La
Palestina de Olmert
Por
Joan Cañete Bayle
El Corresponsal de Medio Oriente y África, 03/04/06
El 5 de diciembre del
2003, cuando Ariel Sharon estaba sano, Yasser Arafat malvivía en la
Muqata de Ramallah, Mahmoud Abbas había dimitido hacía poco como
primer ministro y Hamas ni siquiera soñaba con gobernar la Autoridad
Nacional Palestina (ANP), Ehud Olmert, a la sazón número dos de
Sharon, declaraba: "Los parámetros de una solución unilateral
son: maximizar el número de judíos, minimizar el número de
palestinos, no retirarse a las fronteras de 1967 y no dividir Jerusalén".
Más de tres años después, estos son los pilares del plan con el que
Olmert prevé marcar las fronteras de Israel en el 2010 y, con ello,
alumbrar ilegalmente una Palestina cantonizada e inviable.
Mapa en mano, los
detalles del plan no están definidos, pero, siguiendo al milímetro
el legado de Sharon, el futuro primer ministro sí ha precisado sus líneas
maestras. Israel pretende quedarse con toda Jerusalén, incluyendo la
parte árabe, y los asentamientos que la rodean, además de las
colonias de Ariel y Gush Etzion. También es irrenunciable el valle
del Jordán. Esto implica evacuar a unos 60.000 colonos de los 420.000
existentes.
Pocas
colonias
En otras palabras,
Olmert quiere anexionarse todo el territorio situado al oeste del muro
de Cisjordania. Al otro lado de la barrera sólo queda el 8% de las
colonias, que son las candidatas a ser evacuadas. Y ni siquiera eso,
ya que se hace difícil de creer que Israel renuncie a los 400 colonos
de la ciudad vieja de Hebrón y a los asentamientos que rodean esta
ciudad palestina. Los mapas actuales no reflejan fielmente la magnitud
de la anexión, ya que Olmert anunció que los colonos evacuados serán
recolocados en las colonias restantes, que serán ampliadas.
Para hacerse una idea
del calado del proyecto, el plan para llevar la colonia de Maale
Adummim desde Jerusalén hasta Jericó data de antes de la Intifada.
La Organización para la Liberación de Palestina calcula que, sin
ampliaciones y con la red de carreteras que une las colonias,
Palestina se reduciría al 54% de Cisjordania y a Gaza.
El plan de Olmert, al
cual la secretaria de Estado de EEUU, Condoleezza Rice, dio algo
parecido a un apoyo, demuestra que los palestinos tenían razón, al
igual que el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, cuando
afirmaban que el muro nunca fue una herramienta temporal de seguridad,
sino una forma de crear hechos consumados. En estos tiempos en los que
se exige a Estados Unidos que cierre Guantánamo en nombre de la
Convención de Ginebra, que muchos países consideran la guerra de
Irak ilegal según la ley internacional, y que se cerca a Siria con
resoluciones de la ONU, aceptar la iniciativa de Olmert es una
contradicción. Los asentamientos son ilegales según la Convención
de Ginebra, y anexionarse parte de Cisjordania y Jerusalén Este
vulnera, entre otras, la resolución 242 de la ONU.
Un
país sin su centro político
Por no hablar de que
la Palestina resultante sería inviable, sin su corazón económico y
político (Jerusalén Este), sin continuidad territorial, sin más
frontera al exterior que la de Gaza con Egipto y con una Cisjordania
unida con pinzas por una red de carreteras elevadas, puentes y túneles
que obligará a la población a dar ingentes rodeos. Israel ha diseñado
y, en algunos casos, ya construye esta red vial.
También están en
funcionamiento los accesos, a través del muro, de personas y mercancías,
auténticos pasos aduaneros y fronterizos. De hecho, si Olmert
quisiera poner ahora en marcha el plan, sólo debería acabar el muro,
un pacto nacional sobre las colonias a evacuar y la logística del
desalojo. El resto lleva tiempo en marcha.
De ahí que la
coletilla que Olmert suele usar –"Israel sólo dará pasos
unilaterales si es imposible negociar"– sea un brindis al sol.
La unilateralidad lleva tiempo forjándose, a nivel político y sobre
el terreno, y no nació con la victoria de Hamas en las elecciones.
Sharon ya decidió mucho antes cuáles iban a ser las fronteras de
Palestina, y Olmert sólo sigue sus pasos.
Fuente: El Periódico,
de Catalunya (Barcelona, España).
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