¿Cuándo
EEUU va a empezar la guerra contra irán?
Por
Piotr Romanov
RIA Novosti, 12/04/06
Tal y como se van
desarrollando las cosas, la guerra entre EEUU e Irán parece, por
desgracia, inevitable. Uno puede disentir de esa opinión y mantener
una visión optimista. Ya quisiera equivocarme yo también pero la
esperanza – ¡qué pena! – está cediendo ante la lógica.
Tanto EEUU como Irán
se comportan de una manera que difícilmente escapa a la definición
de preparativos psicológicos para la guerra. Washington hace una
declaración tras otra, a cuán más belicosa, mientras que Teherán
organiza ejercicios a gran escala en el Estrecho de Ormuz para
demostrar a todo el mundo su poderío militar. La una y la otra parte,
sin lugar a dudas, se imaginan al adversario como una encarnación del
mal universal y la mayor amenaza a sus respectivos valores políticos,
ideológicos y religiosos. Cualquier llamamiento sensato de la
comunidad internacional a favor de la paz, aunque se escucha
formalmente, en realidad es ignorado por completo, lo cual es otra
prueba indirecta de que ambas partes dan por seguro el inminente
conflicto. Para asegurarse una existencia próspera en el futuro, los
unos y los otros tendría que dar un salto radical. Y tanto EEUU como
Irán, desgraciadamente, no lo conciben como un avance en el plano
intelectual o ético sino algo que debe conseguirse, de forma
exclusiva, mediante el uso de la fuerza.
Atascado en Irak, y
no habiendo logrado más que una victoria formal en Afganistán donde
siguen imperando las leyes de la Charia o el narcotráfico mientras
que la democracia podría permanecer en un estado embrionario durante
siglos, EEUU necesita como nunca reafirmar su condición de
superpotencia, cada vez más cuestionada. La imagen internacional de
EEUU ha empeorado hacia mínimos históricos y el recuerdo de Vietnam
se ha hecho muy recurrente dentro del país. Un reciente plebiscito
organizado en Wisconsin – eso sí, sin efectos legales – arrojó
un 61% de los votos a favor de una retirada inmediata de las tropas
desde Irak.
La Casa Blanca cree
que no le faltan motivos para el ataque. Washington, al menos, los
encuentra convincentes. Para invadir Irak, bastó con la mentira obvia
de que este país tenía armamento de exterminio en masa. ¿No sería
suficiente entonces con la sospecha de que Irán pretende fabricar las
armas nucleares? Encima, si los propios iraníes no se cansan de hacer
declaraciones desafiantes, como las consabidas amenazas contra Israel.
Para romper las hostilidades, EEUU se había contentado a veces con
cosas menores.
La guerra contra Irán,
por último, encuadra en la doctrina definida por Bush en los albores
del segundo mandato, la de erradicar las dictaduras a lo largo del
planeta. El régimen de los ayatolás en Teherán representa para él
un caso de tiranía clásica, independientemente de lo que pueda
pensar a este respecto el propio pueblo iraní.
También EEUU supone
para Irán un obstáculo evidente y hay que saltarlo para poder seguir
adelante. Irán necesita la energía nuclear para transformarse en una
nación moderna, y aunque en principio podría lograr este objetivo
por vía pacífica y legal, todo indica que sus ambiciones realmente
no se limitan a ello. Teherán quiere la bomba atómica para tener
plena soberanía y mayor influencia en el mundo árabe. Sus dirigentes
chiítas sueñan con un Irán invencible, con liderazgo firme en el
Medio Oriente, para afianzar las posiciones y conseguir –en teoría,
al menos – que otras naciones islámicas sigan la estela iraní. Así
que EEUU es un claro escollo.
