EEUU
busca en Líbano recomponer su estrategia para Oriente Medio
Por
Alberto Cruz (*)
CSCAweb, 12/04/06
"En
unos momentos en los que la popularidad de Bush baja como consecuencia
de la situación global en Oriente Medio y Lejano, los estrategas de
la Administración Bush quieren recuperar la iniciativa y demostrar
que la guerra emprendida hace cinco años está dando beneficios. Para
ello, vuelven a utilizar el eslabón más débil, y donde cuentan con
más aliados, Líbano, para recomponer toda una estrategia que está
cruzada entre los diferentes países y que tiene al país del cedro un
árbol que escasea, por cierto– como principal eslabón. Resolviendo
la situación en Líbano, reverdeciendo la denominada "revolución
roja" que se puso en marcha en los meses de febrero y marzo de
2005 que culminó con la retirada de las tropas sirias remedo de la
tan patrocinada "revolución naranja" en Ucrania–, se podrá
centrar en sus propuestas de cambio de gobierno en Siria y en Irán."
La
guerra de liberación nacional en Iraq, el triunfo de Hamás en las
elecciones en Palestina, la resistencia de Irán a las presiones para
que desmantele su programa nuclear la excusa para una nueva
guerra– y la firme determinación de Hizbulá para no desarmar a su
brazo militar mientras Israel siga ocupando una parte de territorio
libanés han puesto sobre la mesa el relativo fracaso de la estrategia
de EEUU, iniciada con la guerra de Afganistán en 2001 y continuada
con la de Iraq en 2003, para un reordenamiento estratégico de claro
corte neocolonial en todo Oriente Medio y Lejano (incluyendo la
Transcaucasia). Se puede decir, sin miedo a equivocarse, que EEUU, en
su arrogancia, subestimó la resistencia de los pueblos, de ahí ese
calificativo de fracaso relativo en toda esta estrategia. Fracaso
relativo porque sí hay que situar al menos dos logros: la ruptura de
Iraq como país unido, con lo que es más fácil su control en el
futuro, pese a la situación bélica actual, y la retirada de Siria de
Líbano.
Conscientes
de ello, y en unos momentos en los que la popularidad de Bush baja
como consecuencia de la situación global en Oriente Medio y Lejano,
los estrategas de la Administración Bush quieren recuperar la
iniciativa y demostrar que la guerra emprendida hace cinco años está
dando beneficios. Para ello, vuelven a utilizar el eslabón más débil,
y donde cuentan con más aliados, Líbano, para recomponer toda una
estrategia que está cruzada entre los diferentes países y que tiene
al país del cedro un árbol que escasea, por cierto– como
principal eslabón. Resolviendo la situación en Líbano,
reverdeciendo la denominada "revolución roja" que se puso
en marcha en los meses de febrero y marzo de 2005 que culminó con la
retirada de las tropas sirias remedo de la tan patrocinada
"revolución naranja" en Ucrania–, se podrá centrar en
sus propuestas de cambio de gobierno en Siria y en Irán.
Lograda
la retirada Siria de Líbano en virtud de la presión a que se vio
sometido el país tras la aprobación por el Consejo de Seguridad de
la ONU de la Resolución 1559 (2 de septiembre de 2004), EEUU quiere
ahora implementar los otros dos aspectos recogidos en esa resolución
y que no han sido cumplidos: el desarme de las milicias palestinas
existentes en Líbano, especialmente en los campos de refugiados, y la
disolución del brazo armado de Hizbulá. Sin este desarme, Líbano no
podrá ser la plaza fuerte que espera el imperialismo para ofrecer un
triunfo ante el impasse en que se encuentra su propuesta de reordenación
estratégica que abarca desde Oriente Medio hasta Asia Central.
Por
ello, va a dar una nueva vuelta de tuerca impulsando la aprobación de
una nueva resolución en la ONU que obligue a la aplicación de ambos
aspectos de la 1559 y de otra posterior, la 1636, en la que se amenaza
a Siria con la imposición de sanciones si bloquea la investigación
del asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri y no
entrega a sus responsables, supuestamente, altos oficiales de los
servicios secretos sirios y libaneses.
