Irán-EEUU:
La
diplomacia intermitente
Análisis
de Gareth Porter Inter
Press Service, mayo 2006
Washington.-
Otra aparente demostración de la incapacidad diplomática de
la Casa Blanca en Medio Oriente quedó al descubierto tras una nueva
revelación: el gobierno de Estados Unidos bloqueó en marzo el inicio
de negociaciones con Irán, que ya había sido acordado.
La decisión de
interrumpir las conversaciones con Irán distanció profundamente a
Estados Unidos de sus aliados de Occidente en el camino hacia la
solución diplomática de la crisis por el desarrollo nuclear de Irán.
David Ignatius,
columnista de The Washington Post, sostuvo el día 19 que la
secretaria de Estado (canciller) Condoleezza Rice le informó en marzo
al embajador en Iraq, Zalmay Khalilzad, "que no era el momento
adecuado para reunirse" con negociadores iraníes. Según las
instrucciones de Rice, el diálogo debía quedar indefinidamente
postergado.
Antes se había
informado que las conversaciones se habían pospuesto sólo hasta que
se formara un nuevo gobierno en Bagdad.
Rice dijo a los
periodistas que viajaban con ella en el avión hacia Berlín, donde
estuvo el 29 y 30 de marzo, que el diálogo se realizaría "tarde
o temprano", y sugirió entonces que Khalilzad estaba "muy
ocupado en este momento en Iraq".
Pero Ignatius sostuvo
en su columna que destacados funcionarios del gobierno estadounidense
decidieron cortar las negociaciones.
También informó que
Khalilzad había mantenido "varias reuniones secretas con un
representante iraní" a fines del año pasado. Presumiblemente,
esas reuniones fueron para convencer a Teherán de que aceptara
mantener conversaciones de alto nivel sobre la situación en Iraq.
Ignatius no identificó
la fuente de ese dato, pero ya había informado en el mismo sentido
basado sobre declaraciones de Khalilzad, quien suele aprovechar su
buena llegada a la prensa estadounidense para vencer la resistencia
que sus iniciativas políticas despiertan en altos círculos de
Washington.
Este periodista
atribuye la decisión de marzo al deseo de Rice de coordinar una
estrategia sobre Irán con los tres países europeos –Alemania, Gran
Bretaña y Francia– que ya han mantenido negociaciones directas.
Pero la decisión
tiene mucho menos que ver con la diplomacia multilateral que con la
determinación del vicepresidente Dick Cheney y del secretario
(ministro) de Defensa Donald Rumsfeld de evitar cualquier elemento, en
especial un diálogo directo, que implique legitimar a la República
Islámica de Irán.
La marcha atrás del
gobierno de George W. Bush desactivó, al parecer, las gestiones de
Khalilzad y Rice, quien había declarado antes de partir hacia Sydney
el 16 de marzo que las conversaciones con Irán sobre Iraq "podrían
ser útiles".
Pero cuando Rice llegó
a la ciudad australiana, el consejero de Seguridad de la Casa Blanca,
Stephen J. Hadley, y otro influyente funcionario al que Ignatius no
identifica ya "habían desestimado la idea de tales
conversaciones".
Al parecer, esos
funcionarios le habían dicho a Rice que era inaceptable que altos
jerarcas del gobierno participaran en intercambios de ese tipo.
"Veremos cuándo, si es que se realizan" las reuniones con
Irán, terminó declarando Rice en Sydney.
Las reuniones
bilaterales entre Estados Unidos e Irán respecto de Iraq no fueron,
por cierto, interrumpidas para coordinar mejor la diplomacia
multilateral sobre la crisis nuclear iraní.
Todos los
involucrados en las negociaciones, a excepción de Estados Unidos, ya
se habían puesto de acuerdo en marzo sobre la necesidad de que el país
norteamericano emprendiera negociaciones directas con Teherán con el
objetivo de resolver el conflicto.
"Todos (...) están
de acuerdo en la necesidad de buscar una salida política integral que
tome en cuenta todos los aspectos subyacentes", declaró el
director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica
(AIEA), Mohammed ElBaradei, el 8 de marzo, después la reunión de la
junta de esa agencia que abordó la cuestión.
