El holocausto del
pueblo palestino y libanés
Por
Vicky Peláez
El
Diario–La Prensa, Nueva York, 25/07/06
“Ellos son
las víctimas, nosotros los victimarios. Somos una sociedad que no se
anima a mirar a los ojos de la verdad, estamos enfermos”.
—Sargento israelí Itzik Shabbat, revista Bet Shalom
Ya son más de 15 días
que Israel está masacrando impunemente al pueblo palestino y libanés
con la complicidad de los dirigentes neoconservadores imperiales
quienes calculan fríamente que necesitan preparar terreno en el Líbano
para la futura guerra contra Siria e Irán, países que siempre han
apoyado al suní Hamás y al shiíta Hezbolá. Pero, pese al gran envío
de bombas que George Bush hizo a los judíos, pese, al dolor y sangre
de la población civil, aún no destruyen al Hamás en Gaza y
Cisjordania, ni a Hezbolá en Líbano, dos organizaciones que luchan
por la soberanía de sus países.
Se sabe que ninguno
de estos movimientos representa un peligro para la existencia de
Israel pero el botín es grande. Por eso no es de extrañar las
palabras de uno de los más destacados ideólogos de los halcones
norteamericanos, William Kristol: “Israel está batallando ahora
contra cuatro de los cinco enemigos de Estados Unidos: Irán, Siria,
Hezbolá y Hamás. Al–Qaeda no está participando en este
conflicto… y da una nueva oportunidad a Estados Unidos para terminar
los fracasos que hemos sufrido en los últimos nueve meses en Irak
para obligar a los terroristas a retirarse”. Por este propósito, la
Casa Blanca mandó a Israel la semana pasada una flota de los
gigantescos aviones Galaxy C141 llevando las bombas “inteligentes”
de 5,000 libras y otras armas.
Ahora el recién
reconstruido Beirut está en ruinas, sus puentes y carreteras
destruidos. Ya son 400 muertos civiles libaneses, de ellos 180 son niños,
pero no son suficientes tanto para el invasor como para su
patrocinador Estados Unidos. Necesitan más para imponer su maldito
proyecto de apoderarse del oro negro y del gas del Medio Oriente. Por
eso toda la región de Bagdad a Beirut está en llamas, y ya se están
acercando a Siria. Sin embargo, como la espada y el fuego del Gran
Patrón no logran sus objetivos, tuvo que acudir a Israel, su compañero
de aventuras sangrientas en el Medio Oriente. Por algo Estados Unidos
le suministra al año entre 8 a 10 mil millones de dólares en ayuda,
que quita de sus ciudadanos.
Israel, como estado
moderno, fue definido en 1839 por el Ministerio de Relaciones
exteriores de Gran Bretaña después de la derrota del Imperio Otomano
y el descubrimiento del petróleo en la región. El propósito fue
crear un estado “europeo” organizando la inmigración de judíos a
Palestina para poder controlar Medio Oriente y sus riquezas naturales.
Tal estado se formó finalmente en 1945, recibiendo la protección
incondicional de Estados Unidos que lo convirtió en sus ojos, oídos
y su espada, armándolo hasta los dientes, inclusive con unas 200
cabezas nucleares.
Israel cumple a
cabalidad el “trabajo sucio”. En 1982, al recibir el “permiso”
de Ronald Reagan invadió el Líbano trayendo la tragedia de Sabra y
Shatila. Sin embargo, en el 2000 fue expulsado por Hezbolá del país
a excepción de la zona, Granjas de Chebaa, ricos en recursos acuíferos
donde sigue conservando un asentamiento militar. Esta vez fue el
presidente George W. Bush quien le dio el visto bueno a Israel para
invadir Líbano para, como lo dijo públicamente en una conversación
con el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, “sacarle la
mierda a Hezbolá”.
Israel acepta con
beneplácito y utiliza el archisabido pretexto de rescate de dos
soldados israelíes capturados por Hezbolá. Sus estrategas pensaron
que con los ataques aéreos tomando como rehén a todo un pueblo,
—preferida táctica nazi en la Segunda Guerra Mundial—, doblegarían
a sus militantes. Pero fracasaron en el intento, la muerte
indiscriminada unió al mundo y al pueblo libanés alrededor del
Hezbolá.
Entonces esperaron la
evacuación de unos 75,000 extranjeros, de los cuales 25,000 eran
norteamericanos, para iniciar sus ataques terrestres sin tomar en
cuenta que más de un millón y medio de libaneses apoyan a Hezbolá.
Extraña es la
historia del pueblo judío que se transformó de víctima a despiadado
victimario.
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