Podríamos aducir
también otros argumentos para demostrar que la confrontación es
inevitable pero ya es suficiente con ésos. Y en medio de este
panorama, cualquier esfuerzo de la ONU, Europa Occidental, AIEA o
Rusia, la cual ha advertido en reiteradas ocasiones sobre el peligro
de una nueva aventura militar estadounidense, será escaso para
prevenir un choque de consecuencias nefastas, no solamente para las
partes directamente implicadas. El ministro de Exteriores ruso Serguei
Lavrov, durante su reciente estancia en Berlín, recordó que ‘las
amenazas y las presiones difícilmente aportarán un resultado
positivo en esta materia’ pero es bastante improbable que sus
recomendaciones sean acogidas en la Casa Blanca de forma adecuada.
De aquí, una
pregunta inevitable: ¿cuándo? Creo que podemos calcular con gran
dosis de probabilidad la fecha aproximada. Primero, va a ser antes de
finales del año, a más tardar. Lo que determina este plazo es el
calendario político norteamericano y las futuras perspectivas
electorales del bando conservador. La Casa Blanca, obviamente, no
puede quedarse indiferente ante aquéllas. Tampoco Bush el menor
quisiera pasar a la historia como un pato cojo. Para asegurar un
relevo exitoso en la presidencia, los conservadores necesitan más que
una guerra: quieren victorias palpables, especialmente, a la luz de
los fracasos sufridos en Irak. Y todo ello requiere tiempo.
Las fechas más
cercanas, a su vez, dependen de una serie de circunstancias, tanto de
carácter militar como en el ámbito de la política exterior.
Sin ser un experto en
asuntos militares, el autor de estas líneas podría suponer tan sólo
algunas cosas obvias. Primero, cualquier guerra implica preparativos;
y, segundo, EEUU debe protegerse las espaldas en Afganistán y en
Irak. Como sea, tal vez, con la ayuda de sus aliados.
En cuanto a la política
exterior, podemos asumir que Washington, habiendo tropezado con
bastantes problemas a raíz de su invasión contra Irak, no autorizada
por el Consejo de Seguridad de la ONU, intentará esta vez minimizar
el riesgo en lo posible. O sea, se empeñará en que Europa Occidental
y, desde luego, Rusia y China – dos miembros permanentes del Consejo
de Seguridad – se pongan del lado suyo en el caso iraní. El
objetivo inmediato para EEUU, y el más anhelado, es conseguir que se
impongan algunas sanciones contra Irán. No importa cuáles, porque su
mera introducción significaría para Washington que la justicia está
de su lado.
Solamente después de
agotar todos estos recursos sin éxito alguno, EEUU se atrevería a
actuar a espaldas del Derecho Internacional. Seguramente habrá una
avalancha de críticas contra Washington en tal caso pero entonces la
Casa Blanca tendrá al menos la oportunidad de esgrimir una
justificación formal: habíamos hecho lo posible por llegar a un
acuerdo.
Todas esas maniobras
requieren tiempo, así que el cálculo aproximado indica hacia el otoño.
El futuro mostrará cuan acertado es este pronóstico.
Imposible
resolver por la fuerza el problema iraní, advierte ministro ruso
RIA
Novosti, 12/04/06
Moscú.- El problema
nuclear de Irán es imposible resolverlo por la fuerza, declaró el
ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov.
"Últimamente se
habla mucho de que el problema nuclear iraní podría ser solucionado
mediante la fuerza, pero estoy convencido que sería una solución errónea",
comentó Lavrov a periodistas.
"Si existen esos
planes, no resolverán nada y sólo agravarán más la situación",
expresó.
Señaló que todos
los participantes en el proceso negociador –Rusia, Estados Unidos y
los países de la 'troika' europea– habían declarado en más de una
ocasión de que existe únicamente la solución político-diplomática.
"Es la postura
que mantenemos y seguiremos defendiéndola en el marco del Organismo
Internacional de Energía Atómica (OIEA)", informó.
"En cuanto a Irán,
ya conoce nuestra postura y pienso que sacará conclusiones
acertadas", agregó el canciller ruso.
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