Nueva
fase en la guerra
La campaña de primavera
Por
Txente Rekondo Rebelión, 25/05/06
Acostumbrados
como estamos a recibir noticias en torno a campañas u ofensivas que
desde el mando militar estadounidense y sus aliados se ponen en marcha
en Iraq o Afganistán, estos días estamos asistiendo a lo que se podría
denominar "la campaña de primavera". Pero sus promotores
han sido esta vez los movimientos armados contrarios a la presencia
militar extranjera en suelo afgano.
Hace
ya algunos meses que se preveía esta escalada militar por parte de
los talibanes y a ello ha contribuido toda una serie de factores
convergentes con la estrategia diseñada por la llamada dirección
nacional de ese movimiento. Estas semanas hemos asistido en el país
asiático a todo tipo de ataques contra cuarteles militares, policía
y ejército afganos, funcionarios de inteligencia, religiosos
contrarios a la política taliban. todo ello contribuye a presentarnos
una fotografía de Afganistán, que lejos de la normalidad que nos
quieren presentar, una supuesta normalidad social y política (como la
puesta en marcha del nuevo parlamento) apenas sobrepasa los límites
de la zona de la capital controlada por las fuerzas extranjeras.
Decenas
de ataques diarios, coches bomba, atentados suicidas, secuestros
emboscadas, son la tónica hace tiempo en la mayor parte del país,
unido a ello está además la constatación del llamado "efecto
iraquí", es decir, el uso de técnicas y materiales muy
similares a los que utiliza la resistencia en Iraq.
Factores
La
ofensiva de primavera ha sido lanzada en forma de estrategia
unificada, atacando bajo un mando único diferentes provincias y
distritos del país. Grupos de cien o doscientos talibanes han atacado
simultáneamente más de doce objetivos. En esta coyuntura se observa
también un cambio importante en la estrategia. Si antes se lanzaban
ataques desde las bases en Pakistán, y tras el mismo se volvían a
replegar, ahora, las fuerzas de la resistencia afgana buscan
consolidar bases dentro del país en lugar de la táctica de
"golpear y retirarse" anterior.
De
esta forma han logrado el apoyo de la población local, lo que unido a
la capitalización de asuntos coyunturales (burlas al Corán, quema pública
de talibanes por soldados de EEUU o las viñetas sobre Mahoma) les
permite continuar con el plan trazado, que según algunas fuentes
locales no sería otro que lograr el control de la mayor parte de las
zonas rurales de Afganistán para este invierno.
Otro
factor que puede complicar seriamente la política del gobierno afgano
y de sus aliados extranjeros, y por tanto favorecer la campaña de la
resistencia, es el anuncia del poderoso Gulbuddin Hekmatyar (antiguo
aliado de Washington y ex ministro del interior afgano) que ha llamado
a luchar junto a la resistencia contra Estados Unidos. Con este
movimiento el líder afgano hace causa común con los talibanes, pero
sin integrarse en los mismos.
También
conviene resaltar las nuevas alianzas militares que se han consolidado
recientemente. Así, hace unas semanas tuvo lugar una reunión en
Barawal Bandey, en la frontera pakistaní, donde se ha formado un
"consejo de guerra" con el objetivo de formar una alianza y
atacar principalmente a las tropas británicas en la provincia de
Helmand, así como buscar la cooperación de varios grupos para
aumentar los ataques en diferentes partes de Afganistán.
Los
acuerdos con algunos "señores de la guerra" han permitido
también que los talibanes logren importantes ventajas. Esos señores
de la guerra que en principio combatían a los talibanes han cambiado
de postura, y de esta manera la "situación de calma" tras
el acuerdo les permite seguir con su comercio y producción de opio,
mientras que los segundos asientan sus bases.
Finalmente
conviene resaltar también otros dos factores claves para entender la
ofensiva. Por un lado el nombramiento de Jalaluddin Haqqani como el máximo
responsable militar de los talibanes. La figura de Haqqani goza de un
importante respeto tanto entre los señores de la guerra como entre la
población afgana, que todavía le recuerdan como uno de los héroes
de la guerra contra los soviéticos.
Y
por otro lado estaría la capacidad de la resistencia afgana para
unificar a tribus pakistaníes, que históricamente han estado
enfrentadas, bajo una misma bandera. En la actualidad los Wazirs y los
Mehsuds luchan en el mismo campo con los Dawar. Esta situación tiene
una gran importancia estratégica pues les permite a los talibanes
continuar asentando el llamado "estado islámico de Waziristán"
en territorio pakistaní, desde donde pueden lanzar sus ofensivas y
expandirse a las provincias afganas. Además con una administración
propia, con un sistema judicial, policial y de recogida de impuestos,
este modelo busca ser ampliado por todo Afganistán.
Informe
Hace
unos días se ha publicado un informe donde se señala que las
empresas estadounidenses se están enriqueciendo "por hacer un pésimo
trabajo", con lo que se estaría repitiendo la experiencia de
Iraq, donde el fenómeno de "Enronización" es la mejor
definición de la situación.
Mientras
que las compañías constructores se llenan sus bolsillos el pueblo
afgano "se muestra cada vez más frustrado y enojado con ese tipo
de actuaciones". Mientras que las empresas logran mil dólares
por día, los afganos que trabajan para ellas sólo reciben cinco dólares.
El
desastre que envuelve esta política de construcción extranjera está
representado con claridad por algunos de los ejemplos que señala el
informe: una autopista que se resquebrajó antes de ser acabada, una
escuela nueva a la que se le cayó el techo, una clínica sin
material, granjas cooperativas que no pueden ser utilizadas por los
agricultores. y a esto cabría añadir la privatización de servicios
como la enseñanza, este es el caso de la universidad privada
inaugurada en Kabul, a la que probablemente no pueda asistir la mayoría
de afganos.
El
panorama es bastante clarificador, "nos encontramos ante la caída
libre de Afganistán" al precipicio, y además es evidente que
"la mayoría del pueblo afgano cada vez cree menos en al llamada
«comunidad internacional»".
El
gobierno afgano y sus aliados han sido incapaces de satisfacer las
demandas de su pueblo, tampoco han conseguido ganarse a la población
civil y además, su política de dependencia absoluta hacia "la
presencia militar extranjera", no hace sino aumentar el rechazo
popular hacia ellos. Por el contrario, en buena parte del país, al
Mullah Omar se le sigue llamando Amir–ul–Mumenin (el líder de los
musulmanes).
Los
grupos taliban han logrado el control de algunas áreas con gran valor
estratégico, y también sobre diferentes distritos afganos. Algunas
fuentes locales señalan que la provincia de Helmand estaría bajo
control taliban en su mayor parte, y en otros lugares se han
convertido también en un "poder de facto", aprovechando la
ausencia del estado central y la incapacidad de éste para reconducir
la situación. Las provincias de Paktia, Khost y Zabul se encuentran
también en una situación similar.
Si
los talibanes logran sus objetivos, no es difícil predecir un
complicado futuro para el régimen de Kabul y paralelamente para las
tropas extranjeras que lo sostienen. La historia afgana muestra con
claridad que ese pueblo no ha aceptado nunca ninguna tutela
extranjera. Por eso, si se repite la historia, los militares de Bush y
sus aliados estarían a las puertas de un duro invierno, probablemente
tras un verano muy duro también.
.–
Del
Gabinete Vasco de Análisis Internacional (GAIN).
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