¿El
tercer frente?
Por
Juan Gelman
Página/12, 20/07/06
¿Se está abriendo
en Líbano el tercer frente de la llamada "lucha
antiterrorista" que se desarrolla ya en Irak y Afganistán? Todo
empezó el 12 de julio, cuando Hezbolá incursionó en territorio
israelí, capturó a dos soldados y mató a ocho de las Fuerzas de
Defensa de Israel (FDI). Las consecuencias están a la vista: Israel
desató una represalia desmesurada por aire, mar y tierra, y Hezbolá
lanzó centenares de Katiushas sobre ciudades israelíes. Unos 250
libaneses, en su mayoría civiles, y 25 israelíes, 13 de ellos
civiles, conformaron el balance letal hasta el miércoles pasado.
Estas cifras sólo
sirven para medir la relación entre las potencias de fuego de cada
parte: una vida humana es igual a otra en cualquier parte del mundo,
mal que le pese al ex virrey de Irak y actual embajador norteamericano
ante la ONU, John Bolton. No tuvo empacho en decir que "sería un
error adjudicar equivalencia moral a los civiles que mueren por actos
terroristas aviesos" con los civiles libaneses –y palestinos–
que caen bajo el fuego israelí (AFP, 17–7–06). Hitler no pensaba
distinto: proclamó que los judíos eran una raza inferior.
Israel ha comenzado
una guerra no declarada contra el Líbano. Las FDI no sólo persiguen
a Hezbolá: bombardean bases militares, puentes, caminos, el
aeropuerto internacional, centrales eléctricas, estaciones de
servicio, depósitos de combustible, refinerías de petróleo y otras
instalaciones de la infraestructura libanesa. Tampoco limitan sus
ataques a los barrios árabes de Beirut, donde se ocultarían los
militantes de Hezbolá: el miércoles, por primera vez, los sufrió un
barrio cristiano del este de la ciudad.
Parece demasiado para
sustentar la exigencia de que los dos soldados israelíes sean puestos
en libertad, y el primer ministro israelí, Ehud Olmert, demanda
–objetivo imposible por la fragilidad del gobierno libanés– el
cumplimiento de la resolución 1559 (2004) del Consejo de Seguridad de
la ONU, que establece en su punto 3 "la disolución y el desarme
de todas las milicias, libanesas y no libanesas". Evidentemente
no recuerda el punto 1 de la resolución: el Consejo "reafirma su
llamado al estricto respeto de la soberanía, la integridad
territorial, la unidad y la independencia política del Líbano bajo
la única y exclusiva autoridad del gobierno del Líbano en todo el Líbano".
Hezbolá ha violado la soberanía israelí y el gobierno de Israel ha
violado la del Líbano. Los extremos se tocan y no sólo eso: además
se necesitan.
"La incursión
de Hezbolá, la captura de dos soldados israelíes y la muerte de
otros ocho han proporcionado una 'ocasión excepcional' para 'la
convergencia de intereses' de Israel, de algunos regímenes árabes e
incluso de quienes en el Líbano quieren terminar con el último ejército
particular del país, manifestó el alto funcionario (de EE.UU.),
quien conservó su anonimato en razón del conflicto en curso",
informó The Washington Post en un artículo titulado "Se estima
que los ataques (israelíes) son parte de una estrategia más
amplia" (16–7–06). Consiste, señala, en "estrangular el
eje Hezbolá, Hamas, Siria e Irán, que el gobierno Bush considera que
está aunando recursos para cambiar el escenario estratégico en Medio
Oriente". Argumento proyectivo: es la Casa Blanca la que quiere
imponer por las armas el cambio del escenario estratégico en Medio
Oriente para garantizar por décadas el insumo energético que su
industria quema.
Los
"halcones–gallina" de Washington ya están calificando al
Líbano como "componente de la cuarta guerra mundial" (la
tercera fue la fría) y –parece mentira– se quejan de las
presuntas "timidez y confusión" con que Bush encara los
retos de Irán y Corea del Norte, entre otros: "Creen que la
percepción de que el gobierno es débil envalentona a Siria y a Irán
y a los radicales de Hezbolá que patrocinan en Líbano" (The
Washington Post, 19–7–06). Por supuesto, llaman a la agresión
ya mismo y aplauden la desproporcionada respuesta israelí. El ex
representante republicano Newt Gingrich declara que negociar con Irán
y Corea del Norte es "una fantasía jurídico–diplomática"
y pregunta si el próximo paso de Condoleezza Rice –representante de
los conservadores "realistas"– será "ir a un baile
con Kim Jong II", el autócrata norcoreano. Gingrich prefiere
bailar con la muerte. La ajena.
Es doloroso. El miércoles
19, inicio de la segunda semana de enfrentamientos en el Líbano, 70
cohetes de Hezbolá cayeron en varias ciudades de Israel y uno segó
la vida de dos hermanos de 3 y 9 años de edad en Nazaret. El mismo día,
la aviación israelí cesó la de 55 civiles libaneses y un militante
de Hezbolá. Los habitantes de Beirut abandonan la ciudad o se
refugian en escuelas, mezquitas, iglesias, Haifa ofrece "un
"panorama de muerte y destrucción" (The New York Times,
16–7–06) y sus habitantes se ven obligados a pasar gran parte del
día en los bunkers colectivos o en los que construyeron en sus casas.
El mismo miércoles, las FDI mataron más palestinos en Gaza y la
Ribera Occidental (AP, 19–7–06) –suman 112 desde el 28 de
junio– en respuesta igualmente excesiva por la captura de un soldado
israelí que llevó a cabo Hamas. Los habitantes de los territorios
palestinos ocupados no tienen bunkers en sus casas. Muchos, ni
siquiera casas: las derribaron los bulldozers de las FDI.
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