La
política israelí hacia el pueblo palestino: un
"sociocidio"
Por
Saleh Abdel Jawad Viento Sur Nº 87, julio 2006
Enviado por Correspondencia de Prensa, 14/07/06
El sociocidio es
un concepto que significa la destrucción total de los palestinos, no
sólo en tanto que entidad política o grupo político nacional sino
en tanto que sociedad. Su objetivo final es la expulsión de los
palestinos de su patria (es decir una purificación étnica total o a
gran escala). Este concepto es utilizado aquí en dos acepciones
diferentes. La primera, para definir las consecuencias de la
"guerra" de 1948, que fue en realidad un programa unilateral
de purificación étnica; la segunda, como proceso a largo plazo, para
definir la política israelí hacia el pueblo palestino en los
Territorios Ocupados desde 1967: en este caso, el sociocidio ha tomado
la forma de una guerra total por otros medios, a saber, medios políticos,
económicos, sociales, culturales y psicológicos.
El sociocidio, como
el genocidio, tienen en común el mismo objetivo; la diferencia está
en los medios para alcanzar esos objetivos. Afirmo sin embargo que el
sociocidio (como el etnocidio y los demás términos en cidio) es una
forma de genocidio.
Los organizadores de
genocidios como en el caso del Holocausto o de Ruanda han utilizado
principalmente y esencialmente una violencia directa y masiva. Su
objetivo era aniquilar y exterminar físicamente al
"enemigo", es decir en lo esencial poblaciones civiles.
El sociocidio, por su
parte, puede ser realizado de dos formas : en el primer caso (en el
curso de la "guerra" de 1948), por la guerra total acompañada
de una guerra psicológica muy elaborada para conducir a la destrucción
de la sociedad enemiga. La purificación étnica es realizada sin
exterminio físico del enemigo. En el curso de esta "guerra"
las fuerzas israelíes tenían la posibilidad, dada la correlación de
fuerzas militar, de matar a la mayor parte de la población palestina.
Sin embargo, y a pesar de un estudio reciente que muestra que decenas
de "pequeñas" masacres fueron cometidas durante la guerra
por el Ejército sionista, luego israelí, la intención no fue nunca
exterminar físicamente a los palestinos, las masacres no eran
practicadas más que cuando eran "necesarias", e incluso en
ese caso bajo la forma de matanzas sabiamente dosificadas y
normalizadas para crear un clima de pánico y de terror que les
llevara a irse.
Los términos del
problema y el mensaje eran muy sencillos: partir o morir. Estos crímenes
de guerra lograron conducir a una cuasi destrucción de la sociedad
palestina.
En el segundo caso
(bajo la ocupación israelí de los Territorios a partir de 1967) el
objetivo de la purificación étnica se persigue con la ayuda de un
proceso a largo plazo, utilizando todo un arsenal de medidas
"silenciosas" de orden administrativo y que afectan a la
infraestructura económica. Los derechos civiles y políticos son
sencillamente negados de forma sistemática. Todos los aspectos de la
vida, incluso los desplazamientos y el ocio, son ocasión de obstáculos
y humillaciones. La mayor parte de esta política intenta frenar y/o
paralizar el desarrollo de la sociedad, el objetivo último es llegar
a su descomposición. Un palestino del campo de refugiados de Jenin
expresa sí lo que es el sociocidio: "Tengo ahora cuarenta y tres
años y en toda mi vida no he vivido un solo día feliz" /1.
Esto no significa que
el sociocidio en el caso de 1967 excluya la violencia. Al contrario,
la violencia es utilizada permanentemente en la vida cotidiana pero
bajo forma de medidas "calculadas": por ejemplo en las
confiscaciones de tierras para disuadir a los palestinos de resistir a
esta desposesión, en las manifestaciones, en los puntos de control
para poner trabas a los desplazamientos cotidianos de la gente normal,
etc. Sin embargo, en general, el número de muertos y heridos está
previsto por adelantado en el marco de una política global, para
tener en cuenta las repercusiones sobre la opinión pública
internacional y los medios, y su reacción. La violencia es utilizada
esencialmente en el marco de una guerra psicológica para intimidar y
debilitar la voluntad de resistencia (por un sentimiento de
impotencia).
