Líbano:
Ensayo general para Irán
La
Casa Blanca tuvo una estrecha relación con la planificación de la
ofensiva israelí de Líbano
Por
Seymour Hersh
The New Yorker / El País, Madrid, 20/08/07
Enviado por
Correspondencia de Prensa, 23/08/06
Traducción de M. L. Rodríguez Tapia
Seymour
Hersh, el laureado periodista norteamericano que descubrió las
torturas en la cárcel iraquí de Abu Ghraib, sostiene que la Casa
Blanca estuvo involucrada en la planificación de la ofensiva israelí
en Líbano, una especie de preludio a un potencial ataque
norteamericano a las instalaciones nucleares iraníes.
En
los días posteriores a que Hezbolá cruzara la frontera entre Líbano
e Israel, el 12 de julio, para secuestrar a dos soldados, un acto que
desencadenó un ataque aéreo de Israel contra Líbano y toda una
guerra, el Gobierno de George W. Bush tuvo un comportamiento extrañamente
pasivo. "Es un momento de claridad", señaló el presidente
en la cumbre del G-8 en San Petersburgo, el 16 de julio. "Ahora
está claro por qué no tenemos paz en Oriente Próximo". Aádió
que la relación entre Hezbolá y sus patrocinadores de Irán y Siria
era una de las "causas fundamentales de inestabilidad" y
que, por consiguiente, eran dichos países los que debían poner fin a
la crisis. Dos días más tarde, pese a los llamamientos de varios
Gobiernos a que Estados Unidos se hiciera cargo de las negociaciones
para interrumpir los combates, la secretaria de Estado, Condoleezza
Rice, declaró que era preciso aplazar un alto el fuego hasta que
"las condiciones fueran propicias".
Sin
embargo, la Administración de Bush tuvo una relación muy estrecha
con la planificación de las represalias israelíes. El presidente
Bush y el vicepresidente Dick Cheney estaban convencidos, según me
han contado diplomáticos y miembros de los servicios de inteligencia
en activo y retirados, de que una campaña de bombardeos de las
fuerzas aéreas israelíes contra los complejos fortificados de
misiles subterráneos y de mando y control que posee Hezbolá en Líbano
podía aliviar las preocupaciones israelíes sobre la seguridad y
servir de preludio a un posible ataque preventivo de Estados Unidos
para destruir las instalaciones nucleares de Irán, algunas de las
cuales también están enterradas a gran profundidad.
Los
expertos militares y de los servicios secretos israelíes con los que
he hablado destacan que los problemas inmediatos de seguridad eran
motivo suficiente para enfrentarse a Hezbolá, independientemente de
lo que quisiera la Administración de Bush. Shabtai Shavit, asesor de
seguridad nacional de la Knesset [el Parlamento israelí] y
responsable del Mosad, el servicio exterior de inteligencia, entre
1989 y 1996, me dijo: "Hacemos lo que creemos que nos conviene más;
si resulta que satisface las necesidades de Estados Unidos, eso no es
más que parte de la relación entre dos amigos. Los miembros de
Hezbolá están armados hasta los dientes y entrenados en la tecnología
más avanzada de la guerra de guerrillas. Era cuestión de tiempo. Teníamos
que ocuparnos de ello".
Los
israelíes consideran que Hezbolá es una grave amenaza, una
organización terrorista que actúa en su frontera, con un arsenal
militar que, gracias a la ayuda de Irán y Siria, se ha reforzado
desde que terminó la ocupación israelí del sur de Líbano, en el año
2000. Su líder, el jeque Hassan Nasralá, ha dicho que no considera
que Israel sea un "Estado legal". Los servicios israelíes
de inteligencia calculaban, al empezar la guerra aérea, que Hezbolá
tenía aproximadamente 500 cohetes Fajr-3 y Fajr-5 de alcance medio y
varias docenas de cohetes Zelzal de largo alcance; estos últimos, con
un radio de unos 200 kilómetros, podrían llegar hasta Tel Aviv (un
cohete golpeó Haifa al día siguiente de los secuestros). Además
posee más de 12.000 cohetes de menor alcance. De éstos, ha disparado
contra Israel más de 3.000 desde que comenzó el conflicto.
