Hizbolá:
Algo más que 'terroristas'
Por
Antonio Martínez Castro [1]
CSCAweb,
10/08/06
"Primero,
algo obvio sobre Hizbolá. Evidentemente no es 'un grupo terrorista',
ni 'una guerrilla', ni 'una milicia' como pretende la Resolución
1559. ¿Por qué? Vayamos término por término.”
El
domingo pasado fui a una concentración frente a la Embajada de Israel
en Madrid y encontré a muchos camaradas, amigos de la Universidad, o
compañeros que trabajaron conmigo en el Cervantes de Beirut o en el
Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. En todos los casos, al
acercarse sonrientes para saludarme, antes de preguntarme "¿cómo
te va?" e interesarse por mi estado, me decían "baja esa
bandera", "¿qué haces?". Y es que yo llevaba una
bandera de Hizbolá y, por supuesto, dejé ondeando al viento la
bandera mientras discutía infinidad de aspectos que son los que ahora
me llevan a escribir esto. Ya que a mi entender, se hacen necesarias
algunas precisiones sobre la naturaleza y el papel de Hizbolá.
La
bandera flameaba y todos los árabes con los que cruzaba la vista me
sonreían. Uno que estaba a mi lado me dijo "ponte en la primera
fila para que te vea la televisión", y otro, que más tarde me
veía distraído y enfrascado en una discusión, me asaltó "déjamela
a mí, yo la agito". Y es que los árabes son una realidad y
nosotros otra. ¿O no? En cualquier caso la lengua con la que se
designa a la realidad en la prensa son muy diferentes a uno y otro
lado. Nuestras formas de entender no creo que sean diferentes, los
conceptos son universales, pero el lenguaje deforma nuestra percepción
y se hace necesario compartir un mismo lenguaje para entenderse. Una u
otra palabra, para designar a una misma realidad, puede hacer que
sientas brío o sonrojo al flamear una misma bandera.
Primero,
algo obvio sobre Hizbolá. Evidentemente no es "un grupo
terrorista", ni "una guerrilla", ni "una
milicia" como pretende la Resolución 1559. ¿Por qué? Vayamos término
por término.
El
uso que se hace del término "terrorista" es realmente increíble
y se le dan varios significados. Por una parte, la mayoría acepta por
terrorista quien designe la Administración Norteamericana como tal,
así de simple. Después hace una lista en la que incluye los nombres
de las organizaciones, partidos o estados que le parecen molestos en
algún lugar del mundo. Recientemente hemos visto cómo han quitado a
Libia. En su día metieron a Hamás. Todavía no entiendo cómo los
dejaron participar en las elecciones palestinas. Por otra parte, aún
con imprecisión, podemos aceptar por terrorismo el hecho de asesinar
civiles indiscriminadamente para conseguir un fin político. Las
operaciones de Hizbolá operaciones y no atentados- antes de este
conflicto siempre se han dirigido exclusivamente a militares del
Tsahal.
Por
"guerrilla" siempre se ha entendido un grupo armado que
quiere hacerse con el poder del país de forma no democrática para
cambiar el modelo político. Nada más lejos en el caso de Hizbolá
puesto que nunca ha utilizado sus armas contra el Ejército Libanés y
además, no sólo tiene dos ministros en el gobierno actual y varios
diputados en el parlamento, sino que en las elecciones de mayo de 2005
fue el partido político más votado del Líbano y, por si alguien
dudase de su carácter nacional y democrático, tiene suscrita una
alianza con el Partido Nacional Libre del general Michel Aoun,
compuesto en su gran mayoría por cristianos. Hay muchos ejemplos de
honestidad democrática en la persona de Hasan Nasralá, cualquiera
que haya seguido la ajetreada política libanesa sabe el respeto que
le dispensan en todas las esferas empezando por el difunto Rafiq
al-Hariri.