Es importante refutar
el argumento israelí según el cual esta política de medidas
destructoras sería necesario para su seguridad. Se podría responder,
como veremos más adelante, que el sociocidio no exige para ponerse en
marcha, o para mantener la seguridad un período de guerra o de
conflicto agudo (como la actual Intifada palestina); al contrario un
período de seguridad y de paz puede también permitir su aceleración.
La etapa posterior a los Acuerdos de Oslo mostraron que las políticas
de sociocidio se aceleraban independientemente del proceso de paz. Según
Sara Roy, por ejemplo, "el proceso de Oslo no ha representado el
fin de la ocupación israelí sino su prosecución, bajo una forma
menos directa. La relación estructural entre ocupantes y ocupados, y
el desequilibrio flagrante en términos de poder que ello comporta, no
han sido desmantelados por los acuerdos sino al contrario reforzados.
Los Acuerdos de Oslo han formalizado e institucionalizado la ocupación
de una forma totalmente nueva" /2.
¿Por
qué el "sociocidio "?
Desde el comienzo, la
mayor parte de los dirigentes sionistas indicaron claramente que su
Estado sería total y exclusivamente para los judíos. Aunque algunos
documentos internos muestran que eran conscientes de la existencia de
los palestinos /3, descritos a veces incluso como un grupo cuya
existencia les molestaba y que tenía aspiraciones nacionales
ambiguas, adoptaron el célebre eslogan de Lord Shaftsbury: "una
tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra" /4.
La idea de una tierra
"vacía" es un concepto colonial occidental que apunta a
legitimar la ocupación y la presencia de los colonos /5. Cuando los
sionistas retomaron la idea a finales del siglo XIX, se publicaban
todos los años guías turísticas sobre Palestina y su población
real y se encontraban en las estanterías en todas las librerías
occidentales /6. Los sionistas en su mayoría abrazan una empresa
colonial similar al modelo norteamericano, que implicaba una sociedad
y una economía judías, que no dejaba ningún lugar para los autóctonos.
Esto contribuiría a reconstruir un sentimiento de homogeneidad
cultural, religiosa y étnica semejante al del nacionalismo en Europa
/7. En virtud de este modelo, los habitantes originales fueron
expulsados no solo más allá de los límites de las colonias
protegidas, sino también claramente fuera de la entidad colonialista
/8.
Pero contrariamente
al modelo de exclusión que acaba su proyecto mediante el genocidio de
las poblaciones indígenas, en el caso de Palestina el contexto y las
realidades locales e internacionales impidieron la realización de ese
objetivo final. Tras la Segunda Guerra Mundial, el mundo, además de
la evolución de los principios y del discurso sobre los derechos
humanos, estaba mejor informado, más consciente y más reactivo,
gracias al desarrollo de los medios de comunicación masivos, a
atrocidades a gran escala, como el Holocausto por ejemplo. A pesar del
apoyo que tenían los sionistas en Occidente, un genocidio era difícil
de aprobar. Hay que decir también que los palestinos formaban parte
de un conjunto más amplio, el mundo árabe, que era considerado como
una nación, y que no permitiría su exterminio. Por estas razones,
entre otras, el exterminio se convirtió en una forma inaceptable de
evacuar la tierra de su población original. Por tanto los dirigentes
sionistas fueron obligados a tomar nuevas vías, un nuevo método.
El nuevo método va a
utilizar la violencia y las matanzas, pero sin tomar la forma de un
genocidio "clásico". Las masacres y el terror se
convirtieron en una práctica bien planificada y cuidadosamente
orquestada /9. Integrándose en una guerra física y psicológica
total, se expandieron en 1948 al conjunto de Palestina, desmoralizando
a los palestinos, y han conducido al hundimiento de su sociedad. La
violencia y las masacres organizadas no tomaron una forma caótica y
permanecieron bajo el control de quienes las organizaban. La violencia
caótica e impulsiva tal como se ha producido en otras partes no tiene
lugar en los proyectos sionistas. Este orden y esta disciplina, entre
otras cosas, indican que hay una inteligencia superior detrás del
proyecto de expulsión. Pero este nuevo método ha logrado suscitar
una purificación étnica semejante a la que sólo un genocidio puede
realizar.