Los
motivos de Bush
Según
un experto en Oriente Próximo que conoce lo que piensan en la
actualidad los Gobiernos de Israel y Estados Unidos, los israelíes
habían elaborado un plan para atacar a Hezbolá -e informaron de él
a funcionarios del Gobierno de Bush- mucho antes de los secuestros del
12 de julio. "No es que Israel tendiera una trampa a Hezbolá",
explica, "pero en la Casa Blanca había una clara sensación de
que, tarde o temprano, los israelíes iban a actuar".
Este
experto en Oriente Próximo dice que la Administración tenía varias
razones para apoyar la campaña israelí de bombardeos. En el
Departamento de Estado lo consideraron como una forma de fortalecer al
Gobierno libanés para que pudiera reafirmar su autoridad en el sur
del país, controlado en gran parte por Hezbolá. "La Casa
Blanca", continúa, "estaba mucho más interesada en
arrebatar los misiles a Hezbolá, porque, si se pusiera en marcha la
opción militar contra las instalaciones nucleares de Irán, sería
necesario deshacerse de las armas que Hezbolá pudiera utilizar en
posibles represalias contra Israel. Bush quería las dos cosas. Bush
quería enfrentarse a Irán, uno de los miembros del Eje del Mal, y
acabar con sus instalaciones nucleares, y quería también enfrentarse
a Hezbolá como parte de su empeño democratizador, porque Líbano es
una de las joyas de la corona de la democracia en Oriente Próximo".
En
la Administración estadounidense niegan que conocieran el plan de
Israel sobre una guerra aérea. La Casa Blanca no ha contestado a una
lista detallada de preguntas. En respuesta a otra petición aparte, un
portavoz del Consejo de Seguridad Nacional dijo: "Antes de que
Hezbolá atacara a Israel, el Gobierno israelí no dio a ningún
funcionario de Washington ningún motivo para pensar que estaba
preparando un ataque. Ni siquiera después de la incursión del 12 de
julio supimos cuáles eran los planes israelíes". Un portavoz
del Pentágono me dijo: "El Gobierno de Estados Unidos sigue
comprometido en una solución diplomática al problema del programa
clandestino de armas nucleares en Irán", y negó las
informaciones anteriores, igual que otro portavoz del Departamento de
Estado.
Estados
Unidos e Israel llevan decenios compartiendo informaciones y con una
estrecha cooperación militar, pero a principios de esta primavera,
según un antiguo responsable de los servicios de inteligencia, varios
estrategas de alto rango de la fuerza aérea estadounidense
-presionados por la Casa Blanca para que elaboraran un plan de guerra
con un ataque decisivo contra las instalaciones nucleares de Irán-
empezaron a consultar con sus homólogos de la fuerza aérea israelí.
"El
gran interrogante para nuestras fuerzas aéreas era cómo alcanzar una
serie de blancos cruciales en Irán", explica el antiguo
funcionario de inteligencia. "¿Quién es el mayor aliado de las
fuerzas aéreas estadounidenses en cuestiones de planificación? No es
el Congo, es Israel. Todo el mundo sabe que ha habido ingenieros iraníes
que han asesorado a Hezbolá en la construcción de túneles y puestos
subterráneos de armas. Así que la fuerza aérea fue a ver a los
israelíes con algunas tácticas nuevas y les dijo: 'Vamos a
concentrarnos en los bombardeos y compartir lo que nosotros sabemos de
Irán y lo que vosotros sabéis de Líbano". Las conversaciones,
dice, llegaron hasta la Junta de Jefes de Estado Mayor y el secretario
de Defensa, Donald Rumsfeld.
"Los
israelíes nos dijeron que sería una guerra barata y llena de
beneficios", cuenta un asesor del Gobierno de EE UU con estrechos
contactos en Israel. "¿Por qué íbamos a oponernos? Podíamos
buscar y bombardear misiles, túneles y búnqueres desde el aire. Sería
un ensayo para Irán".
Ataque
preventivo
Un
asesor del Pentágono dice que la Casa Blanca de Bush "lleva
tiempo tratando de encontrar un motivo para llevar a cabo un ataque
preventivo contra Hezbolá". Y añade: "Teníamos la intención
de debilitar a Hezbolá, y ahora hemos conseguido que lo hagan otros
por nosotros". (El domingo pasado, el Consejo de Seguridad de
Naciones Unidas aprobó una resolución de alto el fuego, aunque no
estaba claro si eso iba a alterar la situación sobre el terreno).