La
fecha más probable para ello será el mes de mayo, una vez que se
haya terminado el trabajo de la comisión que investiga el asesinato
de Hariri y que con la próxima reunión del 28 de abril se hayan dado
por finalizadas las conversaciones que las diferentes fuerzas políticas
libanesas mantienen desde el 2 de marzo de este año sobre el futuro
del país. En esas conversaciones, los partidos considerados
anti–sirios y pro–estadounidenses plantean como condiciones para
lograr un acuerdo nacional la renuncia del presidente Emile Lahoud y
el desarme de los palestinos y de Hizbulá. Por el contrario, los
partidos considerados pro–sirios afirman que Lahoud debe permanecer
en el poder hasta las elecciones de 2007 y que Hizbulá no se puede
desarmar mientras Israel siga manteniendo ocupadas las granjas de la
Shebaa. El enfrentamiento entre ambas posturas quedó patéticamente
de manifiesto en la reciente cumbre de la Liga Árabe en Sudán,
cuando el ministro Fouad Siniora lo pidió públicamente y el
presidente Lahoud alabó el papel de la resistencia libanesa contra la
ocupación israelí.
En
lo único en que se han puesto de acuerdo todas las formaciones políticas
libanesas ha sido en lo referente al desarme de los palestinos, aunque
no en la línea que deseaban los anti–sirios y
pro–estadounidenses: se recogerán las armas que poseen los
palestinos fuera de los campos de refugiados (especialmente en algunas
partes del valle de la Bekaa) en un plazo de seis meses.
El
punto muerto en que se está en las otras dos cuestiones –de
imposible resolución en la nueva cita del 28 de abril puesto que
mientras que el tema de Hizbulá se puede posponer, los anti–sirios
y pro–estadounidenses no cejarán en su petición de que abandone el
cargo Lahoud– va a ser el momento que aprovechará EEUU para dar esa
nueva vuelta de tuerca y propondrá al Consejo de Seguridad de la ONU
una nueva resolución "para reforzar la soberanía de Líbano".
Para ello se apoyará en el informe que Terje Roed Larsen, enviado del
secretario general de la ONU, elaboró el 25 de octubre de 2005 en el
que se asumen las tesis israelíes y estadounidenses sin el menor
pudor.
Organizaciones
palestinas y las granjas de la Shebaa
Roed
Larsen pide la "aplicación práctica" de la Resolución
1559 del Consejo de Seguridad puesto que "aunque se ha producido
el cumplimiento de algunos requisitos derivados de la resolución 1559
[la retirada de las tropas sirias], aún sigue habiendo otros que han
de ser puestos en ejecución" [1]. Se refiere al desarme de las
fuerzas palestinas que protegen los campamentos de refugiados
existentes en Líbano y al brazo armado de Hizbulá.
Para
Roed Larsen, "ha habido un aumento de la entrada de
armamento" hacia organizaciones como el Frente Popular de
Liberación de Palestina–Comando General (que mantiene algún grupo
de combatientes en el valle de la Bekaa, fronterizo con Siria y en
campamentos como el de de Burj El–Barajne, situado en las afueras de
Beirut) desde Siria y eso de debe, entre otras cosas, a que aún no
existe una delimitación de fronteras entre Líbano y Siria, por lo
que "el flujo de material militar [desde el país vecino] es
constante" hacia una de las "organizaciones protegidas"
por el gobierno sirio. El informe acusa a Siria directamente:
"las disposiciones [de la Resolución 1559] no han sido
satisfechas por el continuo apoyo de Siria a los grupos palestinos en
el Líbano que rechazan el proceso de paz con Israel y al volumen
inquietante de armas trasportadas desde Siria a Líbano". Marcar
la frontera supondría controlar ese supuesto flujo de armamento y así
el desarme de las organizaciones palestinas sería más eficaz,
incluso dentro de los campamentos.
