Israel,
en busca de un triunfo en la batalla de las percepciones
Por
Steven Erlanger
The New York Times / La Nación, 04/08/06
Traducción de Luis Hugo
Pressenda
Jerusalén.-
Mientras las tropas israelíes intensifican la ofensiva terrestre en
el sur del Líbano y grupos comando penetran inesperadamente más al
Norte, Israel combate ahora para ganar la batalla de las percepsiones.
El
primer ministro, Ehud Olmert, quiere asegurar que cuando finalmente se
logre un cese del fuego se tenga la impresión de que Israel
obtuvo una victoria decisiva contra Hezbollah. Es importante para él
políticamente, sobre todo después de un lento y torpe comienzo en
esta guerra.
En
parte, Israel quiere recuperarse de la imagen de una aventura militar
poco eficaz contra un aguerrido, pequeño, pero bien adiestrado grupo
de guerrilleros. También quiere enviar a los palestinos, al propio
Hezbollah y a sus protectores y patrocinadores, Siria e Irán, el
mensaje de que los ataques contra Israel provocarán represalias
abrumadoras y que a ese costo no vale la pena el esfuerzo.
La
rapidez con que ese mensaje sea captado gravitará de manera
fundamental en su eventual decisión de parar la guerra. Sin embargo,
como sucede en todas las guerras, cualquier victoria debe quedar
ratificada en acuerdos políticos y diplomáticos, que siguen siendo
inciertos.
Para
Hezbollah, la victoria significa simplemente evitar la derrota.
Muchos musulmanes tendrán la impresión de que han triunfado por
mantener la capacidad de disparar aunque sea cohetes de corto alcance
hacia Israel.
Gidi
Grinstein, ex negociador israelí y director del Instituto Reit,
centro de investigación, la llama "la paradoja 90-10".
Israel puede eliminar el 90% de la capacidad combativa de Hezbollah,
pero el grupo terrorista aun podría declararse victorioso y sostener
que combatió nivelando fuerzas contra el poderoso ejército israelí.
"Al final de la guerra, la contarán a su manera y también
nosotros. Todo se trata de la percepción", comentó Grinstein.
Hezbollah
afirmará que resistió semanas de combates con el ejército más
poderoso de la región, apoyado y equipado por el ejército más
poderoso del mundo, el de Estados Unidos. En ese sentido, una larga
guerra es mejor para Hezbollah y para su líder, Hassan Nasrallah, y
serán aclamados por muchos como héroes.
Shlomo
Avineri, ex funcionario de la cancillería israelí y profesor de
ciencias políticas de la Universidad Hebrea, señaló que Israel no
podría prevalecer jamás en la versión árabe de los hechos.
"Si Israel hubiera ganado en la primera semana, Hezbollah diría
que fue una victoria de Estados Unidos, que propició el momento y
suministró armas y dinero." Según Avineri, lo que ayudará a
definir los verdaderos resultados es el mandato de cualquier fuerza
internacional de paz y si pide el desarme de Hezbollah.
Un
ministro del gabinete israelí, que habló anónimamente, indicó:
"Lo que se cuente al final forma parte del problema. Por eso
estamos realizando este balance de metas alcanzadas". Pero el
final estará lejos del propósito original de Israel, al que Olmert
definió como la eliminación o desmantelamiento de Hezbollah.
Para
"ganar", Israel debe ser capaz de alterar la toma de decisión
de Hezbollah y quitarle el aura de combatientes invencibles. Debe además
abrir una brecha suficiente entre los intereses del Líbano y de
Hezbollah para asegurarse de que los libaneses también presionen al
grupo para que no provoque a Israel y lo lleve a otra guerra costosa.
"El
logro más significativo de Israel con esta guerra se producirá si
puede neutralizar la capacidad de Hezbollah de combatirlo desde
territorio libanés", dijo Grinstein.
Giora
Eiland, asesor de seguridad nacional de Israel durante la gestión del
ex primer ministro Ariel Sharon, pronostica una solución más o menos
para la próxima semana "muy alejada del propósito original de
Israel".
Mensaje
para Hamas
Eiland
vislumbra un paquete político negociado en la ONU, que incluye un
canje de prisioneros libaneses mientras Israel recupera sus dos
soldados; una zona de seguridad en el sur del Líbano bajo el control
de una fuerza internacional; la promesa israelí de no violar la
soberanía del Líbano, y "un entendimiento general por parte del
gobierno libanés para responsabilizarse del comportamiento de
Hezbollah".
"Sin
embargo -agregó-, en el acuerdo faltará lo más importante: el
desmantelamiento de la capacidad militar de Hezbollah."
Israel
también quiere que su mensaje llegue hasta el primo sunnita de
Hezbollah, Hamas, que está al frente de la Autoridad Nacional
Palestina.
Yuval
Diskin, director de la organización antiterrorista Shin Bet, dijo que
Israel necesitaba profundizar sus logros contra Hezbollah para que los
palestinos pudieran sentirlos. "Es importante mostrar al
terrorista potencial no sólo la victoria estratégica, sino lo que ha
logrado el ejército israelí, para hacer valer la capacidad de
disuasión."
Cuando
Israel se retiró de Gaza el año pasado, Hamas contó las cosas a su
manera y sostuvo que sus combatientes habían expulsado a Israel. El
retiro de Israel fue percibido no como un gesto de coexistencia pacífica,
como esperaba Israel, sino como una señal de debilidad. "Si
Hezbollah continúa teniendo libertad de movimientos y capacidad
operativa, el resultado será un fracaso para Israel. Pero si hay un régimen
que impide al máximo que Hezbollah opere militarmente, entonces la
historia será otra", dijo Avineri.
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