Charlie Hebdo
salió con el profeta en la tapa
Publicación en
Francia de más caricaturas
Por Eduardo Febbro
Corresponsal en París
Página 12, 09/02/06
Después de años de
trayectoria contestataria, el semanario satírico francés Charlie
Hebdo decidió apoyar las ventas reproduciendo las 12 caricaturas de
Mahoma que causaron la ira del mundo musulmán y agregándole una
portada en que el profeta aparece lamentándose: “Es duro esto de
ser amado por boludos”.
Luego de la prensa
conservadora europea, ahora le tocó el turno a la izquierda radical
de meterse en la brecha del oportunismo comercial religioso y
reproducir, a su vez, las 12 caricaturas del profeta Mahoma que
levantaron el encono del mundo musulmán. El semanario satírico francés
Charlie Hebdo publicó ayer los dibujos en nombre de la
“solidaridad” y “en defensa de la democracia”. Nadie sabe con
claridad qué democracia está en peligro, pero lo cierto es que esta
publicación francesa conocida por sus controvertidas provocaciones
hizo un negocio redondo: cerca de mediodía era imposible encontrar un
ejemplar de la revista. Los 400.000 ejemplares se agotaron en pocas
horas pese a que muchos kiosqueros, por temor a las represalias, se
negaron a exponerlos. Charlie Hebdo batió un record histórico de
ventas, dejando muy lejos sus 140.000 ejemplares habituales. El
presidente francés reaccionó de inmediato. Jacques Chirac calificó
de “provocación” la reproducción de las caricaturas, abogó por
que se evitara herir “las convicciones del prójimo, en particular
las creencias religiosas”, defendió la libertad de expresión
“con responsabilidad” y terminó considerando que la difusión
reiterada de las imágenes del profeta del Islam puede “avivar
peligrosamente las pasiones”.
Los responsables de la
revista francesa hicieron caso omiso de la “fractura” que se
ahonda cada día. Philippe Val, director de Charlie Hebdo, declaró
que “el ejercicio de la libertad de prensa no puede considerarse una
provocación. No hay que renunciar a este derecho por el simple hecho
de que la gente no sea capaz de soportarlo”. Charlie Hebdo llegó
este miércoles a los kioscos a pesar de las acciones interpuestas por
las organizaciones musulmanas de Francia para impedir su difusión. Al
cabo de una semana de acalorados debates, la Justicia rechazó los
recursos presentados por el Consejo Francés de Culto Musulmán y
otras entidades. Los jueces estimaron que dar curso a las demandas
legales hubiese equivalido a atentar contra la ley de la prensa, que
data de 1881. Lo cierto es que, fiel a su estilo demoledor, Charlie
Hebdo abre su edición con un dibujo de Mahoma en primera plana y el título
dice “Mahoma sobrepasado por los integristas”. La tapa muestra una
caricatura en la que se ve al profeta agarrándose la cabeza con las
manos y diciendo: “Es duro esto de ser amado por boludos”. Lo más
sobresaliente es la lectura étnico–político–religiosa que la
publicación francesa hace circular a través de este caso. La mala
fe, las aproximaciones, la ignorancia y la pedantería se acumulan en
una insultante percepción del mundo a lo largo del texto que abre el
número especial. Delirio o convicción profunda, Charlie Hebdo
reproduce un texto de la Asociación del Manifiesto de las Libertades
(AML) cuya tesis central sostiene que todas las manifestaciones que
siguieron a la publicación de las primeras caricaturas por un diario
danés son un “llamado al orden” dirigido a todos aquellos que se
reconocen en la “libertad de pensar de los artistas, de los
intelectuales”. Según el documento, esos disturbios quieren decir
concretamente: “Ciudadanos de Europa y de otras partes, sobre todo
de otros lados, ustedes no tienen el derecho de ser europeos, no
tienen derecho de pensar como europeos”.
La visión de esta
revista satírica es de un etnocentrismo y de una ignorancia
abrumadora. En página dos, el jefe de redacción, Gérard Birad,
escribe: “La gente razonable, los negociadores en yogur que temen el
boicot, nos dicen que no se debe herir a la gente en su fe. Estamos
abiertos al debate. Pero para que el debate pueda tener lugar, antes,
es preciso que ciertos creyentes cesen de herir a quienes no adhieren
estrictamente a sus convicciones. Y que cesen también de responder al
lápiz y a la pluma con el cuchillo y el cinturón lleno de
explosivos”. La catarata de insultos y agresiones podría constituir
un buen resumen del biempensante “progresismo” en cuyo fondo se
esconde el racismo. Evocar la figura del kamikaze en semejante
contexto es volver a hacer de los musulmanes terroristas en potencia.
Ayer la ira musulmana produjo cuatro muertos en Afganistán.
Charlie Hebdo tiene un
sólido pasado de revista contestataria. Nacida en los años ’60
bajo el nombre de Hara–Kiri, prohibida varias veces por su
insolencia frente a un país que, hasta la década de los ’80,
sacralizaba hasta su propia sombra, Charlie Hebdo sobrevivió al
colapso de las ideologías gracias a su corte irreverente, mezcla de
anarquismo y extrema izquierda, heredero de la filosofía de mayo del
‘68. Sin embargo, ahora no se trata de un gesto de rebeldía hacia
el poderoso Estado francés o sus intocables representantes, sino de
un esquema mucho más complejo. Como muchos otros sectores de la
izquierda europea, Charlie Hebdo ha mostrado los límites de su
comprensión “democrática” y solidaria del mundo.
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