Después de las elecciones en Israel
Por Ivan Vanney
Desde Israel, para Socialismo o Barbarie, 08/04/06
Ya desde el triunfo de Hamas en las elecciones de
Palestina, Israel no cesó con la cruda matanza de civiles palestinos.
El mismo día de las elecciones palestinas, Israel
continuo practicando su deporte favorito, y hoy, tras el triunfo de
Kadima (patético, pues
un 40% de la población se abstuvo de votar y consiguió muchas menos
bancas de lo que encuestas y medios prometían), el conflicto no
parece estar encaminado a un acuerdo.
El resultado de las elecciones en Israel, sin
embargo, tiene una minúscula interpretación positiva y es el fracaso
del Likud (el partido de Netanyahu que fue liderado por Ariel Sharón
en las elecciones pasadas), que se oponía a la desmantelación de
asentamientos y que llevaba a cabo una política capitalista y
neoliberal que como consecuencia dejó a un gran numero de la población
(un millón y medio aproximadamente) por debajo de la línea de la
pobreza, degradando más aun las condiciones laborales, privatizando,
disminuyendo impuestos a la clase alta y sueldos a los trabajadores.
No obstante, es menester
considerar que esta buena nueva no representa un cambio positivo
considerable para los pueblos palestino y judío. Kadima representa a
la población que ante la opinión pública internacional asegura
apoyar un acuerdo de paz y que sin embargo no tiene ningún interés
en el cese del conflicto o en sacrificar asentamientos para evitar más
muertes.
El principal emblema de
Kadima es “mayor cantidad de tierras con menor cantidad de árabes”.
En otras palabras, las declaraciones oficiales de los diputados de ese
partido admiten que, según Kadima, la solución para el estado judío
está en desocupar territorios palestinos de forma unilateral, sin
previo acuerdo. Es que el gobierno palestino jamás consentiría tal
política, similar a la de Sharón, orientada a mostrar a la comunidad
internacional la voluntad de Israel de establecer la paz en Medio
Oriente desocupando territorios, cuando en realidad se construyen más
asentamientos en Cisjordania y se garantiza su eternidad con el
“Muro de la Vergüenza”, que comenzó a construirse durante la
gestión de Ariel Sharón.
La política de Kadima debe ser desmentida. Mientras
algunos partidos, ultraderechistas declarados, proponen abiertamente
políticas anti-árabes y anti-sociales, Kadima llega con un discurso,
redactado para la opinión internacional, moderado, y, hasta
“pacifista”, pero con una política no diferente a la que proponen
los partidos ultraderechistas… aunque dispuesta a reprimir
violentamente a los colonos judíos, para que la prensa internacional
se ocupe de mostrar al mundo el sacrificio del gobierno hebreo por
demostrar sus deseos de llegar a un acuerdo.
Sabido es que en vano Hamás insistió en reiteradas
ocasiones en que es necesario establecer un diálogo entre los dos
Estados y proponer el imprescindible cese de fuego para la evolución
de los planes de paz. En respuesta a estos fallidos intentos,
Palestina no dejó de sufrir incursiones en las que civiles perdieron
la vida, “por error” según voceros del ejercito de Israel.
El resultado de estas elecciones logra también
desmentir el discurso de otros partidos como Meretz o el Laborismo que
han decidido sumarse a la política de Olmert (primer ministro de
Kadima) haciendo coaliciones entre sus partidos y Kadima.
Meretz, que se autoproclamaba
“socialista-sionista”, y el laborismo (socialdemócrata) harán
posible que Kadima forme su gobierno, proporcionándole 24 de las 60
bancas que le son necesarias.
Por otra parte, el resultado de la izquierda fue muy
pobre. El Frente Democrático por la Paz e Igualdad, el único partido
árabe-judío, con una política socio-económica igualitaria, que
comprende los problemas ecológicos y el primero que propuso el
retorno a los limites territoriales de 1967 como única solución
justa al conflicto árabe-israelí, logró sólo 3 bancas. Esto deja
al desnudo uno de los problemas que azotan a la población árabe-israelí
y que no se dan a conocer: el racismo y la desigualdad de derechos que
sufren los árabes israelíes y también la indiferencia a la que está
sometida la población pobre de Israel.
Es temprano para intentar predecir qué sucederá en
los próximos meses, pero no parecen venir cambios positivos
considerables.
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