Frente
a las mentiras de Bush, el presidente de Siria dice la verdad
Hezbollah
ganó la guerra con Israel
Por
Robert Fisk
The Independent / La Jornada, 16/08/06
Traducción de Gabriela Fonseca
Beirut, 15 de agosto.
En los espaciosos recibidores de los baazistas, en Damasco, la
realidad con frecuencia parece muy lejana. Pero fue un signo de
nuestros tiempos que este martes el presidente de Siria, Bashar Assad,
fuera capaz de hacer que los grandes y buenos de Damasco pusieran los
pies en la tierra con el simple hecho de decir la verdad, lo que no ha
hecho otro dirigente árabe durante las últimas cinco semanas.
Esto lo hizo al
afirmar que la guerrilla libanesa Hezbollah, en efecto, ganó la
primera ronda de la guerra con Israel.
Hubo abundantes
exageraciones extravagantes en el discurso pronunciado por Assad. Un
conflicto que ha costado la vida de mil civiles libaneses difícilmente
puede considerarse una "batalla gloriosa", según las
palabras del mandatario sirio, pero al menos dio un reflejo más fiel
de la realidad que su par en Washington, quien, impulsado por su
tendencia al autoengaño o a su amor por Israel, proclamó que el
movimiento chiíta Hezbollah fue derrotado en Líbano.
La
"victoria" israelí en Líbano presumiblemente debe añadirse
a nuestras famosas "victorias" en Irak y Afganistán.
Siria e Irán, según
el presidente George W. Bush, fueron responsables del
"sufrimiento" de Líbano, lo cual contiene semillas de
verdad debido a que Hezbollah provocó esta guerra al capturar a dos
soldados israelíes y matar a otros tres el pasado 12 de julio, aunque
hay que decir que no fueron la fuerza aérea de Siria ni su similar
iraní las que perpetraron las carnicerías al atacar a convoyes de
refugiados civiles inocentes en Líbano durante las pasadas y largas
cinco semanas.
El presidente Bashir
Assad debe haber disfrutado mucho su pequeña perorata en Damasco.
"Se trata de una
administración (estadounidense) que adopta el principio de guerra
preventiva que es absolutamente contradictorio con el principio de
paz", aseguró. "En consecuencia, no aceptamos una paz próxima
o dentro del futuro previsible".
Assad puede volver a
decirlo. Ciertamente no hay ningún indicio de que Hezbollah tenga la
intención de "desarmarse" bajo los términos de las
resoluciones 1559 y 1701 emitidas por el Consejo de Seguridad de la
Organización de Naciones Unidas (ONU), de la misma manera en que
Israel no está dispuesto a acatar la resolución 242 que le exige
retirarse de todos los territorios árabes ocupados en 1967.
Sin embargo, queda
claro que el presidente Assad ahora se ve nuevamente a sí mismo en el
centro del poder árabe luego de la humillación que sufrió su ejército
cuando el año pasado tuvo que retirarse de Líbano.
Ya no hay necesidad
de derrotismo entre los árabes, aseguró el gobernante, al aludir a
un sentimiento muy generalizado en el mundo árabe real aunque del
todo ausente en el Medio Oriente de fantasía del presidente Bush.
Que sea Siria, de
todas las naciones posibles, la que diga lo anterior entre tantos
aplausos dice más sobre Washington que sobre Damasco. Y desde luego,
el retorno de Israel a ocupar la meseta siria de Golán –véase la
resolución 242 de la ONU– es lo que está detrás de toda esta
desastrosa guerra sucia de Tel Aviv.
La verdad es que
Israel inició su agresión contra Líbano alegando que el gobierno
libanés es responsable del ataque de Hezbollah –lo cual,
claramente, no es el caso– y que sus acciones militares lograrían
la liberación de dos soldados israelíes capturados. En esto, Israel
evidentemente fracasó.
La pérdida de 40
soldados israelíes en sólo 36 horas y los exitosos ataques de
Hezbollah contra las unidades armadas de Israel dentro de Líbano
fueron un desastre para el ejército de Israel. El hecho de que Siria
pudiera vociferar sobre los "logros" de Hezbollah, sin que
dentro del país fuera destruida ni una hoja de pasto –para que sólo
libaneses e israelíes tuvieran que pagar el precio de esta guerra
sucia–, sugiere un cinismo del que todavía no se ha percatado
el mundo árabe. Pero por lo pronto, Siria ha ganado.
Es evidente que Irán,
en su papel del principal apoyo de Hezbollah, piensa lo mismo. El
presidente Mahmoud Ajmadinejad, quien usualmente habla más de lo que
piensa, condenó a Estados Unidos por proveer a Israel de las armas
que usó contra los civiles libaneses, lo cual es una declaración
absolutamente verdadera.
Pero no dijo que los
misiles de Hezbollah provienen de la nueva generación del arsenal
iraní, que ni siquiera existía durante la guerra Irán–Irak, de
1980 a 1988.
Mientras, los
estadounidenses, sin duda, están ansiosos de aquilatar la efectividad
que tuvieron sus armas en esta guerra, pese a que fueron usadas
mayoritariamente contra civiles, y no hay que tener duda alguna de que
los iraníes estarán evaluando el desempeño de sus nuevos misiles Fajr,
y su efecto sobre el ejército israelí.
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