El
enviado especial de la ONU, en su informe, respalda las tesis israelíes
sobre las granjas de la Shebaa, territorio libanés situado en la
frontera con Israel y Siria y que según el estado hebreo pertenece a
este último país y no a Líbano. "La posición de Hizbulá [que
considera la Shebaa territorio libanés y mantiene enfrentamientos
armados con los israelíes que las ocupan] es contraria a la del
Consejo de Seguridad", indica Roed Larsen. Sin embargo, en la
Resolución 1559 se menciona que el gobierno libanés ha de tener
control "sobre todo el territorio" del país, lo que
constituye una mención clara a las granjas de la Shebaa pese a que en
junio del año 2000, el secretario general de la ONU, Kofi Annan,
certificó "el retiro completo de Israel del territorio libanés
[país que invadió en 1982 y en cuya parte sur se mantuvo hasta que
fue obligado a retirarse por la lucha armada encabezada por Hizbulá]
según los requisitos de la Resolución 425 del Consejo de
Seguridad". Annan volvió a reiterar en octubre de 2005 que esa
zona no podía ser considerada territorio libanés, sino sirio, aunque
no mencionó que, en un caso o en otro, ese territorio está ocupado
por Israel.
La
ONU ya no sorprende a nadie tras la sumisión mostrada a los intereses
imperialistas con la guerra contra Iraq, la pacatería con la ocupación
de Palestina y el más reciente conflicto con Irán. Ni qué decir
tiene que si hubiese un mínimo de decencia en esa organización
multinacional no consentiría la burla del derecho internacional que
viene haciendo Israel desde el mismo momento de su fundación (ahí
está la Resolución 194, el derecho al retorno de los palestinos como
prueba más palpable de ese incumplimiento) o, puesto que siente un
gran interés por el asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq
Hariri, debería haber puesto el mismo empeño en organizar una comisión
de investigación internacional por el asesinato por el ejército
israelí del tetrapléjico jeque Ahmed Yasín, fundador y líder
espiritual de Hamas, por solo mencionar un caso. Está fuera de toda
duda que la ONU ha evitado la acción directa sobre Israel no sólo en
el caso de Yasín, sino en el de tantos otros asesinatos sin hablar
del reciente asalto a la cárcel de Jericó para secuestrar al
secretario general del FPLP, que permanecía bajo custodia de guardias
británicos y estadounidenses–, y en la construcción de colonias en
los territorios ocupados. Ejemplos como éstos, sobran.
¿Qué
son las granjas de la Shebaa? Un área agrícola de 14 kilómetros de
longitud por 2 km. de anchura, con una altitud que oscila entre los
400 y los 2.000 metros. ¿Por qué están ocupadas por Israel? Es una
tierra fértil que produce cebada y fruta, principalmente. Pero su
importancia es estratégica por una cuestión de suma importancia en
esa zona de Oriente Medio: el agua. Israel viene secuestrando las
aguas de los ríos Hasbani y Wazzni dos afluentes del río Jordán
que fluye hacia el lago Tiberíades– desde la invasión de Líbano
desde 1982 y no pueden ser utilizadas por este país, a pesar de las
carencias acuíferas de esa parte sur libanesa, bajo la amenaza israelí
de ataque militar y las granjas de la Shebaa se ubican en una zona, al
monte Hermon, con una importante reserva de agua subterránea. Se
calcula que Israel utiliza unos 58 millones de metros cúbicos de agua
de esta zona. Además, los ríos Hasbani y Wazzani están situados muy
cerca de la Shebba, con lo que los recursos acuíferos de toda esa
amplia zona libanesa están en manos israelíes. Según Hizbulá, la pérdida
económica que se ha ocasionado a Líbano por este hecho, sólo en el
sector agrícola, se cifra en los 2.000 millones de dólares [2].
La
ofensiva contra Hizbulá
Al
negar la libanidad de las granjas de la Shebaa se está negando
legitimidad a la pretensión de Hizbulá de mantener su aparato
militar puesto que sería un movimiento de resistencia legítimo que
combate a un ocupante y, por lo tanto, no una milicia, con lo que
estaría fuera de la jurisdicción de la Resolución 1559 que pide el
desarme y disolución de las milicias libanesas. Para la ONU, si no
hay territorio ocupado, no hay movimientos de resistencia sino
milicias.
