El
ansia conquistadora de la banda de Rumsfeld
Por
Seymour M. Hersh (*)
The New Yorker / Rebelión, 14/04/06
Irán está rodeado
de países con programas avanzados en armas nucleares, como India,
Pakistán, y especialmente Israel. ¿Qué hace suponer que Irán es un
peligro para la humanidad y los demás países que realizan las mismas
actividades nucleares no lo son? ¿Por qué no se suspende también la
proliferación nuclear en Israel, que encuentro personalmente tan
peligrosa como la de Irán? Diplomáticos, Consejeros, ex analistas
del Gobierno, Decanos e Inspectores de la I.A.E.A revelan, se
confiesan y susurran a uno de los más incisivos periodistas
norteamericanos sus impresiones sobre el dilema iraní.
La administración
Bush, mientras por un lado aboga públicamente por la diplomacia con
la intención de parar los planes nucleares de Irán, por otro ha
incrementado las actividades clandestinas dentro de este país musulmán
con la intención de planear un posible ataque aéreo. Ex militares y
oficiales norteamericanos de Inteligencia afirman que tropas de
combate norteamericano están siendo enviadas a la zona en una misión
encubierta y secreta para recoger datos y establecer contacto con
grupos étnicos contrarios al gobierno iraní. Estos oficiales
confirman que el presidente Bush ha decidido que hay que evitar, a
toda costa, que el régimen iraní comience un programa, esta
primavera, para el enriquecimiento de uranio.
Bush y su gabinete
ven al presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, como otro potencial
Adolf Hitler, especialmente por sus manifestaciones sobre que Israel
debería ser barrido del mapa. Irán insiste en que sus
investigaciones tienen un uso pacífico, manteniendo las
estipulaciones del Tratado de No Proliferación Nuclear. Pero la Casa
Blanca reitera que Irán se están haciendo con armamento estratégico
lo cual amenaza con otra guerra mundial. Bush, y su pandilla, están
convencidos que salvar Irán es su legado, ya que creen firmemente que
construirán la bomba atómica. Y lo que es más sorprendente aún, me
confiesa un ex oficial de Defensa que todavía maneja material
sensitivo para la Administración Bush, es que creen que una “campaña
de bombardeo continúo en Irán humillará a los lideres religiosos y
hará que la población se levante contra el gobierno”. Con paralítico
asombro me pregunto ¿qué es lo que han fumado estos políticos?
Patrick Clawson ,
director general de investigación especializado en Irán, es claro:
“la clave está en cuánto tiempo durará el régimen iraní. La
Administración está haciendo un gran esfuerzo diplomático, sin
embargo Irán no tiene otra salida que acceder a las demandas de América
o enfrentarse a un ataque militar“. Clawson deduce que Ahmadijejad
ve a los occidentales muy débiles y piensa que nos derrumbaremos.
Debemos estar preparados para tratar con Irán si la crisis aumenta. Y
termina diciendo que preferiría actuar con sabotajes y otras
actividades clandestinas, como por ejemplo “accidentes
industriales” antes que un ataque militar.
Un analista militar
me comentó que la gente tiene la idea que Bush se ha centrado
obsesivamente en Saddam Hussein desde el 11S, pero desde mi punto de
vista, si hay que nombrar una nación en la que ha puesto el ojo, con
obcecación, esa es Irán.
Según palabras
pronunciadas en Viena por un diplomático de alto rango, “el punto
central de este asunto es de contenido nuclear, y todavía hay tiempo
para establecer las bases. Pero la Administración cree que no se
puede fijar nada hasta que no controle el corazón y la mente de Irán.
Por lo tanto la cuestión es quién va a controlar Oriente Próximo y
su petróleo en los próximos años.
Un ex Consejero del
Pentágono, experto en la guerra contra el terror, expresa un punto de
vista similar: “Este gobierno norteamericano cree que la única
manera de resolver el problema es cambiar la estructura de poder en Irán,
y eso significa guerra”. ¿Consecuencia? una contrarréplica de Irán
según la cual la única forma de defender el país es mantener su
capacidad nuclear. Un conflicto militar que desestabilice la región
aumentará el riesgo de terrorismo: “Hezbollah entra en juego”,
afirma el Consejero, en referencia al grupo terrorista con más éxito
en el mundo y que hoy día forma parte de la política libanesa y
mantiene fuertes lazos de unión con Irán. Y aquí llega Al Qaeda.
