Irán y Estados Unido
dialogarán... sobre Irak
BBC News, 16/03/06
El gobierno
estadounidense autorizó a su embajador en Bagdad, Zalmay Jalilzad, a
iniciar conversaciones con funcionarios iraníes con respecto a la
situación en Irak.
De concretarse este
acercamiento, ambas naciones sostendrían su primer encuentro público
formal desde 1979, luego de la llamada Revolución Islámica.
Un vocero de la Casa
Blanca aclaró que Jalilzad sólo quedaba autorizado para hablar de
las preocupaciones estadounidenses sobre la participación de Irán en
el escenario iraquí. No se tocaría el sensible tema nuclear en este
diálogo.
El funcionario iraní
de mayor rango en materia de seguridad, Ali Larijani, explicó que con
anterioridad se habían rehusado a conversar con EEUU sobre este tema,
pero que ante la solicitud de un alto dirigente chiita en Irak habían
cambiado de parecer.
La noticia del
posible acercamiento se produce el mismo día que el presidente de
Estados Unidos, George W. Bush, presentó una nueva estrategia
nacional de seguridad que ubica a Irán como la principal amenaza
potencial a los intereses estadounidenses.
Escala de poder
"Aceptamos con
el fin de ayudar a resolver varios asuntos pendientes en Irak y además
colaborar en el establecimiento de un gobierno iraquí libre e
independiente", le dijo Larijani a periodistas en Teherán.
El mandatario iraní,
Mahmoud Ahmadinejad, siempre se ha negado a entablar conversaciones
con el gobierno estadounidense en diferentes temas.
Sin embargo, el hecho
de que haya sido Larijani, y no Ahmadinejad, quien haya anunciado la
iniciativa es significativo, indica la analista de la BBC, Pam
O'Toole.
Considerado como un
conservador más pragmático, Larijani es visto como un aliado cercano
del Ayatolá Jamenei, quien tiene la última palabra en los temas del
Estado iraní, agrega.
De acuerdo a la
analista, el anuncio de diálogo con EEUU se produce en medio de
informaciones que indican que existe preocupación en algunos sectores
iraníes por la línea dura mantenida por Ahmadinejad tanto en el caso
nuclear como en otras materias de política exterior.
Sin embargo, el hecho
de que Irán haya aceptado a conversar tras el pedido del clérigo
chiita en Irak puede ser visto como una manera de desviar cualquier crítica
dentro del país, señala O'Toole.
Significado
Estados Unidos e Irán
tienen serias divergencias en varios frentes, sin embargo, cuando se
refiere a Irak tienen intereses comunes en el corto plazo,
explica además el analista en temas internacionales de la BBC,
Jonathan Marcus.
No es la primera vez
que se habla de un diálogo iraní–estadounidense para tratar la
situación iraquí. Ya en noviembre del año pasado hubo amagos de las
partes, que no se materializaron.
Ahora las
circunstancias son diferentes, pues Teherán está casi igual de
preocupado que Washington por la sostenida violencia en Irak, dice
Marcus.
Además Irán tiene
estrechos lazos con los sectores chiitas iraquíes y los nuevos
partidos de esta rama del Islam que ahora dominan el Parlamento.
La posición
estadounidense también parece haber cambiado: ahora es más pragmática,
indica Marcus.
Hay un reconocimiento
de que la preocupación de Irán por su vecino puede ser legítima, añade.
Sin embargo, este
analista considera que cualquier acuerdo o consenso entre estas
naciones sobre Irak, podría verse en riesgo según sea el resultado
del álgido conflicto entre ambos sobre las pretensiones nucleares de
Teherán.
Irán–Iraq: La convergencia de las crisis
Análisis de Gareth Porter (*)
Inter
Press Service (IPS), 22/03/06
Washington.– El ala más derechista del gobierno de
Estados Unidos ya perdió la batalla contra el inicio de negociaciones
directas con Irán por la estabilización de Iraq, ya acordado entre
los gobiernos de George W. Bush y Mahmoud Ahmadinejad.
Los funcionarios de línea dura se niegan a cualquier
vinculación entre la crisis iraquí y la que tiene su epicentro en el
desarrollo nuclear iraní. Por eso, procuran evitar que suba la presión
hacia un diálogo más amplio con el régimen islámico en Teherán.
Pero las próximas negociaciones, acordadas la semana
pasada, elevarán las posibilidades de que se entablen negociaciones
también sobre el programa nuclear iraní y otros asuntos de interés
bilateral.
La convergencia entre las dos crisis se debe, por un
lado, a que Estados Unidos y los partidos políticos de Iraq necesitan
ayuda para resolver la violencia entre comunidades religiosas. Por su
parte, Teherán no oculta su aspiración a ampliar su espectro de
acuerdos con Washington.
Las actitudes dentro del gobierno estadounidense ante el
anuncio fueron contrastantes. La secretaria de Estado (canciller)
Condoleezza Rice afirmó que el diálogo "podría ser útil".
Al día siguiente, el consejero de Seguridad Nacional de
la Casa Blanca, Stephen J. Hadley, sostuvo que se trataba de "un
mero recurso iraní para desviar la presión que sienten en Nueva
York", sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU),
cuyo Consejo de Seguridad se apresta a analizar el programa nuclear
del país del Golfo.