Con
"milicia", en el contexto de la Guerra Civil Libanesa, se ha
designado a los brazos armados de los partidos políticos que, además,
generalmente estaban vinculados a una confesión. Estas milicias, por
tanto, se consagraban a proteger sus intereses confesionales y políticos
frente a otros partidos. Hizbolá, después de la Guerra, nunca ha
utilizado sus armas para dirimir disputas internas. Es más, cuando se
retiró Israel del Sur del Líbano en el año 2000 y no acogió en su
territorio más que a los líderes del colaboracionista ESL (Ejército
del Sur del Líbano) dejando del lado libanés a la tropa, no se supo
de nadie en Hizbolá que tomará represalias contra los que durante
muchos años anduvieron torturándoles ante los ojos de oficiales
israelíes en la prisión de Jiam. Incluso en Bint Ybeil, conocidos
por todos, todavía viven los soplones de Israel. No obstante, a raíz
de la resolución 1559 que en su segundo artículo pide el desarme
de las milicias en Líbano, algunos han propuesto la definición
que les conviene para desarmar a Hizbolá y a los palestinos dentro de
los campos: todo ejército no regular.
Y
es que Hizbolá es, en parte, un partido democrático dentro de Líbano
y un movimiento de resistencia islámica- y así es como ellos se
llaman a sí mismos- cuyo objetivo es defender al país de las
permanentes agresiones israelíes y restituir la soberanía nacional
libanesa combatiendo la Ocupación Israelí de las Granjas de La Chebáa,
las alturas de Kfar Chuba y el pueblo de Najila.
Pero
Hizbolá no es sólo eso, es mucho más. La televisión al-Manar
que las Fuerzas de Ocupación del Ente Sionista bombardearon nada más
empezar su agresión, al más puro estilo de la OTAN en Kosovo o del
golpe de estado en Rusia, y que ya había sido prohibida en Europa y
EEUU, ¿qué delito cometió? ¿gozar de libertad de expresión?
Asimismo la revista semanal y la página de Internet al-Intiqad ¿Por
qué no se puede abrir en internet? Aún con todo, alguien podría
decir que se trata de aparatos de propaganda propios de cada partido,
así que sigamos.
La
minoría chií siempre ha sido la tesela menos destacada del mosaico
libanés. Siempre ha estado oprimida y mal o nada representada, sus
partidarios constituyen el sector más desfavorecido del Líbano. De
hecho, la mayor parte de los que han hecho posible el progreso del
peso político de Hizbolá son los desplazados de la anterior ocupación
israelí que, procedentes del Sur, se afincaron en la Dahiya Yanubiya
y en Harat Harek, barrios del Sur de Beirut, rodeados de campos de
refugiados palestinos como Bury el Bereyneh, Chatila, etc. Y que hoy,
de nuevo, se ven desplazados. La avenida Hadi Nasralá, de la que poco
debe quedar a estas horas, era un ejemplo de urbanismo sin parangón
en todo Beirut; avenidas con aceras e islitas, pequeñas zonas verdes,
pasos de cebra, semáforos, edificios modernos de ocho o más plantas
en sintonía, con sentido de conjunto. (Quien haya visitado Beirut,
valorará estas palabras).
Toda
esa gente pobre que estaba construyendo un presente democrático y
organizado son las principales víctimas de esta guerra. Aunque esta
guerra, no lo olvidemos, va dirigida a todos los libaneses sin excepción.
En esos barrios hoy masacrados y abandonados, Hizbolá atendía a los
ciudadanos y llenaba a través de una amplia red de asistencia social
el hueco dejado por las instituciones gubernamentales de un estado
ausente y malogrado. Al menos tres hospitales, varias escuelas,
centros de estudios y de investigación, fondos de ayuda a los huérfanos
y a las familias de los mártires (otra palabra con muy distinto valor
aquí y allí), y un largo etc. Ni que decir tiene que son obras
sociales, muy distantes de las religiosas o militares, con las que
Hizbolá ha ganado un amplio respaldo popular al brindarle una brizna
de esperanza.
