Climas
Por
Juan Gelman
Página 12, 04/08/06
La segunda matanza de
Qana –37 niños, 15 de ellos discapacitados, de un total de 60
civiles libaneses muertos por misiles norteamericanos que disparó la
fuerza aérea israelí el pasado 30 de julio– ha provocado un giro
notorio en el ambiente internacional: antes, “... todos los políticos,
especialmente (el primer ministro) Ehud Olmert, estaban sorprendidos
de cuánto el mundo nos quería”, señala Nehemia Shtrasler en el
diario Ha’aretz de Tel Aviv (1-8-06). Ahora –agrega el
columnista– “hay odio hacia Israel en todo el mundo... no ha
conseguido aplastar a Hezbolá y, lo que es peor, ha fortalecido la
posición que éste ocupa en Líbano y en el mundo árabe, que
presencia cómo una pequeña organización guerrillera ha logrado
enfrentar resueltamente a las poderosas Fuerzas de Defensa de Israel
(FDI) y ha causado serias pérdidas a la población civil israelí. Es
un precedente peligroso”. Shtrasler no explica de qué.
El clima, sin
embargo, no ha cambiado en EE.UU. y tampoco desde luego en Israel. La
Casa Blanca ha impedido que el Consejo de Seguridad de la ONU
expresara su condena a la matanza de Qana: en la declaración del
caso, el organismo apenas la “deplora” y no falta quien propone
que se lo rebautice con el nombre de “Consejo de Inseguridad”. El
presidente Bush expresa su “esperanza de paz para los niños y las
niñas del mundo... especialmente en Medio Oriente” (AP, 30-7-06),
pero se niega a promover el cese del fuego: al parecer, para que los
niños del mundo tengan paz, no ha muerto el número necesario todavía,
especialmente en Medio Oriente.
El 82 por ciento de
la opinión pública de Israel apoya sin fatigas la escalada de las
FDI y la matanza de Qana no ha cambiado en nada esa postura. La decisión
de Tel Aviv de cesar sus bombardeos durante 48 horas para investigar
la matanza nunca fue puesta en práctica y no sólo por la presión de
los militares (El País, 1-8-06): casi todos los medios israelíes la
criticaron acerbamente. Se puede leer en un artículo de Ben Caspit
que publicó el tabloide Ma’ariv: “No dudamos ni pedimos disculpas
ni nos ablandamos. Si desde Qana continúa el lanzamiento de cohetes a
Israel, seguiremos bombardeando Qana. Hoy, mañana y pasado mañana.
Allí, allá y en todas partes. Los niños de Qana hoy podrían dormir
tranquilamente en sus casas si los mensajeros de Satán no se hubieran
apoderado de su tierra y convertido en un infierno la vida de nuestros
niños”. Los niños muertos en Qana se vieron obligados a dormir en
un sótano. Los niños de Israel se ven obligados a dormir en bunkers.
Es la paz que W. Bush desea para los niños, en especial de Medio
Oriente.
El Consejo Rabínico
Yesha, que representa sobre todo a los colonos de los asentamientos
ilegales en los territorios palestinos ocupados, justificó así la
matanza de Qana: “Según la ley judía, en tiempos de batallas y de
guerra, no existe la palabra ‘inocente’ para el enemigo”
(www.ynet.news.com, 30-7-06). Se ignora dónde está escrita esa ley,
el Consejo no dice en qué libro sagrado la encontró, pero si
existiere, no se comprende bien por qué luego se queja de que
“todas las discusiones sobre la moral cristiana están debilitando
el espíritu del ejército y de la nación (israelíes) y nos están
costando la sangre de nuestros soldados y civiles”. Para el Consejo
sí hay inocentes, pero no en todas partes.
“Israel se está
hundiendo en una estridente atmósfera nacionalista y la oscuridad lo
cubre todo”, explica el columnista Gideon Levy en el diario israelí
Ha’aretz (30-7-06). Agrega: “Se echan a perder los frenos, se ha
intensificado la insensibilidad y la ceguera que ha caracterizado a la
sociedad israelí en los últimos años”. Señala que nadie se
siente tocado por la devastación del Líbano –“los que quieren
saber cómo se encuentra Tiro (a consecuencia de los bombardeos de la
fuerza aérea israelí) tienen que ver canales extranjeros”–, y
menos por lo que está sucediendo en Gaza con la ofensiva de las FDI
en represalia por la captura de un soldado israelí: “Los hospitales
de Gaza está llenos de niños quemados pero ¿a quién le
importa?”. A W. Bush, claro que no.
Zbigniew Brzezinski,
diseñador de la estrategia de dominio mundial que EE.UU. aplica hoy
(The Grand Chessboard - American Primacy and it’s Strategic
Imperatives, Basic Books, Nueva York, 1997), acaba de opinar en un
foro de la New American Foundation (www.thewashingtonnote.com,
25-7-06): “Odio decir esto, pero voy a decirlo. Pienso que lo que
están haciendo ahora los israelíes, por ejemplo en Líbano, es en la
práctica, en la práctica –tal vez no en la intención– una
matanza de rehenes. Una matanza de rehenes. Porque cuando se mata a
300 personas, 400 personas, que nada tienen que ver con las
provocaciones de Hezbolá, y esto se hace en la práctica
deliberadamente y con indiferencia por la magnitud del daño
colateral, se está matando a rehenes con la esperanza de intimidar a
los que se quiere intimidar. Y lo más probable es que no se los
intimide. Simplemente se los ultraja y se los convierte en enemigos
permanentes cuyo número no cesará de crecer”. Algo asombra este
parecer en boca de quien fuera asesor de seguridad nacional de Carter,
asesor de inteligencia exterior de Reagan, copresidente de la junta de
seguridad nacional que asesoraba a Bush padre y, en particular, gran
amigo de Israel.
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