La
crisis nuclear y la bolsa petrolera
Por
Alberto Cruz
Igadi (Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional),
15/06/06
El mundo sigue
entretenido con la cuestión nuclear iraní, más ahora que el Alto
Representante de la UE para la Política Exterior, Javier Solana, ha
entregado a las autoridades iraníes la propuesta de los cinco
miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, más
Alemania, para incentivar a Irán para que abandone su programa de
enriquecimiento de uranio y en la que se incluye, como era previsible
(1), una oferta para que esa fase se haga a escala reducida, en una
planta experimental y bajo control internacional dentro del territorio
iraní.
El pasado día 5 de
junio, casi en el mismo momento en que se producía la visita de
Solana a Teherán, el país persa anunciaba –algo que ha pasado
desapercibido– la apertura de la zona de libre cambio en la isla de
Kish, el paso crucial para que la bolsa petrolera que viene
funcionando de forma experimental desde hace un tiempo, y que se
anunció de forma oficial el pasado 20 de marzo, coincidiendo con el
comienzo del año persa, comience a ser operativa. Dos compañías
europeas, Total–Fina–Elf (Francia) y Agip (Italia) ya tienen allí
sus oficinas regionales (2) puesto que consideran que la bolsa de Kish
se convertirá en el quinto mercado del petróleo, después de los de
Nueva York, Londres, Singapur y Tokio. La iniciativa surge casi en
paralelo al anuncio de Noruega de que está estudiando la posibilidad
de crear su propia bolsa petrolera en euros. De ser así, quitaría
mercado a Londres, cuyo peso está decreciendo puesto que la producción
británica de petróleo no deja de caer desde el año 2005.
El capital inicial
con que se abre la bolsa iraní (Iranian Oil Bourse) es de 2.000
millones de dólares –sí, dólares, aunque la pretensión iraní es
que la bolsa comience a utilizar el euro como moneda de cambio aunque
no a medio plazo– y se está en la fase de captación de clientes.
Por el momento, Irán no va a dar el paso de cambiar el patrón
referencial del petróleo al euro a la espera de ver cómo se resuelve
el contencioso, artificial, sobre la cuestión nuclear. De dar el
paso, en unos momentos en los que también Rusia ha anunciado la
conversión del rublo en moneda de transacciones internacionales para
el 1 de julio –especialmente en el comercio del petróleo y del
gas– (3), la estabilidad del dólar como moneda de referencia en la
economía mundial tiene sus días contados. Las exportaciones de petróleo
de Rusia suponen el 15’2% del total mundial, mientras que las de Irán
se sitúan en el 5’8%. Si a ellas se suma Venezuela (5’4%), que en
la reciente cumbre de la OPEC celebrada en Caracas expresó su deseo
de sustituir el dólar por el euro, la cuarta parte del mercado del
petróleo y del gas se movería en euros.
Por el momento, la
bolsa iraní es la que va más avanzada, la de Rusia se adelanta
respecto a la fecha inicial de 2007 y lo de Venezuela no es más que
una forma de presión sobre EEUU ante las constantes amenazas que se
vierten desde la Administración Bush contra el gobierno de Hugo Chávez.
Pero ahí están como posibilidad de desestabilización económica de
EEUU. E Irán juega a ello, consciente que está en una posición de
fuerza. El ministro del Petróleo, Mohammad Javad Assemipour, ha dicho
que “por ahora”, el comercio del petróleo se hará en dólares
pero que la intención de comercio de Irán con los países de la región
y de Asia es que sea en euros. La mención a Asia es importante,
porque si China e India entran en la bolsa iraní –y este país ha
participado, con la categoría de observador, en la Organización de
Cooperación de Shangai (4), que se celebró en esta ciudad la semana
pasada,– se habrá dado el golpe de gracia al dólar. En la
actualidad el 68% del comercio internacional del petróleo se realiza
en dólares, por lo que si llegase a bajar sólo un diez por ciento,
EEUU entraría en una fase de depresión económica que no tendría
nada que envidiar a la de principios del siglo XX.
Tal vez ahí esté el
énfasis que pone EEUU, y una parte de Europa, en las sanciones económicas
a Irán si no pone fin a su programa de enriquecimiento de uranio. A
buen seguro, en esa amenaza de sanciones estará la prohibición a los
bancos occidentales de aceptar ningún tipo de transacción con los
bancos iraníes, con lo que se dificultaría el desarrollo y éxito de
la bolsa petrolera.
