Medio Oriente

 

Flota en el aire amenaza de guerra

Por el Gral. Guenadi Evstafiev (*)
RIA Novosti, 13/04/06

Las autoridades iraníes y representantes de la élite iraní retiran activamente sus depósitos de los bancos europeos para colocarlos en bancos del Asia y, desde luego, de Suiza, cuyo territorio, por regla general, no se somete a ninguna clase de sanciones.

Las sumas son cuantiosísimas. Muchos consideran el hecho como una de las fases preliminares de la movilización de Teherán frente a un posible conflicto armado con Estados Unidos y sus aliados en el caso de que todo intento de arreglar la situación en torno al programa nuclear de Irán no rinda resultado alguno. Los iraníes parecen recordar bien tanto sus propias lecciones como la nefasta experiencia que ha tenido el vecino Irak que cayó víctima de los ataques por parte de la coalición norteamericana también bajo el falso pretexto de “haber ocultado de la comunidad mundial sus reservas de armas de exterminio en masa”.

A pesar de la diferencia entre los regímenes y potenciales políticos y económicos de estos dos Estados, el plan que Washington desarrolla contra Irán efectivamente asemeja de forma extraña el guión iraquí. Pero hay indicios de que los estrategas norteamericanos, después de recibir una lección amarga, no se sienten muy seguros de sí. Esta circunstancia proporciona una mayor posibilidad a la diplomacia para arreglar el problema por vía de medios diplomáticos.

Desde luego que, según las tradiciones políticas norteamericanas, George Bush hijo es ya presidente saliente, “pato cojo” y, por lo tanto, nada puede disuadirlo de emprender acciones alocadas en materia de política exterior, si bien cada cual quisiera entrar en la historia teniendo una imagen más positiva. El problema reside, sin embargo, que las personas más allegadas al presidente de EE.UU. no tienen motivos de dejar huella positiva en la historia y parece estar poseídos de una especie de idea mesianista de demostrar a solas el fuerte poderío militar de la superpotencia norteamericana y su disposición a llevar la insoportable cruz de un país encargado de propagar las ideas de la única democracia justa: la democracia norteamericana.

Son justamente estos allegados a Bush quienes últimamente  llevan la voz cantante en los intentos de acelerar los preparativos de un ataque contra el régimen iraní que, por otra parte, dista de ser ideal tanto para los diplomáticos de carrera como para los funcionarios internacionales que tratan de encontrar fórmulas de compromiso en la solución del problema nuclear iraní.

Las miras que EE.UU. tiene con respecto a Irán se ven a la legua y son como sigue: derrocar el régimen actual, poner bajo su control los recursos de petróleo y gas del país y utilizar su territorio para tender vías más cortas de transportar hidrocarburos desde las zonas del Asia Central y del Mar Caspio, obviando el territorio de Rusia y China, naturalmente, bajo el control estadounidense. Ya no hablamos de la enorme importancia estratégica que ese país tiene en el sentido militar.

Aún no está claro en qué consisten las miras de los dirigentes de Irán que mantienen una postura poco flexible. Claro que Irán quisiera poseer armas nucleares, igual que el vecino Pakistán, país de segunda categoría. Por cierto, son justamente los Estados Unidos, que se precian de ser destacados combatientes por la no proliferación de armas de exterminio en masa, los que le permitieron a Pakistán obtener su bomba atómica y ahora juran amistad inquebrantable con la India, enemigo de Pakistán.

En opinión de los ayatollahs, las armas nucleares podrían hacer Irán invulnerable frente a las presiones externas, convirtiéndolo en la primera potencia regional en el Golfo Pérsico. El destacado diplomático sueco Rolf Ekéus afirma, por otra parte, que el programa nuclear de Irán no apunta contra los países occidentales y ha surgido como respuesta al programa nuclear de Saddam Husein. Mas ahora que ya no hay que dar respuesta a Saddam y se ha anunciado oficialmente que el programa de Irán tiene un carácter única y exclusivamente civil, ¿para qué declarar a grito pelado que Israel como Cartago debe ser arrasado del mapa geográfico? ¿Declararlo como si Teherán ya tuviera armas nucleares? Es de creer que, contrariamente a la línea agresiva de la Casa Blanca, una actitud pacífica y equilibrada de Teherán le proporcionaría mayores resultados positivos y le ganaría más aliados, lo que haría imposible preparar y lanzar ninguna acción bélica.

Pero, mientras no vemos esta actitud, podemos esperar cualquier cosa. Especialmente si a los norteamericanos y los israelíes se les ocurre provocar a través de sus agentes (que sí existen, sobre todo éstos últimos) algún acto terrorista de especial gravedad en Oriente Medio para atribuirlo a los ideólogos locuaces de Teherán.

Conociendo el estereotipo mental de los actuales altos funcionarios de la Administración estadounidense, es de suponer su siguiente manera de actuar. Primero, convencer a la comunidad mundial de que las negociaciones con Irán es una etapa pasada, y lo que ahora se necesita es imponer sanciones a ese país. Dentro de este previsto plan norteamericano la toma de decisión por el Consejo de Seguridad de la ONU para establecer sanciones contra Irán constituye el elemento clave. Las sanciones de la ONU permitirán ir desplegando una cadena de acciones sucesivas que, independientemente de la opinión que tenga la comunidad mundial al respecto, puedan conducir en una forma u otra hacia el empleo de fuerza armada contra Teherán con el fin de derrocar el régimen existente.