"Una vez que
empecemos a discutir los asuntos de seguridad, mi opinión personal es
que Estados Unidos debe involucrarse en un (à) diálogo" directo
con Irán, añadió.
Los europeos
–especialmente Alemania y Francia– han estado muy desconcertados
con la negativa estadounidense a emprender un intercambio diplomático
con Irán.
Esos gobiernos
consideran que las esperadas conversaciones entre Estados Unidos e Irán
respecto de Iraq pueden ser una oportunidad para que ambos discutan la
cuestión atómica.
El país europeo que
más ha presionado en ese sentido es Alemania, a pesar de la
expectativa del gobierno de Bush en que la canciller (jefa de
gobierno) Angela Merkel siguiera sus pasos en esta materia.
Pero ahora el
gobierno de Merkel es el exige con más énfasis a Estados Unidos la
apertura de negociaciones directas con Irán.
En su visita a
Estados Unidos en abril, el ministro de Relaciones Exteriores alemán
Frank-Walter Steinmeier recomendó a Rice y a Hadley el inicio de un
diálogo con Irán, pero no sólo sobre los problemas en Iraq sino
también sobre la crisis nuclear, informaron medios de comunicación
europeos.
Steinmeier también
dijo que su par británico, Jack Straw, apoyaba esa posición.
Straw quien había
enfurecido a los halcones de Estados Unidos al declarar que un ataque
a Irán era "inconcebible" e injustificado, fue removido de
su cargo por el primer ministro Tony Blair a principios de mayo.
Entrevistado a fines
de abril por la periodista Judy Dempsey, del diario International
Herald Tribune, el ministro de Defensa alemán Franz Josef Jung se
refirió declaró: "Esto es lo que le pedimos a Washington: que
tenga conversaciones directas (con Irán) y que obtenga
resultados".
La Casa Blanca
esperaba que Merkel planteara lo mismo directamente a Bush en su
visita a Washington el 3 de mayo. Un alto funcionario estadounidense
dijo al diario británico The Financial Times que, si eso hubiera
sucedido, Bush se había reafirmado en su oposición al diálogo
directo con Teherán.
Francia comparte la
posición alemana al menos desde el 5 de julio, cuando el canciller
Philippe Douste-Blazy, en una conferencia de prensa conjunta que brindó
junto a Condoleeza Rice, dio su palabra de que los tres países
europeos discutirían con Irán "la seguridad de su país".
"Y para esto,
necesitaremos que Estados Unidos –con quien deberemos discutir antes
un paquete de opciones – haga la propuesta", agregó.
Pero Rice no realizó
comentarios sobre los intentos para que su gobierno asuma un rol
activo respecto de Irán ni sobre una propuesta europea.
El rechazo del
gobierno de Estados Unidos de reunirse con Irán está ahora en el
centro de las prolongadas discusiones entre este país y otras cinco
potencias respecto de una posición común hacia Irán.
Alemania, Francia,
Gran Bretaña, China y Rusia insisten desde una reunión realizada en
Nueva York el 8 de mayo que Estados Unidos firme un paquete de
incentivos para Irán que incluya no sólo la tecnología nuclear sino
también garantías de seguridad, según informó el periodista Philip
Sherwill, del diario London Telegraph, el 9 de mayo.
La postura de Estados
Unidos, su rechazo implícito a un compromiso y su disposición a
usarla fuerza son las principales razones por las que Alemania, China
y Rusia se oponen a cualquier resolución de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) que le imponga sanciones a Irán.
Pero algunas figuras
del gobierno de Bush pueden estar dispuestas a dar un giro a la actual
política de relacionamiento con Teherán.
La revista Newsweek
informó el 15 de mayo que el vicecanciller Nicholas Burns había
indicado a funcionarios extranjeros "que esperaba el momento
adecuado" para iniciar el diálogo de Irán, y que eso sucedería
"cuando la influencia de Estados Unidos y sus oportunidades de éxito
estén maximizadas".
Pero Bush no parece
escuchar a los diplomáticos sino a los mismos dirigentes que vetaron
la posibilidad de tener conversaciones directas con Irán en marzo y
se han opuesto irreversiblemente durante cuatro años a cualquier tipo
de negociación directa.
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Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad
nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio:
Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en
Vietnam", su último libro, fue publicado en junio de 2005.
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