Según
Richard Armitage, que fue subsecretario de Estado durante el primer
mandato de Bush -y que, en 2002, dijo que Hezbolá "es tal vez el
equipo A de los terroristas"-, la campaña de Israel en Líbano,
que se ha encontrado con dificultades inesperadas y críticas
generalizadas, puede servir de advertencia a la Casa Blanca sobre Irán.
"Si el mayor poder militar de la región -las fuerzas de defensa
israelíes- no es capaz de pacificar un país como Líbano, con una
población de cuatro millones de personas, habría que pensárselo
cuidadosamente antes de aplicar el modelo a Irán, que tiene
profundidad estratégica y 70 millones de habitantes", dice
Armitage. "Lo único que han conseguido hasta ahora los
bombardeos es unir a la población contra los israelíes".
Varios
funcionarios actuales y retirados que conocen bien Oriente Próximo me
han dicho que, para Israel, el secuestro de los soldados representó
la oportunidad de iniciar la campaña militar prevista contra Hezbolá.
"Hezbolá estaba instigando alguna cosa pequeña cada uno o dos
meses, como un reloj", dice el asesor estadounidense con
contactos en Israel. Dos semanas antes, a finales de junio, los
miembros del grupo palestino Hamás excavaron un túnel bajo la
barrera que separa el sur de Gaza de Israel, y capturaron a un soldado
israelí. Además lanzaron una serie de cohetes contra ciudades israelíes
cercanas a la frontera con Gaza. En respuesta, Israel comenzó una
intensa campaña de bombardeos y volvió a ocupar partes de Gaza de
las que se había retirado.
El
asesor del Pentágono hace notar que ha habido, asimismo, incidentes
fronterizos entre Israel y Hezbolá, en ambas direcciones, desde hace
tiempo. "Se han dedicado a dispararse mutuamente", dice.
"Cada bando podría haber señalado algún incidente concreto y
decir que tenía que iniciar una guerra contra el otro, porque ya
estaban en guerra".
Decisión
forzada
David
Siegel, portavoz de la Embajada de Israel en Washington, dice que la
fuerza aérea israelí no estaba buscando ninguna excusa para atacar a
Hezbolá. "No planeamos la campaña. Fue una decisión que se nos
obligó a tomar". Había alertas constantes de que Hezbolá
"estaba presionando para pasar al ataque", dice Siegel.
"Hezbolá ataca cada dos o tres meses", pero el secuestro de
los soldados agudizó la situación.
En
varias entrevistas realizadas a intelectuales, periodistas y oficiales
retirados del ejército y los servicios de información israelíes,
todos hacen hincapié en una cosa: que fueron los dirigentes israelíes,
y no Washington, quienes decidieron comenzar la guerra contra Hezbolá.
Los sondeos de opinión muestran que contaban con el apoyo de un gran
número de israelíes. "Los neocons de Washington pueden estar
satisfechos, pero no hacía falta empujar a Israel, porque los israelíes
querían eliminar a Hezbolá", explica Yossi Melman, un redactor
del periódico Ha'aretz que ha escrito varios libros sobre los
servicios de espionaje israelíes. "Al provocar a Israel, Hezbolá
proporcionó la oportunidad".
"Nos
encontrábamos ante un dilema", dice un funcionario israelí. El
primer ministro, Ehud Olmert, "tenía que decidir si convenía
llevar a cabo una respuesta local, como hacemos siempre, o una acción
más amplia, atacar a Hezbolá para acabar con ellos de una vez por
todas". Olmert sólo se decidió, dice el funcionario, después
de que fracasaran diversos intentos de rescate de los israelíes.
Sin
embargo, el asesor estadounidense vinculado a Israel me dijo que,
desde la perspectiva israelí, la decisión de emprender una acción
enérgica era inevitable desde hacía varias semanas, cuando el equipo
del ejército israelí especializado en interceptar señales,
denominado Unidad 8200, captó, a finales de primavera y principios de
verano, mensajes de tono belicoso entre Hamás, Hezbolá y Jaled
Meshal, el líder de Hamás residente en Damasco.