Y
así necesitaríamos horas para 'traducir' términos como
"conflicto" por "guerra", "secuestrados"
por "prisioneros de guerra", "concesión" por
"derecho", "estado de Israel" por "ente
sionista", "operación" por "atentado",
"mártir" por "suicida", "terrorista o
miliciano" por "combatiente" que nos desfiguran la
realidad y nos llevan inconscientemente, y esto es lo peligroso, a
posturas conciliadoras con el imperialismo. De hecho al hablar del
tema, solo por el lenguaje, ya se ve si nos podemos entender o no.
Hizbolá
frente a Israel en la guerra actual
Cuando
Condoleezza Rice dijo que lo que estamos presenciando no son más que
las contracciones de un nuevo Oriente Medio que va a ver la luz, se
puso de manifiesto que la razón de la guerra obedece a un plan
norteamericano israelí -previo a la captura de soldados- para
implantar un nuevo orden en la región. Y en ese plan Israel es la
mano de hierro que ejecuta esa política unilateral e impuesta. Israel
no quiere vivir en paz, no quiere permanecer ni insertarse en el
entorno. Si quisiese, negociaría tomando como base la iniciativa árabe
de la Cumbre de Beirut de 2002, la Hoja de Ruta o los defenestrados
Acuerdos de Oslo.
Pero
Israel no quiere negociar. Su ejército, el Tsahal, es el único
elemento de cohesión de una sociedad artificial, cobarde y paranoica
cuyo gobierno solo entiende el lenguaje de las armas con sus vecinos.
Se sabe el Ejército más moderno y el Estado solo se apoya en su
arrogancia y en la política de hechos consumados mediante el uso
ciego de la fuerza. Ese es el único lenguaje que entiende. No respeta
la vía diplomática o del diálogo, ni a los representantes electos,
ni la legalidad internacional. Frente a esta actuación, la lógica de
la resistencia es la más eficaz. Capturar prisioneros y forzar a
negociar. De hecho, esta ha sido la única forma de sentarlos a
negociar en repetidas ocasiones. Además, apresar militares israelíes
mientras haya presos libaneses en Israel es un deber moral para forzar
el intercambio para conseguir su liberación.
La
Resistencia Islámica, que tomó el relevo de la Resistencia Nacional
en el 82 tras liberar Beirut, en los sucesivos intercambios de
prisioneros y de cadáveres (1985, 1996 y 2004) ha recuperado presos
del Partido Comunista Libanés, gesto que da una semblanza de su
sentido nacional más allá del confesional, y prisioneros de otros países
árabes, que le da el sentido de lucha por la Causa Árabe, es decir
por la liberación de Palestina. Y es que esta cuestión se omite
frecuentemente en la prensa, pero detrás de quitar las armas a Hizbolá
viene la nacionalización o la expatriación de los refugiados
palestinos del Líbano, ya que es necesario acabar con todas las
fuerzas discordantes para hacer posible el parto que propone Rice.
Israel
sabe muy bien que no puede acabar militarmente con la Resistencia, por
eso destruye sociedades, sobre todo si son democráticas como las de
Palestina y Líbano, para impedir que ningún país de su entorno
pueda prosperar y así eternizar los desequilibrios y posponer
indeterminadamente una solución para la región. El primer objetivo
es destruir y el segundo castigar a la población civil por haber
votado a quien no les conviene a ellos. Invertir con las armas el
resultado democrático, arrancarles a Hamás y Hizbolá el respaldo
popular que los sustenta. Una estrategia bruta, antidemocrática y
criminal que además una y otra vez se demuestra inútil.