Hay que señalar, sin
embargo, que el sionismo tiene una historia larga y compleja. Ha
tenido siempre partidarios que tenían una actitud más conciliadora
hacia los palestinos. Por ejemplo, ha habido intelectuales humanistas
como Ahad Ha´am (Arthur Ginsberg) que, desde finales del siglo XX,
han criticado el trato infligido por el Yishuv (la comunidad judía) a
los palestinos. El profesor Yehuda Magneee, director de la Universidad
Hebraica en su creación en 1925 y durante el período del mandato,
era partidario de un Estado binacional que hiciera un lugar a los
palestinos, igual que Martin Buber, célebre escritor y filósofo. El
Partido Comunista Palestino, compuesto de miembros árabes y judíos,
era también partidario de un Estado binacional. Además, "ha
habido siempre una corriente de la cultura del Yishuv que tenía
tendencia a rebelarse contra el carácter malsano de los judíos de
Europa reivindicándose de la vuelta a una cultura semítica, cercana
a la cultura árabe" /10. Desgraciadamente, estas voces
humanistas han permanecido minoritarias y no han moldeado a fin de
cuentas la política sionista.
Pero, quizás porque
esta voz humanista ha formado siempre parte del sionismo, las razones
religiosas para justificar la expulsión de los palestinos no eran
enteramente convincentes por sí mismas. Es por lo que, paralelamente
a los argumentos religiosos, los dirigentes sionistas han optado por
deshumanizar a los palestinos y subrayar las diferencias culturales
entre judíos y árabes, todo ello para legitimar un plan de expulsión.
La deshumanización
de los palestinos comenzó muy pronto y prosigue hoy. Por ejemplo,
Abraham Yair, conocido por su seudónimo de "Stern", que
dirigía el grupo terrorista judío Lehi, definía a los árabes como
"bestias salvajes del desierto y no un verdadero pueblo"
/11. En otro artículo declara que "los árabes no son una nación
sino un topo que vive en las zonas apartadas del desierto eterno. No
son sino asesinos" /12. A lo largo del tiempo, los palestinos han
sido comparados a numerosos animales dañinos del arca de Noé: los
escorpiones, las serpientes, las cucarachas, los topos, etc. Este género
de epítetos y las creencias que revelan nos permiten comprender por
qué individuos del grupo IZL o del grupo Lehi se disfrazaban de árabes,
iban a los mercados populares y hacían estallar bombas entre los
clientes acompañados de sus familias.
Esta deshumanización
no se limita al primer período. Schmail Agnoon, premio Nobel de
literatura en 1966, dice en su novela Antes de Hitler, escrita en
1945, que los árabes son gentes "sin dignidad, que acepta la
humillación, que explota a los colonos, responsables de la destrucción
de la tierra, molestos, sucios, que roban a los judíos, que detestan
la civilización, semejantes a perros" /13. Paralelamente a la
deshumanización de los palestinos, se ha puesto también el acento en
las diferencias culturales. Esto ha tomado dos formas. En primer lugar
la unidad de una población judía muy diversa ha sido exagerada
ampliamente, haciendo como si no hubiera existido la diáspora de 2000
años durante la cual los judíos han vivido en toda una serie de países,
han hablado numerosas lenguas diferentes y han evolucionado en
direcciones muy diversas. De hecho, sólo a ojos del sionismo del
siglo XIX los judíos han sido considerados como un único pueblo. En
segundo lugar, las diferencias entre los judíos y sus vecinos árabes
han sido groseramente exageradas, sobre todo negándose a ver las
experiencias históricas de los judíos arabófonos /14.
La acentuación de la
distancia entre las dos comunidades no se ha limitado al nivel retórico.
La separación ha sido aplicada en todas las instituciones, incluido
todo el sistema de educación judío bajo el mandato británico. En
1937, el informe de la comisión Peel, documento de tonalidad
prosionista, señalaba con consternación en su capítulo sobre la
educación que la educación judía estaba consagrada a la
"glorificación de la patria como obra llevada a cabo sólo por
los judíos". Proseguía indicando que "la idea de compartir
su vida con los árabes no está nunca presente bajo ninguna forma.
Formar ciudadanos, compañeros, amigos de los árabes en un Estado
palestino común, es algo que no existe (en el programa escolar judío).
El sistema educativo judío no intenta crear ninguna comprensión
entre los dos pueblos" /15. La distancia cultural, la
deshumanización y el acento puesto en la autodenominada
"crueldad del enemigo" han sido utilizadas no sólo para
crear una muralla para separar a judíos y árabes, sino también para
facilitar la expulsión de los palestinos. Al mismo tiempo, paradójicamente,
la propaganda sionista ha logrado, por toda una serie de razones,
presentar el comportamiento israelí, tanto del pasado como del
presente como un acto de autodefensa. Mitos tales como el supuesto
deseo árabe de "echar a los judíos al mar" han sido moneda
corriente /16.
¿Hubo
verdaderamente purificación étnica en 1948?
La forma en que el
terror fue practicado durante la guerra de 1948 no habría podido
producirse sin la creencia de que los árabes no tenían ningún
derecho a vivir en Palestina y que eran subpersonas o al menos
inconmensurablemente diferentes del colono judío. Estas ideas han
alimentado la máquina de matar sionista. Una vez que esta utilización
de la violencia ha parecido lograr éxitos, los sionistas se han
encontrado atrapados en la trampa de una adicción sin fin, pues el
terror puesto en marcha por el Estado se ha convertido en su principal
instrumento en su búsqueda de poder y de hegemonía. Dejemos hablar a
los hechos por sí mismos: el 80% de los pueblos palestinos que
cayeron bajo el domino del nuevo Estado de Israel fueron completamente
destruidos y sus habitantes fueron obligados a refugiarse en el otro
lado de la frontera o en otras partes de la Palestina histórica /17.
Estos pueblos representaban el 50% del conjunto de los pueblos de
Palestina con referencia a las fronteras históricas durante el
mandato británico. Todos estos pueblos fueron destruidos, aunque no
hubieran sufrido ninguna destrucción notable en el curso de la
guerra. En numerosos casos no participaron nunca en actividades
militares /18.
Estos pueblos fueron
destruidos a pesar de la necesidad desesperada de encontrar hogares y
techos para el millón de inmigrantes judíos que afluyeron a Israel
en los tres primeros años que siguieron a la guerra. La lógica
existente detrás de esta decisión de destruir los pueblos era
aplastar la presencia y el paisaje palestino árabe, y hasta su
existencia, y reivindicar la propiedad de la tierra /19 pero también,
y más importante aún, impedir a los refugiados volver a sus hogares
/20. ¿Quién creería que la zona en el sur de la carretera que une
Jerusalén y Jaffa hasta Eilat no tenga ya ni un solo pueblo árabe? Y
en la propia ruta no quedan más que tres pueblos (Abou Ghoush, ´Ein
Rafa y Beit Naquba). En la larga carretera entre Jaffa y Haifa en las
llanuras costeras (alrededor de 100 km.), que atraviesa la región más
fértil de Palestina, no han quedado más que dos pueblos (Jisr
al–Zarqa, Freideiss). Los campesinos, mayoría de la población,
fueron víctimas de lo que el sociólogo judío americano Don Peretz
definió como un proceso de "descampesinización" /21 en el
que perdieron su trabajo, su renta y su identidad campesina sin
adquirir nuevas competencias no agrícolas. Durante numerosos años,
la mayor parte de ellos permanecieron como refugiados sin empleo
viviendo en la miseria y la pobreza, en un medio completamente
diferente al suyo /22.
Una componente
importante del sociocidio es el hecho de tener en el punto de mira los
centros urbanos de población mezclada. Hay un elemento anti–urbano
que es una característica común de las políticas israelíes, tanto
del pasado como del presente. Las ciudades palestinas son consideradas
como un objetivo principal de las políticas de sociocidio.
En 1948 las
comunidades pluralistas de las grandes ciudades como Jaffa, Haifa y
Jerusalén fueron los objetivos principales de las autoridades
militares israelíes. No es extraño que los palestinos que viven en
las zonas urbanas hayan tenido una suerte peor que la de la gente que
vive en los pueblos. De once ciudades palestinas caídas entre las
manos de Israel, cinco fueron completamente vaciadas de su población,
siendo sus habitantes reducidos al estado de refugiados desenraizados,
sin domicilio y sin dinero. Estas cinco ciudades son: Safad, Majdal,
Tiberiades, Beisan, Beer–Saba´. Además la parte árabe de Jerusalén
oeste, el centro de la intelectualidad palestina de Jerusalén, tuvo
la misma suerte. Otras cinco ciudades fueron casi totalmente vaciadas
de su población palestina, salvo algunos centenares o miles de
habitantes, incluidas familias dispersas en pueblos vecinos de la
periferia de estas ciudades, a quienes fue prohibido permanecer en sus
casas. Todos fueron reagrupados y amontonados en pequeñas zonas de
fuerte densidad de población (reservas), mientras que sus casas así
como las de quienes habían "partido" eran ocupadas por judíos.
Durante días y semanas, actos de vandalismo y progromos fueron la
regla /23. Los palestinos restantes se habían convertido en
ciudadanos de tercera clase (en el Estado de Israel la segunda clase
estaba compuesta por inmigrantes judíos venidos del mundo árabe
/24). Estas cinco ciudades son Jaffa, Haifa, Iod, Ramallah, Acre. Una
sola ciudad permaneció intacta: Nazaret, porque los dirigentes
sionistas no querían disgustar al Vaticano y al mundo cristiano /25.
En estas ciudades,
que representaban el núcleo intelectual de la sociedad palestina, los
israelíes destruyeron, robaron o confiscaron la mayor parte de la
herencia cultural escrita incluso las bibliotecas públicas, los
archivos, la prensa, las imprentas y las editoriales, el catastro, los
centros culturales, los cines y los teatros. A esto hay que añadir
los archivos de los consejos municipales, de los hospitales, de las
escuelas, las bibliotecas privadas, los papeles de familia y los
diarios íntimos de los intelectuales como Georges Antonius, ´Aouni
Abdel Hadi, Henri Cattan, Mustafá Mourad Eddbagh, entre otros /26.
Además de la
destrucción política y social de más del 60% de la sociedad
palestina, la "guerra" condujo a su desmembramiento en
fragmentos minúsculos viviendo en medios y realidades diferentes: en
países diferentes, con sistemas políticos diferentes, programas
escolares diferentes y un medio económico y social diferente. Lo peor
es que esta purificación étnica y cultural única en su género, con
toda su crueldad, permanece en gran parte desconocida, salvo algunos
pequeños grupos de especialistas. Extrañamente ni el gobierno de
Israel ni su pueblo (con la excepción de una pequeña minoría) han
expresado el menor lamento o el menor sentimiento de culpabilidad. Al
contrario, como medio de esconder o negar lo que había ocurrido, una
gigantesca máquina académica y política ha sido puesta en marcha,
la historia reescrita. Los mitos israelíes, tanto los del pasado como
los del presente, sirven para intentar evitar a los israelíes tener
que mirar de frente las injusticias hechas a los palestinos.
Ciertos defensores
incondicionales dicen que los palestinos se negaron a apoyar el plan
de reparto de la ONU en noviembre de 1947 y desencadenaron la guerra.
Además, según este argumento, dado que los palestinos son los
iniciadores de la guerra, son responsables de todos sus males, incluso
las masacres que se produjeron en el curso de esta guerra. El mismo
tipo de argumento ha sido utilizado tras el fracaso de las
negociaciones de Camp David en julio 2000. Los israelíes han repetido
el mito según el cual han "movido todas las piedras para
alcanzar la paz con los palestinos, que no la querían".
El fracaso de las
negociaciones ha desencadenado una ofensiva a gran escala contra todos
los aspectos de la vida palestina. Para decir las cosas con crudeza,
es el argumento del "se lo han buscado" /27. Otros
apologistas intentan explicar y justificar implícitamente cada
masacre como una medida de represalias contra una mala acción
palestina. Por ejemplo Morris describe las matanzas de Eilaboun y de
Wara al Sauda como respuestas tras la decapitación de dos soldados
israelíes. Considera además que la masacre de Madj al Krum fue la
consecuencia de la mentira de los aldeanos que no habían entregado
todas sus armas, y que las de Jish y de Safsaf resultaban de su
resistencia militar. Para decir las cosas crudamente, es la
justificación por el "se lo han merecido".
Según una tercera
alegación, los palestinos son ellos también asesinos. Israel tuvo
6.000 víctimas durante la guerra, lo que representa el 1% de su
población total. Dicho crudamente, es el argumento del "ellos
también lo hicieron" /28. En último lugar, ciertos apologistas
recurrieron al argumento según el cual los judíos, tras el
Holocausto, tienen el derecho a utilizar todos los medios posibles
para defender sus intereses. Esta posición está siempre acompañada
por esta afirmación : comparado con el Holocausto, la expulsión de
los palestinos sería un asunto minúsculo e insignificante. Es el
argumento de la "necesidad" y del "¿y luego?"
/29.
No deseo abordar la
polémica a propósito de la guerra de 1948, pero he publicado
recientemente un estudio en el que rechazo la idea de que son los
palestinos quienes comenzaron la guerra /30. Además, aunque los
palestinos hubieran desencadenado la guerra, tal acto no justificaría
verdaderamente los crímenes de guerra contra civiles que se habían
rendido. Querría insistir sobre esta idea indicando que la mayor
parte de las masacres israelíes se produjeron cuando las fuerzas árabes
no representaban ya una amenaza. Invocar el mito israelí de una
"lucha por la supervivencia" es inconveniente en tales
casos. Es ridículo pretender que la fuerza militar más poderosa, la
mejor equipada y la más disciplinada del Medio Oriente haya sido
llevada al límite por el deseo de los campesinos palestinos de
aferrarse a sus pueblos y a sus olivos. ¿Es posible comparar la
culpabilidad eventual de pobres campesinos palestinos a la
culpabilidad de los nazis?
El tercer argumento,
"también lo hicieron ellos", tiene algún fundamento. Los
palestinos también cometieron atrocidades. Robaron cada vez que fue
posible. También mutilaron a combatientes judíos, pero hay que señalar
que las matanzas cometidas por los palestinos eran muy diferentes de
las masacres israelíes, por toda una serie de razones. Estas matanzas
no se integraban en una estrategia agresiva de anexión o de expulsión;
no eran perpetradas por fuerzas militares organizadas, sino que eran
acciones espontáneas de la multitud; y en fin, en relación al número
de masacres israelíes, eran acontecimientos raros. Estas
explicaciones no las justifican, pero ponen en cuestión la tentativa
de poner las matanzas israelíes y las palestinas en un pie de
igualdad.
Esta cuestión sigue
siendo de actualidad hoy. Por ejemplo, el problema de los atentados
suicidas que es públicamente y vigorosamente condenado. Sugerir que
esas acciones de una minoría en el seno de una población sin Estado
que vive bajo ocupación militar, pueden ser juzgadas al mismo nivel
que la puesta en marcha de una política declarada de opresión por
las fuerzas armadas altamente militarizadas de la potencia ocupante,
es algo absurdo. Además, a diferencia de los atentados suicidas de la
segunda Intifada, las masacres israelíes de 1948 no nacieron de la
desesperación, del exilio y de la expoliación, sino al contrario
fueron los instrumentos de la construcción de una nación. Algunas de
esas masacres fueron practicadas por gentes que, según los criterios
de hoy, se puede definir como zelotes de derechas. Pero otras masacres
fueron practicadas por gentes que, sobre algunas cuestiones en debate,
pueden ser identificadas como liberales.
.–
Saleh Abdel Jawad es profesor asociado del departamento de
Historia y de Ciencia Política de la Universidad de Birzeit.
Notas:
1/
Este palestino figuraba en el documental "Jenin, Jenin", de
Mohamed Bakri. Luego fue matado por el Ejército israelí varios meses
después de haber sido entrevistado.
2/
Roy,S. (2002) "Why peace failed an Oslo autopsy", in Maurín
and Robin Tobin How long O Lord, Cambridge, Cowley publication. Roy,
americana y judía, profesora en Harvard. Es la hija de dos padres que
sobrevivieron al Holocausto.
3/
Shapira, S. (1992) Land and power, the Zionist resort to force,
1881–1948, Stanford University Press, 1992, pp. 42, 45; ver también
Masalha, N. (1992) Expulsion of the Palestinians: the concept of
transfer in Zionist political thought 1882–1948, Washington DC,
Institute for Palestine Studies.
4/
Lord Shaftsbury (1801–1885, nacido Anthony Ashley Cooper antes de
convertirse en el 7º conde de Shaftsbury en 1851). Sionista cristiano
británico, formuló su eslogan en 1853. Para una historia del término, ver A. M. Garfinkle, (1991) "On the
origin, meaning, use and abuse of a phrase", Middle Eastern
Studies.
5/
Rodinson, M (1967) "Israël, fait colonial" en Les Temps
Modernes n° 253 bis, p. 51.
6/
La insistencia en la "vacuidad" de Palestina no se limita a
los sionistas del siglo XIX. Por ejemplo Benjamin Netanyahu, antiguo
primer ministro israelí, retoma en su libro Un lugar al sol (1993, p.
40) la imagen de un vacío físico. Cita a Arthur Stanley, el cartógrafo
británico que escribió en 1881: "En Judea no es exagerado decir
que en kilómetros y kilómetros no había apariencia de vida".
Pero en un testimonio contradictorio muy oportunamente ignorado por
Netanyahu, el predicador sionista Israel Zangwill hablaba de una
población palestina densa. Israel Zangwill (Speeches, articles and
letters, 1937, p. 210) deplora el hecho de que "Palestina tenga
ya una densidad de población doble que los Estados Unidos".
7/
Shafir, G. (1996) Land, labor and the origins of the
israeli–palestinian conflict 1882–1914, edición actualizada,
Berkeley, University of California Press, pp. 7–20.
8/
Ibid.
9/
La obra más detallada y más documentada hasta hoy sobre la utilización
de las masacres y de la violencia se encuentra en Saleh Abdel Jawad,
(2003) "Massacres and the creation of the Palestinian refugee
problem in the 1948 war", Actes de la conférence internationale:
Israel and the Palestinian refugees, Heidelberg, Max Planck Institute
for comparative public and international law, 103 p. Se puede obtener
del autor un documento pdf en Saleh_jawad@yahoo.com.
10/
Comunicación privada al autor del profesor Joel Perlmann, de Bard
College.
11/
Perlmutter, A. (1987) The life and times of Menachem Begin, p. 212.
12/
Masalha, ver nota 48, p. 30.
13/
Citado en Shalhat, A. (1983) "An introduction to the study of the
Arab personality in Zionist literature", el– Karmel, vol. 7, p.
259.
14/
Por ejemplo Maxime Rodinson, en Israel y los árabes señala que los
judíos yemenitas, que hablaban una forma de hebreo muy cercana al árabe
fueron humillados y que se les " recicló "para hacerles
hablar un hebreo más cercano del hablado por los inmigrantes de
Europa que no tenían ningún conocimiento del árabe.
15/
Royal Committe for Palestine (1937), #5479 informe completo, versión
oficial en árabe. Livre Blanc, 1937, p. 440.
16/
Para un estudio de estos mitos, ver Simha, F (1987) The state of
Israel : myths and realities, London & New York, Croom Helm, 1987.
17/
Para un estudio completo de los pueblos destruidos, ver Khalidi, W
(1992) All that remains: the Palestinian villages occupied and
depopulated by Israel in 1948, Washington DC, The Institute for
Palestine studies.
18/
Ibid.
19/
Ghazi, F (1986) "The 1948 Israeli–Palestinian war and its
aftermath : the transformation and designification of Palestine's
cultural landscape" , Annales de l'Association of American
Geographers, 1986–2, p. 256. Ver también Meron Benvenisti, M (2000)
Sacred landscape, the buried history of the Holy Land since 1948,
Berkeley, University of California Press, Berkeley, pp. 11 à 54.
20/
Morris, B. (2004) The birth of the Palestinian refugee problem
revisited, Cambridge University Press, 2004, pp. 309–334.
21/
Peretz, D. (1977), "Palestinian social stratification: the
political implications", Journal of Palestine studies, vol.7, n°
1, pp. 48–74.
22/
Rosemary Sayegh, R. (1979) Palestinians, from peasants to
revolutionaries, Londres, Zed Press.
23/
Seguev, T. (1986) 1949, The first Israelis, Nueva York, The Free Pess,
p. 68–91.
24/
Según Robinson, "de agosto 1948 a diciembre 1966, una
administración militar estricta ha regido la vida cotidiana de la
población árabe palestina que quedaba en el país, restringiendo sus
movimientos, su expresión y sus empleos, y aislándola fuertemente de
la sociedad judía israelí. El desarrollo de las prácticas de
vigilancia y de mantenimiento del orden a las que se han enfrentado
los palestinos bajo este régimen no han servido más que para
reforzar sus pérdidas de guerra y para recordarles que su presencia
no era deseada en el nuevo Estado". Robinson, S. (2003) "Local struggle, national struggle: Palestinian
responses to the Kafr Qasim massacre and its aftermath, 1956
–66", International Journal of Middle East Studies, pp.
393–416.
25/
Ben Gourion, D. (1984) "Yumann Hamilhamah, 1947–1949" (en
hebreo), Diaries of war I947–49 ; ed. Gershon
Rivlin et Elhanan Orren, ver las entradas para el 15 de julio de 1948,
p 591.
26/
Jawad Saleh, A. (2005) "194 Rosemary Sayegh, R. (1979)
Palestinians, from peasants to revolutionaries, Londres, Zed Press.8,
Entre archives et sources orales", Revue d'Études
Palestiniennes, verano 2005, pp. 59–77.
27/
Se trata de un discurso muy corriente, ilustrado por este comentario
de Ygal Allon: rechazando el relato de
Ytzak
Rabin sobre la expulsión de los árabes de Lod, termina afirmando que
"si no se nos hubiera impuesto una guerra, todos estos
sufrimientos habrían sido evitados". (Citado por Shipler, D.K. (1986) Arab and Jew: wounded spirits in a
promised land, 1986, p. 35.
28/
Se trata también aquí de una actitud corriente, que se infiltra en
el discurso más reciente del "nuevo historiador" israelí
Benny Morris: "The survival of the fittest" (La lucha por la
supervivencia), entrevista por A. Shavit en Ha'aretz del 9/1/2004.
29/
Cf. Z. Sternhell que dice que "los padres fundadores y quienes
les sucedieron inmediatamente sabían que si los judíos querían
heredar la tierra, les sería necesario tomarla por la fuerza. Hasta
la guerra de independencia, no tenían otra opción". Z.
Sternhell, Z(2004) "The logic of body counts" (La lógica de
contar los cadáveres), Ha'aretz, 2/4/2004.
30/
Abdel Jawad, S "The Arab and Palestinian narratives of the 1948
war", en: Rotberg, R (ed). (2003) The intertwined narratives of
Israel–Palestine: history's double helix, Indiana University Press,
pp. 93–142.
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