Los
riesgos de un bombardeo nuclear a Irán
Por
Alfredo Jalife-Rahme
La Jornada, 19/04/06
Si la guerra de Irak
y el empantanamiento subsecuente de la dupla anglosajona de Estados
Unidos y Gran Bretaña marcó el fin de la efímera era unipolar, así
como el extravío del unilateralismo bushiano, la crisis iraní
constituye la primera grave sacudida del incipiente orden multipolar.
La tension es intensa
entre Moscú y Teherán. En forma sorprendente, Vladimir Yevseyev,
prominente investigador del Centro para la Seguridad Global, con sede
en Moscú, aseguró que el anuncio del ingreso de Irán al club
nuclear constituía un bluff, un mero acto exhibicionista de
"relaciones públicas" para "presionar a Occidente y
obtener una mejor posición negociadora" (Novosti, 12/04/ 06). Irán
se encontraría todavía lejos de una "producción de combustible
nuclear a plena escala". El "ciclo completo incluye la
separación de plutonio, además del enriquecimiento de uranio, y el
país solamente ha comenzado los pasos iniciales en esta esfera",
lo cual le "tomaría por lo menos tres años para acumular el
suficiente porcentaje de uranio enriquecido y crear una bomba atómica".
Alegó que Irán "no podía ser considerado miembro del club
nuclear por no haber realizado una prueba atómica".
Han empezado a
aparecer en los multimedia de Estados Unidos advertencias a los más
altos niveles del pensamiento estratégico sobre los riesgos de un
ataque a Irán como exige el desplumado cuan desprestigiado grupo
neoconservador sediento de sangre.
Anthony Zinni,
general retirado y ex jefe del Comando Central del Pentágono, en una
asombrosa entrevista a CNN advirtió los riesgos de una nueva aventura
militar. Zinni destacó por sus visionarios señalamientos contra la
guerra en Irak, que ha desembocado en una revuelta de un grupo de
sobresalientes generales en contra de Donald Rumsfeld, un civil
fantasioso a cargo del Pentágono. David Ignatius, quien apoyó el
unilateralismo bushiano en Irak, desde su columna bisemanal en The
Washington Post (14/04/06), considera que más de 75 por ciento del ejército
de Estados Unidos desea la renuncia y/o el cese de Rumsfeld, quien ha
perdido su legitimidad pese al apoyo desorbitado de Baby Bush.
Zinni sopesa las
graves consecuencias de un bombardeo unilateral: desde el
entrampamiento del ejército de Estados Unidos en Irak -donde puede
ser objeto del fuego cruzado de los sunitas y los chiítas, que le
infligiría severas bajas por la retaguardia-, pasando por el alza del
petróleo, hasta ataques contra Israel y la intensificación de una
guerra generalizada de guerrillas.
Pepe Escobar,
connotado analista de Asia Times (13/04/06), pondera la presencia de técnicos
rusos en las plantas nucleares de Bushehr y Natanz, que complica la
dimensión de la "crisis multipolar" en caso de un bombardeo
que pudiera forzar la intervención rusa: "Irán no será fácilmente
intimidada. Pocos en Irán toman en serio la amenaza de las sanciones
petroleras".
Kenneth Pollack,
investigador de la Brookings Institution, uno de los centros de
pensamiento menos sesgados de Estados Unidos, proclama que la
respuesta iraní a los bombardeos sería "furiosa": los 130
mil soldados de Estados Unidos estacionados en Irak sufrirían las
consecuencias de los embates. Colocó en la picota las fantasías
destructivas de las plantas nucleares.
Joseph Cirincione,
director del Proyecto de No Proliferación, del Carnegie Endowment for
International Peace, aseveró que los bombardeos consolidarían el
control del gobierno en lugar de debilitarlo.
Richard Haass,
presidente del influyente Consejo de Relaciones Exteriores, con sede
en Nueva York, expuso los riesgos en un artículo en The Financial
Times (15/04/06). Elimina la posibilidad de un bombardeo limitado que,
al contrario, provocaría un conflicto "ilimitado, muy costoso e
impredecible", ya que Irán no se quedaría con los brazos
cruzados porque emprenderá severas represalias: "el costo de un
bombardeo preventivo (sic) superaría sustancialmente (sic) los
probables beneficios". Tiene en mente los recientes juegos de
guerra que desplegó el ejército iraní en el estrecho de Ormuz y en
el golfo de Omán: "El precio del petróleo treparía (sic) por
encima de 100 dólares el barril. Irán podría empujar el precio aún
más alto si redujera sus exportaciones petroleras y/o si tomase una
acción para interrumpir el flujo regional de petróleo". La
consecuencia de la "cascada de eventos" desembocaría en una
"recesión global".
