contar con el derecho a veto ante cualquier resolución de este organismo.

El exclusivo grupo, al que también se lo puede llamar la “oligarquía nuclear”, surgió en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. El primero en hacer su aparición fue Estados Unidos, cuando el 6 de agosto de 1945 dejaba caer su primera bomba nuclear, llamada “Litle Boy”, arrasando de ese modo la cuidad japonesa de Hiroshima y dejando el terrible saldo de 300.000 civiles muertos, la mayoría pulverizados por las ondas radioactivas.

Cabe señalar que el país norteamericano es el único miembro del club que usó el arma contra objetivos civiles, ya que hay que tener muy en cuenta que en el mundo existieron centenares de explosiones nucleares por parte de los demás miembros como forma de ensayo.

Hasta 1949 Estados Unidos se jactaba de ser el único país con capacidad nuclear. Sin embargo, ese mismo año su rival en la naciente Guerra Fría, la Unión Soviética, logró realizar con éxito un primer ensayo nuclear, iniciando de esa manera una escalada en la construcción de armas atómicas que sumergió al mundo en el temor al holocausto nuclear.

Años después el club se fue ampliando. En 1952 Gran Bretaña detonó la suya, convirtiéndose en el tercer socio. Le seguirían Francia en 1960, y el ultimo en lograr la membresía, China, en 1964.

Por estos días, Irán se encuentra en el centro de la escena internacional por las acusaciones del bloque occidental, liderado por Estados Unidos, el que acusa a Teherán de tener intenciones de construir armas nucleares, a lo que el país islámico afirma que solo busca el uso pacifico de la energía nuclear.

Las negociaciones se tornaron tensas, y el país persa está a muy poco de ser derivado al banquillo de las Naciones Unidas (ONU), presionado por los cinco miembros exclusivos del “club atómico”.

Más allá del peligro que representaría una posible bomba nuclear en manos de la teocracia que gobierna a ese país, la cuestión de fondo cuenta con otros matices, en donde solo un pequeño puñado de países se otorga el derecho de contar con armas atómicas y hacer uso de la energía nuclear con fines bélicos.

Actualmente, no existe una prohibición total y universal del empleo de armas nucleares, ni en el derecho internacional tradicional ni en el derecho internacional convencional.

Sin embargo, el 8 de julio de 1996, la Corte Internacional de Justicia, principal órgano judicial de la ONU, formuló una Opinión Consultiva sobre la licitud de la amenaza o del empleo de armas nucleares. Los 14 jueces de la Corte examinaron el derecho convencional existente, las normas tradicionales y la práctica de los Estados con respecto a las armas nucleares y, en base a su análisis, concluyeron en forma unánime que el empleo de armas nucleares sería incompatible con los principios y las normas del derecho internacional humanitario.

En el mundo aumentó el número de potencias nucleares, y en nuestros tiempos son ocho los países que poseen la bomba atómica. Los cinco exclusivos del “club atómico” a los que se suman, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte, quien afirma contar con esa arma.

Sin embargo, estos últimos países se niegan a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TPN)y ninguno en la actualidad es presionado por la comunidad internacional, salvo Corea del Norte, pero este país cuenta con el apoyo importante de China. Entonces este cuarteto pasaría a conformar el “club atómico” no formal.

Por otro lado se encuentran los países nucleares de segundo rango, los cuales no poseen armas atómicas, pero si hacen uso de la energía nuclear. Este tercer grupo aglutina a casi una treintena de estados, entre los cuales se puede destacar a Alemania, Japón, Ucrania, Australia, Sudáfrica, Bélgica, Taiwán, y en Latinoamérica son sólo tres, Argentina, Brasil y México.

También, mencionemos que dentro de este grupo existieron países que en su momento poseían armas nucleares, como Ucrania, quien heredó gran cantidad de ojivas de la disuelta Unión Soviética, pero después de firmar el TPN tuvo que entregarlas a la Federación Rusa (continuidad estatal de la URSS) en 1996.

Otros Estados que tuvieron armamento nuclear y renunciaron a él cuando firmaron el TPN son Bielorrusia, Kazajstán, Sudáfrica y Taiwán, solo por mencionar unos cuantos.

En mayo de 2005 fracasó la Conferencia de revisión del TPN, que la ONU había convocado en Nueva York. Irónicamente, Estados Unidos frenó el avance de la ampliación de lo acordado en la Conferencia del año 2000 donde se consiguió firmar un acuerdo que indicaba trece formas prácticas para avanzar hacia el desarme. Entre las cuales se puede mencionar el Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, la reducción del protagonismo del armamento atómico en las doctrinas de seguridad de los países y la adopción de sistemas de verificación que comprueben el avance de los acuerdos de desarme.