Prestigio
e influencia
La defensa del
derecho de Irán a desarrollar su programa nuclear, a parte de que
cumple los requisitos del Tratado de No Proliferación, encierra también
una búsqueda de prestigio e influencia regional. Irán busca ser
considerado el factor imprescindible en esa zona del mundo, un papel
que hasta el año 1990 –con la primera guerra del Golfo– jugaba
Iraq. Y lo hace basado en dos importantes bazas: por una parte, la
influencia que está ejerciendo en Iraq, y que ha logrado convertir en
un quebradero de cabeza para las tropas ocupantes lideradas por EEUU.
Hoy se puede decir sin miedo a equivocarse que Irán ha sido el
principal beneficiario de la invasión de Iraq. Si antes de la invasión
de marzo de 2003 Iraq era el contrapeso suní al pretendido
expansionismo shií en la zona, hoy la influencia iraní es mayor que
nunca en Iraq y más allá.
Por otra parte, está
el impresionante crecimiento económico que alcanza el 6,2% anual. Las
exportaciones de petróleo y gas (éstas últimas aún incipientes)
han pasado de 23.000 millones de dólares a 55.000 millones en sólo
dos años como consecuencia de los elevados precios del barril de petróleo
y las reservas monetarias en moneda extranjera se sitúan a día de
hoy en los 47.000 millones de dólares, el doble de la deuda externa,
aunque las estimaciones son que termine el año 2006 con unas reservas
de 62.000 millones de dólares.
Como pasa siempre,
las cifras nunca son a gusto de todos. El Banco Mundial estima que
“pese al crecimiento de los últimos años, la renta per cápita
sigue estando un 30% por debajo de lo que era a mediados de los años
70” [cuando se produjo la revolución islámica] (5). Lo que no dice
el BM es que desde entonces Irán ha estado sometido a un serio
embargo y sanciones impuestas por EEUU de forma unilateral desde hace
ya 27 años, el tiempo que lleva la revolución islámica en el poder,
y que durante ocho años, de 1980 a 1988 Irán sostuvo una costosísima
guerra, en vidas y en economía, desencadenada por Iraq con el beneplácito
de occidente y el resto de regímenes árabes para frenar el efecto
expansivo de la revolución islámica en la zona.
Lo que sí es
inobjetable es que en los últimos años el crecimiento económico
iraní ha sido sólido, aunque aún hay muchas fallas por resolver,
como el alto índice de desempleo (oficialmente en el 10’3% aunque
puede que se sitúe al menos en el doble), la salida del país de jóvenes
para trabajar en los países vecinos y… la dependencia de la
importación de gasolina. Resulta curioso que uno de los principales
productores de petróleo tenga que importar cerca del 40% del total de
la gasolina que consume, especialmente de los países árabes vecinos
aunque también de Venezuela. Como no es descartable que en la amenaza
de sanciones se incluya el embargo de la exportación de productos
refinados del petróleo hacia Irán, las autoridades de este país han
decidido anticiparse y ya han anunciado el establecimiento de planes
para racionar la gasolina a partir de septiembre de este año.
Incentivar
los conflictos
Los iraníes, que
compran la gasolina a un precio ridículo (7 céntimos de euro el
litro), no verían con buenos ojos una situación de escasez, con lo
que se crearía un caldo de cultivo propicio para ese tan anhelado por
occidente “despertar” de la sociedad iraní que suponga el
derrocamiento del gobierno islámico.
Mientras esa ocasión
llega, los países occidentales alientan los conflictos étnicos en
regiones como Baluchistán (6), Azerbaiyán y Juzestán. En esta última,
de población mayoritaria árabe y donde se asienta el mayor
porcentaje de reservas petrolíferas de Irán, se han venido
produciendo atentados y es evidente la labor de los servicios secretos
occidentales, especialmente los británicos. El episodio de la detención
de dos soldados británicos –posteriormente liberados por la fuerza
por las tropas de su país– por parte de la policía iraquí cuando
iban a cometer atentados en la ciudad de Basora es algo más que una
anécdota de la implicación de los servicios secretos occidentales en
Irán.
