Ataque
contra Irán: ¿pueden hablar en serio?
Por
Immanuel Wallerstein
La
Jornada, 22/04/06
Traducción de Ramón Vera Herrera
Desde hace algún
tiempo he argumentado que hablar de un ataque militar estadounidense
contra Irán era esencialmente una bravata, y que no podía ocurrir
porque sería algo totalmente irracional, desde el punto de vista de
Estados Unidos, y porque existe una fuerte oposición del liderazgo de
las fuerzas armadas. Sin embargo, recientemente Seymour Hersh escribió
un artículo en The New Yorker donde expone las preocupaciones y
temores del liderazgo militar estadounidense de que un ataque así esté
siendo considerado por el presidente Bush. Y lo que es peor, dice que
él, en respuesta directa a las objeciones militares, podría no
descartar el uso de armas nucleares tácticas con el fin de penetrar
profundamente en los bunkers donde se almacenan aparatos atómicos.
Este artículo ha
recibido una sorprendente cobertura en los medios. Historias similares
aparecieron después en Washington Post y Associated Press. De
inmediato, el presidente dijo que era "especulación
alocada", aunque no dijo que fuera impensable esta opción. Sin
embargo, el ministro de asuntos exteriores de Gran Bretaña, Jack
Straw, dijo que un ataque contra Irán era "inconcebible" y
que los planes de utilizar armas nucleares eran "totalmente
chiflados"
Entonces, ¿a quién
le creemos? Es bien sabido que Hersh lleva mucho tiempo cultivando
relaciones con las figuras militares de más alto rango y antigüedad
(así como con los altos funcionarios de la CIA), y tiene un buen récord
en cuanto a revelar cosas que resultaron ser ciertas. El récord del
presidente en cuanto a decir la verdad durante los cinco años
recientes es muy malo. Y el de Jack Straw tampoco es muy bueno. Así,
es obligatorio que por lo menos revisemos los argumentos.
El por qué sería
irracional un ataque así –insisto, desde el punto de vista de
Estados Unidos–, me parece muy claro. Primero, en un momento en que
la energía de los militares estadounidenses parece insuficiente para
emprender lo que Estados Unidos intenta en Irak y Afganistán, un
ataque contra Irán forzaría aún más los recursos militares, quizá
más allá de un punto de quiebre. Segundo, de acuerdo con todos los
análisis que he leído, las defensas iraníes están tan bien
construidas y distribuidas geográficamente que ningún ataque aéreo
(no importa qué tan masivo) podrá barrerlas por completo. Cuando
mucho haría más lento el proceso.
Luego está la
respuesta iraní. Aun cuando no está en posición de arrojar sus
propios dispositivos nucleares en parte alguna, cuenta con una fuerte
influencia en Afganistán y especialmente en Irak. Puede desatar más
estragos ahí e inclinar a los elementos moderadamente pro
estadounidenses, como algunos de la Shía en Irak, a asumir una
actitud militantemente negativa.
Y luego está la
secuela radioactiva. Es claro que un ataque así no intimidará a
quienes potencialmente intentan proliferar armas nucleares. Los hará
acelerar el paso. Irán puede moverse rápidamente en lo político, de
un Estado que mantuvo alguna distancia hacia los países árabes, a
ser el héroe del mundo musulmán, con todas las consecuencias que
esto tendrá en los Estados del Golfo, Arabia Saudita, Líbano,
Palestina y aun Egipto.
No olvidemos el petróleo.
La disrrupción del abasto iraní –una porción importante del crudo
mundial– seguramente subiría los precios de su alta actual, cerca
de 60 dólares por barril, a 100 dólares por barril. Y tendrá
consecuencias impredecibles y desconocidas en la economía–mundo, y
no serán menores en la estadounidense.
¿Los aliados? Aun la
fiel aliada, Gran Bretaña, le ha indicado muy fuertemente a Estados
Unidos que no favorece un ataque militar, por más comprometida que
esté en impedir que Irán adquiera bombas atómicas.
Y finalmente está el
impacto general sobre la posición de Estados Unidos en el mundo.
Justo esta semana, el think tank francés en asuntos exteriores, IRIS,
realizó una hoja de balance sobre la invasión estadounidense a Irak.
Se le consideró "cuasi catastrófica" para Estados Unidos,
pues resultó que la "hiper–potencia" se vio
"hiper–enredada" y se tornó
"hiper–impopular". Los franceses gustan de usar el prefijo
"hiper" para indicar un grado mayor que el prefijo
"super". En suma, después de tres años de cuasi catástrofe,
¿por qué habría de buscar Estados Unidos poner las cosas aun
peores?
No obstante, pese a
todo esto, parece que los oficiales militares estadounidenses de alto
rango y antigüedad están seriamente preocupados. Hersh dice que el
Joint Chiefs of Staff está considerando enviar una carta formal de
oposición al presidente.
El mes pasado algunos
generales retirados que sirvieron en Irak llamaron a la renuncia del
secretario Rumsfeld. El momento de hacerlo no pudo haber sido
accidental.
¿Por qué entonces
están asustados estos oficiales? Hersh nos brinda una explicación.
Piensan que el presidente Bush tiene un complejo "mesiánico".
Como sabemos, las personas con este complejo son peligrosas,
especialmente si tienen su dedo puesto en armas nucleares y controlan
la maquinaria militar más fuerte del mundo.
¿No es suficiente?
Sea cual sea el caso con Bush, requerimos saber también algo de los
motivos de aquellos que lo rodean –los militaristas y los
intelectuales neo conservadores. ¿Qué pueden estarse diciendo entre
ellos que contrarreste todos los obvios argumentos contra una
intervención militar? Primero, que no tienen nada que perder. Si
Estados Unidos no interviene, Irán seguramente tendrá armas
nucleares en algún momento, pronto. Para nada se resignan ante esta
perspectiva, porque sin duda reducirá la influencia política de
Estados Unidos en la región. ¿Pero vale la pena un Armagedón en
aras de no reducir la influencia estadounidense?
Luego, algunos pueden
pensar en estrictos términos electorales. Un ataque, bien planeado en
tiempo, puede elevar los nomios de aprobación hacia Bush, por un
tiempo, agitar a los demócratas ya muy demasiado propensos a la
guerra, y ser suficiente para garantizar una victoria republicana en
las elecciones parlamentarias de 2006, lo que descartaría la idea de
una impugnación.
Y luego está Israel.
El gobierno israelí y sus amigos en Estados Unidos afirman públicamente
que no pueden aceptar la idea de un Irán atómico y desde hace mucho
amenazan con un ataque aéreo si es necesario. El hecho de que tengan
aun menos posibilidad que Estados Unidos de lograr algo así sólo
significa que se concentran en hacer que aquel lo ejecute. La defensa
de Israel ha sido una preocupación primordial de Estados Unidos, en
especial del régimen de Bush. ¿Por qué está tan temeroso Israel?
¿Piensan realmente que Irán los va a bombardear? Lo dudo, pero ellos
piensan que si no son la potencia militar más fuerte del Medio
Oriente, queda disminuida su fuerza política. Y por supuesto, tienen
razón.
Entonces, ¿atacará
Estados Unidos, o no atacará? En general, tiendo a pensar que la
racionalidad prevalece en casi cualquier decisión política, pero
algunas veces no. O tal vez algunas personas tienen, no un complejo
mesiánico, sino un complejo de Sansón.
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