¿Otra
“fuerza multinacional” en el Líbano?
Inútil,
vergonzoso y sangriento
Por
Patrick Cockburn The Independent
/ Página/12, 30/07/06
Traducción de Virginia Scardamaglia
La llegada de una
fuerza multinacional al Líbano en 1982 trajo una serie de desastres.
Todavía recuerdo ese gran panqueque de cemento cerca del aeropuerto
que fue todo lo que quedó del cuartel de Estados Unidos en el cual
241 marines murieron tras ser atacados por un suicida el 23 de octubre
de 1983. En otra parte de Beirut, 58 paracaidistas franceses fueron
sepultados cuando el edificio en el cual vivían fue embestido por un
segundo vehículo cargado con explosivos.
No hay razón para
que una fuerza multinacional que aterrice en el Líbano en 2006 no se
enfrente a los mismos peligros y sufra los mismos desastres, como 24 años
atrás. Su llegada será enfrentada por toda la comunidad chiíta, el
40 por ciento de la población, ya que la fuerza será vista como la
criatura de Estados Unidos, que ha apoyado totalmente la masacre
israelí. También es probable que una fuerza multinacional vuelva a
abrir las heridas nunca del todo curadas de la guerra civil libanesa
porque algunos libaneses –la mayoría cristianos– puedan apoyarla,
y otros –mayormente musulmanes– se opondrán a ella. No será
considerada neutral por los libaneses, o el resto del mundo árabe. Es
extraordinario, dado el destino de la llamada “coalición” en
Irak, de la cual EEUU y Gran Bretaña son los únicos miembros
operativos, que cualquier otro país considere ahora enviar tropas a Líbano.
El historial de la
fuerza multinacional en Líbano fue inútil, vergonzoso y sangriento,
por turnos. Su primer objetivo fue cubrir la retirada de la Organización
para la Liberación de Palestina (OLP) después de la invasión israelí,
en la cual morirían 20.000 personas, la mayoría civiles libaneses.
Había marines estadounidenses, paracaidistas franceses, soldados
italianos y un contingente británico. Después de la retirada de la
OLP, su misión parecía haber finalizado. De hecho, apenas había
comenzado. El 14 de septiembre de 1982 el recién electo presidente
libanés, Bashir Gemayel, fue asesinado por una bomba. Entre el 16 y
18 de septiembre fuerzas israelíes permitieron a las milicias
libanesas cristianas las masacres en los campos palestinos de Sabra y
Chatila.
El presidente Ronald
Reagan envió un nuevo contingente de 1800 marines a Beirut, unidos a
1500 paracaidistas de la Legión Exterior Francesa, 1400 militares
italianos y, unos meses después, una pequeña fuerza británica. Era
oficialmente neutral, pero se suponía que apoyaba al gobierno libanés,
que era aliado de EEUU e Israel. El gobierno libanés era visto por
muchos como dominado por cristianos. El 18 de abril de 1983, un
atacante suicida destruyó la embajada norteamericana en Beirut.
Una fuerza
multinacional enviada a Líbano será vista como la de EEUU y Gran
Bretaña en Irak. Serán enfrentados como el nuevo destacamento de los
cruzados. EEUU es probablemente más impopular de lo que alguna vez ha
sido en Medio Oriente. Aunque no haya efectivos estadounidenses en la
nueva fuerza multinacional, ésta será vista como la apertura de otro
frente de la guerra de Occidente contra el Islam. Estarán uniéndose
a una guerra, no poniéndole fin.
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Patrick Cockburn es un periodista irlandés, corresponsal desde
1979 en Medio Oriente para el Financial Times y The
Independent.
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