A la chita callando
el Presidente Bush ha mantenido charlas y conferencias sobre los
planes acerca de Irán con unos pocos Senadores clave y otros tantos
miembros del Congreso, incluido al menos un Demócrata. He recibido
información sobre una conveniente selección del Senado (confidencia
de uno de sus miembros) acorde a sus planes y visiones mesiánicas, lo
cual preocupa a la mayoría de los componentes.
El mes pasado, en una
conferencia dada en Berlín sobre la seguridad en Oriente Medio, el
coronel Sam Gardiner, analista militar retirado de la fuerza área
desde 1987, aportó un informe de lo que se necesitaba para destruir
el programa nuclear de Irán. Trabajando con satélites fotográficos,
Gardiner estima que al menos hay 400 blancos que habría que destruir.
Añadió asimismo: “No creo que la fuerza militar norteamericana se
pare aquí. Irán tiene, probablemente, dos plantas de producción química.
Se destruirán. Queremos hacer desaparecer los misiles de medio
alcance que han sido trasladados recientemente cerca de la frontera
con Irak. Hay 14 campos de aviación con almacenaje de
aviones...Queremos acabar con la amenaza. Queremos apuntar a los
elementos que supongan una amenaza para la bahía del Golfo. Lo que
significa apuntar a los cruceros con misiles y submarinos diesel iraníes.
América usará unidades de operaciones especiales.
Uno de los blancos
principales de Irán será la planta centrifuga de Natanz, casi 200
millas al sur de Teherán, con espacio en la planta subterránea para
50.000 motores centrifugadores y laboratorios enterrados
aproximadamente a 75 pies bajo la superficie. Dicho número de
centrifugadoras pueden aportar uranio enriquecido suficiente para 20
guerras al año. La eliminación de Natanz es el principal objetivo
contra las ambiciones nucleares iraníes.
Añadió además que
algunos analistas pertenecientes a la CIA creen que Rusia ayudó a los
iraníes a diseñar este arsenal subterráneo: “vemos una similitud
en el diseño, especialmente en las chimeneas de ventilación”.
Incluso un bombardeo limitado provocaría suficiente daño a las
infraestructuras nucleares, es una opción viable. El oficial de
Defensa retirado continúa diciendo que los iraníes no tienen amigos
ni aliados y tenemos fuerza como para advertirles que sus
infraestructuras pueden ser dañadas seriamente. Estados Unidos tiene
que actuar como un país muy preparado. Decisión es la palabra clave
en los planes de la Fuerza Aérea. Es una decisión dura, pero ya la
tomamos con Japón. Añade, además, que una planificación nuclear
abarca un entrenamiento agotador y el aprendizaje de técnicas muy
detalladas sobre daños y destrucción: hablamos de nubes negras,
radiación, daños colaterales, y contaminación durante años. Estos
políticos no tienen ni idea, y cada vez que explicamos en detalle qué
es un ataque nuclear, se quedan sin palabras.
Existe mucha
controversia en la utilización de armas nucleares contra Irán. El
Consejero de guerra contra el terror del Pentágono opina que algunos
en la Administración están considerando esta opción seriamente lo
que explica un creciente interés en armas tácticas nucleares por
parte de civiles y políticos del Pentágono. Según él “es un
grupo de fuerza al que hay que parar“. Algunos oficiales y militares
están pensando dimitir por dicho tema. “Hay fuertes sentimientos
negativos en la utilización de armas nucleares contra otros países”.
El debate interno sobre este tipo de ataques se ha endurecido en las
últimas semanas.
Si expertos oficiales
del Pentágono expresan su oposición al uso de armas nucleares como
ataque, significa que es una opción no factible, a pesar del apoyo
del Consejo Científico de Defensa, cuyos miembros son seleccionados
cuidadosamente por el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld. En enero
de 2001 el presidente de dicho Consejo afirmó que “la utilización
de armas nucleares será para aquellas ocasiones en que la certeza y
pronta destrucción de blancos prioritarios sea esencial”. Algunos
miembros y seguidores de estas ideas y tácticas forman parte
importante de la Administración Bush entre ellos Stephen Hadley,
consejero de Seguridad Nacional, Stephen Cambone, subsecretario de
Defensa para la CIA y Robert Joseph, subsecretario del Estado para el
control de Armas y Seguridad Internacional.