Una
de las comunicaciones interceptadas fue la relativa a una reunión, a
finales de mayo, de la dirección política y militar de Hamás, en la
que Meshal participó por teléfono. "Hamás creía que la
llamada desde Damasco estaba codificada, pero Israel había descifrado
la clave", explica el asesor. Antes de su victoria en las
elecciones palestinas de enero, Hamás llevaba casi un año recortando
sus actividades terroristas. En la conversación interceptada a
finales de mayo, me contó el asesor, los líderes de Hamás decían
que "no les había servido de nada, y estaban perdiendo prestigio
ante la población palestina". La conclusión, dice, fue:
"Vamos a volver a emplear el terrorismo, y entonces trataremos de
arrancar concesiones al Gobierno israelí". El asesor me ha
explicado que Estados Unidos e Israel estaban de acuerdo en que, si la
dirección de Hamás tomaba esa decisión y Nasralá ofrecía su
respaldo, sería necesaria "una reacción a gran escala". En
las semanas posteriores, mientras Hamás empezaba a excavar el túnel
hacia Israel -dice el asesor-, la Unidad 8200 "captó
comunicaciones entre Hamás, Siria y Hezbolá en las que, en
definitiva, se decía que querían que Hezbolá calentara el
norte". En uno de los mensajes interceptados, dice el asesor,
Nasralá calificó a Olmert y al ministro de Defensa, Amir Peretz, de
"aparentemente débiles" en comparación con los ex primeros
ministros Ariel Sharon y Ehud Barak, que poseían gran experiencia
militar, y dijo que, "en su opinión, Israel iba a reaccionar de
manera local, a pequeña escala, como habían hecho hasta
entonces".
Según
el asesor estadounidense, a principios de este verano, antes de los
secuestros de Hezbolá, varios funcionarios israelíes visitaron
Washington por separado "con el fin de obtener la luz verde para
las operaciones de bombardeo y averiguar cuánto estaba dispuesto a
aguantar Estados Unidos". "Israel empezó por Cheney. Querían
estar seguros de que contaban con su apoyo y el de su gente, así como
el del departamento de Oriente Próximo en el Consejo de Seguridad
Nacional". Después, "convencer a Bush no fue nada difícil,
y Condi Rice estaba de su parte", explica el asesor.
El
plan inicial perfilado por los israelíes consistía en una gran campaña
de bombardeos como respuesta a la próxima provocación que hiciera
Hezbolá, según el experto en Oriente Próximo que conoce la forma de
pensar de Estados Unidos e Israel. Los israelíes -dice el ex alto
cargo de los servicios de inteligencia- pensaban que, al atacar las
infraestructuras de Líbano, incluidos depósitos de combustible,
carreteras e incluso las pistas civiles del aeropuerto central de
Beirut, podrían convencer a las populosas comunidades cristiana y suní
del país para que se volvieran en contra de Hezbolá. Los bombardeos
han afectado, entre otras cosas, al aeropuerto, las carreteras y los
puentes. Hasta la semana pasada, la fuerza aérea israelí había
realizado casi 9.000 misiones. (David Siegel, el portavoz israelí,
dice que Israel no atacó más que lugares vinculados a Hezbolá; el
bombardeo de puentes y carreteras pretendía impedir el transporte de
armas).
La
prisa de Olmert
El
plan israelí, según el ex funcionario de los servicios de
inteligencia, era "exactamente igual a los planes de Estados
Unidos respecto a Irán". (Según funcionarios actuales y
retirados, las primeras propuestas de la fuerza aérea estadounidense
sobre un ataque aéreo para destruir las instalaciones nucleares iraníes
se encontraron con la resistencia de los máximos jefes del ejército,
la marina y el cuerpo de marines. Afirman que el plan no saldrá bien
y desembocará inevitablemente, como la guerra israelí contra Hezbolá,
en la utilización de tropas de tierra).
Uzi
Arad, que perteneció durante más de 20 años al Mosad, me ha dicho
que, por lo que él sabe, había contactos habituales entre el
Gobierno israelí y el estadounidense, y que, "en todas mis
reuniones y conversaciones con funcionarios del Gobierno, nunca oí
que nadie se refiriera a actividades anteriores de coordinación con
Estados Unidos". Le preocupa un aspecto: la prisa que se dio el
Gobierno de Olmert en comenzar la guerra. "Puedo asegurar que
nunca he visto una guerra decidida a tanta velocidad", dice.
"Lo normal es que antes haya que realizar largos análisis".
El
principal estratega militar fue el teniente general Dan Halutz, jefe
de Estado Mayor de las FDI (Fuerzas de Defensa Israelíes), que,
cuando pertenecía a la fuerza aérea, participó en la elaboración
de un plan de contingencia para una guerra aérea con Irán. Olmert,
antiguo alcalde de Jerusalén, y Peretz, ex dirigente laborista, no
tenían, ni mucho menos, su experiencia o sus conocimientos.
|