Mas, para lograr en la práctica esta finalidad habrá que hacer todavía mucho. Ante todo, fortalecer la alianza occidental. Pese a las declaraciones públicas del ministro de Defensa de Gran Bretaña, Jack Straw, sobre “lo inconcebible” de una campaña militar contra Irán, todo parece indicar que el premier Tony Blair ya está domesticado por el señor Bush y como socio menor participa en el proceso de elaboración del plan de acción conjunta. Supongamos que a los británicos se les encargará de ocuparse de los chiítas en Irak porque sin antes apaciguar más o menos este grupo de la población será difícil asegurarse un éxito en la operación contra Irán que en cualquier momento podrá aprovecharse del resorte chiíta para dar una respuesta asimétrica  pero bastante dolorosa.

Ello evidencia, por cierto, que el objetivo de la “segunda etapa” – el aislamiento total de Irán –   no ha sido logrado ni con mucho. Por eso ahora se sigue prestando atención al mantenimiento de un alto nivel de presiones sicológicas sobre Irán y, de paso, sobre los países que no les dejan a los norteamericanos actuar con manos totalmente sueltas.

En enero pasado, John Negroponte, Director Nacional de Inteligencia (DNI), designó como “administradora de la misión” para Irán a la señora S. Leslie Ireland, agente de inteligencia que cumplió misiones de inteligencia en Oriente Medio durante más de 20 años. No es difícil apercibirse qué misión es esta pues parece que en algún Estado del Golfo ya existe una especie de “Gateway” que adquirió una fama tan negativa durante la labor de la Comisión Especial del Consejo de Seguridad sobre el desarme de Irak. Y de paso, surge otro problema en la persona de Joseph Sirinsione, especialista más cualificado en el problema de la no proliferación de armas de exterminio en masa, que declara haberse equivocado pensando que la Administración Bush no tiene la intención de lanzar un ataque contra Irán. Ahora está seguro que sí la tiene.

El Pentágono en cambio, contestando a los argumentos de que los iraníes disponen de muchas instalaciones nucleares y militares subterráneas, declara enorgullecido que ya se están ensayando bombas de precisión de 700 toneladas, capaces de destruir instalaciones subterráneas (refugios y almacenes) a gran profundidad.

EE.UU. ha hecho correr los rumores de que la cúspide gobernante iraní trata de ponerse de acuerdo con el presidente de Turkmenistán para poder entrar en su territorio en caso de hostilidades. Dentro de este contexto están también las invectivas contra los servicios secretos de Rusia, inventándose la historia de que estos servicios habían pasado a los iraquíes la información de que se preparaba una agresión contra Irak. Ello persigue el claro propósito de crear un determinado ambiente político para que a nadie ni se le ocurra prestar apoyo a Teherán.

Cabe mencionar también la moción que a comienzos de 2006 ha sido pasado al Senado con el fin de ordenar la prohibición (¿por quién?) de los suministros de armamentos rusos y chinos a Irán. En tal caso, ¿qué hacer con Ucrania que, según se afirma, ha suministrado 250 cargas nucleares a Irán? ¡Vaya aliado “naranja”!

Total que los norteamericanos actúan groseramente, repitiendo la manera de actuar en el caso Irak.

Desde luego que Condoleezza Rice quisiera que los iraníes se rindan, pero no será así. Irán también tiene sus “halcones”. De modo que no queda más remedio que cifrar esperanzas en un golpe de estado en ese país, mejor si sería uno de “terciopelo” o, en caso contrario, en una operación relámpago o un ataque sorpresa contundente.

Podemos predecir que la Administración estadounidense tratará de minimizar sus bajas militares y apostará por emplear mayormente misiles de crucero, aviones de reconocimiento no tripulados, sistemas aéreos de asalto y otros medios de conducción de guerra. Esta es la razón por la cual en su afán de mostrarse fuertes, los “halcones” iraníes han mostrado hace poco su arsenal. Pero Irán tiene otros resortes de lucha contra EE.UU., y esta asimetría puede costarle a Estados Unidos muy cara, y más aun, a sus aliados.

La situación se desarrolla a saltos con intervalos de un mes, acercándose en estos momentos la hora de la verdad. Los iraníes han hecho su jugada mediante el discurso pronunciado por el ministro de Asuntos Exteriores, Manouchehr Mottaki, quien declaró el pasado 30 de marzo en la Conferencia sobre el Desarme que su país está dispuesto a considerar la cuestión relativa a crear los llamados centros–consorcios regionales encargados del enriquecimiento de uranio que cuenten con la participación igual de todas las partes implicadas. Quizás sea necesario desenredar el enigma de si se trata de una fórmula de compromiso o un intento de ganar tiempo. Entre tanto, en Irán se encuentra ya otra inspección del OIEA (los especialistas del OIEA han gastado ya 1700 días de inspección sin poder demostrar la existencia de un programa militar).

Quiero reiterar que a los ojos del mundo todos estos procedimientos son muy rudos y groseros. Mas, no vamos a olvidar que el empeño propagandístico de la Administración Bush entre la población norteamericana rinde sus resultados. Incesantemente crece el número de las personas que aprueban el empleo de fuerza militar contra Irán: al 15 de marzo ellos constituían más del 55 por ciento. La propaganda continua de consignas más injustas es una gran fuerza. Ello se demostró ya en el Tercer Reich.

(*) Teniente general retirado del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia.