Un
conflicto que arrastra a toda la región
Por
Steven Erlanger
The
New York Times / La Nación, 14/07/06
Traducción de Mirta
Rosenberg
Ciudad de Gaza.– La
expansión de la crisis de Gaza al sur del Líbano, que enfrenta a
Israel con un conflicto en sus fronteras norte y sur, ha demostrado
que el tema central en juego es regional, no local.
Para Israel el
problema no son tan sólo los palestinos y sus acciones, incluyendo
los misiles contra Israel. Es el problema más amplio del islamismo
radical: el de Hamas, como parte de la Hermandad Musulmana regional, y
de Irán, un importante poder regional con considerable influencia en
Siria, y en organizaciones como Hezbollah, Jihad Islámica y el ala
militar de Hamas.
Aunque Israel y
Estados Unidos aún tienen esperanzas de que Hamas asuma las
responsabilidades que conlleva el haber sido elegido por votación y
modere su hostilidad hacia Israel para dar a su pueblo una vida mejor,
esas esperanzas no se aplican a Irán.
El presidente de Irán
ha negado públicamente el Holocausto y ha hecho innumerables
declaraciones provocativas sobre Israel. Pero incluso antes de su
elección, Irán ya se había propuesto socavar cualquier perspectiva
de paz verdadera entre Israel y los palestinos, a través de fuerzas
vicarias como Hezbollah en el sur del Líbano y el grupo palestino
Jihad Islámica.
Además, Irán es
considerado el principal patrocinador de Khaled Mashaal, el exiliado líder
palestino de la rama política de Hamas y ampliamente considerado el
hombre a cargo del ala militar clandestina del grupo, esencial en la
captura del soldado israelí Gilad Shalit, el incidente que desencadenó
el último conflicto.
Esa captura ocurrió
mientras el gobierno de Hamas, liderado por el premier Ismail Haniyeh,
estaba finalizando conversaciones con el más moderado presidente
palestino Mahmoud Abbas respecto de un documento político que podría
haber permitido la reapertura de las negociaciones con Israel.
El 22 de junio, sólo
tres días antes del secuestro de Shalit, Abbas y el primer ministro
israelí Ehud Olmert se abrazaban y besaban, aunque con reticencia, en
un desayuno. Allí los dos líderes prometieron reunirse en dos
semanas, y desde entonces ambos han declarado que Olmert prometió una
importante liberación de prisioneros para celebrar la nueva relación.
Pero el secuestro del
soldado y el conflicto subsiguiente han desarticulado esa iniciativa,
así como las negociaciones internas de la Autoridad Palestina,
reduciendo a Haniyeh y Abbas –al menos por el momento– casi a la
irrelevancia. También ha estimulado el poder de Mashaal y de los
militantes.
Las tácticas de la
incursión a Israel, por un túnel, para capturar a un soldado israelí
como elemento extorsivo de negociación son típicas de los actos de
Hezbollah, que en el pasado ha negociado exitosamente intercambios de
prisioneros con Israel.
Aunque Olmert dice
que quiere cambiar esa ecuación negándose a negociar, Hezbollah
demostró anteayer con el secuestro de otros dos soldados israelíes
que ha refinado sus tácticas.
Los israelíes y los
palestinos se preguntan si Hezbollah y Mashaal –y a través de este
último, el ala militar de Hamas– coordinaron el ataque para
capturar al soldado o si, en última instancia, fue una decisión de
Irán.
Un oficial de
inteligencia árabe que trabaja en un país vecino a Israel dijo que
parecía que Irán –por medio de Hezbollah– había dado apoyo a
Mashaal para organizar el secuestro de Shalit. El oficial dijo que el
caso Shalit, incluso antes de la captura de los otros soldados israelíes,
implicaba que Hezbollah e Irán enviaban este mensaje: "Si
intentan hacernos daño, tenemos instrumentos que podemos usar contra
ustedes".
Los oficiales israelíes
dijeron que creen que el mensaje procede primordialmente de Irán, que
actúa a través de Hezbollah y de Mashaal.
La
hegemonía regional
Itamar Rabinovich, ex
embajador israelí en Washington, considera que Irán "está
cebado, en busca de la hegemonía regional". Aun sin armas
nucleares, Irán está ganando considerable influencia en el Líbano,
Siria y entre los palestinos, por no mencionar a Irak. "Puede
hacer operar a Hezbollah en el sur del Líbano a través de Siria, y
con Hamas y Jihad Islámica en la región puede hacer detonar la
situación cuando se le antoje", dijo.
En un nivel más
local, los funcionarios israelíes se quejan permanentemente de lo que
denominan la incapacidad de los palestinos de asumir la
responsabilidad de su propio bienestar y de ejercer control sobre
ellos mismos y, particularmente, sobre los grupos armados. Los
palestinos se quejan de que Israel ha hecho imposible ejercer
autoridad bajo la ocupación, incluso en la Franja de Gaza, donde
Israel controla las fronteras, la costa marítima y el espacio aéreo.
También afirman que
mientras Israel ocupe Cisjordania y pretenda conservar la porción de
tierra que tomó en la guerra árabe–israelí de 1976, los
palestinos deberán continuar luchando por lograr un acuerdo justo.
La pérdida de
confianza de ambas partes es extrema, y ése es el motivo por el que
Olmert ha decidido que Israel debe actuar para controlar su propia
seguridad en Gaza y no esperar que Egipto o los palestinos
–especialmente Hamas– lo hagan por ellos, según Gerald M.
Steinberg, de la Universidad de Bar–Ilán, próxima a Tel Aviv.
En Gaza, agregó
Steinberg, Israel está en aprietos. Algunos quieren asegurarse de que
la dirigencia de Hamas no se consolide en el poder. Otros están a
favor de dividir o moderar a Hamas. Afirman que si Hamas y la
Autoridad Palestina son destruidas, el resultado podría ser un caos
de bandas, clanes y terrorismo global, más difícil de enfrentar que
el gobierno de Hamas.
"Es una elección
difícil y no creo que el gobierno haya decidido nada todavía",
dijo Steinberg. Pero es posible que los acontecimientos en el Líbano
dificulten aún más la decisión de Olmert.
|