Preguntémonos:
¿Es Israel un enemigo del Líbano? Sí, no cabe la menor duda de que
la política hostil y agresora de Israel supone una amenaza constante
al Líbano. ¿Puede el Ejército Libanés enfrentarse a Israel? No,
por la falta de misiles, de cazas (que tiene prohibido por los
acuerdos de Taif -¡Qué glorioso y valiente el Ejército del aire
israelí que bombardea durante un mes un país que tiene prohibida la
aviación militar y los mísiles tierra aire!) y sobre todo por la
falta de consenso político que lo tiene relegado a desempeñar
funciones administrativas y de prevención de disturbios internos.
Además el 85% de su material es estadounidense y es completamente inútil
frente a Israel. Un ejemplo; el ejército del aire libanés tiene 30
helicópteros Bell UH-1H de los que se hicieron famosos en la guerra
de Vietnam hace 40 años y que ahora están jubilados en la mayor
parte del mundo. Aparte de ser poco más que chatarra frente a las
armas israelíes, los estadounidenses se los vendieron en condiciones
escandalosas: prohibición de ponerles radares y de proveerlos de
armas, incluso ametralladoras, con el fin de proteger a Israel. La
desfachatez de la administración norteamericana es asombrosa; a la
vez que morían cuatro militares libaneses al estrellarse el 5 de mayo
un helicóptero por su mal estado (no les vendían siquiera piezas de
recambio), especialistas del Pentágono visitaban el Ministerio del
Interior Libanés para negociar la venta de los más sofisticados y
modernos sistema de defensa y vigilancia para instalar en la frontera
con Siria.
La
Resistencia Islámica de Hizbolá, al igual que en sus obras sociales,
nace de una necesidad nacional y de la falta de consenso a nivel
institucional y de gobierno. Seguramente Hizbolá no sea en absoluto
la mejor opción, pero, ahora, sobre el terreno es la única. Esto
tiene que estar muy claro. Y en efecto todo el Líbano está unido a
la Resistencia porque saben por la experiencia que si no lo estuviesen
estallaría la guerra civil y la posible fragmentación del país. Por
lo tanto, solo alinearse con la resistencia de Hizbolá garantiza la
integridad, la unidad y la soberanía libanesas.
Hizbolá
y el renacer de la causa árabe
Hace
casi 40 años, en junio del 67, los árabes salieron de la historia o
pasaron a un tercer plano. Hoy han vuelto a entrar con el mismo
enemigo enfrente, pero planteando una nueva estrategia defensiva. Al
igual que en el 67, los resultados de este nuevo episodio van a
influir de manera directa- bien como un lento resurgir, bien como otro
largo letargo- en el mundo árabo-islámico desde Irán a Sudán,
pasando por Siria, Irak, Palestina, Líbano y Somalia.
De
hecho, 40 años después del fracaso Naserista, los Estados Árabes y
sus ejércitos regulares son incapaces de enarbolar la bandera de la
Causa Árabe debido a tanto contemporizar en busca de su propia
estabilidad. Por eso, si el arrojo de Hizbolá y Hamás se propaga
entre los pueblos de la región y desestabiliza los gobiernos y las
monarquías "moderados" supondrá el mayor triunfo de la
democracia, de la democracia verdadera y no como resultado de una política
impuesta por EEUU e Israel. Esta es la única esperanza a corto plazo
para el mundo árabe islámico de parar la fragmentación interna y el
neocolonialismo occidental.
Porque
no lo olvidemos, la reciente agresión israelí al Líbano no es más
que el último episodio de una larga guerra que lleva casi un siglo y
que por supuesto no es consecuencia de la captura de los dos soldados
prisioneros. Hoy, después de un mes de atroces bombardeos y de
negociaciones, no podemos ignorar como viene haciendo en la prensa-
la relación entre el asesinato de Rafiq al-Hariri y el proyecto
norteamericano-israelí en la zona que abarca desde la tregua de 1949,
pasando por las invasiones y ocupación de 1978 y de 1982 y la
retirada de 2000, hasta lo que vemos hoy y lo que falta por venir.
[1].-
Antonio Martínez Castro es traductor del libro de Jean Genet:
'Cuatro horas en Chatila'.
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