Lo de Mahoma
Por Juan Gelman
Página/12 - Buenos Aires, 12/02/06
Las caricaturas de
Mahoma -en particular la que lo muestra con una mecha de bomba
encendida en el turbante- siguen provocando indignación,
manifestaciones y muertes en el mundo musulmán. Esa ira no descansa.
En Occidente se suele defender la publicación de esos dibujos con un
acérrimo hincapié en la libertad de expresión, aunque algunos lo
entibian con los paños del respeto a la creencia ajena. En efecto,
para el Islam es sacrilegio tomar en solfa la imagen del Profeta y,
encima, representarlo como un amenazante terrorista.
El tema de la libertad
de expresión tiene un tratamiento bastante maleable en el
Jyllands-Posten, el diario de Dinamarca que publicó los 12 dibujos el
31 de septiembre del 2005. En abril del 2003, el ilustrador danés
Christopher Zieler presentó al periódico una serie de caricaturas
sobre la resurrección de Cristo y recibió de Jens Kaiser, director
de los números dominicales, el siguiente e-mail: "No creo que
esos dibujos gusten a los lectores de Jyllands-Posten. En realidad,
creo que provocarán muchas protestas. En consecuencia, no los
utilizaré" (The Guardian, 6-2-06). Kaiser no aplicó el mismo
criterio a las caricaturas de Mahoma y véase por qué: "En el
caso de los dibujos de Mahoma, pedimos que los hicieran. Yo no pedí
los otros. Esa es la diferencia". Una mera diferencia editorial,
apenas técnica, vaya.
Es imposible desgajar
la actitud de Kaiser del racismo occidental y europeo en general, y
del danés en particular, que se agravaron de manera creciente desde
el 11/9, la invención del "eje del mal", la ocupación de
Irak, la construcción del muro en Israel, el terrorismo suicida. El
gobierno derechista instalado en Copenhague desde 2001 y reelecto el año
pasado mutiló conquistas sociales y laborales, participó en la
ocupación de Irak y endureció las medidas antiinmigratorias. Una
nueva ley promulgada en septiembre de 2004 limita específicamente el
ingreso de inmigrantes musulmanes. El mismo mes, Pia Kjaersgaard
-dirigente del Partido del Pueblo Danés, oficialista y de extrema
derecha- llamaba a la guerra contra el islamismo, al que comparó con
el nazismo y el marxismo (www.globalresearch.ca, 2-6-06). Una encuesta
de principios de 2005 mostró que uno de cada cuatro daneses teme que
algún día haya más musulmanes que no musulmanes en el país. Es un
temor curioso: los 200.000 habitantes de Dinamarca que profesan el
Islam son menos del 2 por ciento de la población total, pero esa
creencia refleja el clima antiárabe imperante.
El debate libertad de
expresión versus respeto a los credos religiosos que las caricaturas
desataron en Occidente no carece de rasgos hipócritas. Medios
norteamericanos y europeos que nunca se cansaron de repetir y difundir
las mentiras de la Casa Blanca sobre Irak, o que callaron o
autocensuraron barbaridades como el espionaje interno en EE.UU., hoy
lustran esmeradamente el concepto de la libertad de expresión. No
mencionan, claro, que la suya propia está acotada por las
corporaciones a las que pertenecen y los intereses políticos, no
exactamente populares, que defienden. Una cosa es una cosa y otra cosa
es otra cosa.
Afloran también
reflexiones autoritarias como la de Roger Koeppel, director del periódico
alemán Die Welt: "Debe quedar claro que gobierna la cultura
mayoritaria y que la cultura minoritaria tiene que acatar sus reglas.
Si éstas no son aceptables, nadie está obligado a vivir bajo
ellas" (The Christian Science Monitor, 8-2-06). Sépanlo los
millones de árabes que la miseria ha empujado a emigrar a Europa. Políticos
y gobiernos del Viejo Continente, salvo alguna excepción, se han
lavado las manos: la cuestión es de los medios, dicen, que tienen
derecho a ejercer la libertad de prensa.
El Consejo Francés de
Culto Musulmán y diferentes organismos presentaron en los tribunales
varias denuncias contra el parisino France-Soir y otros periódicos
que reprodujeron las caricaturas del diario danés. La Iglesia Católica
francesa logró el año pasado que la Justicia prohibiera la difusión
de un aviso de modas basado en La última cena. "Es un acto
gratuito de intrusión en las creencias más íntimas de las
personas", dictaminó el juez de la causa. No estimó lo mismo el
magistrado francés que rechazó el recurso del Consejo fundamentando
la medida en una ley de prensa que data del año 1881. "Los
musulmanes quieren ser tratados como los fieles de otras
religiones", explicó Olivier Roy, un especialista eminente en
asuntos islámicos del Centro Nacional de Investigaciones Científicas
de París. Finalmente, en Alemania, Francia y Austria, negar que la
Shoa se haya producido es un delito penado por la ley.
El boicot a los
productos de Dinamarca en el Medio Oriente pareciera más eficaz que
las manifestaciones violentas que son violentamente reprimidas. La
alimentaria Arla, de capital sueco-danés y una de las más
importantes empresas de productos lácteos de Europa, ha multiplicado
sus avisos en los medios deslindándose de las caricaturas de Mahoma.
Se explica: sus exportaciones a la región ascienden a 480 millones de
dólares anuales y en cinco días sus ventas se redujeron a cero (BBC
News, 31-1-06). Las agencias de viajes de Dubai informaron que no hay
habitante del Emirato que viaje a Dinamarca en estos días.
La Casa Blanca echa la
culpa de las manifestaciones y desmanes a Irán y Siria, desde luego.
Para la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, las caricaturas de
Mahoma nada tienen que ver. "No sé por qué nos odian
tanto", se preguntó W. Bush al comenzar su cruzada por el
dominio del mundo.
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