Las dos conferencias anteriores, una celebrada en 1995, donde se acordó la prórroga indefinida del tratado, y la otra en el 2000, concluyeron con una serie de obligaciones para avanzar rumbo desarme nuclear, estipulado en el artículo 6 del TPN. Sin embargo, hasta la actualidad esta norma parece ser solo un puñado de palabras trazadas en un papel.

El rol estadounidense en ese aspecto es hipócrita, dado que Washington enfatiza en evitar la proliferación nuclear, pero hace caso omiso al pedido de países más débiles sobre un progresivo desarme de las grandes potencias.

No conforme con esto, los halcones de Washington cuestionaron el artículo 4 del TNP, que admite el derecho de todos los países al desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos, y pretendieron modificarlo para tratar de conseguir la renuncia al enriquecimiento de uranio de todos los países que no tienen armas nucleares, aunque se haga con fines civiles.

De ese modo, ante las dificultades políticas y jurídicas para imponer sus decisiones en el TPN, Bush y compañía impulsaron desde 2003 la Iniciativa de Seguridad contra la Proliferación (IPS), que otorga al país del norte el derecho de registrar cualquier buque sospechoso. Los “neocons” lograron incorporar a sesenta países a este acuerdo, con el que buscan legitimar el ejercicio de labores de policía en alta mar, aunque esa pretensión rebase la legislación internacional, y sólo cuenta con el objetivo de sustituir al TPN, el cual no es del agrado de la actual administración estadounidense.

Por otro lado, en numerosas oportunidades se planteó la exigencia árabe de que Medio Oriente sea una zona libre de armas nucleares. Pero esa postura es rechazada por Israel. Tengamos en cuenta el interés estadounidense en su alianza con Tel Aviv para mantener la supremacía en una zona vital de recursos energéticos, que son pretendidos por la potencia en la conformación de su imperio.

Entonces, ¿quién estaría llevando a la región a un presunto desarrollo nuclear?. Sin duda Estados Unidos, quien se niega a admitir la existencia de armas atómicas en Israel. Estas provocan el temor de sus enemigos, como Irán, Siria o Egipto, con el previsible resultado de que esos países impulsen sus propios programas de armamento nuclear.

Recordemos que poco antes del fin de la Guerra Fría, Estados Unidos y la Unión Soviética impulsaron las Conversaciones para la Limitación de Armas Estratégicas (SALT). Pero después de que la segunda dejara de existir como superpotencia, la amenaza nuclear pareció disminuir. No obstante, luego del 11–S, Estados Unidos, como única superpotencia del mundo, acusa a naciones de contar con armamento nuclear e hipócritamente amenaza con utilizar las propias contra ellos, como un método de solución.

Es más, la situación actual, donde Irán es el foco principal de estas acusaciones, parece demostrar las falacias con la que las potencias nucleares actúan en la política internacional.

Dejando un poco de lado las arrogancias estadounidenses, Europa también sostiene un discurso nuclear con grados de hipocresía. Ante la escalada de los precios del petróleo por la cuestión iraní y el severo invierno que azota a varios de sus países, el viejo continente está pensando en resucitar la energía nuclear.

¿No es a caso ese el tema por el cual los principales países europeos remitieron a Irán al Consejo de Seguridad de la ONU?.

Cabe mencionar que, hasta el momento, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) no ha encontrado pruebas de que Teherán posea armas nucleares.

Es más, para no quedar chico ante las fanfarrias de Bush y sus armas nucleares, el presidente francés, Jacques Chirac, amenazó hace pocas semanas con utilizar sus armas nucleares contra cualquiera que “recurra a medios terroristas” contra su país.

Todo este discurso nuclear propagado a viva voz por los miembros exclusivos del “club atómico”, no hace más que demostrar las intenciones de supremacía y dominio que pretenden en pos de los países más débiles. El uso y la posesión de armas nucleares tiene que ser prohibido a todos por igual, ya que esto es el mayor fantasma con el que vive la humanidad, al saber que su autodestrucción es posible.

Por otro lado, el uso de energía nuclear es un derecho de cualquier país firmante del TPN. Sin embargo, existen también otras fuentes de energía que contaminan menos al mundo. No olvidemos que los dos mayores desastres de plantas nucleares, Chernobyl en Rusia y Three Miles Island en Estados Unidos, fueron en dos miembros del club, eso si, dejando un poco de lado la gran cantidad de ensayos nucleares realizadas por todos los países que poseen ese tipo de armamento, y obviamente Estados Unidos hasta la actualidad se reserva el logro de haber sido el único que la usó contra objetivos humanos.