Con o sin la opción
nuclear la lista de objetivos se expande. Un oficial de alto rango de
la Administración Bush, recientemente retirado, me ha revelado que se
ha opuesto duramente a la propuesta de un ataque aéreo en Irán
porque este país es un objetivo más fuerte que Irak.
Por su parte el
Consejero del Pentágono cree que en caso de ataque, la fuerza aérea
derribará cientos de objetivos en Irán. Hay políticos que creen que
es la manera en que debe operar la Administración para alcanzar las
metas impuestas en Oriente Próximo, ideas apoyadas por los
neoconservadores. Al comienzo del invierno ciertos asesores del
gobierno, con vínculos cercanos a civiles del Pentágono, me
confesaron que había unidades trabajando en Irán con grupos
minoritarios, entre los que se encontraban los Azeris, en el norte,
los Baluchis, en el sudeste y los Kurdos, al noreste. Las tropas están
estudiando detenidamente el terreno y están repartiendo dinero a
tribus étnicas, e intentando reclutar exploradores entre tribus y
pastores locales.
La nueva misión de
combate es el resultado de una larga espera del Secretario de Defensa
Rumsfeld y su interés personal en expandir el papel de los militares
en operaciones encubiertas. Dichas actividades, si fueran conducidas
por operativos de la CIA, necesitarían el visto bueno presidencial y
tendrían que informar a miembros clave del Congreso. Son actividades
clasificadas como militares realizadas por tropas de protección, no
de inteligencia, por lo tanto no están sujetas a vigilancia del
Congreso.
Una de las causas de
la obcecación por la confrontación con Irán es la desconfianza del
Presidente con Ahmadinejad, reforzada por su pasado en el cual formó
parte de la guardia especial revolucionaria en 1986, y por haber
estado envuelto (presuntamente) en actividades terroristas. (Hay
agujeros en la biografía oficial de Ahmadinejad sobre ese periodo de
los años ochenta). Se ha asociado a Ahmadinejad, en varias ocasiones,
con Imad Mughniveh, terrorista implicado en la bomba a la embajada
estadounidense y el cuartel de marines en Beirut (en 1983) y con el
jefe de seguridad de Hezbollah. Está claro que bajo la presidencia de
Ahmadinejad, la Guardia Revolucionaria ha alcanzado más cotas de
poder a través de la burocracia iraní.
Según muchos
expertos el principal líder religioso, Ayatollah Khamenei, ocupa una
posición más poderosa que Ahmadinejad. El poder en Irán es difuso.
La Guardia Revolucionaria está entre los principales partidarios del
programa nuclear pero, a fin de cuentas, no creo que estén al cargo
del programa. El líder supremo tiene el voto decisivo en el tema y la
Guardia no actuará sin su aprobación.
El Consejero del Pentágono
presiente malos augurios y piensa que el gran debate interno ahora se
centra en el camino a tomar para suspender dicho programa nuclear iraní.
Por otra parte Robert
Gallucci, experto del gobierno en la no proliferación, que ahora
ocupa el cargo de decano en la Escuela de Servicio Internacional en
Georgetown me confesó que según sus informaciones Irán puede estar
a ocho o diez años de desarrollar armas nucleares. Gallucci añadió
que si tienen un programa nuclear secreto que podemos demostrar, y no
se puede suspender con negociaciones, la diplomacia está de acuerdo
en tomar medidas más duras con la amenaza de sanciones extremas. Pero
si se bombardea Irán sin demostrar que hay un programa secreto
tendremos un grave problema.
Israel vocifera
constantemente que Irán desarrolla dos programas nucleares paralelos,
el declarado a la I.A.E.A. (Agencia Internacional de Energía Atómica)
y otro programa secreto, llevado a cabo por los militares y la Guardia
Revolucionaria. Sin embargo no pueden sostener esta idea con pruebas.