En
un importante movimiento estratégico, Hizbulá (principal organización
shií libanesa, con 23 diputados en la Asamblea de los 35 con que
cuenta esta rama islámica la representación parlamentaria libanesa
es confesional–) ha logrado el 6 de febrero de este año una alianza
con Michel Aoun, un cristiano maronita que ha permanecido exiliado en
Francia durante 15 años y que lidera el Movimiento Patriótico Libre
(21 diputados). Ambas formaciones han alcanzado un acuerdo en el que
se estipula que el desarme del brazo armado de Hizbulá será
discutido "dentro del marco de un diálogo nacional y de la
liberación de Shebaa y de los presos [de Hizbulá] en las cárceles
israelíes". La alianza de estas dos fuerzas, enemigos históricos
hasta ahora, impide que el parlamento libanés (128 diputados) adopte
cualquier medida sobre el desarme de Hizbulá puesto que se necesitan
dos tercios para ello y, además, ambas formaciones también cuentan
con el apoyo de los otros 12 escaños shiíes y alguna otra pequeña
formación suní.
Esta
alianza ha provocado un auténtico terremoto en Líbano, hasta el
extremo que Roed Larsen, en una nueva visita al país durante el
pasado mes de marzo, ha tenido que reconocer que "no es realista
el desarme de Hizbulá por la fuerza" y ha reclamado al
movimiento shií que inste a su brazo armado a integrarse en el ejército
regular libanés [3].
Eso
ha exasperado al frente anti–sirio y pro–estadounidense tanto como
a los propios EEUU, que ven cómo sus planes en Líbano se alargan en
el tiempo, y se debilita la presión tanto contra Siria como contra Irán,
los dos principales aliados de Hizbulá. De ahí que se haya lanzado a
una campaña para relanzar el tema en la ONU y, al mismo tiempo,
lograr el apoyo de sus aliados europeos y árabes para que aíslen a
la organización shií a quién, además, acusa de ser el principal
soporte de la resistencia palestina contra la ocupación israelí en
estos momentos.
Desde
medios de comunicación, institutos de análisis y creadores de opinión
se insta al bloqueo de las cuentas que Hizbulá pueda tener en bancos
occidentales, se amenaza a los bancos árabes con no permitir ninguna
operación en EEUU si no clausura esas cuentas y se pide, lisa y
llanamente, el cierre de la emisora de televisión Al Manar con
argumentos como que los eslóganes con que presenta determinadas
informaciones ("Jerusalén es nuestro", "La resistencia
es el camino a la victoria") son apología del terrorismo [4] y
que en sus estudios se entrevista a personas consideradas
"terroristas". Merece la pena mencionar que Al Manar TV es,
después de Al Jazeera, la emisora de televisión por cable más vista
en el mundo árabe, de manera especial en Palestina y, en concreto, en
Gaza.
Las
presiones están surtiendo efecto: la compañía francesa Eutelsat ha
cerrado sus satélites a las emisiones de Al Manar, Intelsat compañía
radicada en Barbados– ha hecho lo propio para las emisiones hacia América
del Norte, Holanda ha prohibido la señal en su territorio y España
decretó el 21 de marzo las emisiones de Al Manar a través del canal
Hispasat.
Con
estos antecedentes, el siguiente paso estaba claro y lo ha dado EEUU:
la pasada semana congeló las cuentas de la empresa que se encarga de
gestionar la oficina de Al Manar en Washington [5] bajo la acusación
de que Hizbulá es la responsable de la muerte de 241 marines en 1983
en un atentado suicida en Beirut y de estar detrás de los secuestros
de ciudadanos estadounidenses en Líbano. Es la muestra más evidente
del intento de la Administración Bush de arropar a sus agentes en Líbano,
recomponer su estrategia para Oriente Medio y recuperar parte de la
popularidad que está perdiendo su presidente. Y el tener asegurado el
flanco trasero puede ser el inicio del ataque contra Irán.
Notas:
(*)
Alberto Cruz es miembro del CSCA (Comité de Solidaridad con la Causa
Árabe).
[1]
BBC, 27 de octubre de 2005.
[2]
Al Manar TV, 3 de abril de 2006.
[3]
Oficina de Información de la ONU, 27 de marzo de 2006.
[4]
"Beacon of Hatred" ("El faro del odio"),
Washington Institute, octubre 2005. Al Manar se traduce al castellano
como "faro".
[5]
IRIN, 31 de marzo de 2006.
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