Amén de que un
bombardeo nuclear "no eliminaría el know-how -el conocimiento
tecnológico-... en lugar de reducir, contribuiría a la amenaza
proliferativa. Socavaría el tabú contra el uso de armas nucleares
-que ha durado más de 60 años- y solamente acrecentaría los
maleficios de que otros obtengan o usen armas nucleares para promover
sus objetivos". Se inclina por la vigencia de un régimen de
vigilancia mundial similar al Tratado de No Proliferación.
Vislumbra en forma lúcida
que un "ataque de Estados Unidos alimentaría el antiamericanismo
en Europa y reforzaría las manos de quienes en Rusia y China claman
por una revisión de sus lazos con Estados Unidos y su papel en el
mundo". Se desprende que Estados Unidos, muy mermado por su
aventura unilateral en Irak, quedaría como el gran paria universal,
además de averiado y más aislado del concierto de las naciones
civilizadas, lo que en suma equivaldría a un suicidio. En esta fase
de transición del efímero orden unipolar al incipiente orden
multipolar, el uso de las armas, ya no se diga las nucleares, denota
grandes limitaciones.
Richard Haass procura
la búsqueda de una "alternativa diplomática que lleve a
negociaciones directas con Irán", más allá de la estrechez del
diálogo que han iniciado sobre el contencioso iraquí. Tal
posibilidad la exploramos con algunos estrategas iraníes, quienes nos
manifestaron su disponibilidad para negociar en forma directa, a
sabiendas de los altos costos posturales y populares en que incurrirían,
y que serían mayores para Irán que para Estados Unidos.
Propone el marco
referencial de las negociaciones: a cambio de "beneficios económicos,
garantías de seguridad y diálogo político" se le permitiría a
Irán un "simbólico (sic) programa de enriquecimiento de uranio
a lo mucho (sic); uno que sea demasiado pequeño para producir una
cantidad militarmente significativa en la próxima década (sic),
acoplado con las más invasivas (sic) inspecciones".
El problema con la
desfasada y desincronizada propuesta de Richard Haass, muy similar a
la rusa, es que ya fue superada por la irrupción tecnológica del
enriquecimiento de uranio en Natanz, que obliga a un reajuste realista
del marco negociador.
En caso de un rechazo
a la propuesta de Richard Haass, la ONU aplicaría dolorosas
"sanciones económicas en los sectores petroleros y gaseros de Irán",
y tampoco oculta que Estados Unidos busca una coartada de legitimización
internacional, al unísono de las fuerzas moderadas en el interior del
gobierno iraní, para elevar la puja en caso de un rechazo que no deja
suelta la opción militar "preventiva" en última instancia.
Queda claro que al día
de hoy el "bombardeo preventivo" carece de legitimidad
internacional, por lo que el frente de batalla se ha trasladado al
campo de la opinión pública internacional, donde los iraníes tendrán
que ser sumamente precavidos para no brindar coartadas indeseables.
En nuestro diálogo
con estrategas y funcionarios iraníes nos llamó la atención que no
vislumbren la inminencia de un bombardeo estadunidense, que exhibiría
más bien un clásico juego de "guerra sicológica" para
mejorar su posición a la hora de negociar. Es interesante percatarse
de que los rusos aduzcan que el enriquecimiento de uranio en Natanz
consista en un bluff, así como los persas consideren que Estados
Unidos está bluffeando ya que un operativo militar en la coyuntura
presente de la otrora superpotencia unipolar (v.g. serios problemas
domésticos y externos) comporta mayores desventajas que beneficios.
Mientras China se
mantiene en una vigilante distancia precavida y la Unión Europa cede
su carta para que Estados Unidos la juegue en su lugar, en medio del
despliegue de la hermenéutica geopolítica resaltan las apuestas de
tres grandes actores, uno de los cuales está bluffeando: Estados
Unidos, Rusia y, desde luego, el involucrado, Irán. Dos de ellos
acabarán por ponerse de acuerdo contra un tercero y alguien va a
sufrir una pérdida muy elevada. Hasta ahora, todo indica que no será
Irán, a menos que cometa un error incalculable.
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