Hace meses que el
gobierno pakistaní ha favorecido el acceso a A.Q. Khan, el llamado
padre de la bomba atómica pakistaní. Khan, que vive bajo arresto
domiciliario en Islamabad, está acusado de mantener un mercado negro
de material nuclear. Ha visitado Teheran, al menos una vez
clandestinamente, a finales de la década de los ochenta. En sus
declaraciones a oficiales del Pentágono ha cantado como un canario,
si bien sus confesiones dan poca credibilidad. Khan le dice a los
neoconservadores lo que quieren oír, o lo que es práctico para el
presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, que a su vez está
presionado por Washington para apoyar su guerra contra el terror.
El sumario de la
Administración contra Irán está en entredicho por la falsa historia
de la CIA sobre las armas de destrucción masiva en Irak. Joseph
Cirincione, director de la fundación Carnegie para la paz
internacional afirma que la reveladora estrategia de la Administración
parece esforzarse en repetir su campaña contra la guerra de Irak, y
confiesa que encuentra bastantes paralelismos.
Cirincione cuestiona
algunas de las quejas de la Administración por falta de evidencias.¿Qué
sabemos?,¿Cual es la amenaza?, y muy importante: ¿Tan urgente es el
tema?. La respuesta, continúa, está en manos del organismo de
inteligencia y la I.A.E.A.
La amenaza militar
norteamericana ha creado consternación en los cuarteles de la
I.A.E.A. En Viena. Oficiales de La Agencia creen que Irán quiere
desarrollar armas nucleares, pero “nadie ha presentado una mínima
evidencia o prueba de ello”, según palabras de un importante diplomático.
La Agencia estima que
los iraníes están a cinco años de construir una bomba atómica,
pero si Estados Unidos lleva a cabo una acción militar, el desarrollo
de la bomba atómica se convertirá en una cuestión de honor nacional
para Irán. El problema es la falta de confianza que América tiene en
el régimen iraní. El mensaje del gobierno norteamericano es claro y
directo: “No puede haber un horno nuclear en Irán. Esto supone una
amenaza para la seguridad de Estados Unidos y nuestros aliados y no se
tolerará“. Declara Robert Joseph, subsecretario de Estado para el
control armamentístico.
Estas advertencias de
Joseph no son necesarias, dice el diplomático, ya que la I.A.E.A está
realizando una dura oposición contra el programa iraní. Todos los
inspectores están furiosos por haber sido engañados por los políticos
iraníes, y algunos piensan que los líderes iraníes están
trastornados. Piensa que quieren confrontación, exactamente como su
lado opuesto: los neocons. Y nos encontramos entre la confrontación
de dos fuerzas oscuras, cual película de galaxias.
La atención ahora,
aparte de que Irán prosiga con sus planes de enriquecer uranio, está
en Estados Unidos, con los rusos y los chinos bastante reacios a
imponer sanciones a Teheran. El problema es que, según un pesimista
inspector de la I.A.E.A., llegados a este punto no hay nada que los
iraníes puedan hacer que tenga una salida positiva. La diplomacia
norteamericana no lo permitirá. Incluso si anuncian una parada en el
enriquecimiento, nadie les va a creer.
Al parecer de otro
diplomático al que entrevisté en Viena, no cree que Occidense se
arriesgue a una guerra con este tipo de objetivos sin dejar que la
I.A.E.A lo verifique. Nuestros gastos son bajos, y podemos implantar
un programa que obligue a Irán a poner las cartas sobre la mesa. Si
la Casa Blanca no cree que la Agencia puede establecer un sistema de
control ya sólo le queda bombardear.
No hay mucha simpatía
por la I.A.E.A. en la Administración Bush y sus aliados europeos. Sin
embargo los europeos se sienten nerviosos ante su percepción de que
Bush y Dick Cheney creen que será necesario un bombardeo que en
realidad esconde la meta de un cambio de régimen.
Europa tiene su papel
que jugar, siempre que no tenga que elegir entre arrimarse a los rusos
y chinos o a Washington en algo que no desea. Su jugada política
consiste en mantener a los norteamericanos quietos.
Un diplomático
europeo es muy escéptico acerca de que Irán facilite informes y
admita todo lo que ha estado haciendo. Según nuestras informaciones
no creemos a Irán con capacidad suficiente para conseguir enriquecer
con éxito uranio de calidad. La principal razón para acudir a la
diplomacia es el pragmatismo en el que se apoya Irán. Los líderes
iraníes están siendo muy duros en el acercamiento, por nuestra
parte, al tema nuclear y creen que América se está tirando un farol.