Hadley sugirió, incluso, que no era necesario para
Estados Unidos hablar formalmente con Irán. "Estamos hablando
con Irán todo el tiempo. Nosotros hacemos declaraciones, ellos hacen
declaraciones", ironizó.
Luego, altos funcionarios que hablaron con la prensa con
la condición de mantener su identidad en reserva afirmaron que el diálogo
era "un truco publicitario" iraní para evitar críticas.
Las diferencias se plantean entre quienes procuran aislar
a Irán diplomáticamente o aprovechar su influencia en la comunidad
chiita de Iraq para poner fin a sus violentos conflictos con la minoría
sunita.
Al grupo encabezado por el vicepresidente Dick Cheney y
el secretario (ministro) de Defensa Donald Rumsfeld, cuyas posiciones
fueron expresadas por Hadley y los funcionarios anónimos, le importa
mucho menos lo que le suceda en Iraq que el mantenimiento de la política
de alentar un cambio de régimen en Irán.
En cambio, Rice y el embajador estadounidense en Iraq,
Zalmay Khalilzad, están al parecer dispuestos a debilitar o romper la
política de aislamiento de Irán, pues reconocen la desesperante
situación de la lucha entre chiitas y sunitas y creen que el régimen
islámico puede ser de ayuda.
Bush está alineado con Rice y Khalilzad contra Cheney y
Rumsfeld, desde que accedió el año pasado a autorizar conversaciones
con el gobierno iraní sobre la crisis iraquí.
A fines de diciembre o principios de enero, Khalilzad
despachó un mensaje a las autoridades iraníes para proponerles
cooperar en Iraq, según informó el diario británico en lengua árabe
Al–Hayat.
Los liderados por Cheney y Rumsfeld no desafiaron
entonces la decisión, pues confiaban en que Irán rechazaría una
invitación a deliberaciones limitadas a la situación iraquí. No se
equivocaron. La cancillería iraní contestó que no accedería a
dialogar en esos términos.
Pero Khalilzad repitió la invitación en febrero, según
un alto funcionario de inteligencia iraní consultado por Lindsey
Hilsum, editor de noticias internacionales del británico canal 4 de
televisión, quien publicó un informe al respecto el 12 de este mes
en el diario londinense Sunday Times.
La oferta no fue rechazada esta vez. La voluntad iraní
de estabilizar la situación en Iraq sin compromisos de ampliar la
agenda de las conversaciones deja en evidencia la percepción
predominante en Teherán: una confrontación militar con Washington
sería muy peligrosa.
Desde el anterior rechazo iraní a la invitación de
Khalilzad, el gobierno de Bush elevó la presión sobre Teherán
orquestó una campaña para remitir el conflicto nuclear de la Agencia
Internacional de Energía Atómica (AIEA) al Consejo de Seguridad de
la ONU, con miras a imponer sanciones.
Al acordar cierta cooperación con Estados Unidos en
Iraq, los iraníes dejan en evidencia su interés de manejar el diálogo
como un puente hacia la ampliación de las negociaciones diplomáticas.
El informante de inteligencia de Hilsum señaló que, al
solicitar que las conversaciones se desarrollaran en un país neutral,
Irán manifestaba su intención de abordar en ese diálogo también el
conflicto nuclear.
"Si los estadounidenses dejan de causar problemas en
la región (de Medio Oriente) y examinan su anterior comportamiento,
pueden suceder muchas cosas", sostuvo el jefe de negociadores del
programa nuclear iraní, Alí Larijani, figura cercana al líder
espiritual del régimen chiita, ayatolá Alí Jamenei.
Pero el grupo de Cheney y Rumsfeld está determinado a
evitar que el programa nuclear iraní se cuele en la agenda de las
conversaciones.
El mismo día en que se hizo pública la inminencia de
ese diálogo, el día 16, el subsecretario de Estado (vicecanciller)
Nicholas Burns descartó públicamente cualquier ampliación de las
conversaciones al conflicto nuclear.
Burns declaró que tales negociaciones serían "fútiles,
dados los antecedentes" de Irán.
De todos modos, será imposible mantener las estrategias
estadounidenses simultáneas de solicitar cooperación a Irán y
procurar su aislamiento mediante la manipulación del conflicto
nuclear.
Las discusiones sobre Iraq incluyen varias fórmulas políticas
que tanto Estados Unidos como Irán podrían apoyar. Irán, por
ejemplo, podría convencer a los partidos chiitas más combativos a
alcanzar un acuerdo de convivencia con los sunitas.
Si Irán se involucra más en la negociación interna en
Iraq, y la comunidad internacional se lo reconoce, a Estados Unidos se
le dificultará resistir a la presión para reanudar el diálogo político
y diplomático sobre las diferencias en materia nuclear.
Paradójicamente, la ayuda iraní fue impulsada por Abdul
Aziz al–Hakim, el líder del principal partido de la coalición
chiita de gobierno en Iraq.
Mientras, los partidos sunitas han rechazado la idea, a
pesar de que necesitan apoyo iraní para la satisfacción de sus
demandas políticas.
(*) Gareth Porter es historiador y experto en políticas
de seguridad nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio:
Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam",
su último libro, fue publicado en junio de 2005.
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