En Azerbaiyán es la
propia torpeza iraní con la lengua azerí la que ha alentado una
serie de protestas que se han extendido recientemente en al menos
cinco ciudades, Tabriz, Urumieh, Ardebil, Maragheh, y Zanjan. No
obstante, Irán acusa a Turquía de estar detrás de estas protestas
en un intento de recuperar su papel en la zona, muy debilitado tras la
invasión de Iraq por EEUU y otros países. Para el 70% de la población
turca, EEUU es una amenaza mayor que la que supone cualquier otro país,
incluyendo Irán. En su mal momento, el primer ministro turco, Recep
Erdogan, ha optado por echar una mano a su tradicional padrino, EEUU,
agitando el avispero iraní.
El conflicto en
Baluchistán es mayoritariamente religioso, puesto que la mayoría de
la población es suní. Aquí actúa una organización denominada
“Soldados de Alá” que viene realizando acciones armadas desde
hace tiempo. El pasado 14 de mayo se produjo un ataque contra varios
vehículos que causó 12 muertos. En la reivindicación, los
“Soldados de Alá” argumentaron que eran personal militar,
mientras que los iraníes dijeron que todos eran civiles.
Todas estas
cuestiones hay que tenerlas en cuenta a la hora de hablar del
conflicto nuclear iraní. Tanto que los “iranólogos” consideran
que Irán está dispuesto a responder de la misma manera, fomentando
rebeliones de las comunidades musulmanas shiíes en todo Oriente
Medio. Junto al caso de Hizbulá en Líbano, del que ya se ha hablado
en estas páginas (7), se menciona a dos países, Arabia Saudí, donde
esta comunidad es importante en una de las regiones más ricas en petróleo,
y en Bahrein.
Esta última
posibilidad, Bahrein, crea gran desasosiego en EEUU puesto que en este
país está ubicada la jefatura de la quinta flota de la marina de
guerra, la que tiene a su cargo la “defensa” del estrecho de
Ormuz, por donde circula el 40% de todo el comercio de petróleo a
nivel mundial. En caso de amenaza de guerra Irán, como ya hizo en la
guerra con Iraq, podría cerrar este estratégico paso. Pero hay una
diferencia con respecto a lo sucedido hace 20 años: entonces Irán
tenía un ejército débil y el cierre sólo fue eficaz unos días,
mientras que ahora el ejército iraní está bien equipado y
entrenado. Las maniobras y exhibiciones que realizó en los meses de
marzo y abril son una clara advertencia de su capacidad militar.
Notas:
(1)
Alberto Cruz, “India e Irán: otra muestra de la hipocresía
occidental”, Rebelión, 6 de marzo de 2006.
(2)
“El Banco Asiático de Desarrollo predice una tempestad
monetaria”, Red Voltaire, 19 de abril de 2006.
(3)
David Kimble, “Collapse of the Petrodollar Looming”,
Globalresearch, 21 de mayo de 2005.
(4)
La Organización de Cooperación de Shangai se creó en 1996 con la
finalidad de reforzar la cooperación en materia de fronteras y
controlar el tráfico ilícito de estupefacientes, armas y explosivos.
De ella forman parte Kazajstán, China, Kirguizia, Rusia, Tayikistán
y Uzbekistán. Estos seis países ocupan el 61% del territorio eurasiático
y cuentan con la cuarta parte de la población mundial. En los últimos
años ha jugado un importante papel también en el aspecto económico,
donde China tiene mucho que ganar. La presencia de Irán en esta
cumbre supondrá un importante freno a los conflictos étnicos y
religiosos que se viven en varias zonas de Irán, como Baluchistán,
Azerbaiyán y Juzestán. Hay que mencionar también que China, segundo
importador mundial de petróleo, compra 13 por ciento del crudo que
procesa a Irán, y quiere aumentar sus adquisiciones de gas natural.
En los cuatro primeros meses de este año, sus importaciones de crudo
iraní aumentaron 25 por ciento respecto del mismo periodo del año
pasado.
(5)
Washington Institute, 6 de junio de 2006.
(6)
Jane’s Intelligence Review, 17 de mayo de 2006.
(7)
Alberto Cruz, “EEUU busca en Líbano recomponer su estrategia para
Oriente Medio”, 10 de abril de 2006, y “La ONU, otra vez, al
servicio de EEUU e Israel”, 23 de mayo de 2006. Ambos artículos
publicados en Rebelión.
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