Piensan que contra más duros sean más se plegará Occidente. El
diplomático continúa diciendo que se necesita encontrar la manera de
que el régimen recobre el sentido. Será una llamada a oídos sordos,
pero con unidad suficiente de todos los países que se oponen y la
amenaza de las sanciones puede ser suficiente para que se retracten.
Si el proceso diplomático no funciona, no debe haber una solución
militar. El impacto que causaría la opción militar será catastrófico.
Tony Blair, Primer
Ministro británico que apoyó a Bush en la invasión de Irak de 2003
sin dudarlo, no se encuentra, ahora, en una situación de ofrecer
apoyo ciego a una acción “inconcebible” (según las palabras del
ministro del exteriores Jack Straw). La popularidad de Blair se
encuentra en un punto muy bajo para sustentar semejante idea.
El resto de los
socios europeos expresan similar escepticismo sobre el resultado de un
bombardeo norteamericano. La economía iraní no está en el mejor
momento, y Ahmadinejad tampoco como político, comentan inspectores de
la Inteligencia europea. Puede que se beneficie políticamente de un
bombardeo norteamericano pero el resultado final serán peor. Un
ataque norteamericano alienará a los iraníes más conservadores y
pobres, pero la juventud de las ciudades no está viviendo en la edad
de piedra, y tienen acceso a la cultura norteamericana, que además
les gusta, como el resto del mundo. Esto supondría un problema para
los mullahs a largo plazo.
Otro oficial europeo
reveló que en Washington quieren acción. “Siempre son los
mismos”, dice, con un gesto de resignación, “se cree que la
diplomacia falla siempre. Queda poco tiempo”.
Israel es un aliado
con dominante voz y se cree que la Casa Blanca ha tratado siempre de
evitar un ataque preventivo israelí a un país musulmán, que
provocaría una catástrofe en una zona de por si delicada en
cuestiones de paz. Bush le dibujó con trazos claros la situación a
Ahmadinejad en marzo cuando le advirtió que usarían de la fuerza
militar para proteger a su aliado Israel.
Un bombardeo
norteamericano, según Richard Armitage, conlleva una seria de
preguntas importantes a considerar: ¿Qué ocurrirá en los demás países
musulmanes? ¿Qué capacidad tiene Irán de extender globalmente su
revancha, es decir el terrorismo? ¿Siria y El Líbano presionaran a
Israel? Qué supondrá el ataque a nuestro de por si disminuido
derecho internacional? ¿Qué significará esto para Rusia, China, y
el Consejo de Naciones Unidas?
Por otro lado, siendo
Irán un productor de petróleo con cerca de 4 millones de barriles al
día, su producción se vería interrumpida lo cual supondría una
fulminante subida del precio del barril, de 90 a 100 dólares el
barril o más, dependiendo de la duración del conflicto.
Irán asimismo podría
comenzar una guerra del terror en Irak, y alrededores, con la ayuda de
Hezbollah, lo cual movilizará a su vez a Israel. ¿Resultado? una
verdadera masacre en Oriente Próximo.
Por último el
Consejero acaba recordando que si se produce un ataque el sur de Irak
arderá como una antorcha: los norteamericanos, británicos y demás
fuerzas de la coalición sufrirán el riesgo constante de un ataque
iraní y de las milicias Shiitas que operan con instrucciones de Irán.
Ahmadinejad será el nuevo Saddam Hussein del mundo árabe, pero con más
credibilidad y poder. Hay que sentarse a hablar con los iraníes.
Hay gente en
Washington que será muy infeliz si encontramos una solución. Todavía
están contando con el aislamiento y cambio de régimen. Pensamiento
ilusorio de viejos conquistadores.
Esperemos que el
diplomático premio Nóbel de la paz, Mohamed ElBaradei, director de
A.I.E.A. consiga calmar las aguas turbulentas.
(*)
Basado en “The Iran Plans” reportaje de The New Yorker,
Would President Bush go to war to stop Tehran from getting the bomb? Seymour
M. Hersh es el periodista que destapó los abusos de Abu Graib.
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